lunes, 30 de abril de 2018

VOY A ESCRIBIR UN SONETO - Gloria Gómez



VOY A ESCRIBIR UN SONETO


A los jóvenes

No os dejéis llevar por palabras huecas de esperanza,
no creáis que lejos encontraréis el pan más tierno,
ni que los que se quedan no saben de artificios;
siempre hay un precio que pagar a la patria confianza.

Que un amanecer diluye los sueños alborotados
y deja oír el canto y el gorjeo de los gorriones,
haciendo reverencia a nuevos frutos bosquejados,
trenzando estirpes olvidadas en los torreones.

Levantad la mirada con orgullo a un esplendor soberano,
tenéis la llave de cualquier horizonte, entre las manos,
y podéis caminar firmes con el semblante limpio.

Mientras, una estrella borrará el enojoso agravio,
y dejaréis de danzar como peonzas grotescas sin rumbo
plantando simientes de innovadoras cadencias en el llano.

Gloria Gómez Candanedo
Del libro: "Nombre de mujer"


domingo, 29 de abril de 2018

SI PUDIERA... - Maribel Domínguez


SI PUDIERA…

Si pudiera arrancarme las sílabas de tu nombre
que bailan en mi boca.
Deshojar tu perfume de madera y viento.
Desprender el sonido de tus versos.
Inundar de olvido la profundidad de tu mirada
si pudiera no sentirte tan adentro…
si pudiera…

Pero me muerde la noche solitaria y avarienta.
Y me duele el pecho al respirarte
sintiendo esta gran oquedad entre las piernas.
Un volcán ardiente recorre mis venas sedientas
construyendo alas de primavera.
Embriagada por el contorno de tus caricias
desato la cordura
para sumergirme en tu noche desbocada 
y devorar ese fugaz momento
que derrama placeres poblados
al roce tu piel,
al roce de nuestros cuerpos conjugados.

Maribel Domínguez Duarte
Del libro: "Nombre de mujer"

sábado, 28 de abril de 2018

MI PRIMERA JUVENTUD - Esther Núñez


MI PRIMERA JUVENTUD


Desafiando a la razón,
firme en el atrevimiento,
rasgué el alma
y emprendí mi primera juventud.

Me arrojé en un texto desconocido
de intriga y misterio,
un lugar inquietante de difícil acceso,
un enigmático pasaje donde los libros cobran vida,
y flamantes vocablos inventan una extraña caligrafía.

Refugiada en el nuevo propósito,
despeñé pensamientos en una nueva época,
este extraño suceso transformaría de nuevo la historia.

Retando al testimonio de una ideología atávica,
colmada de intenciones y con mi amuleto,
me precipite al abismo,
cargando en la mochila una mirada reciente.

Mis manos difusas, como la muerte
que llora en un desvanecido techo,
emprenderían un exótico periplo.

En la estancia las miradas cruzaban el espacio.
Una niebla envolvía el silencio de cadáveres putrefactos,
en el misterio de una volátil acequia,
los gritos raídos por el tiempo
escondían una inquietante umbría.

Con aplomo y valentía me inicié en la tarea
de recoger los desechos de una guerra,
comencé un candoroso tramo de la vida
en la encrucijada de los misterios.

Poco a poco todo se tornaba cálido,
el olor del óbito se disipaba,
los ladrillos comenzaban a desvelar su secreto
formando figuras de rostros delineados para una nueva estirpe.

El pretexto inundaba las paredes con nuevas gentes
que mostraban lo singular de aprender
jugando en otras disciplinas.

Y así me embarqué en un suceso imaginativo,
donde las palabras trazaban en la imaginación
una línea transitoria entre las cumbres
y la oquedad del mundo.

Esther Núñez Roma
De libro: "Nombre de mujer" 

jueves, 26 de abril de 2018

FOTOGRAFÍA - Gloria Gómez


FOTOGRAFÍA


Y encontré una fotografía amarilleada por el tiempo
la tez morena se iba ajando tras la estela fugaz del recuerdo,
la hondura de los ojos tenía la expresión volcánica
de la tarde sideral
y la huella de una lágrima vertida
significaba el fuego apagado en la sombra.

Y me miraba la fotografía interrogando,
cuán lejos estaba entonces
y me transmitía las palabras ahogadas en la garganta
durante las noches,
durante semanas, meses y años acodados
en la sombra de la distancia
y me revelaba unos dedos acariciando el destino
llevado al destierro.

