sábado, 29 de junio de 2013

Poemas del recital 23 de junio de 2013

La noche en la isla
Toda la noche he dormido contigo
junto al mar, en la isla.
Salvaje y dulce eras entre el placer y el sueño,
entre el fuego y el agua.

Tal vez muy tarde
nuestros sueños se unieron
en lo alto o en el fondo,
arriba como ramas que un mismo viento mueve,
abajo como rojas raíces que se tocan.

Tal vez tu sueño
se separó del mío
y por el mar oscuro
me buscaba
como antes
cuando aún no existías,
cuando sin divisarte
navegué por tu lado,
y tus ojos buscaban
lo que ahora
—pan, vino, amor y cólera—
te doy a manos llenas
porque tú eres la copa
que esperaba los dones de mi vida.

He dormido contigo
toda la noche mientras
la oscura tierra gira
con vivos y con muertos,
y al despertar de pronto
en medio de la sombra
mi brazo rodeaba tu cintura.
Ni la noche, ni el sueño
pudieron separarnos.

He dormido contigo
y al despertar tu boca
salida de tu sueño
me dio el sabor de tierra,
de agua marina, de algas,
del fondo de tu vida,
y recibí tu beso
mojado por la aurora
como si me llegara
del mar que nos rodea.

Pablo Neruda
Del libro "Los Versos del Capitán"
Poema leído por Maribel Domínguez Duarte

Poemas del recital 23 de junio de 2013


Los Cobardes

Hombres  veo que de hombres
sólo tienen, sólo gastan
el parecer y el cigarro,
el pantalón y la barba.

En el corazón son liebres,
gallinas en las entrañas,
galgos de rápido vientre,
que en épocas de paz ladran
y en épocas de cañones
desparecen del mapa.

Estos hombres, estas liebres,
comisarios de la alarma,
cuando escuchan a cien leguas
el estruendo de las balas,
con singular heroísmo
a la carrera se lanzan,
se les alborota el ano,
el pelo se les espanta.

Valientemente se esconden,
gallardamente se escapan
del campo de los peligros
estas fugitivas cacas,
que me duelen hace tiempo
en los cojones del alma.

¿Dónde iréis que no vayáis
a la muerte, liebres pálidas,
podencos de poca fe
y demasiadas patas?
¿No os avergüenza mirar
en tanto lugar de España
a tanta mujer serena
bajo tantas amenazas?[…]

Solos se quedan los hombres
al calor de las batallas,
y vosotros lejos de ellas,
queréis ocultar la infamia,
pero el color de cobardes
no se os irá de la cara.

Ocupad los tristes puestos
de la triste telaraña.
sustituid a la escoba,
y barred con vuestras nalgas
la mierda que vais dejando
donde colocáis la planta.

Miguel Hernández
Del libro “Vientos del pueblo”
Poema leído por Gloria Gómez

Fotos del recital 23 de junio de 2013



















































Poemas del recital 23 de junio de 2013


Grito Hacia Roma
(Desde la torre del krysler Building)
              
Manzanas levemente heridas
por los finos espadines de plata,
nubes rasgadas por una mano de coral
que lleva en el dorso una almendra de fuego,
peces de arsénico como tiburones,             
tiburones como gotas de llanto para cegar una multitud,
rosas que hieren             
y agujas instaladas en los caños de la sangre,
mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos             
caerán sobre ti. Caerán sobre la gran cúpula
que untan de aceite las lenguas militares             
donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma
y escupe carbón machacado             
rodeado de miles de campanillas.

Porque ya no hay quien reparta el pan ni el vino,
ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,             
ni quien abra los linos del reposo,
ni quien llore por las heridas de los elefantes.
No hay más que un millón de herreros             
forjando cadenas para los niños que han de venir.
No hay más que un millón de carpinteros             
que hacen ataúdes sin cruz.
No hay más que un gentío de lamentos
que se abren las ropas en espera de la bala.
El hombre que desprecia la paloma debía hablar,
debía gritar desnudo entre las columnas,             
y ponerse una inyección para adquirir la lepra
y llorar un llanto tan terrible             
que disolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante.
Pero el hombre vestido de blanco             
ignora el misterio de la espiga,
ignora el gemido de la parturienta,             
ignora que Cristo puede dar agua todavía,
ignora que la moneda quema el beso de prodigio             
y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.

