lunes, 30 de octubre de 2017

HABLO DE NOSOTROS - Gabriel Celaya


HABLO DE NOSOTROS


Hablo de nosotros
(no sé si es un poema),
hablo de nosotros que no somos sencillos
pero sí vulgares (como se comprende).
hablo sin tristeza (y no porque esté alegre);
sin resentimiento (mi odio es de agua fría);
hablo de nosotros y alguien debe entenderme:
hablo serenamente.

Necesito muy poco
(por ejemplo, mi tiempo);
necesito gastar dinero sin pensarlo,
besar dos o tres bocas (sin comprometerme).
necesito lo justo (superfluo si calculo),
un delirio alegre (razonable en el fondo);
necesito lo poco que nadie quiere darme,
lo mucho que es un hombre.

Pero soy blando y tonto
(¿quién al fin no llora?);
soy de fango informe que dulcemente arrastra,
de tierra que a ti me une.
Soy de miseria pura (o de amor infinito),
soy de nada, del todo que, al mirarte comprendo,
¡oh pequeño, pequeño, pegajoso, tan tierno,
tan igual a mí!.

Gabriel Celaya


domingo, 29 de octubre de 2017

CIENCIA DEL AMOR -Dámaso Alonso


CIENCIA DEL AMOR

No sé. Sólo me llega en el venero
de tus ojos, la lóbrega noticia
de Dios; sólo en tus labios, la caricia
de un mundo en mies, de un celestial granero.

¿Eres limpio cristal, o ventisquero
destructor? No, no sé... De esta delicia,
yo solo sé su cósmica avaricia,
el sideral latir con que te quiero.

Yo no sé si eres muerte o si eres vida,
si toco rosa en ti, si toco estrella,
si llamo a Dios o a ti cuando te llamo.

Junco en el agua o sorda piedra herida,
sólo sé que la tarde es ancha y bella,
sólo sé que soy hombre y que te amo.

 

Dámaso Alonso

 

sábado, 28 de octubre de 2017

LO QUE ESPERAMOS - Oliverio Girondo


 

LO QUE ESPERAMOS

 

Tardará, tardará.

 
Ya sé que todavía
los émbolos,
la usura,
el sudor,
las bobinas
seguirán produciendo,
al por mayor,
en serie,
iniquidad,
ayuno,
rencor,
desesperanza;
para que las lombrices con huecos portasenos,
las vacas de embajada,
los viejos paquidermos de esfínteres crinados,
se sacien de adulterios,
de hastío,
de diamantes,
de caviar,
de remedios.

 
Ya sé que todavía pasarán muchos años
para que estos crustáceos
del asfalto
y la mugre
se limpien la cabeza,
se alejen de la envidia,
ni idolatren la saña,
no adoren la impostura,
y abandonen su costra
de opresión,
de ceguera,
de mezquindad,
de bosta.

 
Pero, quizás, un día,
antes de que la tierra se canse de atraernos
y brindarnos su seno,
el cerebro les sirva para sentirse humanos,
ser hombres,
ser mujeres,
-no cajas de caudales,
ni perchas desoladas-,
someter a las ruedas,
impedir que nos maten,
comprobar que la vida se arranca y despedaza
los chalecos de fuerza de todos los sistemas;
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se encuentran en nosotros y no bajo la tierra.

 
Y entonces…
¡Ah!, ese día
abriremos los brazos
sin temer que el instinto nos muerda los garrones,
ni recelar de todo,
hasta de nuestra sombra;
y seremos capaces de acercarnos al pasto,
a la noche,
a los ríos,
sin rubor,
mansamente,
con las pupilas claras,
con las manos tranquilas;
y usaremos palabras sustanciosas,
auténticas;
no como esos vocablos erizados de inquina
que babean las hienas al instarnos al odio,
ni aquellos que se asfixian
en estrofas de almíbar
y fustigada clara de huevo corrompido;
sino palabras simples,
de arroyo,
de raíces,
que en vez de separarnos
nos acerquen un poco;
o mejor todavía
guardaremos silencio
para tomas el pulso a todo lo que existe
y vivir el milagro de cuanto nos rodea,
mientras alguien nos diga,
con una voz de roble,
lo que desde hace siglos
esperamos en vano.

