RATA – SIRENA – FÁUSTICA
¿Te
molesta que roa tu techo,
tu
silencio?
Pero
dime
-si
puedes-
¿qué
haces,
allí,
sentado,
entre
seres ficticios
que
en vez de carne y hueso
tienen
letras,
acentos,
consonantes,
vocales?
¿Te
halaga,
te
divierte
que
te miren,
se
acerquen,
y
den vueltas y vueltas
antes
de permitirles
echarse,
como
un perro,
en
tus páginas yertas?
Podrá
tu pasatiempo ser harto inofensivo;
pero
alguien que posee los dientes más prolijos,
más
agrios que los míos,
al
elegir la víscera que ha de roerte un día
-si
es que ya no se aloja en una de tus venas-,
toma
estéril y absurdo
ese
fútil designio de escamotear la vida.
Allí
están las ventanas
que
te dan un pretexto
para
abrir bien los brazos.
Asómate
al marítimo
bullicio
de las calles.
¿No
oyes una sirena que llama desde el puerto?
Oliverio
Girondo
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