Los maestros enseñan a los niños             
una luz maravillosa que viene del monte;
pero lo que llega es una reunión de cloacas             
donde gritan las oscuras ninfas del cólera.
Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas sahumadas;
pero debajo de las estatuas no hay amor,             
no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo.
El amor está en las carnes desgarradas por la sed,             
en la choza diminuta que lucha con la inundación;
el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre,
en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas
y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.
            
Pero el viejo de las manos traslucidas
dirá: amor, amor, amor,             
aclamado por millones de moribundos;
dirá: amor, amor, amor,
entre el tisú estremecido de ternura;
dirá: paz, paz, paz,             
entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita;
dirá: amor, amor, amor,             
hasta que se le pongan de plata los labios.

Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto,             
los negros que sacan las escupideras,
los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los directores,
las mujeres ahogadas en aceites minerales,             
la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,
ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,             
ha de gritar frente a las cúpulas,
ha de gritar loca de fuego,             
ha de gritar loca de nieve,
ha de gritar con la cabeza llena de excremento,             
ha de gritar como todas las noches juntas,
ha de gritar con voz tan desgarrada             
hasta que las ciudades tiemblen como niñas
y rompan las prisiones del aceite y la música,             
porque queremos el pan nuestro de cada día,
flor de aliso y perenne ternura desgranada,             
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos para todos.
Federico García Lorca

Del libro "Poeta en Nueva York"·
Poema leído por Gloria Gómez

Poemas del recital 23 de junio de 2013

Mi Madre

Mi madre es esa niña sin padre y sin muñeca
que nos hizo la carne y el alma del verano.
Usa vestidos serios y ya no toca el piano,
pero aquí en nuestra casa ha sembrado una areca.


Propietaria de todos los pañales del mundo,
por jugar con nosotros se olvidó de ir a misa;
y ya veis: le ha salido una iglesia en la risa.
Su delantal es sabio como un libro profundo.


Con las tijeras quiere cortarme penas hondas.
Hace guisos humildes y caricias redondas,
y se arruga despacio como una ilusión.


Mi madre es esa única criatura diferente
que para darme un beso raro y resplandeciente
me ha zurcido la herida que llaman corazón.


Carilda Oliver Labra
Poema leído por Esther Núñez

viernes, 28 de junio de 2013

Poemas del recital 23 de junio 2013


Mano Entregada

Pero otro día toco tu mano. Mano tibia...
Tu delicada mano silente. A veces cierro
mis ojos y toco leve tu mano, leve toque
que comprueba su forma, que tienta
su estructura, sintiendo bajo la piel alada el duro hueso
insobornable, el triste hueso adonde no llega nunca
el amor. Oh carne dulce, que sí empapa del amor hermoso.

Es por la piel secreta, secretamente abierta,
invisiblemente entreabierta,
por donde el calor tibio propaga su voz, su afán dulce;
para rodar por ellas en tu escondida sangre,
como otra sangre que sonara oscura,
que dulcemente oscura te besara
por dentro, recorriendo despacio como sonido puro
ese cuerpo que resuena mío, mío poblado de mis
                                                                voces profundas
¡oh resonado cuerpo de mi amor!, ¡oh poseído cuerpo!,
¡oh cuerpo sólo sonido de mi voz poseyéndole!

Por eso, cuando acaricio tu mano, sé que sólo el hueso rehúsa
mi amor -el nunca incandescente hueso del hombre-.
Y que una zona triste de tu ser se rehúsa,
mientras tu carne entera llega un instante lúcido
en que total flamea, por virtud de ese lento contacto
                                                                     de tu mano,
de tu porosa mano suavísima que gime,
tu delicada mano silente, por donde entro
despacio, despacísimo, secretamente en tu vida,
hasta tus venas hondas totales donde bogo,
donde te pueblo y canto completo entre tu carne.


