ESPAÑA SOBRE MIS HOMBROS
1
El aire ya no era el
mismo,
más opaco se veía,
ya sus verdes transparencias
diamantinas no existían.
Cuando llegué, me
esperaba
un recuerdo en cada
esquina,
y por las calles y
estancias
la ausencia de muchas
vidas
que llenaron mi
pasado,
hoy en sombras
convertidas.
¡Es que fueron
treinta años,
Madrid, que no te veía!
¿Puede haber tristeza
alegre,
o pena en una alegría,
una emoción que nos
vence
hasta enfermarnos? Había
en las cosas y en las
gentes
una luz que me podía;
caras de antaño que
al verlas
el corazón me dolía
--la felicidad a la
angustia
en ese instante se unía-.
Otras eran caras
nuevas
que tal vez ya conocía,
que para el alma
fronteras
no se han puesto
todavía
y ésta va y viene
buscando
quien le haga compañía.
¡España! ¡Madrid!
2
No olvidaré ese
momento,
al bajar de la
aeronave,
después de doce horas
por el gran puente
del aire
y ver Madrid nuevamente
a treinta años de
dejarle;
treinta años de mi
vida,
tiempo que hubo de
cambiarle.
Ya la emoción me
invadía
unas pocas horas
antes,
al ver desde las
alturas
el tan soñado
paisaje.
Y cuando pisé la
tierra,
me detuve a
preguntarme:
¿Acaso vuelvo la
misma?
¿Es que he venido a
encontrarme?
Ninguna emoción
recuerdo
que pudiera
semejarse.
¡España! ¡Madrid!
Concha Méndez Cuesta