miércoles, 30 de noviembre de 2022

ESPAÑA SOBRE MIS HOMBROS

 





ESPAÑA SOBRE MIS HOMBROS

 

1

El aire ya no era el mismo,

más opaco se veía,

ya sus verdes transparencias

diamantinas no existían.

Cuando llegué, me esperaba

un recuerdo en cada esquina,

y por las calles y estancias

la ausencia de muchas vidas

que llenaron mi pasado,

hoy en sombras convertidas.

¡Es que fueron treinta años,

Madrid, que no te veía!

¿Puede haber tristeza alegre,

o pena en una alegría,

una emoción que nos vence

hasta enfermarnos? Había

en las cosas y en las gentes

una luz que me podía;

caras de antaño que al verlas

el corazón me dolía

--la felicidad a la angustia

en ese instante se unía-.

Otras eran caras nuevas

que tal vez ya conocía,

que para el alma fronteras

no se han puesto todavía

y ésta va y viene buscando

quien le haga compañía.

                                   ¡España! ¡Madrid!

 

2

No olvidaré ese momento,

al bajar de la aeronave,

después de doce horas

por el gran puente del aire

y ver Madrid nuevamente

a treinta años de dejarle;

treinta años de mi vida,

tiempo que hubo de cambiarle.

Ya la emoción me invadía

unas pocas horas antes,

al ver desde las alturas

el tan soñado paisaje.

Y cuando pisé la tierra,

me detuve a preguntarme:

¿Acaso vuelvo la misma?

¿Es que he venido a encontrarme?

Ninguna emoción recuerdo

que pudiera semejarse.

                                    ¡España! ¡Madrid!

 

Concha Méndez Cuesta

martes, 29 de noviembre de 2022

QUISIERA TENER VARIAS SONRISAS DE RECAMBIO



QUISIERA TENER VARIAS SONRISAS DE RECAMBIO

 

 

Quisiera tener varias sonrisas de recambio

y un vasto repertorio de modos de expresarme.

O bien con la palabra, o bien con la manera,

buscar el hábil gesto que pudiera escudarme…

 

y al igual que en el gesto buscar en la mentira

diferentes disfraces, bien vestir el engaño;

y poder, sin conciencia, ir haciendo a las gentes,

con sutil maniobra, la caricia del daño.

 

Yo quisiera ¡y no puedo! Ser como son los otros,

los que pueblan el mundo y se llaman humanos:

siempre el beso en el labio, ocultando los hechos

y al final… el lavarse tan tranquilos las manos.

 

Concha Méndez Cuesta

lunes, 28 de noviembre de 2022

LOS BRAZOS QUE TE HAN LLEVADO

 

LOS BRAZOS QUE TE HAN LLEVADO

 

Los brazos que te han llevado,

no te dejan escapar

para volver a mi lado.

 

Nos separa un ancho mar

de difíciles tormentas,

y náufrago has de llegar,

si es que vuelves a mi puerta,

para quererte salvar.

 

Brazos que te sujetaron

para alejarte de mí,

¡a mi sí que me salvaron!...

 

Cuando ya no sepa de ti

¡qué bien estaré en la vida!,

cuando ya no sepa de ti.

 

Cuando vuelvas a verme

y mis horas sean mías

y yo vuelva a ser quien era

lejos de tu compañía:

 

Cuando no te vean mis ojos,

¡qué bien me sabrá la vida!

 

No faltará quien se alegre…

Unos, porque no me quieran,

y alguna porque me quiere…

 

Tan sola no me has dejado,

que estoy conmigo y me basta

--igual que siempre lo he estado…

 

Concha Méndez Cuesta

 

viernes, 25 de noviembre de 2022

SE DESPRENDIO MI SANGRE PARA FORMAR TU CUERPO

 


SE DESPRENDIÓ MI SANGRE PARA FORMAR TU CUERPO.

 

Se desprendió mi sangre para formar tu cuerpo.