Vicente Aleixandre
Poema leído por Maribel Domínguez Duarte

jueves, 27 de junio de 2013

Poemas del recital 23 de junio de 2013


Lo Digo Antes de que me lo Pregunten

Lo digo antes de que me lo pregunten
Estoy impresionado, lo que pasa en el mundo
me sobrepasa.
Hay días que no se escucha
otro ruido que el fragor de las batallas.
La música es el llanto de un niño
pidiendo pan.
Sólo amo la piedra que me protege
de las balas enemigas.
El hombre actual sólo desea
tener un arma
más poderosa que el enemigo.
El hombre actual quiere ser Dios
más no consigue tanto.

Para imponer el bien utiliza el mal,
todo lo perverso, los asesinatos.

Para imponer el bien olvida la belleza
y con la libertad hace una bandera
para luchar contra la libertad.

Vivo un poco impresionado
y, sin ser pesimista, puedo asegurar
que el hombre ya no puede dormir,
lo persiguen aviones incendiarios,
mapas extravagantes de ciudades
secretamente ocultas en la piedra.

Lo persigue el aliento de un tigre,
debajo de las sábanas, en el aire.

Lo persigue su odio, el odio de las víctimas
y no puede dormir porque en las noches,
el odio de los asesinos lo persigue.

Y nunca está tranquilo
ni cuando come, ni cuando vomita.

A veces está tranquilo con su amada,
atravesando el domingo en sobremesa
y desde la televisión, previo consenso,
le envían un misil súper-inteligente
que sólo mata niños jugando en la vereda
o madres distraídas en el supermercado
o a los pobres ancianos en la silla de ruedas.

Miguel Oscar Menassa
Poema leído por Gloria Gómez

miércoles, 26 de junio de 2013

Poemas del recital 23 de junio 2013

Insomnio

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
                                                       (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo
en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros,
o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán,
ladrando como un perro enfurecido,
fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios,
preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad
                                                                                             de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?


Dámaso Alonso
del libro "Hijos de la Ira"
Poema leído por Esther Núñez

martes, 25 de junio de 2013

Poemas del recital 23 de junio 2013

La Vida es una Hora

La vida es una hora,
apenas te da tiempo a amarlo todo
a verlo todo.
La vida sabe a musgo,
sabe a poco la vida si no tienes
más manos en las manos que te dieron.
Al final escogemos un lugar peligroso,
un pretil, una vía,
la punta de un puñal donde pasar la noche.

Gloria Fuertes
Poema leído por Esther Núñez

Poemas del recital 23 de junio 2013


Elegía para decirme

Yo le recuerdo aquí: donde me duele
el color que le trajo a mi esperanza;
y le recuerdo aquí porque soy triste
y ya no puedo echarme entre sus lágrimas.

¿Qué corazón saldría de este insomnio
si yo supiera ser una muchacha;
si no me pareciera tanto a mis ojeras,
ni a esta tarde de invierno, así doblada!

Pero me acuerdo aquí de que anda lejos
el que vivió a la vuelta de mi espalda.
Me acuerdo de su nombre perezoso
que casi no quería ser palabra.
Me acuerdo de su risa mal abierta
riñéndole por dentro a la mirada,
y de su frente que crecía;
y de su voz inútil como el alba
y de un secreto que quedó inconcluso
aquel domingo en que amó la nada.

¿Qué corazón saldría de este insomnio
si yo supiera ser una muchacha!
Pero me duele aquí, donde me canso,
aquel hombre agobiado por crisálidas.
Pero me duele aquí, donde soy sola,
esta verdad metida entre dos alas.
Qué corazón saldría de este insomnio...

Pero soy todo el blanco que se acaba,
y no me porto bien con la alegría
por lo que traigo al sur de mi garganta.


