sábado, 30 de septiembre de 2023

SEMBLANZA DE LA POETA (Sept. 23) Presentación de Caminante en Casa de León de Madrid

 

SEMBLANZA DE LA POETA (sept. 23)

 

Buenas tardes, agradecemos las palabras de bienvenida de Margarita Álvarez como directiva de la Casa de León en Madrid.

Es un orgullo para mí, maragato de sangre, nacido en Madrid presentar a Carmen Salamanca, poeta, gerente de la editorial y coordinadora de talleres de poesía aquí cerca en la calle Estrella, 19, donde se encuentra la sede de la Escuela de Psicoanálisis y Poesía Grupo Cero. Agradecemos también la presencia de doña Camino de la Puente que acompañará al piano la lectura del poemario CAMINANTE de Gloria Gómez Candanedo, leonesa por derecho a dar voz a los poemas que la poesía uso en sus manos.

Al finalizar el acto, la poeta firmará ejemplares a todos aquellos que lo deseen.

Hemos preparado el acto con cariño y alegría, esperamos que sea del agrado de la concurrencia. Y antes de dar paso a la presentación del libro quiero leer una breve semblanza de la poeta que hoy nos reúne.

La POESÍA es MUJER con mayúsculas, sin cursivas ni comillas o zarandajas y no es un decir ingenuo, es una tarea posible en cada lector. Y decimos mujer porque la poesía, como el amor, da lo que no tiene a quien no conoce sin pedir nada a cambio. La poesía es inocente actividad y el más peligro de todos los bienes. Me lo dijo al oído Holdërlin y los dioses así lo dictaminaron con sus nueve musas obreras, sosteniendo el verde cuerpo celeste, que alimenta la tierra que habitamos.

Hoy Gloria Gómez Candanedo, no entrega su segundo poemario, con ello hace público que sólo con anhelos y/o ambiciones no alcanza; tal vez por eso en la presentación de Caminante, se haga acompañar de un séquito de poetas, músicos… artistas. Aprendió que el arte y la ciencia, son constructor o producciones que la función poética escucha y nos susurra a modo de versos y formulas, solo, al labriego artista o científico que las cultive.

Gloria Gómez es una mujer trabajadora, mas ese currículo no le alcanzaba a sus manos campesinas sedientas de versos. Ella sabe que no todo poema es poesía, sabe que la poesía es un instrumento de conocimientos capas de capitalizar lo trabajado previamente, pues permite una escucha y una mirada singular sobre el objeto científico o artístico.

La poeta urde, hurta y teje para que la poesía sea escrita y leída, entre todos. Gloria Gómez no otorga un nadir definitivo a la primera, ni será éste su cenit de altanera singularidad social, en la denuncia de sus versos.

El amor entre los renglones, no es causa de nada, son efectos de lo nunca sido en la voz, dando nombre propio a lo que será Caminante en la cultura donde los libros, libremente, conversan entre sí.

Te felicito por permanecer y ahora escuchemos a Carmen Salamanca.

 

Carlos Fernández del Ganso.

 

jueves, 28 de septiembre de 2023

POEMA DE LOS DONES

 

 


POEMA DE LOS DONES

 

 

Nadie rebaje a lágrima o reproche

esta declaración de la maestría

de Dios, que con magnífica ironía

me dio a la vez los libros y la noche.

 

De esta ciudad de libros hizo dueños

a unos ojos sin luz, que sólo pueden

leer en las bibliotecas de los sueños

los insensatos párrafos que ceden

 

las albas a su afán. En vano el día

les prodiga sus libros infinitos,

arduos como los arduos manuscritos

que perecieron en Alejandría.

 

De hambre y de sed (narra una historia griega)

muere un rey entre fuentes y jardines;

yo fatigo sin rumbo los confines

de esta alta y honda biblioteca ciega.

 

Enciclopedias, atlas, el Oriente

y el Occidente, siglos, dinastías,

símbolos, cosmos y cosmogonías

brindan los muros, pero inútilmente.