Y pensaba: ¡cuántas veces esa fotografía
escucharía tus plegarias!
Y cómo tus sollozos iban apagando
el brillo del nácar bajo la luna
y sopesaba las tardes tras la cortina del ventanal
aullando cielos.

Y me pregunté: por qué un simple retrato
podía saber más de mi sangre, que mis propias venas,
si pronunciabas un nombre en penumbras agotadas
en las horas vespertinas y si alguna vez
implorabas la cercanía de una piel acariciando tu mirada.

Me seguía mirando esa profundidad reflejada
en los ojos de la fotografía
y a veces parecía sonreír a la yema de mis dedos,
como queriendo expresar tantos anhelos
abocados al recuerdo,
dentro de una maleta preparada
para el viaje que nunca comenzó.

Gloria Gómez Candanedo
Del libro: "Nombre de mujer"



miércoles, 25 de abril de 2018

TU NOMBRE - Maribel Domínguez Duarte


TU NOMBRE


Tu nombre:
Una palabra más, indiferente al resto.

En mi boca, tu nombre es mi desvelo más preciado,
un secreto oculto en mi pecho,
latente, vibrante
en las noches oscuras de este invierno.

Atrapo tu nombre en mis labios
torbellino de deseo envuelto:
emerge el aroma de tu piel
en cada uno de mis sentidos
recorriendo lo más íntimo de mis adentros:

Afloran sentimientos escondidos
resurgen como fruto prohibido
y navegan por los pliegues
de cada beso tuyo,
encendiendo aquel instante dorado,
fulgor de un futuro encuentro lejano ansiado,
como el bello sonido de una melodía
atrapada en la profundidad de mi memoria
tantas veces imaginada
tantas veces repetida.

Maribel Domínguez Duarte
Del libro "Nombre de mujer"


martes, 24 de abril de 2018

LOS ANTOJOS DE LA NIÑEZ - Esther Núñez Roma


LOS ANTOJOS DE LA NIÑEZ


Todos recordamos juegos de niño.
Aquel cuarto…
donde los juguetes respiraban al ritmo
de nuestro palpitante corazón
personajes animados cómplices del desamor.

La ventana que daba al jardín
hacía penetrar colores nuevos,
aroma de flores donde huye la mirada
y se pierde
sin comprender a quien amar.

Los héroes, nuestra magia,
como sacados de libros de escudería,
se hallaban en nuestras letras y caligrafía
en algún sombrero de mago
del que surgía cualquier chirigota
y  si en algún momento desaparecían
ahí estaba el hada que con su varita
en oro, todo convertía.

También teníamos esa magia guardada en un bolsillo
y la herramienta para amarrar los clavos a cualquier mesa,
con un talante exquisito, el llanto surgía,
era sencillo
y en un instante, nuestros padres en el bolsillo.

Mamá cocinaba y el perfume de la cocina
una intriga desvelaba.
Peleábamos por llevar su delantal,
ponernos los guantes y empezar a dibujar.

De todo sabíamos y entre cacharros, huevos, harina
y azúcar nos deleitábamos
era la carne cualquier excusa.

Las manos nos revelaban aquel secreto
y con los años entenderíamos que aquel amor
no era ni más ni menos
que un desengaño.

Después del embrollo ya crecía el bollo,
con asombro y sin mesura
convertíamos en circo toda la cocina.

Mamá era mía.
Todos queríamos comprarla con la paga del domingo
y con el cambio aniquilar al hermanito.
Papá, aquel ingrediente que nos sobraba al ir a la cama,
le venderíamos al mejor postor.
Le aniquilaríamos con una sonrisa de arlequín
para no dejar sospecha
y si alguien preguntaba…
tal vez fue la vecina que a menudo nos visitaba.

El primer día de escuela,
dados de la mano y sin saber hacia dónde nos dirigíamos,
emprenderíamos nuestro viaje de despedida.

Llegamos a nuestro destino.
En un instante entre murmullos de los de antes
y rodeados de gigantes,
el lobo nos acechaba.

Quisimos encontrar la moneda que nos librase del miedo,
refugiarnos del lobo y de aquel lodo de cementeras,
cambiar el rumbo de las sirenas,
comprar golosinas en la feria,
mudar la camisa al antojo de un día cualquiera,
cambiar de legado, sumar más razones,
tirar de la falda a esa señora que todo lo sabe.