Se repartió mi alma para formar tu alma.

Y fueron nueve lunas y fue toda una angustia

de días sin reposo y noches desveladas.

 

Y fue en la hora de verte que te perdí sin verte.

¿De qué color tus ojos, tu cabello, tu sombra?

Mi corazón que es cuna que en secreto te guarda,

porque sabe que fuiste y te llevó en la vida,

te seguirá meciendo hasta el fin de mis horas.

 

Concha Méndez Cuesta

jueves, 24 de noviembre de 2022

SE MIRE DONDE SE MIRE

 


SE MIRE DONDE SE MIRE

 

Se mire donde se mire,

nada se ve por la tierra,

que la luz ya no es la luz,

que es sombra negra y sin tregua

y por todos los caminos

la sangre hasta el pecho llega.

 

¿Por qué esta mezcla de sangres,

unas viejas y otras nuevas?

¿Qué necesitan los dioses

del Porvenir, que las mezclan?

 

Pienso que hay una razón,

y espero poder saberla.

Sólo una blanca esperanza

me hace vivir para ella.

Quiero creer todavía

que las sangres que se enfrentan

en esta dura batalla

de las almas y las venas

han de darnos una luz

que ha de romper las tinieblas.

 

Concha Méndez

miércoles, 23 de noviembre de 2022

AQUÍ ESTOY, SOY UN HOMBRE MASCULINO

 


AQUÍ ESTOY, SOY UN HOMBRE MASCULINO

 

 

Se solía decir: este siglo no será posible

no  hemos podido construir un hombre,

no fue posible tener en cuenta a la mujer.

Maricas y gendarmes frustrados

sólo eso hemos podido con nosotros,

 

maricas para despreciarlas,

gendarmes para someterlas y,

sin embargo, rompiendo las barreras de la historia

y porque ella lo ha deseado para mí,

aquí me tenéis, yo soy un hombre.

 

Un hombre masculino, atravesado,

por el sonido de su voz abierta.

Mujer, mujer del pan y las caricias,

de las revoluciones y el trabajo duro.

Una mujer construye la tierra donde vivo,

el mar, la plena, rotunda libertad del mar.

Ella construye para mí, el vuelo de los pájaros,

palabras y mujeres, permanentemente.

En eso soy el mejor “dotado” masculino,

pero no por mi gracia, belleza inteligente,

una mujer, la Poesía, sostiene con su deseo inagotable,

infinitas mujeres y entre todas al viento,

hacen de mí esta sustancia incandescente.

 

Un fuego que viene de la letra y va a la letra,

un fuego, una pulsión,

y ella abre sus nalgas, abre sus nalgas y sonríe,

y un tiempo se detiene en las pupilas del amor,

y violentas canciones de cuna nos dejan sin aliento,

y el hombre vive y muere y ya no sabe qué decir

y la mujer toca un violín, silencio, interminable,

y se deja caer entre nosotros, tal vez, benéfica,

tal vez, desesperada de tanta soledad,

lo cierto, es que se deja caer entre nosotros

y tiñe con sus movimientos, afines al poema,

toda vida oculta, toda tristeza, la soledad,

con la misma luz de los grandes milagros,

para que todo brille con la ilusión del amor,

manantial para el sediento y el incrédulo,

ella es la fe.

Mujer, mujer, escándalo que se apodera de mi ser,

de todas mis palabras, de mis versos más altos

y en esa cumbre del saber humano,

cada palabra, todo poema sangra con tu presencia.

 

Hay hombres,

hay hombres en el moderno,

hay hombres,

hasta yo mismo vivo en el mundo moderno,

pero la mujer tiene, secretamente,

guardada una energía inexistente para el hombre,

por eso busco en ella,

-poeta incorregible-

lo perdido, lo nunca hallado,

lo imperfecto que nos hace sublimes.

