domingo, 30 de julio de 2017

Balcones de Poesía y Luna - 13 Gloria Fuertes

Os dejamos nuestra revista número 13. Esta vez dedicada a la gran poeta Gloria Fuertes, coincidiendo con el centenario de su nacimiento. Revista realizada por los integrantes del taller de poesía Grupo Cero de Alcalá de Henares. Deseamos un feliz verano poético.

viernes, 28 de julio de 2017

EL POETA... de Antonio Machado



EL POETA


Maldiciendo su destino
como Glauco, el dios marino,
mira, turbia la pupila
de llanto, el mar, que le debe su blanca virgen Scyla.

Él sabe que un Dios más fuerte
con la sustancia inmortal está jugando a la muerte,
cual niño bárbaro. Él piensa
que ha de caer como rama que sobre las aguas flota,
antes de perderse, gota
de mar, en la mar inmensa.

En sueños oyó el acento de una palabra divina;
en sueños se le ha mostrado la cruda ley diamantina,
sin odio ni amor, y el frío
soplo del olvido sabe sobre un arenal de hastío.

Bajo las palmeras del oasis el agua buena
miró brotar de la arena;
y se abrevó entre las dulces gacelas, y entre los fieros
animales carniceros...

Y supo cuánto es la vida hecha de sed y dolor.
Y fue compasivo para el ciervo y el cazador,
para el ladrón y el robado,
para el pájaro azorado,
para el sanguinario azor.

Con el sabio amargo dijo: Vanidad de vanidades,
todo es negra vanidad;
y oyó otra voz que clamaba, alma de sus soledades:
sólo eres tú, luz que fulges en el corazón, verdad.

Y viendo cómo lucían
miles de blancas estrellas,
pensaba que todas ellas
en su corazón ardían.
¡Noche de amor!

Y otra noche
sintió la mala tristeza
que enturbia la pura llama,
y el corazón que bosteza,
y el histrión que declama

Y dijo: Las galerías
del alma que espera están
desiertas, mudas, vacías:
las blancas sombras se van.

Y el demonio de los sueños abrió el jardín encantado de
ayer. ¡Cuán bello era!
¡Qué hermosamente el pasado
fingía la primavera,
cuando del árbol de otoño estaba el fruto colgado,
mísero fruto podrido,
que en el hueco acibarado
guarda el gusano escondido!
¡Alma, que en vano quisiste ser más joven cada día,
arranca tu flor, la humilde flor de la melancolía!


Antonio Machado

martes, 25 de julio de 2017

EL POETA... de Vicente Aleixandre


EL POETA CANTA POR TODOS
I

Allí están todos, y tú los estás mirando pasar.
¡Ah, sí, allí, cómo quisieras mezclarte y reconocerte!

El furioso torbellino dentro del corazón te enloquece.
Masa frenética de dolor, salpicada
contra aquellas mudas paredes interiores de carne.
Y entonces en un último esfuerzo te decides. Sí, pasan.
Todos están pasando. Hay niños, mujeres. Hombres serios.
   Luto cierto, miradas.
Y una masa sola, un único ser, reconcentradamente desfila.
Y tú, con el corazón apretado, convulso de tu solitario
dolor, en un último esfuerzo te sumes.
Sí, al fin, ¡cómo te encuentras y hallas!
Allí serenamente en la ola te entregas. Quedamente derivas.
Y vas acunadamente empujado, como mecido, ablandado.
Y oyes un rumor denso, como un cántico ensordecido.
Son miles de corazones que hacen un único corazón que te
   lleva.

Vicente Aleixandre
España-1898

De “Historia del corazón” 

martes, 18 de julio de 2017

AMORES PERDIDOS


AMORES PERDIDOS

 

 
Cuántas veces quise morir con tanto amor perdido,
con tantos trozos arrancados de mi propia carne.
después no pude casi nada, mucho menos morir,
era hombre duro, por los golpes y tuve que vivir.

 
Cuando murió mi padre yo estaba en las montañas.
Él, antes de morir, me escribió una pequeña carta:
--Usted debe quedarse donde está, haciendo lo que hace,
no abandone ni amores, ni trabajo, para verme morir.

