viernes, 31 de enero de 2020

CANSADO


CANSADO


Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo brazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras
no sé cuantos recuerdos,
grisáceos, fragmentarios.
Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabrá si es el mismo
que usé mientras vivía.
Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.
Cansado, s
obre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.

Oliverio Girondo


martes, 28 de enero de 2020

ESTE BAÚL


ESTE BAÚL


Este baúl tiene el corazón
de las cosas más primeras.
Viene
-seguro- desde los tiempos más remotos,
desde las mocedades de la abuela.
O quién sabe si ya la bisabuela
testó y la herencia, luego,
pasó, por tiempo, al engranaje
de las generaciones.

¿Cuántas
sábanas limpias –sin estrenar-
guardó para las dotes de las hijas?
¿Fue lucha, alcancía, alguna vez?
¿Qué misión de secreto archivo
culminó en el secreto de su historia?

Madre aún guardaba en sus bandejas
las camisas de seda, las que,
para el día de Cristo –solemnísimas-
se lucieran, con el oscuro traje,
por las calles en fiesta.
Emergía,
de su fondo, un aroma de manzana
recién cortada: hierbabuena a veces;
…albahaca…
Y la orilla del pan tierno
del día de la boda, duro
por los años, para que no faltara, 
nunca ya, en el hogar,
nidal de tradiciones.

Este baúl, claveteado,
dorado en sus escuadras, sobre
dos caballetes de madera,
en la cámara –hoy--, sus entrañas
llenas de restos de juguetes,
trastos viejos y deformes…
me arrastra
al fondo
de los
tiempos.

Nicolás del Hierro



domingo, 26 de enero de 2020

VOY A CONFIARTE, AMADA...



VOY A CONFIARTE, AMADA…


Voy a confiarte, amada,
uno de los secretos
que más me martirizan. Es el caso
que a las veces de mi ceño
tiene en un punto mismo
de cólera y esplín fruncimientos.
O callo como un mudo,
o charlo como un necio,
suplicando el discurso
de burlas, carcajadas y dicterios.
¿Que me miran? Agravio.
¿Me han hablado? Zahiero.
Medio loco de atas, medio sonámbulo,
con mi poco de cuerdo.
¡Cómo bailan en ronda y remolino,
por las cuatro paredes del cerebro
repicando a compás sus consonantes,
mil endiablados versos
que imitan, en sus cláusulas y ritmos,
las músicas macabras de los muertos!
¡Y cómo se atropellan,
para saltar a un tiempo,
las estrofas sombrías,
de vocablos sangrientos,
que me suele enseñar la musa pálida,
la triste musa de los días negros!
Yo soy así. ¿Qué se hace! ¡Boberías
de soñador neurótico y enfermo!
¿Quieres saber acaso
la causa del misterio?
Una estatua de carne
me envenenó la vida con sus besos.
Y tenía tus labios, lindos, rojos
y tenía tus ojos, grandes, bellos…  

Rubén Darío

PLEGARIA


               
PLEGARIA


-Eros: ¿acaso no sentiste nunca
Piedad de las estatuas?
Se dirían crisálidas de piedra
de yo no sé qué formidable raza
en una eterna espera inenarrable.
Los cráteres dormidos de sus bocas
dan la ceniza negra del Silencio,
mana de las columnas de sus hombros
la mortaja copiosa de la Calma,
y fluye de sus órbitas la noche:
víctimas del futuro o del misterio,
en capullos terribles y magníficos
esperan a la Vida o la Muerte.
Eros: ¿acaso no sentiste nunca
Piedad de las estatuas?
                      
Piedad para las vidas
Que no doran a fuego tus bonanzas
ni riegan o desgajan tus tormentas;
Piedad para los cuerpos revestidos
del armiño solemne de la Calma,
y las frentes en luz que sobrellevan
grandes lirios marmóreos de pureza,
pesados y glaciales como témpanos;
Piedad para las manos enguantadas
de hielo, que no arrancan
los frutos deleitosos de la Carne
ni las flores fantásticas del alma;
Piedad para los ojos que aletean
espirituales párpados:
escamas de misterio,
Negros telones de visiones rosas…
¡Nunca ven nada por mirar tan lejos!
Piedad para las pulcras cabelleras
-Místicas aureolas-
Peinadas como lagos
que nunca airea el abanico negro,
negro y enorme de la tempestad;
Piedad para los ínclitos espíritus
tallados en diamante,
altos, claros, extáticos
pararrayos de cúpulas morales;
Piedad para los labios como engarces
celestes donde fulge
invisible la perla de la Hostia;
-Labios que nunca fueron,
que no apresaron nunca
un vampiro de fuego
con más sed y más hambre que un abismo-
Piedad para los sexos sacrosantos
que acoraza de una
hoja de viña astral la Castidad;
Piedad para las plantas imantadas
de eternidad que arrastran
por el eterno azur
las sandalias quemantes de sus llagas;
Piedad, piedad, piedad
para todas las vidas que defiende
de tus maravillosas intemperies
el mirador enhiesto del Orgullo:
Apúntales tus soles o tu rayos!