Anhelábamos hablar, conversar,
comer en los tejados que dan al cielo,
reírnos a carcajadas de cualquier chiste,
escondernos en los rincones de aquella tarde
y decirles
que un niño nunca recuerda qué pregunto ayer.

Esther Núñez Roma
Del libro "Nombre de mujer"

lunes, 23 de abril de 2018

PRESENTACIÓN "NOMBRE DE MUJER"




LA POESÍA LLEGÓ A LOS JÓVENES DEL IES ALONSO QUIJANO


El IES Alonso Quijano celebró sus jornadas culturales el pasado 18 de abril. En ellas, tuvieron cabida el deporte, el baile, el voluntariado, la pintura, el cine y también la poesía, a cargo del Taller de Poesía Grupo Cero de Alcalá de Henares.

Conducido por el orientador del centro David Rubio y el coordinador del taller de poesía, Carlos Fenández del Ganso, se habló de sentimientos, de escritura, de arte y por supuesto, de poesía. Aprovechando las jornadas culturales se presentó el poemario “Nombre de Mujer”; sus autoras Gloria Gómez, Esther Núñez y Maribel Domínguez, integrantes del taller, leyeron poemas del mismo a los alumnos que asistieron al Salón de Actos y también en sus aulas.

Hubo preguntas, conversaciones entre los jóvenes y el coordinador del taller. Después de la escucha de los poemas, varios alumnos se enfrentaron al papel en blanco, escribiendo sus primeros versos.

Los asistentes fueron obsequiados con la revista de poesía “Balcones de Poesía y Luna”, elaborada en el propio taller. Siendo ésta el número 16, dedicada a Enrique Molina, poeta argentino.

El taller de Poesía de Alcalá de Henares agradece al centro su invitación y la atención prestada.


domingo, 22 de abril de 2018

DORMIDOS EXPLORAMOS - Carlos Fernández del Ganso


DORMIDOS EXPLORAMOS


Con las muñecas atadas al salario del poder
las cucharas recorren los barrotes imperiales
declamando la sed de los reclusos.

¡Eh miserable! ¿Qué vas a escribir hoy?
Queremos escuchar tus ilusiones de selva
y la utopía de los vergeles.

Una fuerza misteriosa levantó sus huesos del colchón
de hojas indígenas, con las manos sujetó una armónica
oxidada de lágrimas extranjeras y el rencor del silbo
dividió el tiempo del amor en un doble espacio.

¡Eh miserable! Deja de estirar los músculos
y continúa la historia. ¡Cuéntanos más mentiras
sobre los muertos de la noche!

Los primeros renglones se deslizan cuesta abajo
y, a veces, te lleva el viento de la novedad,
otras se arruga el pasado en la papelera.

En el patio de reclusos, el silencio acompaña
la narración del miserable.
Una tiza blanca dibuja en la pared el plan de huida.
Nadie se mueve, todos esperan el desenlace.
Los párpados vislumbran el delirio de salvación.

La multitud, susurra entre sombras y arrastrando
los pies, el carcelero mayor, con sus ciento once años
de penumbra, tararea canciones de cuna
y con paciencia de líder escucha la sentencia.

Carlos Fernández del Ganso
de "La Máquina del Tiempo"

sábado, 21 de abril de 2018

SI TE ESCRIBO DE NOCHE - Carlos Fernández del Ganso


SI TE ESCRIBO DE NOCHE

A Sigmund Freud

Si la noche escribe
una mujer extiende el pañuelo estrellado de la negritud.
Si la noche enciende su lumbre
un hombre se enamora en las ascuas del resplandor.

Si la perniciosa melodía del castigo entrase por la puerta,
ábranse las ventanas y fluya el surfactante alvéolo.
Si la sombra le habla al cuerpo sin golpearse en la frente
dude del azogue el recuerdo en espejo.

Si al sentarte a comer paga el pato el mismo adverbio
¡revisar la carta del menú!

Si amanece en tus ojos despiertos la negra toga
y la jurisprudencia protagoniza el destino
díctese por escrito la resolución.
Si la bolsa no termina de caer del cielo en tus brazos,
repleta de violetas o verdes fajos de dinero,
sea amarillo el futuro cual papel doscientas veces leído.

Si acuñado en madera de disciplina, a tu vera
cien edades se trenzan, debe ser fértil la tierra del trabajo
con su finca de letras, aromas y colores.