 
Oliverio Girondo

 

viernes, 27 de octubre de 2017

CONFESIÓN - Charles Baudelaire


 

CONFESIÓN

 

Una vez, una vez tan sólo, mujer buena y dulce,
en mi brazo tu brazo suave
se apoyó (y ese recuerdo nunca palideció
en el fondo tenebroso de mi alma);

 
era ya tarde; la luna llena se mostraba
igual que una medalla nueva,
y la solemnidad de la noche fluía,
como un río, sobre París dormido.

 
Pegándose a las casas, bajo las puertas cocheras,
había gatos que furtivamente se deslizaban,
al acecho sus orejas, o cual sombras soñadas,
muy despacio nos iban acompañando.

 
De pronto, en medio de la libre intimidad
que en pálida claridad estallaba, surgió
una nota doliente y muy rara que de ti venía, hermoso
y sonoro instrumento

 
en que sólo vibra la dicha radiosa,
de ti venía, clara y alegre cual
charanga en la deslumbrante mañana,
una nota vacilante y huidiza

 
como niño endeble, horroroso, sombrío,
inmundo, deshonor de familia,
y que para que nadie le viese,
en una cueva lo hubiesen ocultado.

 
Tu nota chillona cantaba, lamentándose:
“Aquí en la tierra nada es seguro,
y siempre, por muchos afeites que lleve,
el humano egoísmo se traiciona;

 
duro oficio es el ser mujer hermosa,
semejante al trabajo banal
de la bailarina locuela e impasible
que en su sonrisa maquinal desfallece;

 
apoyarse en la bondad es inepcia;
todo es falso, amor y belleza,
hasta que el Olvido los mete en un saco
y los devuelve a la Eternidad”.

 
Muy a menudo evoqué esa luna, hechizada,
y también ese silencio y esa flojedad,
y también esa extraña confidencia
en el confesionario del corazón susurrada.

 
Charles Baudelaire

jueves, 26 de octubre de 2017

YO PERSIGO UNA FORMA - Rubén Darío


 
YO PERSIGO UNA FORMA

 

Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
el abrazo imposible de la Venus de Milo.

 
Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.

 
Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;

 
Y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.

 
Rubén Darío

 

 

 

miércoles, 25 de octubre de 2017

EN MI CUARTO, CON EL BALCÓN ABIERTO - Gabriel Celaya


 

EN MI CUARTO, CON EL BALCÓN ABIERTO

 

 

ESTAS cálidas noches, julio largo y sedante,
cuando en mi cuarto blanco paseo solitario,
con el balcón abierto, respiro cielos anchos
y me siento joven (claro que es mentira),
y me siento alegre (no podéis negarlo),
y contra el mundo entero,
contra mis deberes, y mi edad, mi cansancio,
me afirmo simplemente.

 
Sobre mis dos pies que aquí se apoyan recios
pesa un cuerpo macizo que da una sombra cierta,
se eleva mi cabeza segura y orgullosa,
brilla un sexo que apunta a un calor femenino;
digo simplemente
que soy un hombre-entero y que el serlo me basta,
soy un hombre vulgar (lo que no es poca cosa),
soy feliz como puede serlo cualquier otro.

 

 
Gabriel Celaya

 

martes, 24 de octubre de 2017

PAISAJE DE LA MULTITUD QUE VOMITA - Federico García Lorca


 
PAISAJE DE LA MULTITUD QUE VOMITA

(Anochecer de Coney Island)

 

La mujer gorda venía delante
arrancando las raíces y mojando el pergamino de los tambores;
la mujer gorda
que vuelve del revés los pulpos agonizantes.
La mujer gorda, enemiga de la luna,
corría por las calles y los pisos deshabitados
y dejaba por los rincones pequeñas calaveras de paloma
y levantaba las furias de los banquetes de los siglos últimos
y llamaba al demonio del pan por las colinas del cielo barrido
y filtraba un ansia de luz en las circulaciones subterráneas.
Son los cementerios, lo sé, son los cementerios
y el dolor de las cocinas enterradas bajo la arena;
son los muertos, los faisanes y las manzanas de otra hora
los que nos empujan en la garganta.

 
Llegaban los rumores de la selva del vómito
con las mujeres vacías, con niños de cera caliente,
con árboles fermentados y camareros incansables
que sirven platos de sal bajo las arpas de la saliva.
Sin remedio, hijo mío, ¡vomita! No hay remedio.
No es el vómito de los húsares sobre los pechos de la prostituta,
ni el vómito del gato que se tragó una rana por descuido.
Son los muertos que arañan con sus manos de tierra
las puertas de pedernal donde se pudren nublos y postres.
 