 

Lento en mi sombra, la penumbra hueca

exploro con el báculo indeciso,

yo, que me figuraba el Paraíso

bajo la especie de una biblioteca.

 

Algo, que ciertamente no se nombra

con la palabra azar, rige estas cosas;

otro ya recibió en otras borrosas

tardes los muchos libros y la sombra.

 

Al errar por las lentas galerías

suelo sentir con vago horror sagrado

que soy el otro, el muerto, que habrá dado

los mismos pasos en los mismos días.

 

¿Cuál de los dos escribe este poema

de un yo plural y de una sola sombra?

¿Qué importa la palabra que me nombre

si es indiviso y uno el anatema?

 

Groussac o Borges, miro este querido

mundo que se deforma y que se apaga

en una pálida ceniza vaga

que se parece al sueño y al olvido.

 

Jorge Luis Borges

Cuadro: "Y sin embargo os digo" de Miguel Oscar Menassa

miércoles, 27 de septiembre de 2023

NÁUFRAGO INDECISO

 

NÁUFRAGO INDECISO

 

 

Noche, deja que irrumpa el poema,

que mi cuerpo tiemble.

Un poema que cierre definitivamente

la herida y yo me salve

para poder, aunque sea desde la silla de ruedas

que me tienen preparada,

ver correr el río a nuestros pies.

Náufrago indeciso,

tu morad no es el cielo.

 

Palidecen los silencios

y escucho el sonido

de las grandes cataratas

que jamás haya conocido.

Llamé mío al paraíso

y domestiqué los minutos siguientes.

 

Días muertos eran los tiempos

donde yo vivía la vida

de un hombre solitario, abstraído.

Vibraciones inexistentes de notas

no podrán componer para mí

la canción que aguardo escuchar,

tendré yo misma que escribirla.

 

Como los pájaros.

Como las naves que no parten.

Como los relámpagos inadvertidos.

Como las camas vacías, donde

ninguno de mis amantes se acostaría.

Como el trueno sin sonido.

Como las sombras del fondo azulado

de los grandes abismos.

 

Como el siempre posible,

como el rey que pasó a mi lado sin yo advertirlo.

Como las certezas y las seguridades

de todos los adentros sin forma.

Como yo, que si estoy vivo,

es porque está transcurriendo

el misterio de las primaveras.

Náufrago indeciso, tu morada no es el cielo.

 

Lucía Serrano

Cuadro: Celebración en el mar de Miguel Oscar Menassa

 

 

martes, 26 de septiembre de 2023

UNA CARROÑA

 


UNA CARROÑA

 

 

Acuérdese usted el objeto que vimos, alma mía

aquella bonita mañana de verano tan suave:

a la vuelta de un sendero una carroña infame

sobre un lecho sembrado de piedras,

las piernas abiertas, como una mujer lúbrica,

ardiendo y sudando los venenos,

abría, desenfadada y cínica

su vientre lleno de exhalaciones.

El sol brillaba sobre esa podredumbre,

como para hacerla cocer a punto,

y devolver centuplicado a la gran Naturaleza

todo lo que ahí había juntado;

el cielo miraba la magnífica osamenta

abrirse como una flor.

El hedor era tan fuerte, que sobre la hierba

usted creyó desmayarse.

Las moscas zumbaban sobre ese vientre pútrido,

de donde salían negros batallones

de larvas, que se derramaban como un espeso líquido

a lo largo de esos harapos vivientes.

Todo eso bajaba, subía como una ola,

o se lanzaba burbujeante;

se hubiera dicho que el cuerpo hinchado por un soplo vago,

vivía multiplicándose.

Y ese mundo producía una extraña música,

como el agua corriente y el viento,

o el grano que el campesino con rítmico movimiento

agita y sacude en su criba.

Las formas se borraban y no eran más que un sueño,

un esbozo lento en llegar.

Sobre la tela olvidada, y que el artista acaba

solamente a través del recuerdo.

Detrás de las rocas una perra inquieta

con ojos furiosos nos miraba

espiando el momento para tomar de nuevo del esqueleto

el trozo que acababa de soltar.

