lunes, 31 de marzo de 2014

Poema leído en el taller


 NOCTURNO

Quiero expresar mi angustia en versos que abolida
dirán mi juventud de rosas y de ensueños,
y la desfloración amarga de mi vida
por un vasto dolor y cuidados pequeños.

Y el viaje a un vago Oriente por entrevistos barcos,
y el grano de oraciones que floreció en blasfemia,
y los azoramientos del cisne entre los charcos
y el falso azul nocturno de inquerida bohemia.

Lejano clavicordio que en silencio y olvido
no diste nunca al sueño la sublime sonata,
huérfano esquife, árbol insigne, obscuro nido
que suavizó la noche de dulzura de plata…

Esperanza olorosa a hierbas frescas, trino
del ruiseñor  primaveral y matinal,
azucena tronchada por un fatal destino,
rebusca de la dicha, persecución del mal…
El ánfora funesta del divino veneno
que ha de hacer por la vida la tortura interior,
la conciencia espantable de nuestro humano cieno
y el horror de sentirse pasajero, el horror

de ir a tientas, en intermitentes espantos,
hacia lo inevitable, desconocido, y la
pesadilla brutal de este dormir de llantos
¡de la cual no hay más que Ella que nos despertará!


Rubén Darío

sábado, 29 de marzo de 2014

Poema leído en el taller

812

Don Juan Fermín de Plateros
baja la sierra en su jaca,
dos luceros en los ojos
y una zozobra en el alma.

Una garrocha en el hombro,
cuatro herraduras de plata
y en la sombra del caballo
una acollarada galga.

No contesta la perdiz
que tartamudea en las matas,
ni al arroyo que se ríe
sobre las chinas lavadas.

Don Juan Fermín de Plateros
cesa en esta cabalgada,
que del mundo se retira
cuando se apee de su jaca.

Ni a Bailén de guerrillero,
ni a la plaza a quebrar cañas,
ni a la fuente a robar besos
de colmeneruelas mansas.

Ni a derribar toros bravos,
ni a reñir en las posadas
entre una jarra de vino
y una mesonera en jarras;
que en la curva de su vida
puso un punto. Voz le llama.

De esquila voz. De suave
divina esquila afilada,
que tañe entre sus pecados
en la torre de su alma.


Fernando Villalón

jueves, 27 de marzo de 2014

BAJÉ HASTA EL MAR


BAJÉ  HASTA EL MAR…

Bajé hasta el mar, y el mar que yo quería
fue en vez del mar azul el de la pena,
triste la espuma, gélida la arena
de una playa que el viento deshacía.

Oh ansiado mar, oh mar que fue tan mía,
tan libre ayer, tan rota de cadena,
¿por qué, mar, hoy mi cárcel, mi condena,
la muerte a la que tanto yo temía?

Irme de ti no será traicionarte,
mar mío, pues no puedo ni mirarte
sin verme y sin  sentirte un mar de llanto.

Adiós. Me voy. Perdona mi partida.
Vuelvo a la tierra en donde está la vida
de un marinero que perdió su canto.

Rafael Alberti

De “ Los hijos del drago”

miércoles, 26 de marzo de 2014

Poema leído en el taller


LA LOBA

A la memoria de mi desdichada amiga JCP
porque éste fue su verbo

Yo soy como la loba.
Quebré con el rebaño
Y me fui a la montaña
Fatigada del llano.

Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley,
que yo no pude ser como las otras, casta de buey
con yugo al cuello. ¡Libre se eleve mi cabeza!
Yo quiero con mis manos apartar la maleza.

Mirad cómo se ríen y cómo me señalan
porque lo digo así: (las ovejitas balan
porque ven que una loba ha entrado en el corral
y saben que las lobas vienen del matorral).

¡Pobrecitas y mansas ovejas del rebaño!
No temáis a la loba, ella no os hará daño.
Pero tampoco riáis, que sus dientes son finos
y en el bosque aprendieron sus manejos felinos!

No os robará la loba al pastor, no os inquietéis;
yo se que alguien lo dijo y vosotras lo creéis
pero sin fundamento, que no sabe robar
esa loba; ¡sus dientes son armas de matar!