La mujer gorda venía delante
con las gentes de los barcos, de las tabernas y de los jardines.
El vómito agitaba delicadamente sus tambores
entre algunas niñas de sangre
que pedían protección a la luna.
¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Ay de mí!
Esta mirada mía fue mía, pero ya no es mía,
esta mirada que tiembla desnuda por el alcohol
y despide barcos increíbles
por las anémonas de los muelles.
 

Me defiendo con esta mirada
que mana de las ondas por donde el alba no se atreve,
yo, poeta sin brazos, perdido
entre la multitud que vomita,
sin caballo efusivo que corte
los espesos musgos de mis sienes.

 
Pero la mujer gorda seguía delante
y la gente buscaba las farmacias
donde el amargo trópico se fija.
Sólo cuando izaron la bandera y llegaron los primeros canes
la ciudad entera se agolpó en las barandillas del embarcadero.

 
Federico García Lorca
Nueva York, 29 de diciembre de 1929
De “Poeta en Nueva York”

 

 

lunes, 23 de octubre de 2017

SILENCIO - Vicente Aleixandre


SILENCIO


Bajo el sollozo un jardín no mojado.
Oh pájaros, los cantos, los plumajes.
Esta lírica mano azul sin sueño.
Del tamaño de un ave unos labios. No escucho.
El paisaje es la risa. Dos cinturas amándose.
Los árboles en sombra segregan voz. Silencio.

Así repaso niebla o plata dura,
beso en la frente lírica agua sola,
agua de nieve, corazón o urna,
vaticinio de besos, ¡oh cabida!,
donde ya mis oídos no escucharon
los pasos en la arena, o luz o sombra.


Vicente Aleixandre

De “Espadas como labios”

sábado, 21 de octubre de 2017

PAISAJE DEL EXILIO - Bertolt Brecht


PAISAJE DEL EXILIO

 

Pero también yo en la última barca
pude ver el júbilo del amanecer en el velamen
y los cuerpos agrisados de los delfines
surgir del mar del Japón.

 
Los cochecitos de caballos con arneses dorados
y los mantones rosas de las matronas
en las callejas de la Manila condenada
también el fugitivo los vio con alegría.

 
Las torres de petróleo y sedientos jardines de Los Ángeles
y los vespertinos barrancos de California y los mercados de fruta,
al enviado del infortunio
no le dejaron frío.

 
Bertolt Brecht

viernes, 20 de octubre de 2017

POR LOS HUMILDES - Germán Pardo García


POR LOS HUMILDES

 

Yo soy vuestro poeta,
seres que fecundáis
la entraña en que se hunden vuestras manos,
con zumos de sangre y de lloro.
Yo soy vuestro poeta,
¡oh seres que esperáis
la aparición de un signo fraternal,
tras el alba que enciende sus antorchas de oro!

 
Yo soy vuestro poeta,
manos esclavizadas.
Yo soy vuestro poeta,
¡oh plantas desgarradas
por el Dolor que azota los Destinos!
Vuestro labio no reta,
más, allá en donde brota el anhelo
de la liberación,
vuestros ojos exhaustos se levantan al cielo,
bajo el Dolor que azota los Destinos.

 
En la noche sin astros
mientras voces de súplica llevan los vientos,
van quedando unos rastros
cruentos…!

 
¡En la noche sin astros
hay senos que tiemblan de frío,
y labios hambrientos
que oprimen el fruto de carne, vacío..!

 
Yo soy vuestro poeta,
seres que fecundáis vuestras entrañas
con zumos de sangre y de lloro.
Yo soy vuestro poeta,
manos esclavizadas.
Yo soy vuestro poeta,
¡oh plantas desgarradas!
mas, allá, en donde brota el anhelo
de mi propia liberación,
hay un labio que  reta
y unos ojos  que ven en el cielo
signos de redención,
tras el alba que enciende sus antorchas de oro.

 
Germán Pardo García

 

 

 

 

miércoles, 18 de octubre de 2017

NO TAN ALTO - Pablo Neruda


 

NO TAN ALTO

 

De cuando en cuando y a lo lejos
ay que darse un baño de tumba.