-Y sin embargo usted se parecerá a esta basura,

a esa horrible infección,

¡Estrella de mis ojos, sol de mi naturaleza,

usted, mi ángel y mi pasión!

¡Sí! Así será usted, oh reina de las gracias,

después de los últimos sacramentos,

cuando vaya, bajo la hierba y las flores carnosas

a pudrirse entre los huesos.

Entonces, ¡oh belleza mía! Diga a los gusanos

que la devorarán a besos,

que guardé la forma y la esencia divina

de mis amores en descomposición.

 

Charles Baudelaire

Cuadro: "Hay aue buscarlo" de Miguel Oscar Menassa

viernes, 22 de septiembre de 2023

EL VIEJO Y EL SOL

 


EL VIEJO Y EL SOL

 

 

Había vivido mucho.

Se apoyaba allí viejo, en un tronco, en un gruesísimo

   tronco, muchas tardes cuando el sol caía.

Yo pasaba por allí a aquellas horas y me detenía a observarle.

Era viejo y tenía la faz arrugada, apagados, más que

   tristes los ojos.

Se apoyaba en el tronco, y el sol se le acercaba primero,

   le mordía suavemente los pies

y allí se quedaba unos momentos como acurrucado.

Después ascendía e iba sumergiéndole, anegándole,

tirando suavemente de él, unificándole en su dulce luz.

¡Oh el viejo vivir, el viejo quedar, como se desleía!

Toda la quemazón, la historia de la tristeza, el resto de

   las arrugas, la miseria de la piel roída,

¡cómo iba lentamente limándose, deshaciéndose!

Como una roca que en el torrente devastados se va

   dulcemente desmoronando,

rindiéndose a un amor sonorísimo,

así, en aquel silencio, el viejo se iba lentamente

   anulando, lentamente entregando.

Y yo veía el poderoso sol lentamente morderle con

   mucho amor y adormirle

para así poco a poco tomarle, para así poquito a poco

   disolverle en su luz,

como una madre que a su niño suavísimamente en su

   seno lo reinstalase.

 

Yo pasaba y lo veía. Pero a veces no veía sino un

   sutilísimo resto. Apenas un levísimo encaje del ser.

Lo que quedaba después que el viejo amoroso, el viejo

   dulce, había pasado ya a ser la luz

y despaciosísimamente era arrastrado en los rayos

   postreros del sol,

como tantas otras invisibles cosas del mundo.

 

Vicente Aleixandre

Cuadro: "Hojas de otoño" de Miguel Oscar Menassa

 

lunes, 18 de septiembre de 2023

REDOBLES DE TAMBOR - ¡BATID, BATID, TAMBORES!

 


REDOBLES DE TAMBOR

¡BATID, BATID, TAMBORES!

 

 

¡Batid, batid, tambores! ¡Sonad, clarines, sonad!

Irrumpid como una fuerza implacable a través de

puertas y ventanas,

Dispersad a los fieles en el templo solemne,

entrad en la escuela en que el alumno estudia;

perturbad la calma y la felicidad del novio con su

prometida,

la paz del granjero que ara la tierra o cosecha el grano,

redoblad con violencia, tambores, sonad estridentes, clarines.

 

¡Batid, batid, tambores! ¡Sonad, clarines, sonad!

Sobre el tránsito de las ciudades, sobre el rechinar de

las ruedas en las calles;

¿Están las camas dispuestas para recibir a quienes

dormirán en ellas?, nadie debe dormir en esas camas,

ni comerciar los comerciantes durante el día… ¿acaso han

de continuar los comisionistas y los especuladores?

¿Acaso han de continuar las pláticas de los que platicaban?

¿Acaso el cantante intentará cantar?

Entonces, vibrad con más fuerza aún, tambores, sonad

más alto aún, clarines.

 

¡Batid, batid, tambores! ¡Sonad, clarines, sonad!

