viernes, 15 de septiembre de 2023

LA MUERTE DEL MUNDO

 


LA MUERTE DEL MUNDO

 

 

La muerte iba mandando y recogiendo

en lugares y tumbas su tributo:

el hombre con puñal o con bolsillo,

a mediodía o en luz nocturna,

esperaba matar, iba matando,

iba enterrando seres y ramajes,

asesinando y devorando muertos.

Preparaba sus redes, estrujaba,

desangraba, salía en las mañanas

oliendo sangre de la cacería,

y al volver de su  triunfo estaba envuelto

por fragmentos de muerte y desamparo,

y matándose entonces enterraba

con ceremonia funeral sus pasos.

 

Las casas de los vivos eran muertas.

Escoria, techos rotos, orinales,

agusanados callejones, cuevas

acumuladas con el llanto humano.

-Así debes vivir –dijo el decreto

-Púdrete en tu substancia –dijo el jefe.

-Eres inmundo –razonó la Iglesia

-Acuéstate en el lodo –te dijeron.

Y unos cuantos armaron la ceniza

para que gobernara y decidiera,

mientras la flor del hombre se golpeaba

contra los muros que le construyeron.

 

El cementerio tuvo pompa y piedra.

Silencio para todos y estatura

de vegetales altos y afilados.

Al fin estás aquí, por fin nos dejas

un hueco en medio de la selva amarga,

por fin te quedas tieso entre paredes

que no traspasarás. Y cada día

las flores como un río de perfume

se juntaron al río de los muertos.

Las flores que la vida no tocaba

cayeron sobre el hueco que dejaste.

 

Pablo Neruda

 

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