Si la realidad, que nunca existe, domeñando la libertad
te regala la salvación… sonríe y continúa leyendo:
“El concepto no soporta la inalterabilidad de las definiciones”.


Carlos Fernández del Ganso
De "La Máquina del Tiempo"

lunes, 16 de abril de 2018

VOLVIENDO DE PARÍS - Carlos Fernández del Ganso


VOLVIENDO DE PARÍS


Botas negras atadas con cordeles rojo amianto
me llevaron como el mercurio a la cumbre
donde la fiebre conversa con el astro rey de la noche
sobre legendarias historias de amor que nunca contaré.
¡Oh farolas de París, si tu luz no me hubiera cegado!

Mi perfil es una capa negra cosida a mano
con ribetes de oro y un botón de marfil es mi carácter,
custodiando la daga oculta al traficante de sueños,
que osara arrancar de mis labios
tu residencia en mis versos.
¡Oh París, si te hubiera conocido el siglo pasado!

Trenzas longitud cintura.
Rosada tez de tersura luna.
Blanco en lo sutil las manos.
Y como corresponde al terciopelo
tu piel era el castigo del nunca volver.
¡Oh, París, si te hubiera visitado el siglo pasado!

Pero nada de eso sucedió,
las jaulas de hierro,
el ferroviario destino de la pasión,
la calle estrecha donde te besé de penumbra en la boca,
la farola donde me fumé la vida esperando
la luz intermitente del
“Ya puedes subir, se fue a trabajar…”
¡Oh París, tantas cerillas consumí, el siglo pasado!

Ninguna fotografía conservo de aquel lunar tuyo
cerca de la comisura donde mi sed te vencía.
No hay rastros del cordel de tu corpiño,
que tantas veces marcó las falanges de mis dedos
hambrientos.

Nada queda de mi capa, ni de mis botas de gato
atadas con un cordel de rojo amianto,
maullando en la calle estrecha al reflejo de la farola,
encendiendo todas las cerillas menos una.
¡Oh María!
la vida me enseñó a fumar el último cigarrillo en compañía.

Carlos Fernández del Ganso
De “La máquina del tiempo"

jueves, 12 de abril de 2018

LA TIRANÍA DE LA LIBERTAD - Carlos Fernández del Ganso


LA TIRANÍA DE LA LIBERTAD

¡Qué imposible tu herida!
Cuando hablas se interrumpe la nunca realidad
y amanecen figuras desnudas bailando,
como haciendo, del tiempo, palabras.

¡Tirana!
Construyes elefantes, hormigas hablando
aquí en este ciempiés de cifra hueca.

Boleto que nadie vende y a todos murmura.

¡Qué libertad, señora!
Cuando falleces de martes
y pides un polvo de amor en la despedida.

¡Qué tuya la lejanía!
cuando mujer y tierra son la misma canción:
largas trenzas negras tapándome de futuro cadáver.

¿Otra vez aquí?
Brutal, eres brutal cuando se apagan todos los fuegos,
teme el bosque las sombras de blanco extremo
y el mar su destino impredecible, a tus pies.

Carlos Fernández del Ganso
De “No recuerdo el futuro”


miércoles, 11 de abril de 2018

HE VIAJADO TANTO QUE... - Carlos Fernández del Ganso

HE VIAJADO TANTO QUE…


He viajado tanto que
planté hijos sobre el mar,
hoy, son delfines
de vientre blanco
oca marinas del todo azul.
Y escribí árboles
de girón
sobre playas desnudas
mirad, qué llanura de sombra.
Y tuve libros
como sábanas,
los adoquines de mi ciudad
arropaos si queréis
son nubes sin forma definida.

Fui, os digo
fiel y balanza de orquesta.

Ahora, calma mi alma
otra sed.

¿Alguna vez de hambre
saludasteis,
estrechamente,
a un manco
su cojera religiosa?
¿Conoces alguna
bandera
sin color?
¿Algún instante has amado en los torpes
de lápiz torcido,
sus cejas de arbotante
pobladas de ignorancia?

Yo nunca quemé
un billete moneda,
ni detuve con el pecho
un tranvía ebrio
sin freno, cuesta abajo.

No conozco sin embargo
San Francisco.
Mi panadero se llama Paco,
es bajito. De harina me saluda
en las madrugadas
tras su mostrador de madera.