Sin parlamentos, sin deteneros a discutir con nadie,

sin preocuparos por el tímido ni por el que llora o el

que reza,

sin preocuparos por la súplica del anciano al joven,

acallad las voces de los niños, acallad los ruegos de las madres,

agitad a los muertos en sus ataúdes mientras

aguardan la carroza fúnebre,

batid con fuerza, oh terribles tambores, sonad alto, clarines.

 

Walt Whitman

Cuadro: "Reptando en la memoria" de Miguel Oscar Menassa

domingo, 17 de septiembre de 2023

EL VINO TRISTE

 


EL VINO TRISTE

 

 

Lo difícil es sentarse sin hacerse notar.

Lo demás viene por añadidura. Tres sorbos

y retorna el deseo de imaginarse solo.

Se abre de par en par un fondo de zumbidos distantes,

todo se dispersa y haber nacido y contemplar la copa

constituye un milagro. El trabajo

(el hombre solo no puede dejar de pensar en el trabajo)

vuelve a ser el antiguo destino que es hermoso sufrir

para poder pensar en él. Después los ojos clavan

su mirada en el aire, dolientes, cual si estuviesen ciegos.

 

Si este hombre se alza de nuevo y va a acostarse a su casa,

parece un ciego que ha extraviado el camino. Cualquiera

puede salir de un rincón y machacarlo a golpes.

 

Puede salir una mujer y tenderse en la calle,

joven y bella, bajo otro hombre, gimiendo

igual como gimió una mujer con él hace tiempo.

Pero este hombre no ve. Va a su casa a acostarse

y la vida no es más que un zumbido de silencio.

 

Al desnudar a este hombre, se encuentran miembros exhaustos

y pelo brutal, aquí y allá. ¿Quién diría

que por este hombre circulan venas tibias

en que hace tiempo quemaba la vida? Nadie creería

que una mujer hubiese acariciado, hace tiempo,

aquel cuerpo y besado aquel cuerpo, que tiembla,

y lo hubiese bañado con lágrimas ahora que el hombre,

que ya ha llegado a su casa, no consigue dormir, pero gime.

 

Cesare Pavese

Cuadro: "Amor entre colores" de Miguel Oscar Menassa

 

viernes, 15 de septiembre de 2023

LA MUERTE DEL MUNDO

 


LA MUERTE DEL MUNDO

 

 

La muerte iba mandando y recogiendo

en lugares y tumbas su tributo:

el hombre con puñal o con bolsillo,

a mediodía o en luz nocturna,

esperaba matar, iba matando,

iba enterrando seres y ramajes,

asesinando y devorando muertos.

Preparaba sus redes, estrujaba,

desangraba, salía en las mañanas

oliendo sangre de la cacería,

y al volver de su  triunfo estaba envuelto

por fragmentos de muerte y desamparo,

y matándose entonces enterraba

con ceremonia funeral sus pasos.

 

Las casas de los vivos eran muertas.

Escoria, techos rotos, orinales,

agusanados callejones, cuevas

acumuladas con el llanto humano.

-Así debes vivir –dijo el decreto

-Púdrete en tu substancia –dijo el jefe.

-Eres inmundo –razonó la Iglesia

-Acuéstate en el lodo –te dijeron.

Y unos cuantos armaron la ceniza

para que gobernara y decidiera,

mientras la flor del hombre se golpeaba

contra los muros que le construyeron.

 

El cementerio tuvo pompa y piedra.

Silencio para todos y estatura

de vegetales altos y afilados.

Al fin estás aquí, por fin nos dejas

un hueco en medio de la selva amarga,

por fin te quedas tieso entre paredes

que no traspasarás. Y cada día

las flores como un río de perfume

se juntaron al río de los muertos.

Las flores que la vida no tocaba

cayeron sobre el hueco que dejaste.

 

Pablo Neruda

 

jueves, 14 de septiembre de 2023

UN SÁBADO

 


UN SÁBADO

 

 

Un hombre ciego en una casa hueca

fatiga ciertos limitados rumbos

y toca las paredes que se alargan

y el cristal de las puertas interiores

y los ásperos lomos de los libros

vedados a su amor y la apagada

platería que fue de los mayores

y los grifos del agua y las molduras

y unas vagas monedas y la llave.