Eros: ¿acas0 no sentiste nunca
Piedad de las estatuas?...

Delmira Agustini



jueves, 23 de enero de 2020

LA REALIDAD Y EL DESEO


LA REALIDAD Y EL DESEO

A Luis Cernuda

La realidad, sí, la realidad,
ese relámpago de lo invisible
que revela en nosotros la soledad de Dios.

Es este cielo que huye.
Es este territorio engalanado por las burbujas de la muerte.
Es esta larga mesa a la deriva
donde los comensales persisten ataviados por el prestigio de no estar.
A cada cual su copa
para medir el vino que se acaba donde empieza la sed.
A cada cual su plato
para encerrar el hambre que se extingue sin saciarse jamás.
Y cada dos la división del pan:
el milagro al revés, la comunión tan sólo en lo imposible.
Y en medio del amor,
entre uno y otro cuerpo la caída,
algo que se asemeja el latido sombrío de unas alas que vuelven desde la eternidad,
al pulso del adiós debajo de la tierra.

La realidad, sí, la realidad:
un sello de clausura sobre todas las puertas del deseo.


miércoles, 22 de enero de 2020

UN CRIMINAL


UN CRIMINAL

El acusado es pálido y lampiño.
Arde en sus ojos una fosca lumbre,
que repugna a su máscara de niño y
 ademán de piadosa mansedumbre.
Conserva del obscuro seminario
el talante modesto y la costumbre
de mirar a la tierra o al breviario.
Devoto de María,
madre de pecadores,
por Burgos bachiller en teología,
presto a tomar las órdenes menores.
Fue su crimen atroz. Hartóse un día
de los textos profanos y divinos,
sintió pesar del tiempo que perdía
enderezando hipérbatons latinos.
Enamoróse de una hermosa niña,
subiósele el amor a la cabeza
como el zumo dorado de la viña, y despertó su natural fiereza.
En sueños vio a sus padres ¿labradores
de mediano caudal? Iluminados
del hogar por los rojos resplandores,
los campesinos rostros atezados.
Quiso heredar. ¡Oh guindos y nogales
del huerto familiar, verde y sombrío,
y doradas espigan candeales
que colmarán las trojes del estío!
Y se acordó del hacha que pendía
en el muro, luciente y afilada,
el hacha fuerte que la leña hacía
de la rama de roble cercenada.
……………………………………………………………
Frente al reo, los jueces con sus viejos
ropones enlutados;
y una hilera de obscuros entrecejos
y de plebeyos rostros: los jurados.
El abogado defensor perora,
golpeando el pupitre con la mano;
emborrona papel un escribano,
mientras oye el fiscal, indiferente,
el alegato enfático y sonoro,
y repasa los autos judiciales
o, entre sus dedos, de las gafas de oro
acaricia los límpidos cristales.
Dice un ujier: “Va sin remedio al palo”.
El joven cuervo la clemencia espera.
Un pueblo, carne de horca, la severa
justicia aguarda que castiga al malo.

Antonio Machado




martes, 21 de enero de 2020

HOMBRE QUE MIRA A UNA MUCHACHA



HOMBRE QUE MIRA A UNA MUCHACHA


Para que nunca haya malentendidos
para que nunca se interponga
voy a explicarte lo que mi amor convoca

tus ojos que se caen de desconcierto
y otras veces se alzan penetrantes y tibios
tienen tanta importancia que yo mismo me asombro

tus lindas manos mágicas
que te expresan a veces mejor que las palabras
tan importantes son que no oso tocarlas

y si un día las toco es solamente
para retransmitirte ciertas claves

tu cuerpo pendular
que duda en recibirse o entregarse
y es tan joven que enseña a pesar tuyo
es un dato del cual me faltan datos
y sin embargo ayudo a conocerlo

tus labios puestos en el entusiasmo
que dibuja palabras y promete promesas
son en tu imagen para mí los héroes
y son también el ángel enemigo

en mi amor estás toda o casi toda
me faltan cifras pero las calculo
faltan indicios pero los descubro

sin embargo en mi amor hay otras cosas
por ejemplo los sueños con que muevo la tierra
la pobre lucha que libré y libramos
los buenos odios esos que ennoblecen
el diálogo constante con mi gente
la pregunta punzante que me hicieron
las respuestas veraces que no di