 
Lentamente bajé de la montaña y me di cuenta
que, yo mismo, siguiendo el camino de mi padre,
era el pobre extranjero que vivía lejos de su familia,
sin poder remediarlo, ni aún, ante la muerte.

 
Y me quedé, donde había llegado, sin moverme
y tuve ansias que la mano negra del destino,
se partiera en mi rostro, segara mi existencia,
pero no fue posible para mí, sino seguir viviendo.

 
Cuando murió mi madre ya no había montañas
y yo mismo, estaba al borde mismo de la muerte.
Haciendo infinitos esfuerzos para salvar mi vida
no pude darme cuenta: amada madre había muerto.

 
Hoy día, todavía, no puedo recordarla sino viva
y cuando pasan meses sin recibir, de ella, nada,
ni siquiera una carta, delicada, para decirme:
pequeño mío, hermoso, tanto te quiero, hijo.

 
Y cuando ni siquiera se me aparece en sueños
y nadie me habla de ella, no la concibo muerta,
pienso que está muy enojada por mis locuras,
por mi manera de vivir, tan lejos de su amor.

 
Sueño que un día, al levantarme, por la mañana
estamos todos juntos sentados alrededor del fuego,
conversando con grandes jefes indios, del futuro.
Bajo el cielo, Caupolicán, mi madre y yo pequeño.

 
Indios que fueron lo perdido primero,
herencia cultural arrancada del alma,
cuando pusieron en mis hambrientos labios
el verbo amar, morir, en lengua castellana.

 
Ni Buenos Aires me quedaría para amar.
La historia americana se metió en mi cabeza
y ardiente y en voz baja me lo dijo todo:
Nadie te matará, poeta, te tocará el exilio.

 
Y para no morir, aún, abandoné mi patria
y fue brutal la travesía transoceánica,
desde el jardín de las delicias en América
a la reseca y árida meseta castellana.

 
Ya estaba claro cuánto había perdido,
en apariencia sólo quedaba mi juventud,
mis hijos, mi fuerza de trabajo intacta,
mis pobres versos ala viento de la tarde.

 
Más lo que había en mí era la nada, nada,
violencia de dejarme explotar por la comida
y cuando conseguía levantar la cabeza,
alguien, con terquedad, me la golpeaba.

 
Mirando toros bravos en las corridas
y esos toreros diestros hasta el hartazgo,
me hice experto en verónicas y, por fin,
conseguí romper del todo mi mala racha.

 
Un puesto en el mercado de las palabras
me permitió ir ganando algunos cuartos.
Con algo en mis bolsillos, abandoné Madrid
y fui a dar con mis huesos en Arganda.

 
Escribiendo y trabajando duro, todo el día,
conseguí que se abrieran para mi vida
una casa con jardín a la calle, un coche
y colegios decentes para todos mis hijos.

 
Y así fuimos muy felices después de tanto,
después de tantos años de trabajos forzados,
después de tantas lágrimas y tantos resquemores,
en espléndidos días del verano conocimos el mar.

 
Más la felicidad, la dicha, no duró casi nada,
al poco tiempo de volver de nuestro veraneo,
en plena calle, en una noche aciaga y traicionera
en Arganda del Rey, asesinaron a mi hijo Pablo.

 
Y ya no hubo ni sueños, ni montañas,
ni dolor suficiente, ni siquiera palabras,
ni los grandes jefes indios bajo el cielo,
ni gargantas de odio, ni manos de venganza.

 
Sólo estos versos sueltos, esta nada de nada.

 
Miguel Óscar Menassa
De “Amores perdidos”

jueves, 13 de julio de 2017

TU RISA - PABLO NERUDA


 
TU RISA

 

Quítame el pan si quieres
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.      

No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto      
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de planta que te nace.      

Mi lucha es dura y vuelo
con los ojos cansados
a veces de haber visto      
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome      
y abre para mí todas
las puertas de la vida.

Amor mío, en la hora      
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha      
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos      
como una espada fresca.

Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar      
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como      
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.      

Ríe de la noche
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,      
ríete del torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,      
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,      
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.