Carilda Oliver Labra
Poema leído por Maribel Domínguez Duarte

Poemas del recital 23 de junio 2013


Las Abarcas Desiertas


Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda la gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y un mundo de miel.

Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.

Miguel Hernández
Poema leído por Gloria Gómez


Poemas del recital 23 de junio 2013

Me Duele el Alma

Me duele el alma más aún que el cuerpo
me decía un leproso enamorado;
me duele allí, allí en el costado
del mar donde mi amor habita.
Me duele la distancia, es infinita
para mí ya sin piernas desahuciado
me duele más su pena que mis costras
me duele más la suya que mi cortada mano.

Gloria Fuertes
Poema leído por Esther Núñez

sábado, 22 de junio de 2013

Leído en el taller

CRECIENDO ME FUI DANDO CUENTA

Creciendo me fui dando cuenta
que vivir no era suficiente.

En principio comencé por cambiar
algunas horas de mi vida
por algunas palabras.
Esas cuestiones del sexo y del oro
de la pequeña y simpática libertad
de la política sombría.

Las palabras se unían unas a otras
como pesadas redes
y en esa soledad fue necesario amar
conocer el amor
amar el amor
ser para el amor
como si el amor fuera uno mismo.

Matarse por amor.

Envolverse en la tristeza
de un crimen por amor.

Soñar y ser soñado
siempre por la misma persona
y tener la valentía por amor
de despeñarse
por el desfiladero de las sombras
cada vez que lo amado deje de soñar.

Y el amor con tanta locura
trae el movimiento de los astros.
Soles quietos
enamorados de bailarinas lunas
lunas ciegas
bailando por la obligación del amor.

Después aún
entregando otras horas de mi vida
ingresé en el cosmos.

Los soles quietos giraban a su vez
alrededor de otras cadenas.
La luz
era sólo el reflejo de su búsqueda.


Miguel Oscar Menassa
Poema leído por Gloria Gómez

jueves, 20 de junio de 2013

Leído en el taller


Cuento
Yo era débil,
rubia, poetisa, bien casada.
Tenía deudas
y una salud de panetela blanca.
Hicimos una casa pobremente,
muchas ventanas:
para enseñar nuestros besos a las nubes,
para que el sol entrara.

La casa era tan bella
que tú nunca dormías.
Ya no eras abogado ni poliomielítico
ni nada.
Nunca dije:
¿cuándo vas a poner esa demanda?
porque yo tampoco
cocinaba.

Fueron días
como no quedan otros en las ramas.
Yo me empeñaba en sembrar algo en el patio:
tus gatos lo orinaban,
pero era tan feliz que no podía
decir malas palabras.
Ay, una tarde...
( Septiembre tomó parte en la desgracia ),
Ay, una tarde
( Dios estaría sacando crucigramas );
ay, una tarde
pusiste tantas piedras en mi saya
que desde entonces
ando inventándome la cara.
El cuchillo
tenía la forma de tu alma;
yo quería ser otra, hablar de las estrellas...
( sobraron noche y cama ).
Yo me empeñaba en sembrar algo en tu pecho:
tus gatos lo orinaban,
y era tan infeliz que no podía
decir buenas palabras.

Tarde en otoño.
Miré las sábanas amargas,
el jarro de la leche,
las cortinas,
y el crepúsculo me convirtió en su mancha.
( Yo era un clavel podrido de repente,
un canario botado ).
Con empujones que lo gris me daba,
entre temblores,
volví a la falda
de mi madre.

Pasaron tantas cosas
mientras yo me bebía la soledad a cucharadas...

Un viernes
-un viernes en que tu olvido me enterraba-
llegué a la esquina
deja casa.
Estaba allí como una tumba diferente,
se veía otra luz por las ventanas.
Tuve miedo de odiar...
(Ya era hasta mala).

Pasaron tantas cosas;
el tiempo fue cosiendo mi mirada.