Ha entrado en el corral porque sí, porque gusta
de ver cómo al llegar el rebaño se asusta,
y cómo disimula con risas su temor
bosquejando en el gesto un extraño escozor…

¡Id si acaso podéis frente a frente a la loba
Y robadle el cachorro! No vayáis en la boba
Conjunción de un rebaño ni llevéis un pastor…
¡Id solas! ¡Fuerza a fuerza oponed el valor!

Ovejitas, mostradme los dientes. ¡Qué pequeños!
No podréis, pobrecitas, caminar sin los dueños
por la montaña abrupta, que si el tigre os acecha
no sabréis defenderos, moriréis en la brecha.

Yo soy como la aloba. Ando sola y me río
del rebaño. El sustento me lo gano y es mío
donde quiera que sea, que yo tengo una mano
que sabe trabajar y un cerebro que es sano.

La que pueda seguirme que se venga conmigo.
Pero yo estoy de pie, de frente al enemigo,
la vida, y no temo sus arrebato fatal
porque tengo en la mano siempre pronto un puñal.

El hijo y después yo y después… ¡lo que sea!
aquello que me llame más pronto a la pelea.
A veces la ilusión de un capullo de amor
que yo se malograr antes que se haga flor.

Yo soy como la loba.
Quebré con el rebaño.
Y me fui a la montaña
Fatigada del llano.



Alfonsina Storni

martes, 25 de marzo de 2014

Poema leído en el taller


LAMENTO Y ESPERANZA

Soñábamos algunos cuando niños, caídos
En una vasta hora de ocio solitario
Bajo la lámpara, ante las estampas de un libro,
Con la revolución. Y vimos su ala fúlgida
Plegar como una mies los cuerpos poderosos.

Jóvenes luego, el sueño quedó lejos
De un mundo donde desorden e injusticia,
Hinchendo oscuramente las ávidas ciudades,
Se alzaban hasta el aire absorto de los campos.
Y en la revolución pensábamos: un mar
Cuya ira azul tragase tanta fría miseria.

El hombre es una nube de la que el sueño es viento.
¿Quién podrá al pensamiento separarlo del sueño?
Sabedlo bien vosotros, los que envidiéis mañana
En la calma este soplo de muerte que nos lleva
Pisando entre ruinas un fango con rocío de sangre.

Un continente de mercaderes y de histriones,
Al acecho de este loco país, está esperando
Que vencido se hunda, solo ante su destino,
Para arrancar jirones de su esplendor antiguo.
Le alienta únicamente su propia gran historia dolorida.

Si con dolor el alma se ha templado,  es invencible;
Pero, como el amor, debe el dolor ser mudo:
No lo digáis, sufridlo en esperanza. Así este pueblo iluso
Agonizará antes, presa ya de la muerte.
Y vedle luego abierto, rosa eterna en los mares.

Luis Cernuda
De “Las nubes”


lunes, 24 de marzo de 2014

Poema leído en el taller


VUELVEN A MÍ MIS NOCHES

                    Escrito en el cuarto en que viví mi mocedad.

Vuelven a mí mis noches,
noches vacías,
rumores de la calle,
las pisadas tardías,
rodar de coches,
conversaciones rotas
y desgranadas nota
de un pobre piano,
viejo y lejano.

Hundióse así el tesoro de mis noches,
en esta misma alcoba,
aquí dormí, soñé, fingí esperanzas
y a recordarlas me revuelvo en vano…,
no logro asir aquel que fui, soy otro…

Pienso, sí, que era yo, más no lo siento,
es sólo pensamiento.
No es nada. La realidad presente me las roba.
Los días que se fueron, ¿dónde han ido?
De aquel que fui, ¿qué ha sido?

Muriendo sumergióse aquel que fuera…
Hijos de tantos días que en el fondo
de la oscura cantera
de mi conciencia yacen.
Y allí dentro, ¿qué hacen?

El alma es cementerio
y en ella yacen los que fuimos, solos.
Los días se devoran…
……………………………………………………………………
……………………………………………………………………

Cierro los ojos:
a ver, mi fiel memoria, ¿acaso no te acuerdas?
Era un muchacho pálido,
triste, con la tristeza del que sueña
días de gloria…
……………………………………………………………………….
……………………………………………………………………….