¿Has visitado algún
monasterio sin piedras?
¿conoces algún campanario
que no tenga un monaguillo
travieso?

Mi madre hacía croquetas
con sus manos.
Benditas manos de ocho y remolino.

Yo siempre visito los
ríos, por su margen derecha
y saludo al sol
con las palmas cerradas.
Cuido los ojos,
sólo tengo dos que me acompañan
desde niño,
bien los conozco,
ellos miran lo que no ven.

He viajado tanto que
en fotografías canto
de ironía y humor cercano.

A veces hombre taciturno
a veces mujer robada.

Carlos Fernández del Ganso
De “Diván de sueños”



martes, 10 de abril de 2018

ASÍ ES EL AMOR EN MI TIERRA - Carlos Fernández del Ganso



ASÍ ES EL AMOR EN MI TIERRA


Como oleaje en pleamar
eclipse de luna y sierra
talando océanos,
así se presentaba ella,
recodando amores de pana en
Talante quebrado y hechizos de hoguera
Mediterránea,
así, al unísono como tañido de campana añeja
blandiendo todas las urbes,
como ubre repleta de nostalgia
exhalando el aire,
badajo de la noche pidiendo cantar y canto.

Al oído me soplaba
de soslayo, como era el amor
de siembra y hoja de estaño
en su tierra.
Un amor me decía de heráldicas y blasones
de escudos acuñados
a la piedra y moho,
el amor en  mi tierra de arado
y surco, es un amor vertical
de antepasados vivos y
muertos, de guillotinas en
tobillos presos al caminar
y lenta mirada de lejanía,
así es el amor en mi tierra por labrar
cada añada de sombra y
tallo torcido al viento,
grieta de ceniza resbalando savia
en belleza de piedra y álamo.

Es un amor de puente de
ribera al lado de cruces sin
transitar, de eslabón y cerrojo
sobre las manos agrietadas y collar
de perro y bofe, un amor sin destino,
cabalgadura de adobe y timbre,
sin remite, al borde siempre de
un pozo seco y profundo.

Y mientras me narraba colores y
estancias diversas del amor,
no asomaba a su rostro ni un
jirón de tristeza, ni sombra de amargura,
ninguna arruga cruzaba dolor
en su cara limpia, abierta,
marea sosteniendo el sol.
¿Qué amor sería ese?
Tal vez me preguntaba en silencio
el amor de jabones y esencias de Oriente
lejanos y entrañables a la par;
ubicados frente a palacio o en
urnas cubiertas de ceremonial festín
sobre bandejas de plata,
o quizás un amor de ciprés, firme sombra en alargada figura
sobre todos los caminos,
girando en derredor según pidiera el día
o un amor de campanilla y horno
humeando cada noche mantel y leña
para convexas tripas de hambre y honor.

Su amor, descubrí con el paso
de los años y hojas,
era un amor de aroma, de oído cincelado
al poema,
de traidor de ancestros,
de campanario y soldado,
de labriego de libros,
un amor de amor y templanza,
de renglón y caída libre,
desvirgador de blancuras e inmaculado
crimen de lo nuevo,
un amor desterrado de vejez y
púber,
de tiza y solapa angulosa
de flor en solapa y tiza de pizarra
de pizarra y teja y flor
en balcones y veredas,
un amor de hombre y mujer
de tiza y barro,
un amor de mujer y hombre
de leña y fuego
tallado al calor de la poesía.

Carlos Fernández del Ganso
De “Atravesando sombras”

lunes, 9 de abril de 2018

SORTILEGIOS DEL AYER - Carlos Fernández del Ganso


SORTILEGIOS DEL AYER

Prestamos los cuerpos
a las palabras
y se hizo el amor;
ellas libres,
ajustaron la piel
resbalando olores
en cada rincón,
a una melodía nunca escrita.

Nos crearon
sílabas y acentos,
suspiros
en el desencuentro,
y caímos
profundos sueños del edén,
en locos sortilegios del ayer.

Prestamos nuestros cuerpos
y dejando de poseerlos,
encontraron esqueleto
al néctar de la pasión.
Rompimos, sin freno,
tierra adentro,
maremotos del aire
en cíclopes de terrón
y se hizo el amor.