en mi amor hay también corajes varios
y un miedo que a menudo los resume
hay hombres como yo que miran tras las rejas
a una muchacha que podrías ser vos

en mi amor hay faena y descanso
sencillas recompensas y complejos castigos
hay dos o tres mujeres que forman tu prehistoria
y hay muchos años demasiados años
de inventar alegrías y creerlas
después a pie juntillas

querría que en mi amor vieras todo eso
y que vos muchachita
con paciencia y cautela
sin herirme ni herirte
rescataras de allí la luna el río
los emblemas rituales
los proyectos de besos 0 de adioses
el corazón que aguarda pese a todo.  

Mario Benedetti


lunes, 20 de enero de 2020

AL HOMBRE


AL HOMBRE


¿Por qué protestas, hijo de la luz,
humano que transitorio en la tierra,
redimes por un instante tu materia sin vida?
¿De dónde vienes, mortal, que del barro has llegado
para un momento brillar y regresar después a tu apagada patria?
Si un soplo, arcilla finita, erige tu vacilante forma
y calidad de dios tomas en préstamo,
no, no desafíes cara a cara a ese sol poderoso que fulge
y compasivo te presta cabellera de fuego.
Por un soplo celeste redimido un instante,
alzas tu incandescencia temporal a los seres.
Hete aquí luminoso, juvenil, perennal a los aires.
Tu planta pisa el barro del que ya eres distinto.
¡Oh, cuan engañoso, hermoso humano que con testa de oro
el sol piadoso coronado ha tu frente!
¡Cuán soberbia tu masa corporal, diferente sobre la tierra madre,
que cual perla te brinda!
Mas mira, mira que hoy, ahora mismo, el sol
declina tristemente en los montes.
Míralo rematar ya de pálidas luces,
de tristes besos cenizosos de ocaso
tu frente oscura. Mira tu cuerpo extinto cómo
acaba en la noche.
Regresa tú, mortal, humilde, pura arcilla apagada,
a tu certera patria que tu pie sometía.
He aquí la inmensa madre que de ti no es distinta.
Y, barro tú en el barro, totalmente perdura.


Vicente Aleixandre

domingo, 19 de enero de 2020

LAS SEIS CUERDAS


LAS SEIS CUERDAS

La guitarra,
hace llorar a los sueños.
El sollozo de las almas
perdidas,
se escapa por su boca
redonda.
Y como la tarántula
teje una gran estrella
para cazar suspiros,
que  flotan en su negro
aljibe de madera.

Federico García Lorca

viernes, 17 de enero de 2020

EL OLVIDO

EL OLVIDO


No es tu final como una copa vana
que hay que apurar. Arroja el casco, y muere.

Por eso lentamente levantas en tu mano
un brillo o su mención, y arden tus dedos,
como una nieve súbita.
Está y no estuvo, pero estuvo y calla.
El frío quema y en tus ojos nace
su memoria. Recordar es obsceno,
pero: es triste. Olvidar es morir.

Con dignidad murió. Su sombra cruza.

Vicente Aleixandre



jueves, 16 de enero de 2020

SI ALGUIEN ME HUBIERA DICHO


SI ALGUIEN ME HUBIERA DICHO


Si alguna vez pudieras
haberme dicho lo que no dijiste.
En esta noche casi perfecta, junto a la bóveda,
en esta noche fresca de verano.
Cuando la luna ha ardido;
quemóse la cuadriga; se hundió el astro.
Y en el cielo nocturno, cuajado de livideces huecas,
no hay sino dolor,
pues hay memoria, y soledad, y olvido
y hasta las hojas reflejadas caen. Se caen, y duran.
Viven.

Si alguien me hubiera dicho.
No soy joven, y existo. Y esta mano se mueve.
Repta por esta sombra, explica sus venenos,
sus misteriosas dudas ante su cuerpo vivo.
Hace mucho que el frío
cumplió años. La luna cayó en aguas.
El mar cerróse, y verdeció en sus brillos.
Hace mucho, muchísimo
que duerme. Las olas van callando.
Suena la espuma igual, sólo a silencio.
Es como un puño triste
y él agarra a los muertos y los explica,
y los sacude, y los golpea contra las rocas fieras.

Y los salpica. Porque los muertos, cuando
golpeados,
cuando asestados contra el artero granito,
salpican. Son materia.
Y no hieden. Están aún más muertos, y se esparcen y cubren, y no hacen ruido.
Son muertos acabados.
Algunos han amado. Otros hablaron mucho.
Y se explican. Inútil. Nadie escucha a los vivos.
Pero los muertos callan con más justos silencios.