¡Oh si hubiera llegado a conocerme!
¡Oh si aquel que yo fui ahora me viera!...
¡Y si le viera yo, si en un abrazo
se hiciese vivo el lazo
que ata el pasado al porvenir oscuro!

Se me ha muerto el que fui; no, no he vivido.
Allá entre nieblas,
del lejano pasado en las tinieblas,
miro como se mira a los extraños
al que fui yo a los veinticinco años.

Cada hijo de mis días que pasaron
devoró al de la víspera;
de la muerte del hoy surge el mañana,
¡oh, mis yos, que finaron!
Y mi último yo, el de la muerte,
¿morirá solo?

¡Oh tremendo misterio de la muerte!
Todos esos que he sido,
¿no acudirán en torno de mi lecho
para aliviarme el pecho
de la terrible soledad postrera?

Cuando al fin muera,
¿no vendréis, oh mis almas juveniles,
ángeles de los días de mi infancia,
y de aquella mi verde primavera
con la aurora! fragancia
consolaréis el tránsito tremendo?

¡Cuántos he sido!
Y habiendo sido tantos,
¿acabaré por fin en ser ninguno?
De este pobre Unamuno,
¿quedará sólo el nombre?
………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………

Se pierden ya las notas
desgranadas y rotas
del pobre piano,
viejo y lejano,
y en el ambiente espiritual perdura
flotante melodía
tocada de amargura.
¡Oh, música del alma,
celeste sinfonía
de lo que fue, lo que es, lo que será, misterio
torturador, eterno!
¡Oh, silencio infinito!
¿No se quebranta tu impasible seno
con nuestro grito?
¿Dónde estás, alma mía?...
………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………


Miguel de Unamuno

Poema leído en el taller


DEL MISMO REVÉS MIENTRAS ME MATAS MUERES

Las cadenas que nos atan,
nos atan a las mismas palabras.
La ceguera es continua, permanente,
una manera de decir, el hombre no existe.
Vahos
y alondras cantoras
y pedazos de rubicundas rosas
sobre la salobre ruina metabólica,
urdiendo en su piel un afilado nido de serpientes.
Manzanas y esta vez,
naranjas y azahares en flor
y plantas acuáticas, mi amor, mi pecado primero,
aquella idea fugaz contra mi mismo.
En mi pecho los frutos ácidos del otoño
y manzanas y rosas
y ásperos vinos para las gargantas desgarradas
para los gritos:
no quiero morir en el desierto,
ni en alta mar,
ni en las piedras donde el amor, desencajado sucumbe.
No quiero morir por el amor,
ni por mi patria,
ni por mi amada brutal,
la poesía.

Miguel Oscar Menassa

De “El amor existe y la libertad” 1984

sábado, 22 de marzo de 2014

Leido en el taller


INCIDENTES DOMÉSTICOS

      [III]

Es de noche, en mi estudio.
Profunda soledad; oigo el latido
de mi pecho agitado
-es que se siente solo,
y es que se siente blanco de mi mente-
y oigo a la sangre
cuyo leve susurro
llena el silencio.
Diríase que cae el hilo líquido
de la clepsidra al fondo.
Aquí, de noche, solo, éste es mi estudio;
los libros callan;
mi lámpara de aceite
baña en lumbre de paz estas cuartillas,
lumbre cual de sagrario;
los libros callan;
de los poetas, pensadores, doctos,
los espíritus duermen;
y ello es como si en torno me rondase
cautelosa la muerte.
Me vuelvo a ratos para ver si acecha,
escudriño lo oscuro,
trato de descubrir entre las sombras
su sombra vaga,
pienso en la angina;
pienso en mi edad viril; de los cuarenta
pasé ha dos años.
Es una tentación dominadora
que aquí, en la soledad, es el silencio
quien me la asesta;
el silencio y las sombras.
Y me digo: “Tal vez cuando muy pronto
vengan para anunciarme
que me espera la cena,
encuentren aquí un cuerpo
pálido y frío
-la cosa que fui yo, éste  que espera-,
como esos libros silencioso y yerto,
parada ya la sangre,
yeldándose en las venas,
el pecho silencioso
bajo la dulce luz del blando aceite,
lámpara funeraria.”
Tiemblo de terminar estos renglones
que no parezcan
extraño testamento,
más bien presentimiento misterioso
del allende sombrío,
dictados por el ansia
de vida eterna.
Los terminé y aún vivo.