Está solo y no hay nadie en el espejo.

Ir y venir. La mano roza el borde

del primer anaquel. Sin proponérselo,

se ha tendido en la cama solitaria

y siente que los actos que ejecuta

interminablemente en su crepúsculo

obedecen a un juego que no entiende

y que dirige un dios indescifrable.

En voz alta repite y cadenciosa

fragmentos de los clásicos y ensaya

variaciones de verbos y de epítetos

y bien o mal escribe este poema.

 

Jorge Luis Borges

Cuadro: "El primer día de la primavera" de Miguel Oscar Menassa

miércoles, 13 de septiembre de 2023

EL CRUCE EN EL INFINITO

 


EL CRUCE EN EL INFINITO

 

 

Alguien descendía buscando las tinieblas,

el fin que acumulaba los deseos

y el espejismo que encendía los triunfos

y decretaba la caducidad del tiempo

mientras éste crecía para

devorarse a sí mismo.

Alguien descendía buscando la sima,

la razón que apuntaba el ser

y la ecuación que rodeaba el misterio.

 

Entretanto alguien ascendía

desde los cúmulos de luz

que se expandían en la creación

y envolvían las estrellas y el nuevo mundo,

en cuyo signo se exaltaba

un nombre que se abría a los enigmas

rodeado de otro fuego que fundaba el ser.

Fue el cruce de las paralelas:

entre la vida y la muerte

sólo punto indescifrable.

 

Juan-Jacobo Bajarlía

Argentina 1914

martes, 12 de septiembre de 2023

MANÍA DE SOLEDAD

 


MANÍA DE SOLEDAD

 

 

Ceno con frugalidad junto a la clara ventana.

En la estancia está oscuro y se ve aún en el cielo.

Al salir a la calle, los caminos tranquilos conducen,

al cabo de un rato, hasta campo abierto.

Como y examino el cielo -¡quién sabe cuántas mujeres

cenarán a esta hora!-. mi cuerpo está tranquilo;

el trabajo atolondra mi cuerpo y también las mujeres.

Fuera, después de cenar, las estrellas vendrán a tocar

la tierra sobre la ancha llanura. Están vivas las estrellas,

pero no valen lo ue estas cerezas que me como a solas.

Veo el cielo, pero sé que entre los techos herrumbrosos

brilla ya alguna luz y que, debajo, se advierten ruidos.

Una gran bocanada y mi cuerpo degusta la vida

de plantas y ríos y se siente desprendido de todo.

Basta un pequeño silencio y todo se para

en su puesto real, al igual que mi cuerpo se para.

Todas las cosas quedan aisladas ante mis sentidos,

que las aceptan sin desconcentrarse: un rumor de silencio.

Todas las cosas puedo saberlas en la oscuridad

como sé que mi sangre circula por las venas.

La llanura es un inmenso flujo de agua entre las hierbas,

una cena de todas las cosas. Viven inmóviles

guijarros y plantas. Siento que mis alimentos me nutren

las venas

con todas las cosas vivientes de esta llanura.

No importa la noche. El retazo de cielo

me susurra todos los fragores y una estrella menuda

se agita en el vacío, lejos de la comida,

de las casas, distinta. No se basta a sí misma

y requiere compañía excesiva. Aquí, solo y a oscuras,

mi cuerpo está en calma, se siente todo un dueño.

 

Cesare Pavese

Cuadro: "Y cada uno tendrá su pequeña balsa" de Miguel Oscar Menassa

lunes, 11 de septiembre de 2023

UN HOMBRE MUERE APENAS SI OTRO HOMBRE LO NOMBRA

 


UN HOMBRE MUERE APENAS SI OTRO HOMBRE LO NOMBRA

 

Cuántas veces quise morir con tanto amor perdido,

con tantos trozos arrancados de mi propia carne.

Después no pude casi nada, mucho menos morir

era hombre duro, por los golpes y tuve que vivir.