Si tú me hubieras dicho.
Te conocí y he muerto.
Sólo falta que un puño,
un miserable puño me golpee,
me enarbole y me aseste,
y que mi voz se esparza.

Vicente Aleixandre


miércoles, 15 de enero de 2020

LA ABANDONADA


LA ABANDONADA

Aún no hace mucho tiempo,
cuando el mundo era un vidrio del color de la dicha,
no un puñado de arena,
te mirabas en alguien igual que en un espejo que te embellecía.
Era como asomarte a las veloces aguas de las ilimitadas
indulgencias
donde se corregían con un nuevo bautismo los errores,
se llenaban los huecos con una lluvia de oro, se bruñían las faltas,
y alcanzabas la espléndida radiación que adquieren hasta
en la noche los milagros.
Imantabas las piedras con pisarlas.
Hubieras apagado con tu desnudez el plumaje de un ángel.
Y algo rompió el reflejo.
Se rebelaron desde dentro las imágenes.
¡Quién enturbió el azogue?, ¿quién deshizo el embrujo de
la transparencia?
Ahora estás a solas frente a unos ojos de tribunal helado
que trizan los cristales,
y es como si en un día la intemperie te hubiera desteñido
y el cuchillo del viento hecho jirones y la sombra del sol desheredado.
No puedes ocultar tu pelambre maltrecha, tu mirada
de animal en derrota,
ni esas deformaciones que producen las luces violentas
en las amantes repudiadas.
Estás ahí, de pie, sin indulto posible, bajo el azote de la fatalidad,
prisionera del mismo desenlace igual que una heroína en el carro del mito.
Otro cielo sin dioses, otro mundo al que nadie más vendrá
sumergen en las aguas implacables tu imperfección y tu vergüenza.

Olga Orozco

De “En el revés del cielo” 

martes, 14 de enero de 2020

HALLAZGO

HALLAZGO

Desnuda y adherida a tu desnudes.
Mis pechos como hielos recién cortados,
en el agua plana de tu pecho.
Mis hombros abiertos bajo tus hombros.
Y tú, flotante en mi desnudez.

Alzaré los brazos y sostendré tu aire.
Podrás desceñir mi sueño
porque el cielo descansará en mi frente.
Afluentes de tus ríos serán mis ríos.
Navegaremos juntos, tú serás mi vela, 
y yo te llevaré por mares escondidos.

¡Qué suprema efusión de geografías!
Tus manos sobre mis manos.
Tus ojos, aves de mi árbol,
en la yerba de mi cabeza.

Carmen Conde



domingo, 12 de enero de 2020

PASA Y OLVIDA


PASA Y OLVIDA
Ese es mi mal: soñar…


Peregrino que vas buscando en vano
un camino mejor que  tu camino,
¿cómo quieres que yo te dé la mano,
si mi signo es tu signo, Peregrino?

No llegarás jamás a tu destino;
llevas la muerte en ti como el gusano
que te roe lo que tienes de humano…,
¡lo que tienes de humano y de divino!

Sigue tranquilamente, ¡oh caminante!
Todavía te queda muy distante
ese país incógnito que sueñas…

… Y soñar es un mal. Pasa y olvida,
pues si te empeñas en soñar,
te empeñas en aventar la llama de tu vida.

Rubén Darío

viernes, 10 de enero de 2020

CUANDO LLEGUES A AMAR...


CUANDO LEGUES A AMAR…


Cuando llegues a amar, si no has amado,
sabrás que en este mundo
es el dolor más grande y más profundo
ser a un tiempo feliz y desgraciado.

Corolario: el amor es un abismo
de luz y sombra, poesía y prosa,
y en donde se hace la más cara cosa
que es reír y llorar a un tiempo mismo.

Lo peor, lo más terrible,
es que vivir sin él es imposible.


Rubén Darío 

jueves, 9 de enero de 2020

LA BAILARINA DE LOS PIES DESNUDOS


LA BAILARINA DE LOS PIES DESNUDOS

Iba, en un paso rítmico y felino
a avances dulces, ágiles o rudos,
con algo de animal y de divino
la bailarina de los pies desnudos.

Su falda era la falda de las rosas,
en sus pechos había dos escudos…
Constelada de casos y de cosas…
La bailarina de los pies desnudos.

Bajaban mil deleites de los senos
hacia la perla hundida del ombligo,
e iniciaban propósitos  de obscenos
azúcares de fresa y miel de higo.

A un lado de la silla gestatoria
estaban mis bufones y mis mudos…
¡Y era toda Selene y Anactoria
la bailarina de los pies desnudos!

Rubén Darío