 

Pablo Neruda

martes, 11 de julio de 2017

Homenaje a la revista "Las 2001 Noches" . Poema publicado en la revista nº 117


 

EL VERDADERO VIAJE

 

 

¡Cuidado! ¡Cuidado!
estamos a punto de naufragar.

 
Os habéis creído,
que en transatlántico poderoso
navegábamos
y sin embargo os digo:
mi vida
es una pequeña balsa enamorada.

 
Veo surgir entre las sombras
una luz que nadie apagará.
formada de versos y perfumes
como vientos insondables
como una catarata de carne
abandonada
que por fin
encuentra su reinado.

 
Reinado de nubes
de antiguas fragancias
y de fragancias inconcebibles.
Pequeñas balsas enamoradas
siempre a punto de naufragar.

 
Por ahora
toda pasión será remar
hasta alcanzar el poema
en ese movimiento.
Remad hasta quedar sin fuerzas y, ahí
comprenderéis el motivo de mi pasión.

 
Iremos por los más bellos ríos
y con el tiempo
nos animaremos a los grandes océanos
a la belleza de las borrascas en el mar
y siempre iremos temerosos de desaparecer,
pequeños, en esa inmensidad que nos rodea.

 
Saber nadar o ser grandiosos
no servirá de nada
para llegar
tendremos que mantener
la balsa a flote
y nosotros mantenernos
encima de la balsa.
Eso
todo el misterio.

 
Un día la balsa se partirá
en mil fragmentos
y cada uno
tendrá que aprender
a sostenerse en pequeños maderos.

 
Si es posible el poema es posible la vida.

 
Remad
agonizad remando
hasta sentir que solo
es imposible.
Quedad sin fuerzas.
Mirad cómo otros reman
y yo mismo remo
con las manos
ensangrentadas por el esfuerzo
sin descansar
hasta encontrar en ese movimiento
el poema.

 
Y cada uno tendrá su pequeña balsa
enamorada.
Dueño de su vida y de su muerte
puede tenderse en la balsa
para siempre
no remar más
y dejar que las aguas
lo lleven por doquier.

 
Y algún otro remando
desesperadamente
al verlo
escribirá un poema.

 
Remar en cualquier dirección tampoco sirve.

 
La tierra que promete
la poesía
siempre es la misma.
Se llega  o no se llega.
Ella necesita reyes
centauros
sólo se deja sembrar
por revolucionarios y fanáticos
por hombres que en su tierra
construyen su casa y su familia
sus grandes ilusiones.

 
El que repita lo hecho jamás la encontrará.

 
Remad
para llegar a esa tierra
como nadie ha remado
y os serán ofrecidos
a vuestra llegada
manjares que no fueron
ofrecidos a nadie.

 
Y en las noches de desilusión
cuando nada es posible
en esa oscuridad
pedid a los mayores
que os cuenten
de los grandes navegantes
sus antiguas hazañas
en pequeños barquitos de papel.

 
Cada trecho recorrido
tendrá sus peligros.
Nada será fácil para el poeta.
 

Vendrá el amor y habrá que enamorarse
 
hasta sentir que la carne
temblando es un poema.
Y así llegará
la inolvidable noche
donde por un instante
esa pasión será la poesía.

 
Frente a la duda no dejar de remar.
 

Tomar en nuestros brazos,
fortalecidos como garras
por la crueldad del ejercicio,
a la persona amada
y seguir remando
si es necesario con los dientes.
Con el tiempo ella, también,
hará ejercicio con nosotros.

 
Después de a dos, de a tres,
de a todos,
rota la inmensidad de lo único
vendrá la muerte.
Y no valdrá ninguna valentía
porque ella se jacta
de haber matado
a todos los valientes
en el primer encuentro.
Y tampoco valdrá ninguna cobardía
porque ella mata todo lo que huye.

 
Para encontrarse con la muerte
se necesita
haber aprendido algo del amor:
Ni huir. Ni arremeter contra nada.
Aprender a conversar tranquilamente
eso enseña el amor..

