LA POESÍA LLEGÓ A
LOS JÓVENES DEL IES ALONSO QUIJANO
El IES Alonso Quijano celebró sus jornadas
culturales el pasado 18 de abril. En ellas, tuvieron cabida el deporte, el
baile, el voluntariado, la pintura, el cine y también la poesía, a cargo del
Taller de Poesía Grupo Cero de Alcalá de Henares.
Conducido por el orientador del centro David Rubio
y el coordinador del taller de poesía, Carlos Fenández del Ganso, se habló de
sentimientos, de escritura, de arte y por supuesto, de poesía. Aprovechando las
jornadas culturales se presentó el poemario “Nombre de Mujer”; sus autoras
Gloria Gómez, Esther Núñez y Maribel Domínguez, integrantes del taller, leyeron
poemas del mismo a los alumnos que asistieron al Salón de Actos y también en
sus aulas.
Hubo preguntas, conversaciones entre los jóvenes y
el coordinador del taller. Después de la escucha de los poemas, varios alumnos
se enfrentaron al papel en blanco, escribiendo sus primeros versos.
Los asistentes fueron obsequiados con la revista de
poesía “Balcones de Poesía y Luna”, elaborada en el propio taller. Siendo ésta
el número 16, dedicada a Enrique Molina, poeta argentino.
El taller de Poesía de Alcalá de Henares agradece
al centro su invitación y la atención prestada.
me llevaron como el mercurio a la cumbre donde la fiebre conversa con el astro rey de la noche sobre legendarias historias de amor que nunca contaré. ¡Oh farolas de París, si tu luz no me hubiera cegado!
Mi perfil es una capa negra cosida a mano con ribetes de oro y un botón de marfil es mi carácter, custodiando la daga oculta al traficante de sueños, que osara arrancar de mis labios tu residencia en mis versos. ¡Oh París, si te hubiera conocido el siglo pasado!
Trenzas longitud cintura. Rosada tez de tersura luna. Blanco en lo sutil las manos. Y como corresponde al terciopelo tu piel era el castigo del nunca volver. ¡Oh, París, si te hubiera visitado el siglo pasado!
Pero nada de eso sucedió, las jaulas de hierro, el ferroviario destino de la pasión, la calle estrecha donde te besé de penumbra en la boca, la farola donde me fumé la vida esperando la luz intermitente del “Ya puedes subir, se fue a trabajar…” ¡Oh París, tantas cerillas consumí, el siglo pasado!
Ninguna fotografía conservo de aquel lunar tuyo cerca de la comisura donde mi sed te vencía. No hay rastros del cordel de tu corpiño, que tantas veces marcó las falanges de mis dedos hambrientos.
Nada queda de mi capa, ni de mis botas de gato atadas con un cordel de rojo amianto, maullando en la calle estrecha al reflejo de la farola, encendiendo todas las cerillas menos una. ¡Oh María! la vida me enseñó a fumar el último cigarrillo en compañía.
Carlos Fernández del Ganso De “La máquina del tiempo"