Carlos Fernández del Ganso
De “Contando piedras”


domingo, 8 de abril de 2018

CREDO - Gabriela Mistral


CREDO


Creo en mi corazón, ramo de aromas
que mi Señor como una fronda agita,
perfumando de amor toda la vida
y haciéndola bendita.

Creo en mi corazón, el que no pide
nada porque es capaz del sumo ensueño
y abraza en el ensueño lo creado:
¡inmenso dueño!

Creo en mi corazón, que cuando canta
hunde en el Dios profundo el flanco herido,
para subir de la piscina viva
recién nacido.

Creo en mi corazón, el que tremola
porque lo hizo el que turbó los mares,
y en el que da la Vida orquestaciones
como pleamares.

Creo en mi corazón, el que yo exprimo
para teñir el lienzo de la vida
de rojez o palor y que le ha hecho
veste encendida.

Creo en mi corazón, el que en la siembra
por el surco sin fin fue acrecentado.
Creo en mi corazón siempre vertido
pero nunca vaciado.

Creo en mi corazón en que el gusano
no ha de morder, pues mellará a la muerte;
creo en mi corazón, el reclinado
en el pecho de Dios terrible y fuerte.

Gabriela Mistral

viernes, 6 de abril de 2018

Presentación poemario "La Máquina del Tiempo"

 
La editorial GRUPO CERO os invita a la presentación del poemario,
LA MÁQUINA DEL TIEMPO,
Autor: Carlos Fernández del Ganso.
Os esperamos en una tarde de poesía y algunas sorpresas.

miércoles, 4 de abril de 2018

TESTIGOS PERDIDOS - Enrique Molina


TESTIGOS PERDIDOS



Óyeme:
Criatura de pasión y abandono con labios de mil noches que
no quieren morir
dilapidada ante la esfinge del pan y del agua
de un país lacerado por la memoria
de adiós en adiós de sombra en sombra la ruta se prolonga
hasta las islas somnolientas de tu cuerpo
Las mejillas doradas y la increíble maleta sobre la tierra
entre las comisuras del hotel
Tantas frases de pasión y de odio
Y en la playa las pescadoras bajo sus trenzas chorreantes
bañándose en el amanecer
Con el escalofrío de sus toscas camisas
Una blanca águila de espumas con senos palpitantes para las
leyendas del viento
En la impalpable mutación de mi sangre
Faz intrusa de la bahía espiando desde el balcón nuestros
amores sobre el petate
Y tú mi ciencia de extravío
Haciendo desaparecer esos personajes de la extrema alegría
en las ceremonias ambiguas
Que ligan la tierra y el sueño
Los ídolos vagabundos que sustentaron mi fanatismo y
mi debilidad

Óyeme:
Perdida hechicera del perfume del viento en la estación
inconmensurable
En el perpetuo conflicto
De beso y ausencia de agonía y furor
Más allá de la parálisis en tu cueva de llamas abrías el jardín
del desayuno entre las sábanas
Y el pozo blanco y sin fondo del pan en la espesura matinal
de los besos
El talud ha desparecido pero en lo profundo de un reino sin tregua
Yo hubiera querido seguir balbuceando ante los restos de un
amor devorador
Yo con una manzana nefasta y labios de forajido
Cada ribera deshaciéndose cada pájaro de paso cada sonrisa
con la noche cada objeto en pleno vuelo
Instalados como el infierno en una belleza insalvable

Óyeme:
Gran sombrero de paja en llamas del pequeño vendedor de
mangos en la escollera
Mercaderías fáusticas altares de la costa
Con fuego y polvo han sido creados estos huacos de
imágenes obscenas que sellan vínculos meteóricos
La ciega dulzura de estar vivo en un circo de formas feroces
modificadas a cada latido mientras camino a lo largo de
los médanos con el pecho constelado por un oro
demoníaco.
Ese irrisorio antro de cinc de la Aduana deja pasar
sin embargo tanta miseria
Tanta mirada ausente
Para esas almas de escándalo que desarraigan a sus hombres
con magias confusas
Mordiendo sus lenguas
Con apariciones de voz negra que hablan un idioma
encarnizado y húmedo de equinoccio

Óyeme:
Sexo azul de mujer cuando impones tu autoridad y tu fuerza
en cualquier límite de estrellas
Entre los movimientos del verano y las sorpresas de una tierra
que entrega sus secretos
A la luz del delirio
Oh amante desconocida apostada en los más altos vientos a
mi espera
Hacia la irrealidad y la decrepitud
Pero aún prisionera de estos veloces vuelos de alacranes