Ahora no pueden asustarme con los truenos
porque la luz me alza.
Ahora no pueden confundirme con un libro.
Soy la palabra recobrada.
¡Ríanse,
agujas que en mi carne se desmandan;
ríanse,
arañas que me tejen la mortaja;
ríanse,
que a mí, también, carajo, me da gracia!


Carilda Oliver Labra
Poema leído por Maribel Domínguez Duarte

miércoles, 19 de junio de 2013

Leído en el taller

Linda Regia

¡Linda regia! Pasan tus ojos, cual pasan
Dos hostias divinas en rito estelar;
Cual dos querubines azules me abrazan;
¡yo al verlos tan puros, me pongo a llorar!

Las frases que hilvanas paseando, traspasan
Como puñalitos de luz, mi pesar…
¡Pasan mi tristeza tus frases, cual pasan
Lirios melodiosos lo amargo del mar!

En tu veste hilada de gracia canela,
Tu perfil risueño luminoso riela,
Como haz de luna sobre un haz de miel.

Y al ver que abandonas al pobre poeta,
Llora un dulce ocaso la triste retreta,
¡y en mis labios lloran silencios de hiel!

César Vallejo
Poema leído por Esther Núñez

domingo, 16 de junio de 2013

Poema leído en el taller


¡Y SI DESPUÉS DE TANTAS PALABRAS…

¡Y si después de tantas palabras,
No sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
No sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
Que se lo coman todo y acabemos!

¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡Levantarse del cielo hacia la tierra
Por su propios desastres
Y espirar el momento de apagar con su sobra su
                        Tiniebla!
¡Más valdría, francamente,
Que se lo coman todo y qué más da!...

¡Y si después de tánta historia, sucumbimos,
No ya de eternidad,
Sino de esas cosas sencillas, como estar
En la casa o ponerse a cavilar!
¡Y si luego encontramos,
De buenas a primeras, que vivimos,
A juzgar por la altura de los astros,
Por el  peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
Que se lo coman todo, desde luego!

Se dirá que tenemos
 En uno de los ojos mucha pena
Y también en el otro, mucha pena
Y en los dos, cuando miran, mucha pena…
Entonces… ¡Claro!... Entonces… ¡ni palabra!

Cesar Vallejo
Poema leído por Gloria Gómez

jueves, 13 de junio de 2013

Poema leído en el taller


Vísperas de boda

Voy perdiendo los días de estar sola conmigo,
los días recién buenos ahora descubiertos,
ahora que se van,
y una tristeza hija de mi tristeza grande
me borra lentamente las ganas de soñar;
y nace como un miedo,
un miedo a ser distinta, un miedo a ser normal,
un miedo a ser como otras: calladas y domésticas,
bondadosas, saludables quizás;
un miedo contra esposos, contra cortinas puestas,
un miedo incontenible de tener un dedal.

No sé de qué me escondo, de qué males escapo
ni qué lágrima extraña me llama desde el mar;
pero es que quiero ahora tener el mundo dentro,
volverme sólo tinta sobre el papel cordial,
caer como centella, parir como una araña
y amar, amar, amar.
Pero es que quiero ahora cubrirme con la noche,
crecer en la ternura, ser astro o animal
pues brama el infinito sobre mi propia carne
y siento como un beso de la inmortalidad.

Cuando tomo la pluma ya estoy acompañada
de alguna estrella absurda que no se va a apagar;
así, llena de gente, de historias increíbles,
de ramos de violetas,
de duendes que no hablan, de nubes y retratos
me reúno conmigo como algo natural.
Todo me deja entonces lejana, distraída,
especialmente tonta,
y a veces en la cama puedo no ser verdad.
Y estoy casi feliz y apenas me sonrío,
bailando como lluvia y amable como el pan...
Por eso en estas vísperas del día de mañana
(adiós, mi libertad)
hago como quien rompe promesas y contratos
y muere de jamás
pues soy una criatura ajena a compromisos
y temo por mis alas que sí saben volar.


Carilda Oliver Labra
Poema leído por Maribel Domínguez Duarte