 

Cuando murió mi padre yo estaba en las montañas.

Él, antes de morir, me escribió una pequeña carta:

-Usted debe quedarse donde está, haciendo lo que hace,

no abandone ni amores, ni trabajo, para verme morir.

 

Lentamente bajé de la montaña y me di cuenta

que, yo mismo, siguiendo el camino de mi padre,

era el pobre extranjero que vivía lejos de su familia,

sin poder remediarlo, ni aún, ante la muerte.

 

Y me quedé, donde había llegado, sin moverme

y tuve ansias que la mano negra del destino,

se partiera en mi rostro, segara mi existencia,

pero no fue posible para mí, sino seguir viviendo.

 

Cuando murió mi madre ya no había montañas

y yo mismo, estaba al borde mismo de la muerte.

Haciendo infinitos esfuerzos para salvar mi vida

no puede darme cuenta: amada madre había muerto.

 

Hoy día, todavía, no puedo recordarla sino viva

y cuando pasan meses sin recibir, de ella, nada,

ni siquiera una carta, delicada, para decirme:

pequeño mío, hermoso, tanto te quiero, hijo.

 

Y cuando ni siquiera se me aparece en sueños

y nadie me habla de ella, no la concibo muerta,

pienso que está muy enojada por mis locuras,

por mi manera de vivir, tan lejos de su amor.

 

Sueño que un día, al levantarme, por la mañana

estamos todos juntos sentados alrededor del fuego,

conversando con grandes jefes indios, del futuro.

Bajo el cielo, Caupolicán, mi madre y yo pequeño.

 

Indios que fueron lo perdido primero,

herencia cultural arrancada del alma,

cuando pusieron en mis hambrientos labios

el verbo amar, morir, en lengua castellana.

 

Ni Buenos Aires me quedaría para amar.

La historia americana se metió en mi cabeza

y ardiente y en voz baja me lo dijo todo:

Nadie te matará, poeta, te tocará el exilio.

 

Y para no morir, aún, abandoné mi patria

y fue brutal la travesía transoceánica,

desde el jardín de las delicias en América

a la reseca y árida meseta castellana.

 

Ya estaba claro cuánto había perdido,

en apariencia sólo quedaba mi juventud,

mis hijos, mi fuerza de trabajo intacta,

mis pobres versos al viento de la tarde.

 

Mas lo que había en mi era la nada, nada,

violencia de dejarme explotar por la comida

y cuando conseguía levantar la cabeza,

alguien, con terquedad, me la golpeaba.

 

Mirando toros bravos en las corridas

y esos toreros diestros hasta el hartazgo,

me hice experto en verónicas y, por fin,

conseguí romper del todo mi mala racha.

 

Un puesto en el mercado de las palabras

me permitió ir ganando algunos cuartos.

Con algo en mis bolsillos, abandoné Madrid

y fui a da con mis huesos en Arganda.

 

Escribiendo y trabajando duro, todo el día,

conseguí que se abrieran para mi vida

una casa con jardín a la calle, un coche

y colegios decentes para todos mis hijos.

 

Y así fuimos muy felices después de tanto,

después de tantos años de trabajos forzados,

después de tantas lágrimas y tantos resquemores,

en espléndidos días del verano conocimos el mar.

 

Mas la felicidad, la dicha, no duró casi nada,

al poco tiempo de volver de nuestro veraneo,

en plena calle, en una noche aciaga y traicionera

en Arganda del Rey, asesinaron a mi hijo Pablo.

 

Y ya no hubo ni sueños, ni montañas,

ni dolor suficiente, ni siquiera palabras,

ni los grandes jefes indios bajo el cielo,

ni gargantas de odio, ni manos de venganza.

 

Sólo estos versos sueltos, esta nada de nada.