 
Cuando ella se acerque
y venga por nosotros
con su mirada inmensa
como ella misma es inmensa,
dejarla acercar
hasta que escuche
nuestra respiración
entrecortada por el encuentro.
Y ella enternecida
como es su costumbre
nos tenderá la mano
para que acompañemos
a vuestra majestad
al inmutable
reino del silencio.

 
Ahí
cuando entregarse
es lo más fácil
mirarla
en los ojos
la inmensidad
que le pertenece
y decirle entre dientes:
Amada muerte
mi enamorada
escribiré tu nombre
en todas las paredes
besaré
sin temor tus labios
como nunca
ningún hombre lo ha hecho
y te amaré verás
entre la sangre,
en las grandes catástrofes
y también te amaré
cuando un blanco capullo
reine en tu corazón.

 
La gran emoción
que recorre su manto negro
por encontrarse en un poema
hace de la muerte una mujer.
Ella también terminará remando
tranquilamente hasta la orilla
y compartirá mi pan y mis amores
y volará por las noches
para cobijar en  su seno,
a los que ya dejaron de remar
y volverá
para encontrarse conmigo
y contarme sus hazañas.

 
Como si cada vez
fuera la primera
volveré a respirar
como respiran los atletas
y por haberlo aprendido de ella
la miraré enternecido y le diré:

 
Mi muerte enamorada
y ella
será feliz.

 
Después hay que seguir remando.

 
Ya nos preguntarán
y nosotros diremos:
hemos estado con el amor
y hemos estado, también,
con la muerte.
Al principio no nos creerán
dirán que para el hombre
es imposible.
Nos pedirán pruebas,
nosotros les mostraremos
como si fuera el cielo
algunos poemas
y conseguiremos con ese gesto
que llegue hasta nosotros
el tiempo de la burla.

 
Grandes embarcaciones que nada buscan
porque creen tener
pasarán una y otra vez a nuestro lado
tratando de hundir con sus juegos
nuestra pequeña balsa enamorada.

 
Nos llamarán
desde sus lujosas embarcaciones,
con los nombres
con los que se nombran los desperdicios.
Poetas. Locos. Asesinos.
Y en la algarabía estúpida de sus juegos
todo será posible.
Nos tirarán algunas piedras
y se dirán
nada los ofende y enfurecidos,
nos gritarán:
Pelead ¡cobardes! Defendeos.

 
Y después de mil veces y otras mil
con los ojos desorbitados
por el cansancio
y también por la sorpresa de ver
nuestra pequeña balsa enamorada
siguiendo su camino
y nosotros, tranquilamente,
sobre ella remando.

 
Después de haber atravesado
ilesos el camino de la burla
vendrá os aseguro
el tiempo del oro.

 
Aburridos de sus propias risas
querrán jugar a nuestro juego.
¿Cuánto cuesta esa madera
 a punto de pudrirse
que usáis de embarcación?
Y ¿cuánto vuestra vida?
¿Cuánto esas viejas cartas
de navegación
y cuánto esos poemas?

 
Cuestan, señor,
lo que cuesta a un hombre,
dejar de pertenecerse
y entregarse al poema.

 
¿Cuánto dinero cuesta eso?

 
Todo y ninguno
tal vez su propia vida.

 
¿Cuánto dinero cuesta
mi vida entonces?

 
Todo y ninguno.
Su vida son palabras
como todas las vidas
y eso, tengo entendido,
vale nada.

 
Y ¿cuánto dinero cuesta pensar así?

 
Todo y ninguno.
Más bien hay que sumergirse
remar y no esperar nada.
Eso cuesta.
Sumergirse y no esperar nada
en las tinieblas,
hacia otra oscuridad mayor
el poema.

 
Una vez enamorados
el amor y la muerte
y rechazados el oro
y la burla por impuros
vendrá y de ninguna parte
porque ella
vivió siempre en nosotros
la locura.

 
El peor de todos los estrechos.
surge imprevista,
por ser ley de su destino
la sorpresa
y no viene por ninguna pelea
porque trae el deseo
de trabar amistad con el poeta.
 
Y cuando llega
nos dice entre susurros
que su mundo
y el mundo de la poesía
son el mismo mundo.
 

Frente a la duda hay que seguir remando.