Por eso busco en ella

y ella que lo sabe hace más de tres siglos,

no deja de producir pájaros en todas direcciones,

mujeres y palabras, algunas para mí, el resto,

para el mundo, si existiera.

 

Un mujer,

yo soy la noche, me decía,

y la noche es una capa de visón caliente

para la soledad del poeta.

La anoche y el poeta juntos,

única manera de atravesar la nada del invierno

y se apretaba a mí con ternura y, yo,

al borde de las lágrimas,

para verla contenta,

haciendo con su deseo el universo,

me oscurecía.

 

Alfonsina Storni

Cuadro_ "Reencuentro" de Miguel Oscar Menassa

domingo, 20 de noviembre de 2022

UN HOMBRE TREPA POR LAS PAREDES Y SUBE AL CIELO

 


UN HOMBRE TREPA POR LAS PAREDES Y SUBE AL CIELO

 

 

Colgado de una soga

el hombre que escala las paredes

tiene fuertes zapatones con clavos.

Escala las paredes

porque ha olvidado las llaves de su casa

y mientras escala las paredes

hasta llegar al piso trece

se detiene algunos momentos

en los balcones de cada piso

donde aspira al olor de los geranios

las madreselvas

las hortensias

y los malvones.

Hay sol

gallardetes

vendedores ambulantes

y más allá está el río

y más allá los puentes

por donde se va a la pampa.

Abajo están los niños

que salen de las escuelas

y por el cielo pasan aviones y pájaros

y sombreros de anchas alas

que el viento arrancó a los desprevenidos.

La soga ha sido atada a la viga

que sobresale en la azotea.

Un hombre la ciñó a su cintura

y asciende tomándose de la soga

con sus manos enguantadas.

Usa chaleco floreado y una gorra a cuadros.

Debe llegar al piso trece

donde tiene que regar unos claveles

pisar maíz

escribir unas cartas

y preparar una cazuela.

Sube lentamente

y en cada piso se detiene un rato para descansar.

Entra en el balcón de cada piso

y se sienta en un sillón

o se extiende sobre una reposera

y conversa con la vecina o los vecinos

y acepta un café o un mate

o deja caer un chorro de una bota de vino

en su garganta

o juega a las cartas

o escucha confidencias y da consejos

y cuenta algún episodio de su vida

hasta que saluda y se va

y sigue trepando por las paredes

colgado de una soga.

Es el hombre que tiene fuertes zapatones con clavos

y un chaleco floreado y una gorra a cuadros

que olvidó las llaves de su casa

y aspira el olor de los geranios

y debe llegar al piso trece

antes de que aparezcan los búhos

y se iluminen las ventanas.

Están los pájaros y el río lejos

y el césped del parque

y los caballos que galopan por la llanura

y esta silla desvencijada

y la bañera

fuera de uso

llena de tierra y de flores

y el mar y el navío que se acerca

y la lagartija que se escurre entre las rocas

y el vendedor de diarios que desde abajo

le grita consejos y advertencias

 

mientras el hombre vuela

asciende

conquista cada piso con esfuerzo

y mira siempre hacia arriba

la tierra está lejos

el cielo está lejos.

El hombre que trepa por las paredes

colgado de una soga

cuando entra en una casa por el balcón

es bien recibido por los vecinos

y él trata de ser útil

pero en uno de los pisos

una mujer inesperada

que es una sola

y al mismo tiempo

todas las mujeres de su vida

le pide que la lleve con él.

Entonces ella se ata también con la soga

y sube con el hombre

más allá del piso trece

hacia las nubes

el aire libre

el cielo

el viento

entre los geranios

las sombrillas

las reposeras

sobre los puentes y puestos de diarios

y mástiles

y enredaderas

y algunas gotas

y semillas

y sueños

con su gorra a cuadros

con su chaleco floreado

con su enamorada de siempre

 

Edgar Bayley

Cuadro: "Observando la experiencia" de Miguel Oscar Menassa

 

viernes, 18 de noviembre de 2022

VAN PASANDO MUJERES

 


VAN PASANDO MUJERES

 

 

Cada día que pasa, más dueña de mí misma,

sobre mí misma cierro mi mirada interior;

en medio de los seres la soledad me abisma.