 
Sin duda todo está muy bien
y todo está muy mal, sin duda.

 
Van y vienen los pasajeros,
crecen los niños y las calles,
por fin compramos la guitarra
que lloraba sola en la tienda.

 
Todo está bien, todo está mal.

 
Las copas se llenan y vuelven
naturalmente a estar vacías
y a veces en la madrugada,
se mueren misteriosamente.

 
Las copas y los que bebieron.
 

Hemos crecido tanto que ahora
no saludamos al vecino
y tantas mujeres nos aman
que no sabemos cómo hacerlo.

 
Qué ropas hermosas llevamos!
Y qué importantes opiniones!

 
Conocí a un hombre amarillo
que se creía anaranjado
y a un negro vestido de rubio.

 
Se ven y se ven tantas cosas.

 
Ví festejados los ladrones
por caballeros impecables
y esto se pasaba en inglés.
y ví, a los honrados, hambrientos,
buscando pan en la basura.

 
Yo sé que no me cree nadie.
Pero lo he visto con mis ojos.

 
Hay que darse un baño de tumba
y desde la tierra cerrada
mirar hacia arriba el orgullo.

 
Entonces se aprende a medir.
Se aprende a hablar, se aprende a ser.
Tal vez no seremos tan locos,
tal vez no seremos tan cuerdos.
Aprenderemos a morir.
A ser barro, a no tener ojos.
A ser apellido olvidado.

 
Hay unos poetas tan grandes
que no caben en una puerta
y unos negociantes veloces
que no recuerdan la pobreza.
Hay mujeres que no entrarán
por el ojo de una cebolla
y hay tantas cosas, tantas cosas,
y así son,  y así no serán.

 
Si quieren no me crean nada.
 

Sólo quise enseñarles algo.

 
Yo soy profesor de la vida,
vago estudiante de la muerte
y si lo que sé no les sirve
no he dicho nada, sino todo.
 

Pablo Neruda.

martes, 17 de octubre de 2017

CANCIÓN DEL DIOS DE LA FORTUNA - Bertolt Brecht


 
CANCIÓN DEL DIOS DE LA FORTUNA

 
(dedicada a M.S.)

 
 
Amigos, cuando os echo los dados
sucede que me dan escalofríos
pues al malo le basta con el nervio,
pero el sincero necesita suerte.

 
Y, siento eso así, en mi oficio
se dice, darse prisa
te estira las manos; en una pezuña
nada puedo escanciar.

 
Con mi vista engañosa
a menudo he regalado al traidor
vino y pan blanco, y comida con carne
se ha desperdiciado en ese tipo.

 
Me mato trabajando hasta que toso y sudo
y no logro hacerle feliz;
ando buscando el chiste más picante
pero él no logra reír.

 
Entre nosotros, me gusta tomar partido
a favor de los espíritus inquietos;
les regalo con una mueca un huevo podrido
y entonces encuentro a mi maestro.

 
Ay, para la vida me encanta suministrar
un barco y no sólo un puerto.
¡Amigos, no sólo no aceptéis a ningún amo,
sino tampoco a ningún esclavo!
 

Amigos, luego os haré gracias con vuestras penas
y cicatrices elegantes con vuestras heridas.
Sí, los descarados, esos
son mis clientes preferidos.
 

Amigos, soy un Dios barato
¡y hay tantos caros!
Si a ellos les sacrificáis las uvas del tarro,
¡sacrificadme a mí solo el vinagre!

 
Bertolt Brecht

 

domingo, 15 de octubre de 2017

DESEO - Luis Cernuda



DESEO


 
Por el campo tranquilo de septiembre.
Del álamo amarillo alguna hoja,
como una estrella rota,
girando al suelo viene.

 
Si así el alma inconsciente,
Señor de las estrellas y las hojas,
fuese, encendida sombra,
de la vida a la muerte.