Miguel de Unamuno


jueves, 20 de marzo de 2014

Taller 16 de marzo de 2014


BELLEZA CRUEL

Dadme un espeso corazón de barro,
dadme unos ojos de diamante enjuto,
boca de amianto, congeladas venas,
duras espaldas que acaricie el aire.
Quiero dormir a gusto cada noche.
Quiero cantar a estilo de jilguero.
Quiero vivir y amar sin que me pese
ese saber y oír y darme cuenta;
este mirar a diario de hito en hito
todo el revés atroz de la medalla.
Quiero reír al sol sin que me asombre
que este existir de balde, sobreviva,
con tanta muerte suelta por las calles.

Quiero cruzar alegre entre la gente
sin que me cause miedo la mirada
de los que labran tierra golpe a golpe,
de los que roen tiempo palmo a palmo,
de los que llenan pozos gota a gota.

Porque es lo cierto que me da vergüenza,
que se me para el pulso y la sonrisa
cuando contemplo el rostro y el vestido
de tantos hombres con el mido al hombro,
de tantos hombres con el hambre a cuestas,
de tantas frentes con la piel quemada
por la escondida rabia de la sangre.

Porque es lo cierto que me asusta verme
las manos limpias persiguiendo a tontas
mis mariposas de papel o versos.
Porque es lo cierto que empecé cantando
para poner a salvo mis juguetes,
pero ahora estoy aquí mordiendo el polvo,
y me confieso y pido a los que pasan
que me perdonen pronto tantas cosas.

Que me  perdonen esta miel tan dulce
sobre los labios, y el silencio noble
de mis almohadas, y mi Dios tan fácil
y este llorar con arte y preceptiva
penas de quita y pon prefabricadas.

Que me perdonen todos este lujo,
este tremendo lujo de ir hallando
tanta belleza en tierra, mar y cielo,
tanta belleza devorada a solas,
tanta belleza cruel, tanta belleza.


Ángela Figuera Aymerich

miércoles, 19 de marzo de 2014

Taller 16 de marzo de 2014


FUNDACIONES DE ARENA

Si poblaras el mundo como Dios
sólo con proyectar la sombra de una mano, el oscuro fulgor del ensimismamiento,
   o las secretas contradicciones que te habitan,
saltarían de tu regazo hasta tus pies animales aviesos,
una fauna de pesadillas ilustradas que se propagaría infestando el jardín
  como en esos tapices en los que la discordia simula las manzanas de la tentación.
 No tienes felpa y seda que desplegar desde tu frío central hasta tus uñas
en una deslumbrante, sinuosa orografía
-otro cuadro sienés con castillos lejano, fortaleza e irrevocable caballero-,
ni la caricia que vuelque la hierba complaciente sobre la pradera,
 ni el intenso esplendor que a veces inventaba un relámpago azul con tu mirada
y que ahora podría esparcir tan largos ríos, tan bellos horizontes,
y hasta los esmaltados y sucesivos cielos de cualquier libro de  horas,
sólo con que lograras olvidar el color de la piedra que te cerró el camino.
Pero ningún prodigio deja fluir las aguas estancadas.
En tu historia no hay tintas para imprimir el decorado que anuncie un paraíso,
ni plumajes de fiesta con que vestir otro destino.
tampoco de tu palabra emana un génesis semejante a una  fábula en tu honor
donde instaurar un trono sobre el séptimo día.
Fundaciones de arena, muros crepusculares para el exilio y el  olvido,
lugares  destemplados Coamo el viento que pasa bajo las alas de la ausencia.
Puedes volcar tu inmenso depósito de insomios hasta la borra del final
o volver del revés todas las envolturas que adoptó la nostalgia:
no encontrarás ni brizna de verdor ni hebra que se anude a la esperanza.
Tu imagen, una sombra de áspero desencanto.
Tu semejanza, una desgarradura.