Ya ni domino esclavos ni tolero señor.

 

Ahora van pasando mujeres a mi lado

cuyos ojos trascienden la divina ilusión.

El fácil paso llevan de un cuerpo aligerado:

se ve que poco o nada les pesa el corazón.

 

Algunas tienen ojos azules e inocentes;

van soñando embriagadas, los pasos al azar;

la claridad del cielo se aposenta en sus frentes

y como son muy finas se les oye soñar.

 

Sonrío a su belleza, tiemblo por sus sueños;

el fino tul de su alma, ¿quién lo recogerá?

Son pequeñas criaturas, mañana tendrán dueños,

y ella pedirá flores…, y él no comprenderá.

 

Les llevo una ventaja que place a mi conciencia:

los sueños que ellas tejen no los supe tejer,

y en mis manos ignorantes no perdí mi inocencia.

Como nunca la tuve, no la pude perder.

 

Nací yo sin blancura; pequeña todavía

el pequeño cerebro se puso a combinar;

cuenta mi pobre madre que, como comprendía,

yo aprendí temprano la ciencia de llorar.

 

Y el llanto fue la llama que secó mi blancura

en las raíces mismas del árbol sin brotar,

y el alma está candente de aquella quemadura.

¡Hierro al rojo mi vida! ¿Cómo pude durar?

 

Alma mía, la sola; tu limpieza, escondida

con orgullo sombrío, nadie la arrullará;

si en música divina fuera el alma dormida,

el alma, comprendiendo, no despertara ya.

 

Tengo sueño mujeres, tengo un sueño profundo.

Oh, humanos, en puntillas el paso deslizad;

mi corazón susurra: me haga silencio el mundo,

y mi alma musita fatigada: ¡callad!...

 

Alfonsina Storni

Cuadro de Ramón Casas

 

martes, 15 de noviembre de 2022

DESNUDO EN BARRO

 


DESNUDO EN BARRO

 

 

Como horribles batracios a la atmósfera,

suben viajes lúgubres al labio.

Por el Sahara azul de la Substancia

camina un verso gris, un dromedario.

 

Fosforece un mohín de sueños crueles.

Y el ciego que murió lleno de voces

de nieve. Y madrugar, poeta, nómada,

al crudísimo día de ser hombre.

 

Las Horas van febriles y en los ángulos

abortan rubios siglos de ventura.

¡Quién tira tanto el hilo; quién descuelga

sin piedad nuestros nervios,

cordeles ya gastados, a la tumba!

 

¡Amor! Y tú también. Pedradas negras

se engendran en tu máscara y la rompen.

¡La tumba es todavía

un sexo de mujer que atrae al hombre!

 

César Vallejo

Cuadro: "Lujurias" de Miguel Oscar Menassa

 

lunes, 14 de noviembre de 2022

NO VIVE YA NADIE





NO VIVE YA NADIE

 

--No vive ya nadie en la casa –me dices--; todos se han ido la sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados. Nadie ya queda, pues que todos han partido.

              

Y yo te digo: Cuando alguien se va, alguien queda. El punto por donde pasó un hombre, ya no esta solo. Únicamente está solo, de soledad humana, el lugar por donde ningún hombre ha pasado. Las casas nuevas están más muertas que las viejas, porque sus muros son de piedra o de acero, pero no de hombres. Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla. Una casa vive únicamente de hombres, como una tumba. Sólo que la casa se nutre de la vida del hombre, mientras que la tumba se nutre de la muerte del hombre. Por eso la primea está de pie, mientras que la segunda está tendida.