 
Luis Cernuda

 

A UNA MADONA - Charles Baudelaire


 
A UNA MADONA

 

 
Yo quiero erigir para ti, Madona, mi amante,
un altar subterráneo en el fondo de mi angustia,
y cavar en el rincón más negro de mi corazón,
lejos del deseo mundanal y de la mirada burlona,
un nicho de azur y de oro todo esmaltado,
donde tú te erigirás, Estatua maravillosa.
Con mi Versos pulidos, enmallados por un puro metal
sabiamente constelado de rimas de cristal,
yo haré para tu cabeza una enorme Corona;
y de mis Celos, oh Mortal Madona,
yo sabré cortarte un Manto, de manera
bárbara, tieso y pesado, y forrado de sospechas,
que, como una garita, encerrará tus encantos;
no de Perlas bordado, ¡sino de todas mis Lágrimas!
Tu Ropa, será mi deseo, trémulo,
ondulante, mi Deseo que sube y que desciende,
en las cimas meciéndose, en los valles reposando,
y reviste con un beso de todo tu cuerpo blanco y rosado.
Yo te haré de mi Respeto, hermosos Escarpines
de raso, para tus pies Divinos humillados,
que, aprisionándolos en un muelle abrazo,
cual un molde fiel conservarán la impronta.
Si yo no puedo, malgrado todo mi arte diligente,
por peana tallar una Pluma de plata,
p0ndré la Serpiente que me muerde las entrañas
bajo tus talones, a fin de que tu pises y te mofes,
Reina victoriosa y fecunda en redenciones,
este monstruo hinchado de odio y de salivazos.
Tú verás mis Pensamientos, alineados como los Cirios
ante el altar florido de la Reina de las Vírgenes,
estrellando el cielorraso pintado de azul,
mirándote siempre con ojos de fuego;
y como todo en mí te quiere y te admira,
todo se hará Benjuí, Incienso, Olíbano, Mirra,
y sin cesar hacia ti, cumbre blanca y nevada,
en Vapores ascenderá mi Espíritu tempestuoso.
Finalmente, para completar tu papel de María,
y para mezclar el amor con la barbarie,
¡Negra Voluptuosidad! De los siete Pecados capitales,
verdugo lleno de remordimientos, yo haré siete Puñales
bien afilados, y, como un juglar insensible,
¡Tomando lo más profundo de tu amor por blanco,
¡Yo los plantaré a todos en tu Corazón jadeante,
en tu Corazón sollozante, en tu Corazón sangrante!
 
Charles Baudelaire

sábado, 14 de octubre de 2017

INSISTENCIA DE LLUVIA - Germán Pardo garcía


INSISTENCIA DE LLUVIA

 

Lluvia sobre la tierra. Lluvia con insistencia
de inextinguible llanto.
Al Norte, al Sur, al Este del espíritu, al hidrópico Oeste,
la vida toma la semejanza de un cementerio acuático.
El huracán emboca despedazadas cornamusas
y lanza un grito largo.
A través de la lluvia insistente
se ven pájaros
absortos  como números de un infierno de hielo.
La lluvia llueve sobre sí misma,
cual una inmensa angustia sobre un gran desamparo.
Vertiginosos arcángeles
vuelan sobre el estrago
del  mundo con un ruido de gigantescas mariposas.
La noche inunda al día con la noche y el día
se desborda en la noche diluvial sollozando.

 
La lluvia fluye densa, tenaz e innumerable.
Llueve al Sur. Llueve al Ese del espíritu y al hidrópico Norte.
Diluvio. Diluvio. Diluvio compacto,
hasta que al fin la tierra
cae humillada ante el huracán,
mientras los árboles sin raíces huyen desesperadamente
detrás de los montes que huyen,
y las palmeras se desanudan los cabellos envilecidos
como vírgenes que enloquecieron de dolor.
 

Germán Pardo García

jueves, 12 de octubre de 2017

LA MUERTE DE LOS AMANTES -Charles Baudelaire


LA MUERTE DE LOS AMANTES

 

Poseeremos lechos colmados de aromas.
Y como sepulcros, divanes hondísimos,
a insólitas flores sobre las consolas que estallaron,
siendo nuestras, en cielos más cálidos.

 
Avivando al límite postreros ardores,
serán dos antorchas ambos corazones,
que, indistintas luces, se reflejarán,
en nuestras dos almas, un día gemelas.

 
Y, en fin, una tarde rosa y azul místico,
intercambiaremos un solo relámpago,
igual a un sollozo grávido de adioses.

 
Y más tarde, un Ángel, entreabriendo puertas
vendrá a reanimar, fiel y jubiloso,
los turbios espejos y las muertas llamas.