Olga Orozco


Leído en el taller 9 de marzo de 2014


EL CANTO

Rómpanme los vestidos, quítenme la locura,
pulan con ese látigo mis sitio de estar sola,
tráiganme los infiernos, pongan mi cama dura;
no temo a los tiranos ni al cáncer ni a la ola.

Déjenme sin pecado, sin sol, sin biblioteca;
ya huérfana de todo no sentiré ni tedio.
Escóndanme ese pan, claven mi boca seca:
nada podrán hacerme que no tenga remedio.

No importará la cárcel porque bebí delirio,
hasta en el mismo polvo suele nacer el lirio,
ninguna muerte sabe pudrirme la mañana.

Mi corazón no tiene gravámenes ni dueño.
Nunca podrán quitarme el ala con que sueño.
Y seguiré catando cuando me dé la gana.

Carilda Oliver Labra


lunes, 17 de marzo de 2014

Leído en el taller 16 de marzo de 2014


EL PODER

La violencia de los manifestantes fue excesiva,
por eso tuvimos que contrarrestar sus piedras,
con nuestras bombas.

¿No es violento arrancarle a un hombre
el brillo del futuro de sus pupilas,
quitarle el trabajo,
llevarlo a una vida medieval en el siglo XXI,
tenerlo todo el día ensimismado pensando
si podrá dar de comer a sus hijos?

¿No es violento que anide en él la desesperanza,
la sensación de que las protestas no sirven,
que la palabra no es suficiente
y que debe callarse y esperar?

¿No es violento vivir sabiendo que no podrá pagar sus deudas,
por que las deudas de sus gobernantes,
lo aplastaran a él y a las próximas generaciones?

¿No es violento estar atemorizado,
ver que el enemigo es tan grande,
que no se puede alcanzar,
y sin darse cuenta,
comenzar a creer que es el vecino,
quien me ataca?

¿No es violento que nos cuenten lo sucedido sin sonrojarse,
y nadie sea responsable, nadie sea juzgado,
salvo pequeños accidentes del camino,
y la impunidad haga relucir sus sonrisas?

¿Qué piensa?

Tiene razón,
atacaron con piedras,
seguro que no eran suyas,
los voy a detener por apropiación indebida.

Hernán Kozak

De “Refugios instantáneos

domingo, 16 de marzo de 2014

Leído en el taller el 2 de marzo de 2014

MIS PRISIONES

Sentirse solo en medio de la vida
casi es reinar, pero sentirse solo
en medio del olvido, en el oscuro
campo de un corazón, es estar preso,
sin que siquiera una avecilla trine
para darme noticias de la aurora.
Y el estar preso en varios corazones,
sin alcanzar conciencia  de cuál sea
la verdadera cárcel de mi alma,
ser el centro de opuestas voluntades,
si no es morir, es envidiar la muerte.

Manuel Altolaguirre

De “Fin de un amor

Leído en el taller el 2 de marzo de 2014

SIN LIBERTAD

Ya que no puedo ser libre
agrandaré mis prisiones.

Cambiaré los tristes muros
por alegres horizontes.
No pisaré ningún suelo
sino abismos de la noche.
Techos que a mi me cobijen
cielos serán los mejores.

Ya que no puedo ser libre
agrandaré mis prisiones.

Manuel Altolaguirre

De “Últimos poemas”