Vosotros sois testigos –mujer de antaño virando hacia
otras dichas
Paisajes tatuados sosías sin identificación ni esperanza
inventario de viejos sortilegios de mi vida—de que algo
inmenso y devastador
Como una lámpara que se desborda
Como el diálogo de un dios con el huésped de un burdel del
olvido
Sobrepasaba instante por instante mi ser oscuro
El terror
El ansioso torbellino de venas de un hombre desconcertado
por la presión de su aliento

Enrique Molina

martes, 3 de abril de 2018

DIÁLOGO ENTRE VENUS Y PRÍAPO - Rafael Alberti



DIÁLOGO ENTRE VENUS Y PRÍAPO


Príapo:
…Despierta, sí, cerrada
Caverna de coral. Voy  por tus breñas,
Cabeceante, ciego, perseguido.
Ábrete a mi llamada
al mismo sueño que en tu gruta sueñas.
Tus rojas furias sueltas me han mordido.
¿Me escuchas en lo oscuro?
sediento, he jadeado las colinas
y descendido al valle donde empieza
el caminar más duro,
pues todo, aunque cabellos, son espinas,
montes allí rizados de maleza.
¿Duermes aún? ¿No sientes
cómo mi flor, brillante y ruborosa
la piel, extensa y  alta se desnuda,
y con labios calientes
–coral los tuyos y los míos rosa—
besa la noche de tus labios muda?
¡Despierta!...

Venus:
¿Quién me nombra?
¿quién persigue mis óleos seminales,
quién mi gruta de sombra
y navegar oculto mis canales?

Príapo:
Quien solamente puede y se desvela,
levantado por ti, de noche y día,
se atiranta en candela
y no se dobla hasta que el mar lo enfría
¡Deja que te contemple!

Venus:
Que te mire
déjame a mí también.? Siempre eres bello!

Príapo:
¡Déjame que en tus selvas te respire!

Venus:
¡Que me despeine en tu robusto cuello!

Príapo:
¿Por qué dormías?

Venus:
Todo era fingido.
Mi dormir no era más que desearte.
Tú alzas mi sueño cuando estás dormido.
Nací tan sólo para levantarte.

Príapo:
¡Oh noche clara!

Venus:
¡Oh clara la luna llena!
¡Rayo directo que me inundas!

Príapo:
Eres taza de espuma azul,
concha marina,
alga abierta en la arena,
paraíso de sal de las mujeres
secreto erizo que en la mar trasmina.
Golfo nocturno, ábrete a mí, bañadas
del más cálido aliento tus riberas.
Sabes a mosto submarino, a olas
en vivientes moluscos despeñadas,
a tajamares, soles de escolleras
ya rumor de perdidas caracolas.
Sabes también…

Venus:
Repósate un momento…

Príapo:
El reposar es mi mayor tristeza.

Venus:
También yo quiero repetir al viento
toda mi admiración por tu grandeza.

Príapo:
Hincho las velas. Habla.

Venus:
Eres trinquete,
palo mesana… torre indagadora
y, ardido del más rojo gallardete,
cresta de gallo al despuntar la aurora.
Sales de un bosque, lanza o jabalina.
Redondos aramboles, de espejuelos
te alumbran cuando  cazas.
Pende en los dos la gloria masculina.
Llenas las nubes, los cargados cielos
rebosan de sus tazas.

Príapo:
¡Oh, ven más cerca! ¡Ven!

Venus:
¡No! No me riegues,
amor, de blancos copos todavía.
Guarda, mi bien, esas nevadas flores
hasta que al fin me llegues
a lo más hondo de cueva umbría
con tus largos y ocultos surtidores.

Príapo:
¿Qué quieres más?

Venus:
Anhelo que me cantes
cosas que faltan. Mis alrededores
prometen sima al sur y el norte cumbres.

Príapo:
Hacia ellas van mis rayos penetrantes,
su flor certera, sus certeras lumbres.

Venus:
¿Qué ves, qué me iluminas?

Príapo:
¡Oh precipicio, oh noche bordeada
de oscuridad también! ¡Despeñadero
que hacia las sombras sólo me encaminas!
Te miro y más se hunde mi mirada.
Si la dicha es redonda, está en tu cero.

Venus:
Pasa a los altos, sube a los alcores… ¿qué ves ahora, dime?