 
Informe se deja  moldear
por nuestras palabras
y al tiempo ella también
tiene su grandeza.

 
Yo soy del amor, nos dice,
ese desenfreno
y la pasión
eterna de la muerte.
Tengo por costumbre
despreciar el oro
y sin embargo
las ansias por matar
que generan sus leyes
están intoxicadas de locura.

 
Ahí, ella y la poesía se parecen.

 
A instantes de juntarse
en nuestra mirada,
como si fuesen una sola cosa
la poesía, vieja loba de mar,
rema un trecho con nosotros
para mostrarnos
que la locura desde que llegó
permanece en el mismo rincón
de la pequeña balsa,
sin remar
recordando todo el tiempo
su pasado.

 
Contentos
de  haber comprendido
la diferencia
encerramos a la locura
en un poema
y seguimos remando
hasta que un día
convencidos de su torpeza
para la navegación
se la entregamos
al amor y a la muerte
para que la locura
aprenda a volar.

 

 
Miguel Oscar Menassa
“La poesía y yo”

 

sábado, 8 de julio de 2017

Homenaje a la revista "Las 2001 Noches" - poema del taller Sandra Marie Steele Pastor


RELIGIÓN

 

Desde los vientos celestes un águila se acerca a la cuna de los profetas,
sus alas esquivan esferas mortíferas,
sus ojos se llenan de un profundo turquesa y arenas mágicas.
Aterriza, y su presencia es bienvenida,
entonces el mensajero ofrece su perfecta vista a los ciegos de odio y venganza.
El toque de un ángel abre sus almas como las tierras,
y más ángeles bendicen los hermanos de sangre y espíritu.

 
Sandra Marie Steele Pastor

jueves, 6 de julio de 2017

Homenaje a la revista "Las 2001 Noches" - Poema del taller Esther Núñez Roma


 

RECORRIDO EN UN TREN DE UN SOLO TRAYECTO

 

 

Recorremos el tiempo a ras de su envoltorio,
en un tiempo que pasa fugaz
reflejado en un espejo
y en uno de sus extremos
se vierte la faz de la muerte.

 
Atrás permanecen inmóviles
como ratas en su cloaca
la corteza de los días.
Las travesías sepultadas en el salitre
como esencia de caracola,
desnudan el linaje
que la rosa clava
con sus espinas
en este mundo.

 
Es el penúltimo funeral del día,
los galos de la incertidumbre
reflejan en los raíles del trayecto
rostros de viajeros de espuma,
y el humo de tempestades
hiende el ígneo sudario de lino.

 
En las travesía de agrietados leones
que con sus uñas apuntalan
los cadáveres deshilachados
la tajante tristeza de las colinas,
torna en una sombra a lo desconocido.

 
La galerna del pájaro hace eco
con la voz del silencio,
el destino de la paloma mensajera
evoca en la cóncava vertiente una fugaz tempestad.
Los manantiales sumergidos en el lodo de la tristeza,
en campos anegados de cenizas
bañan por el horror de la intolerancia…
estragos de una guerra entre dos mundos.

 
El fuego crepitante en la alameda,
chirriante como la aguja del reloj de huesos calcinados,
como la sal enterrada,
como una estela de acomodados carriles
en la inmundicia de la sagaz estirpe,
pasa por ciudades de día de noche
empapadas de atardeceres
donde los molinos de viento, con sus astas despojadas
despiden al último viajero.

 
Esther Núñez Roma
Integrante del Taller de Poesía Grupo Cero de Alcalá de Henares

miércoles, 5 de julio de 2017

Homenaje a la revista "Las 2001 Noches" - Poema del taller Maribel Domínguez Duarte


NO PUDE


No pude permanecer en los desvanes solitarios
construyendo la propia desdicha
estancada en una inacción de latidos
sepultados en la soledad de tu ausencia.

No pude olvidar aquellas miradas ondulantes
que como un  suave oleaje
compusieron las miles de caricias
que siguen anhelando tus labios sobre mi piel sedienta.