 

Todos han partido de la casa, en realidad, pero todos han quedado en verdad. Y no es el recuerdo de ellos lo que queda, sino ellos mismos. Y no es tampoco que ellos queden en la casa, sino que continúan por la casa. Las funciones y los actos se van de la casa en tren o en avión o a caballo, a pie o arrastrándose. Lo que continúa en la casa es el órgano, el agente en gerundio y en círculo. Los pasos se han ido, los besos, los perdones, los crímenes. Lo que continúa en la casa es el pie, los labios, los ojos, el corazón. Las negaciones u las afirmaciones, el bien y el mal, se han dispersado. Lo que continúa en la casa, es el sujeto del acto.

 César Vallejo

Cuadro de Van Gofg

 

domingo, 13 de noviembre de 2022

EN SU CÁRCEL DE ESPINOS Y ROSAS

 


EN SU CÁRCEL DE ESPINOS Y ROSAS

 

En su cárcel de espinos y rosas

cantan y juegan mis pobres niños,

hermoso seres, desde la cuna

por la desgracia ya perseguidos.

 

En su cárcel se duermen soñando

cuán bello es el mundo cruel que movieron,

cuán ancha la tierra, cuán hondos los mares,

cuán grande el espacio, qué breve su huerto.

 

Y le envidian las alas al pájaro

que traspone las cumbres y valles,

y le dicen: -¿Qué has visto allá lejos,

golondrina que cruzas los aires?

 

Y despiertan soñando, y dormidos

soñando se quedan

que ya son la nube flotante que pasa,

o ya son el ave ligera que vuela

tan lejos, tan lejos del nido, cual ellos

de su cárcel ir lejos quisieran.

 

-¡Todos parten! –exclaman.- ¡Tan sólo

tan sólo nosotros nos quedamos siempre!

¿Por qué quedar, madre, por qué no llevarnos

donde hay otro cielo, otro aire, otras gentes?

 

Yo en tanto, bañados mis ojos, les miro

y guardo silencio pensando_ -En la tierra

¿adónde llevaros, mis pobres cautivos,

que no hayan de ataros las mismas cadenas?

Del hombre, enemigo del hombre, no puede

libraros, mis ángeles, la égida materna.

 

Rosalía de Castro

Cuadro de Vincent Van Gogh

 

sábado, 12 de noviembre de 2022

CICLO DE POESÍA DE POETAS - CONCHA MÉNDEZ


 
CICLO DE POESÍA DE POETAS 

En noviembre se leerán poemas de Concha Méndez.

Os esperamos en la sede de Notting Hill Cultural.

viernes, 11 de noviembre de 2022

UN HOMBRE PASA CON UN PAN AL HOMBRO...

 


UN HOMBRE PASA CON UN PAN AL HOMBRO…

 

 

Un hombre pasa con un pan al hombro

¿Voy a escribir, después, sobre mi doble?

 

Otro se sienta, ráscase, extrae un piojo de su axila, mátalo

¿Con qué valor hablar del psicoanálisis?

 

Otro ha entrado a mi pecho con un palo en la mano

¿Hablar luego de Sócrates al médico?

 

Un cojo pasa dando el brazo a un niño

¿Voy, después, a leer a André Breton?

 

Otro tiembla de frío, tose, escupe sangre

¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo?

 

Otro busca en el fango huesos, cáscaras

¿Cómo escribir, después, del infinito?

 

Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza

¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora?

 

Un comerciante roba un gramo en el peso a un cliente

¿Hablar, después, de cuarta dimensión?

 

Un banquero falsea su balance

¿Con qué cara llorar en el teatro?

 

Un paria duerme con el pie a la espalda

¿Hablar, después, a nadie de Picasso?

 

Alguien va en un entierro sollozando

¿Cómo luego ingresar a la Academia?

 

Alguien limpia un fusil en su cocina

¿Con qué valor hablar del más allá?

 

Alguien pasa contando con sus dedos

¿Cómo hablar del no-yo sin dar un grito?