 

Miguel Oscar Menassa

Cuadro: "Hacia el poema" de Miguel Oscar Menassa

viernes, 8 de septiembre de 2023

RETORNOS DE UNA SOMBRA MALDITA

 


RETORNOS DE UNA SOMBRA MALDITA

 

 

¿Será difícil, madre, volver a ti? Feroces

somos tus hijos. Sabes

que no te merecemos quizás, que hoy una sombra

maldita nos desune, nos separa

de tu agobiado corazón, cayendo

atroz, dura, mortal, sobre sus telas,

como un oscuro hachazo.

No, no tenemos manos, ¿verdad? No las tenemos,

que no lo son, ay, ay, porque son garras,

zarpas siempre dispuestas

a romper esas fuentes que coagulan

para ti sola en llanto.

No son dientes tampoco, que son puntas,

fieras crestas limadas incapaces

de comprender tus labios y mejillas.

Han pasado desgracias.

Han sucedido, madre, verdaderas

noches sin ojos, albas que no abrían

sino para cerrarse en ciega muerte.

Cosas que no acontecen,

que alguien pensó más lejos,

más allá de las lívidas fronteras del espanto,

madre, han acontecido.

Y todavía por si acaso hubieras,

por si tal vez hubieras soñado en un momento

que en el olvido puede calmar el mar sus olas,

un incesante acoso,

un ceñido rodeo

te aprietan hasta hacerte subir vertida en sangre.

 

Júntanos, madre. Acerca

esa preciosa rama

tuya, tan escondida, que anhelamos

asir, estrechar todos, encendiéndonos

en ella como un único

fruto de sabor dulce, igual. Que en ese día,

desnudos de esa amarga corteza, liberados

de ese hueso de hiel que nos consume,

alegres, rebosemos

tu ya tranquilo corazón sin sombra.

 

Rafael Alberti

Cuadro: "Mi madre" de Miguel Oscar Menassa

jueves, 7 de septiembre de 2023

ERES TODA DE ESPUMAS, DELGADAS Y LIGERAS

 


ERES TODA DE ESPUMAS, DELGADAS Y LIGERAS

 

Eres toda de espumas delgadas y ligeras

y te cruzan los besos y te riegan los días.

Mi gesto, mi ansiedad cuelgan de tu mirada.

Vaso de resonancias y de estrellas cautivas.

Estoy cansado, todas las hojas caen, mueren.

Caen, mueren los pájaros. Caen mueren las vidas.

 

Cansado, estoy cansado. ven, anhélame, víbrame.

¡Oh, mi pobre ilusión, mi guirnalda encendida!

El ansia cae, muere. Cae, muere el deseo.

Caen, mueren las llamas en la noche infinita.

 

Fogonazo de luces, paloma de gredas rubias,

líbrame de esta noche que acosa y aniquila.

 

Sumérgeme en tu nido de vértigo y caricia.

Anhélame, retiéneme.

La embriaguez a la sombra florida de tus ojos,

las caídas los triunfos, los saltos de la fiebre.

Ámame, ámame, ámame.

De pie te grito ¡Quiéreme!

Rompo mi voz gritándote y hago horarios de fuego

en la noche preñada de estrellas y lebreles.

Rompo mi voz y grito. Mujer, ámame, anhélame.

Mi voz arde en los vientos, mi voz que cae y muere.

 

Cansado. Estoy cansado. Huye. Aléjate. Extínguete.

No aprisiones mi estéril cabeza entre tus manos.

Que me crucen la frente los látigos del hielo.

Que mi inquietud de azote con los vientos atlánticos.

Huye. Aléjate. Extínguete. Mi alma debe estar sola.

Debe crucificarse, hacerse astillas, rodar,

verterse, contaminarse sola,

abierta a la marea de los llantos,

ardiendo en el ciclón de las furias,

erguida entre los cerros y los pájaros,

aniquilarse, exterminarse sola,

abandonada y única como un faro de espanto.

 

Pablo Neruda

Cuadro: "Mujer de perfil" de Miguel Oscar Menassa

miércoles, 6 de septiembre de 2023

YA SE FUE LA CIUDAD

 

 


YA SE FUE LA CIUDAD

 

 

Cómo marcha el reloj sin darse prisa

con tal seguridad que se come los años:

los días son pequeñas y pasajeras uvas,

los meses se destiñen descolgados del tiempo.

