CANSADO
Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un
solo brazo,
dos labios,
veinte
dedos,
no sé
cuántas palabras
no sé
cuantos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.
Cansado,
muy cansado
de este frío
esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando
se desnude
no sabrá si
es el mismo
que usé
mientras vivía.
Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer
de antenas,
de un ojo en
cada omóplato
y de una
cola auténtica,
alegre
desatada,
y no este
rabo hipócrita,
degenerado,
enano.
Cansado, s
obre todo,
de estar
siempre conmigo,
de hallarme
cada día,
cuando
termina el sueño,
allí, donde
me encuentre,
con las
mismas piernas;
como si no
deseara
esperar la
rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al
rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la
tierra con un vientre de oruga,
y vivir,
unos meses, adentro de una piedra.
Oliverio Girondo