sábado, 15 de marzo de 2014

Leído en el taller el 2 de marzo de 2014


Dame tu Libertad

Dame tu libertad.
No quiero tu fatiga,
no, ni tus hojas secas,
tu sueño, ojos cerrados.
Ven a mí  desde ti,
no desde tu cansancio
de ti. Quiero sentirla.
Tu libertad me trae,
igual que un viento universal,
un olor de maderas
remotas de tus muebles,
una bandada de visiones
que tú veías
cuando en el colmo de tu libertad
cerrabas ya los ojos.
¡Qué hermosa tú libre y en pie!
Si tu me das tu libertad me das tus años
blancos, limpios y agudos como dientes,
me das el tiempo en que tú la gozabas.
Quiero sentirla como siente el agua
del puerto, pensativa,
en las quillas inmóviles
el alta mar, la turbulencia sacra.
Sentirla,
vuelo parado,
igual que en sosegado soto
siente la rama
donde el ave se posa,
el ardor de volar, la lucha terca
contra las dimensiones en azul.
Descánsala hoy en mí: la gozaré
con un temblor de hoja en que se paran
gotas del cielo al suelo.
La quiero
para soltarla, solamente.
No tengo cárcel para ti en mi ser.
Tu libertad te guarda para mí.
La soltaré otra vez, y pos el cielo,
por el mar, por el tiempo,
veré cómo se marcha hacia su sino.
Si su sino soy yo, te está esperando.


Pedro Salinas

miércoles, 12 de marzo de 2014

Leído en el taller de 2 de marzo de 2014


LA CASA

Allá estarán las cosas todavía,
a punto de no ser, contradiciéndose.
En el hastío de las escaleras
y en la resignación de las paredes
aún seguirá creciendo aquella sombra
con su sed de presagios inminentes.

Aquella sombra, ay, aquella sombra
fría como la sal y como el verde.
Su perfume inquietante, su leyenda
de confidencias y de pareceres
caía en el ramaje de mis hombros
con la perseverancia de la nieve.

Yo nunca tuve edad. Por eso entonces
crecí en la medida de mi muerte
ante la certidumbre del dolor
y la presencia de los inexistente
y esa frialdad de las antiguas voces
sólo atentas a sus atardeceres.

Dejadme que imagine: allí quedaron
los guantes amarillos del jinete,
el crucifijo, las lamentaciones,
la ácida vigilia de la fiebre.
(Consternación que pudo perpetuarse
en el mundo asombrado de mi frente.)

Yo sé que quise huir de los espejos
deshabitados insistentemente,
de la cal angustiosa, de la fecha,
de la persecución de los caireles,
de sombras que llovían por los muros
lentas como la miel, y amargamente.

Es verdad que nací para estar triste
junto a cualquier ventana, cuando llueve.
Pero eso sí; guardadme mi silencio,
aquél tan habituado a mis papeles,
desordenado como las estrellas,
amigo de mi voz, sencillamente.

No me llevéis a las habitaciones
donde sollozan doloridos seres,
en donde no podría habitar nunca
el aire que respiran los juguetes.
Porque no quiero ver anochecida
Mi propensión a los amaneceres.



María Elena Walsh

Leído el 16 de febrero de 2014


GACELA DEL AMOR IMPREVISTO

Nadie comprendía el perfume
de la oscura magnolia de tu vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes.

Mil caballitos persas de dormían
en la plaza con luna de tu frente,
mientras que yo enlazaba cuatro noches
tu cintura, enemiga de la nieve.

Entre yeso y jazmines, tu mirada
era un pálido tamo de simientes.
Yo busqué, para darte, por mi pecho
las letras de marfil que dicen “siempre.

Siempre, siempre”; jardín de mi agonía,
ni cuerpo fugitivo para siempre,
la sangre de tus venas en mi boca,
tu boca ya sin luz para mi muerte.

Federico García Lorca
De “Diván del Tamarit”


lunes, 10 de marzo de 2014

Poema leído en el taller


31 de Agosto de 1976

En la noche
cuando nos encontrábamos
la plenitud de la oscuridad
hacía de nosotros
infinitos corceles enamorados

En la noche éramos eternos
y hundíamos en nuestras carnes
palabras
provenientes de la locura del sol.

Moríamos cada vez
como para siempre.
Primero los dos juntos
después nos besábamos
y volvíamos a morir
cada cual en su tiempo.

Éramos como las flores
crecíamos en el silencio
de la noche.

Tus gritos de amor
atraían sobre nosotros
a los fantasmas de la bruma.
en silencio
volviendo a vivir
éramos millones.