Príapo:
Un baluarte
de clavel y de nieve a cada lado.
¡Oh fortalezas” ¡Claros miradores
para clavar en ellos mi estandarte
y descender al bosque enamorado!

Venus:
Dime si escondes para mi ventura
cosas que acaso yo no sepa.

Príapo:
Escondo,
también allá en lo hondo
de una caverna oscura,
de blancas y mordientes
almenas vigiladas,
una muy  dulce y de humedad mojada
cautiva…

Venus:
Yo prosigo. Son los dientes
los que fijos la rondan y dan vela.
También yo otra cautiva
como la tuya aguardo. ¿No la sientes?
A navegar sobre propia estela
mírala aquí dispuesta, siempre viva.

Príapo:
¡Oh encendido alhelí, flor rumorosa!
Deja que tu saliva  
de miel, que tu graciosa
corola lanceolada de rubíes
mojen mi lengua, ansiosa
de en la tuya mojar mis carmesíes.

Venus:
¡Flor contra flor!

Príapo:
¡Qué blandos oleajes
ya por mis flancos tu alhelí resbala!

Venus:
Gira la noche…

Príapo:
Cantan los cordajes…

Venus:
Cambia el viento… Dan vuelta los paisajes…

Príapo:
Y hace en tus labios mi navío escala,
mientras tu fuente oculta, prisionera
de mi boca, entreabriendo
su dócil ya y sumisa enredadera,
dulce y quejosamente va fluyendo.

Venus:
¡Oh bonanza!

Príapo:
¡Oh tranquilo
descanso ahora! ¡Calmas, aunque plenas,
nuncios ya de los hondos y más duros
combates!

Venus:
¡Desflecadas, hilo a hilo,
tus espumas descienden mis almenas.

Príapo:
Tus arroyos y peces más oscuros
me corren por los labios todavía.

Venus:
Un sabor a jazmín me permanece
ya tallo donde nada antes crecía.

Príapo:
A tallo que por ti de nuevo crece.

Venus:
¡Oh asombro! ¡Prodigiosa,
mágica fuerza!

Príapo:
¡Abismo que me atrae!

Venus:
¡Oh cima misteriosa!

Príapo:
¡Cima que sólo en ese abismo cae!

Venus:
Qué mármol jaspeado!
¡Pálida, arquitectónica belleza!
¡Qué alto fuste estriado
de azules ríos! ¡Capitel armado
para elevar el mundo en su cabeza!

Príapo:
Avanzo ya.

Venus:
La noche abrasa.

Príapo:
Gotas
de esperma verde tiemblan los luceros.

Venus:
Las dehesas remotas
de la luna, sus albos ventisqueros
se llenan de bramidos.
Del cielo penden signos genitales.
La Vía Láctea rueda sus henchidos
torrentes de amorosos sementales

Príapo:
Gruta sagrada, toco tus orillas.
Abre tus labios ya, siénteme dentro.

Venus:
¡Oh maravilla de las maravillas!
¡Luz que me quema el más profundo centro!

Príapo:
Se confunde los bosques, las lianas
se juntan y conmueven,
en el pomar revientan las manzanas
y en el jardín copos de nardos llueven.

Venus:
¡Qué bien cubres mis ámbitos! Sus muros
¡cómo me los ensanchas y los llenas!
¡Qué pleamar, qué viento acompasados!

Príapo:
Jaca y jinete, unísonos, seguros,
galopan de corales y de arenas
y de espumas bañados.

Venus:
Detente, amor. No infundas ese aliento
tan rápido a las brisas. Aminora
un poco el paso. Da a tu movimiento
un ritmo nuevo ahora.

Príapo:
Pondré en mis alas un volar más lento.

Venus:
¡Dulce vaivén! Rezuman mis paredes
las más blandas esencias.

Príapo:
Desasidas de sus más hondas redes,
ya mis médulas saltan encendidas.

Venus:
Ten más el freno.

Príapo:
¿El freno? Querencioso,
mi caballo se pierde a la carrera.

Venus:
Sigo también su galopar furioso,
antes que derramado en mí se muera.

Príapo:
¡Amor!

Venus:
¡Amor! La noche se desvae.
Nos baña el mar. ¡Oh luz! El mundo canta.
Cae la luna… El viento…

Príapo:
Todo cae
cuando el gallo del hombre se levanta.

Rafael Alberti