 

Se va, se va el minuto hacia atrás, disparado

por la más inmutable artillería

y de pronto nos queda sólo un año para irnos,

un mes, un día y llega la muerte al calendario.

 

Nadie pudo parar el agua que huye,

no se detuvo con amor ni pensamiento,

siguió, siguió corriendo entre el sol y los seres,

y nos mató su estrofa pasajera.

 

Hasta que al fin caemos en el tiempo, tendidos,

y nos lleva, y ya nos fuimos, muertos,

arrastrados sin ser, hasta no ser ni sombra,

ni polvo, ni palabra, y allí se queda todo

y en la ciudad en donde no viviremos más

se quedaron vacíos los trajes y el orgullo.

 

Pablo Neruda

Cuadro: "No fue Paris" de Miguel Oscar Menassa

 

martes, 5 de septiembre de 2023

SOPLO

 


SOPLO

 

 

Quimeras de artificio de boca vidriosa

y colas variopintas

lentamente resbalan ante las fachadas de las jorobas muertas

tocadas con pelucas de asfalto.

Los mojones volcados del paraíso

yacen entre nubes de ceniza.

Mariposas de gelatina blanca

caen en un lar de hielo.

Al pie de la cascada de terciopelo

bordada con estrellas auténticas,

unos niños esperan la frescura del alba.

Una flecha de ébano se hunde en el suelo del cielo sereno.

Un cielo con sonido de cristal

despliega torbellinos de luz

sobre el mundo incoloro de la muerte.

La belleza de ancho pecho invencible

y miembros relampagueantes

se posa ante el absurdo de la nada.

Y un flujo de claridad divina

se precipita a través de la inmensidad de un soplo.

La tierra gira, llevada por fuerzas incandescentes.

Olas de fuego y de agua rugen y se lanzan

a lo largo de la tierra y del mar.

Enjambres de llamas rabiosas

se precipitan sobre lo vivo y sobre lo muerto.

La vida perdidamente viva se retuerce, se alza

en esta concha formada por un cielo azul,

un mar azul

y una tierra amarilla.

Adosada a un monumento de objetos blandos y pringosos

una bruja sórdida y teatral

ofrece no sé qué cola de diablillo

para huronear en el nido de oro

que contiene los huevos llameantes de la felicidad.

Las frutas se pelean.

Chillan como mil órganos.

El velo del cielo crece, se hincha.

Proa al infinito en movimiento,

el universo boga como un navío.

Los estandartes del sol llamean

sobre el mar de la inmensidad.

Una crin de sombra se sacude

en la noche.

 

Jean Arp

Francia, 1887

Cuadro: "Hoy también" de Miguel Oscar Menassa

lunes, 4 de septiembre de 2023

AQUÉL

 


AQUÉL

 

 

Oh días consagrados al inútil

empeño de olvidar la biografía

de un poeta menor del hemisferio

austral, a quien los hados o los astros

dieron un cuerpo que no deja un hijo

y la ceguera, que es penumbra y cárcel,

y la vejez, aurora de la muerte,

y la fama, que no merece nadie,

y el hábito de urdir endecasílabos

y el viejo amor de las enciclopedias

y de los finos mapas caligráficos

y del tenue marfil y una incurable

nostalgia del latín y fragmentarias

memorias de Edimburgo y de Ginebra

y el olvido de fechas y de nombres

y el culto del Oriente, que los pueblos

del misceláneo Oriente no comparten,

y vísperas de trémula esperanza

y el abuso de la etimología

y el hierro de las sílabas sajonas

y la luna, que siempre nos sorprende,

y esa mala costumbre, Buenos Aires,

y el sabor de las uvas y del agua

y del cacao, dulzura mexicana,

y unas monedas y un reloj de arena

y que una tarde, iguala tantas otras,

se resigna a estos versos.

 

Jorge Luis Borges

Cuadro: "Con el tiempo" de Miguel Oscar Menassa