 

 

César vallejo

Cuadro de Edouard Manet

jueves, 10 de noviembre de 2022

QUISIERA HOY SER FELIZ DE BUENA GANA...

 


QUISIERA HOY SER FELIZ DE BUENA GANA…

 

 

Quisiera hoy ser feliz de buena gana,

ser feliz y portarme frondoso de preguntas,

abrir por temperamento de par en par mi cuarto, como loco,

y reclamar, en fin,

en mi confianza física acostado,

sólo por ver si quieren,

sólo por ver si quieren probar de mi espontánea posición,

reclamar, voy diciendo,

por qué me dan así tanto en el alma.

 

Pues quisiera en sustancia ser dichoso,

obrar sin bastón, laica humildad, ni burro negro.

Así las sensaciones de este mundo,

los cantos subjuntivos,

el lápiz que perdí en mi cavidad

y mis amados órganos de llanto.

 

Hermano persuasible, camarada,

padre por la grandeza, hijo mortal,

amigo y contenedor, inmenso documento de Darwin:

¿a qué hora, pues, vendrán con mi retrato?

¿A los goces? ¿Acaso sobre goce amortajado?

¿Más temprano? ¿Quién sabe, a las porfías?

 

A las misericordias, camarada,

hombre mío en rechazo y observación, vecino

en cuyo cuello enorme sube y baja,

al natural, sin hilo, mi esperanza.

 

César Vallejo

Cuadro: Playa de Valencia de Joaquín Sorolla

miércoles, 9 de noviembre de 2022

PUERTAS

 


PUERTAS

 

 Entre los gestos del mundo

recibí el que dan las puertas.

En la luz yo las he visto

o selladas o entreabiertas

y volviendo sus espaldas

del color de la vulpeja.

¿Por qué fue que las hicimos

para ser sus prisioneras?

 

Del gran fruto de la casa

son la cáscara avarienta.

El fuego amigo que gozan

a la ruta no lo prestan.

Canto que adentro cantamos

lo sofocan sus maderas

y a su dicha no convidan

como la granada abierta:

¡Sibilas llenas de polvo,

Nunca mozas, nacidas viejas!

 

Parecen tristes moluscos

sin marea y sin arenas.

Parecen, en lo ceñudo,

la nube de la tormenta.

A las sayas verticales

de la Muerte se asemejan

y yo las abro y las paso

como la caña que tiembla.

 

“¡No!”, dicen a las mañanas

aunque las bañen, las tiernas.

Dicen “¡No!” al viento marino

que en su frente palmotea

y al olor de pinos nuevos

que se viene por la sierra.

Y lo mismo que Casandra,

no salvan aunque bien sepan:

porque mi duro destino

él también pasó mi puerta.

 

Cuando golpeo me turban

igual que la vez primera.

El seco dintel da luces

como la espada despierta

y los batientes se avivan

en escapadas gacelas.

Entro como quien levanta

paño de cara encubierta,

sin saber lo que me tiene

mi casa de angosta almendra

y pregunto si me aguarda

mi salvación o mi pérdida.

 

Ya quiero irme y dejar

el sobrehaz de la Tierra,

el horizonte que acaba

como un ciervo, de tristeza,

y las puertas de los hombres

selladas como cisternas.

Por no voltear en la mano

sus llaves de anguilas muertas

y no oírles más el crótalo

que me sigue la carrera.

 

Voy a cruzar sin gemido

la última vez por ellas

y a alejarme tan gloriosa

como la esclava liberta,

siguiendo el cardumen vivo

de mis muertos que me llevan.

No estarán allá rayados

por cubo y cubo de puertas

ni ofendidos por sus muros

como el herido en sus vendas.

 

Vendrán a mí sin embozo,

oreados de luz eterna.

Cantaremos a mitad

de los cielos y la tierra.