Y volvimos
volvimos a variar la frontera de aquello que creía inmutable.
Una tormenta de remolinos dibujó el azar marcado
en la encrucijada del deseo
conducida a las tardes voraces
en las que el firme arpegio de tus dedos
descifra mi intimidad
engalanando la desnudez
sobrevolada por vientos cálidos que giran
sacudiendo el oxidado azogue
que pesaba sobre mi piel.


Maribel Domínguez Duarte
Integrante del Taller de Poesía Grupo Cero de Alcalá de Henares

martes, 4 de julio de 2017

Homenaje a la revista "Las 2001 Noches" - Poema del taller, Yosune Castellano Alarcón


ADIÓS

Hoy te ví vestido de noche
envuelto en recuerdos
sonriendo al mañana
desde el sosiego.

Sentí tus manos
mirando pasar los días
diciendo sin opinar
que llegó el fin.

Oí el silencio
de tu boca seca
huyendo de la fatiga
de tus piernas frías.

Tu rostro apagado
desprende satisfacción
e ilusiones cumplidas
en el seno de la despedida.

Bajo la cerrazón
late tu ausencia
condena terrestre
abandonada a la soledad.

Yosune Castellano Alarcón
Integrante del Taller de Poesía Grupo Cero de Alcalá de Henares

domingo, 2 de julio de 2017

Homenaje a la revista "Las 2001 Noches" - poema publicado en la nº 133


VA DE CAPA CAÍDA

 
El que no lleva encima simpatía
es que lleva debajo media muerte.
Va de muerte caída por la vida.
El que no tiene risa que ponerse
es el peor mendigo de la esquina.
Es el pobre más pobre,
más sin suerte,
el que tiene camisa
y no sonrisa
que ponerse.

 
Gloria Fuertes

sábado, 1 de julio de 2017

Homenaje a la revista "Las 2001 Noches" - poema publicado en la nº 123


LA MALA SUERTE

 

 
Alguien marcó en mis manos,
tal vez hasta en la sombra de mis manos,
el signo avieso de los elegidos por los sicarios de la
desventura.
Su tienda es mi morada.
Envuelta estoy en la sombría lona de unas alas que caen y
que caen
llevando la distancia dondequiera que vaya,
sin acertar jamás con ningún paraíso a la medida de mis
tentaciones,
con ningún episodio que se asemeje a mi aventura.
Nada. Antros donde no cabe ni siquiera el perfume de la
perduración,
encierros atestados de mariposas negras, de cuervos y de
anguilas,
agujeros por los que se evapora la luz del universo.
Faltan siempre peldaños para llegar y siempre sobran
emboscadas y ausencias.
No, no es un guante de seda este destino.
No se adapta al relieve de mis huesos ni a la temperatura
de mi piel,
y nada valen trampas ni exorcismos,
ni las maquinaciones del azar ni las jugadas del empeño.
No hay apuesta posible para mí.
Mi lugar está enfrente del sol que se desvía o de la isla que se
aleja.
¿No huye acaso el piso con mis precarios bienes?
¿No se transforma en lobo cualquier puerta?
¿No vuelan en bandadas azules mis amigos y se trueca en
carbón el oro que yo toco?
¿Qué más puedo esperar que estos prodigios?
Cuando arrojo mis redes no recojo más que vasijas rotas,
perros muertos, asombrosos desechos,
igual que el pobrecito pescador al comenzar la noche
fantástica del cuento.
Pero no hay desenlace con aplausos y palmas para mí.
¿No era heroico perder? ¿No era intenso el peligro? ¿No era
bella la arena?
Entre mi amado y yo siempre hubo una espada;
justo en medio de la pasión el filo helado, el fulgor venenoso
que anunciaba traiciones y alumbraba la herida en el final de
la novela.
Arena, sólo arena, en el fondo de todos los ojos que me
vieron.
¿Y ahora con qué lagrimas sazonaré mi sal,
con qué fuego de fiebres consteladas encenderé mi vino?
Si el bien perdido es lo ganado, mis posesiones son
incalculables.
Pero cada posible desdicha es como un vértigo,
una provocación que la insaciable realidad acepta,
más tarde o más temprano.
Más tarde o más temprano,
estoy aquí para que mi temor se cumpla.
 

Olga Orozco