Miguel Oscar Menassa
De “La poesía y yo”


sábado, 8 de marzo de 2014

Poema leído en el taller el 16 de febrero de 2014


ODA A LA ALEGRÍA

Penetramos,
¡oh divina alegría! En tu santuario.
Schiller

Tu santuario, ¡oh, divina Alegría! Se eleva
Como la ola, espuma de agua sobre las aguas
del mar, arquitectura, cúpulas y arbotantes
de agua, sosteniendo a la ola, agua pura.

Así, tú, de ti misma te encrespas y susurras
soberana recubres, transportas y atropellas…
tu glorioso esplendor centellea en las playas,
en las mentes y alientos, en latidos y gritos.
Tu ímpetu te asemeja a la ola estruendosa.

La ola es un suspiro, una risa radiante,
espuma de poder rizada en espirales
que caen y se levantan; caen por su propia fuerza,
su caer es seguir para de nuevo alzarse,
es llevar mantenida la impecable voluta
de gloria geométrica –impulso y cumplimiento…

Así mismo es tu fórmula. En el crisol fundidas
van pregunta y respuesta, van petición y dádiva
fiel, indivisibles, rimando con la dicha.
Breve en tu eternidad ¡oh divina! En tu instante,
burbujas de la sangre alzan tu alcázar, súbitas.

Con llamas de la sangre inflaman tu edificio,
ígneas salas de luz rosada, primavera
de sangre en erección, en columnas y criptas
palpitantes, en sótanos en donde aún la risa
no es carcajada; es sólo tierno ovillo de sangre.

Tu, falena, aleteas ¡divina! En el plafón
de tu santuario, unánimes, galopan los caballos
con impulso gemelo. Luz roja de la sangre
tiñe sus blancos pechos, sus grupas afrodíticas.

El incienso, en tu templo, lanza aromas de triunfo
que escapan de las brasas en el botafumeiro
del corazón, que exulta y golpea los muros
con el ritmo del verso del himno a ti debido.
Canta y prodiga notas que del oro no tienen
más que el incorruptible sonido; cornucopia
que la sangre acuñada por el deseo esparce.

Tu santuario es aurora que despierta al dormido,
no hay que ir paso a paso hacia tu umbral, te ciernes
o te inflamas o estallas sobre el alma, y el ama
poseída por ti, está en ti y en si misma…

Tu santuario, ¡oh divina alegría! Se eleva
sobre la roca, torres, poterna puentes alzado
-la luz no reverbera ni hace temblar las líneas-.
Silueta que recorta la tijera de un niño
y pega en el espacio del ocaso verdoso
-turquesa exangüe, fija detrás del horizonte-
como ejercicio de hábil constructor parvular.

El recuerdo, artesano de inmarcesible infancia,
te edifica un santuario de neta lejanía,
de planos primitivos, sin ambiente, desnudos
arcos donde, al pasar, pliega el Ángel las alas.
Muro, adarve, atalaya, torre del homenaje
tu santuario ¡oh divina! Ahora es fortaleza
inexpugnable –término trivial si roca fuese-,
inexorable, puesto que solamente es brillo
del diamante, del iceberg que flota como un templo
y los barcos se estrellan contra él, si pretenden
orar bajo su nave, que luz polar traspasa.

Como la ola es agua, también es agua el témpano
más no ríe, reluce con pristina fijeza
en un mundo que niega a la vida el acceso.

Tu Templo es el cristal, el prisma de carbono
purisimo, tan puro, tan duro, invulnerable
al golpe del martillo. Impasible a las lágrimas,
finge como ellas, agua en quietud poliédrica.

Tú, lejos refulgente, eres, puesto que fuiste…
pero la estrada asciende hacia ti, ángulo agudo
en que ruedan…rodamos los que jamás, jamás
nunca jamás podremos llegar a los umbrales
de tu santuario, nunca penetrar en tu aurora.

¡Nunca jamás! Y siempre recordando tu rostro
como un bien que tuvimos –la dracma inolvidable
que se busca a la luz de un candil de memoria.

¡Y no querer siquiera emprender el camino
hacia ti! ¡y no dudar siquiera, grata duda
oculta entre los velos de la desesperanza!

Y temer, ¡oh terror! Que llegue al fin un día
en que, al oír tu nombre, pregunte: ¿De quién hablan?

Rosa Chacel