Con el canto apasionado

haremos caer las puertas

y saldrán de ellas los hombres

como niños que despiertan

al oír que se descuajan

y que van cayendo muertas.

 

Gabriela Mistral

Cuadro: La puerta del jardín de Claude Monet

viernes, 4 de noviembre de 2022

RECITAL DE POESÍA - MAYLU - TORREJÓN DE ARDOZ


 Próximo domingo 6 de noviembre, estaremos en la 
Cafetería - Churrería Maylu 
de Torrejón de Ardoz.

Habrá poesía, música....

Os esperamos

miércoles, 2 de noviembre de 2022

RECOGE TUS PEDAZOS



RECOGE TUS PEDAZOS

A Susy

 

No, no lloro por ti

que ya cerraste “la tarde y la mañana

en el último día de los siglos”;

lloro por la niñita blanca de dos viejos retratos;

esa de la que eras el porvenir erróneo,

el presente negado por dos veces en el reverso oscuro:

“A Olga, la que no fui”.

De pie, detenida en tu paso frente a las pirotecnias de la luz,

¿qué te impidió llegar hasta el columpio

que oscila entre las nubes?,

¿quién te cruzó el camino con una soga negra trenzada por

los perros del infierno?

¿y en quién recae ahora esta desgarradura insoportable?

De frente y de perfil, la indefensa sonrisa de estupor

a punto de nacer,

comenzabas tu inicuo prontuario de inclemencias

con los brazos caídos

y una mano apoyada levemente en el terciopelo que se va,

en la dulzura que huye.

¿Qué mirabas entonces tan absorta

como si contemplaras faunas desconocidas

en un torpe dibujo indescifrable?

Tal vez vieras proyectarse en el muro formas vertiginosas

del destino:

los vuelos insensatos de la madre trazando cada vez

círculos más distantes,

unas sombras chinescas creciendo

como monstruos domesticados por el padre,

la confabulación de los espejos

donde se ocultan siempre las hermanas,

y al final el amor, el laberinto ciego que lo confunde todo,

el puñado de polvo brillando entre los dedos,

la sanción con el látigo, la hoguera y el cuchillo.

Aún no lo sabías.

Aún eras una cinta fulgurante detrás de la cometa inalcanzable

la niñita que gira como un sol entre acacias,

coronada de lluvias amarillas;

la intérprete del zorro, de la piedrecita y de la hormiga;

la comensal de honor de los conejos,

que desmigaja el pan junto con su risa;

la que alza los ojos azorados hacia la noche incomprensible

y tiembla entre las sábanas cuando escucha la voz

de un dios desconocido amenazando con el rayo.

Yo he visto a esa criatura del pavor asomarse a tu cara

como si resurgiera desde el fondo sombrío

hasta la superficie de las aguas

para espiar otra vez entre los listones del carruaje

una escena inaudita;

la veo todavía sacudirse de nuevo en tus sollozos,

deslizarse en tus lágrimas,

mientras la mano atroz la precipita

por la cuesta sin fin contra el acantilado.

¿Dónde estaban los ángeles insomnes?

¿dónde, la diligente providencia?

Recoge los pedazos.

Yo te presto a mi abuela, esa que ya querías

y que andará tan atareada por todos los hospitales de los cielos.

Sabrá unir los fragmentos con sus costuras invisibles,

con su santa paciencia.

Y deja que te conduzca en tus dos tiempos hasta la que no fuiste, allá

donde se fusionan sin duda los modelos del intenso deseo

con los borradores de las frustraciones y la consumación.

Después, en un día cualquiera, cuando te acuerdes, cuando quieras,

que puedas estampar tu rostro único en algún cristal que mire hacia este mundo, 

aunque sea un instante; 

aunque sea un instante

que yo pueda leer en el reverso de la nube más alta:

“A Olga, la que ya soy”

 

Olga Orozco

Cuadro: "La Liseuse" de Henri de Toulouse-Lautrec