 
Charles Baudelaire

miércoles, 11 de octubre de 2017

AL PIE DESDE SU NIÑO - Pablo Neruda


 
AL PIE DESDE SU NIÑO

 

 
El pie del niño aún no sabe que es pie,
y quiere ser mariposa o manzana.

 
Pero luego los vidrios y las piedras,
las calles, las escaleras,
y los caminos de la tierra dura
van enseñando al pie que no puede volar,
que no puede ser fruto redondo en una rama.
El pie del niño entonces
fue derrotado, cayó
en la batalla,
fue prisionero,
condenado a vivir en un zapato.

 
Poco a poco sin luz
fue conociendo el mundo a su manera,
sin conocer el otro pie, encerrado,
explorando la vida como un ciego.

 
Aquellas suaves uñas
de cuarzo, de racimo,
se endurecieron, se mudaron
en opaca substancia, en cuerno duro,
y os pequeños pétalos del niño
se aplastaron, se desequilibraron,
tomaron formas de reptil sin ojos,
cabezas triangulares de gusano.
Y luego encallecieron,
se cubrieron
con mínimos volcanes de la muerte,
inaceptables endurecimientos.

 
Pero ese ciego anduvo
sin tregua, sin paras
hora tras hora,
el pie y el otro pie,
ahora de hombre
o de mujer,
arriba,
abajo,
por los campos, las minas,
los almacenes y los ministerios,
atrás,
afuera, adentro,
adelante,
este pie trabajó con su zapato,
apenas tuvo tiempo
de estar desnudo en el amor o el sueño,
caminó, caminaron
hasta que el hombre entero se detuvo.

 
Y entonces a la tierra
bajó y no supo nada,
porque allí todo y  todo estaba oscuro,
no supo que había dejado de ser pie,
si los enterraban para que volara
o para que pudiera
ser manzana.

 
Pablo Neruda

 

 

lunes, 9 de octubre de 2017

Y NO ME DIGAN NADA - César Vallejo


 
Y NO ME DIGAN NADA

 

Y no me digan nada,
que uno puede matar perfectamente,
ya que, sudando tinta,
uno hace cuanto puede, no me digan…

 
Volveremos, señores, a vernos con manzanas;
tarde la criatura pasará,
la expresión de Aristóteles armada
de grandes corazones de madera,
la de Heráclito injerta en la de Marx,
la del suave sonando rudamente…
Es lo que bien narraba mi garganta:
uno puede matar perfectamente.

 
Señores,
caballeros, volveremos a vernos sin paquetes;
hasta entonces exijo, exijiré de mi flaqueza
el acento del día, que,
según veo, estuvo ya esperándome en mi lecho.
Y exijo del sombrero la infausta analogía del recuerdo,
ya que, a veces, asumo con éxito mi inmensidad llorada,
ya que, a veces, me ahogo en la voz de mi vecino
y padezco
contando en maíces los años,
cepillando mi ropa al son de un muerto
o sentado borracho en mi ataúd…

 
César Vallejo

 

domingo, 8 de octubre de 2017

CANCIÓN DEL PAN - Germán Pardo García



CANCIÓN DEL PAN

 

Pan nuestro,
de cada jornada, de todo momento.

 
Pan nuestro, formado
de un trigo sangriento, sembrado
en surcos de pena y rencor.
Pan nuestro que moja el dolor.
Pan nuestro con sangre amasado.

 
Yo te he visto, lejos de la alegría.
Caer entre las bocas lívidas
de los hombres que nunca han el ruego
ni en los ojos el rastro que deja la súplica.
Pan nuestro, comido ante el fuego
del tugurio, en las noches sin fin
en que azota cual látigo el viento.
 

Pan nuestro,
de cada jornada, de todo momento:
Eres sangre, eres Vida y Espíritu.
Eres sangre y espíritu nuestro.

 
Bien haya el que lejos del júbilo
te como y te llama pan único.
Bien haya el que siempre te ha hallado
en su vida, en su mano capaz
con sangre sagrada mojado.
 

Pan nuestro, que deja brotar el Dolor
en surcos de pena y rencor.

 
Bien haya el que dobla su frente hacia el surco
y te encuentra y te arranca y te amasa
y te come llamándote único,
porque, ¡oh pan doloroso, oh pan nuestro
de cada jornada y de todo momento!
¡Eres sangre, eres Vida y Espíritu!
¡Eres sangre y espíritu nuestro!

Germán Pardo García 
De “Voluntad”