jueves, 16 de enero de 2020

SI ALGUIEN ME HUBIERA DICHO


SI ALGUIEN ME HUBIERA DICHO


Si alguna vez pudieras
haberme dicho lo que no dijiste.
En esta noche casi perfecta, junto a la bóveda,
en esta noche fresca de verano.
Cuando la luna ha ardido;
quemóse la cuadriga; se hundió el astro.
Y en el cielo nocturno, cuajado de livideces huecas,
no hay sino dolor,
pues hay memoria, y soledad, y olvido
y hasta las hojas reflejadas caen. Se caen, y duran.
Viven.

Si alguien me hubiera dicho.
No soy joven, y existo. Y esta mano se mueve.
Repta por esta sombra, explica sus venenos,
sus misteriosas dudas ante su cuerpo vivo.
Hace mucho que el frío
cumplió años. La luna cayó en aguas.
El mar cerróse, y verdeció en sus brillos.
Hace mucho, muchísimo
que duerme. Las olas van callando.
Suena la espuma igual, sólo a silencio.
Es como un puño triste
y él agarra a los muertos y los explica,
y los sacude, y los golpea contra las rocas fieras.

Y los salpica. Porque los muertos, cuando
golpeados,
cuando asestados contra el artero granito,
salpican. Son materia.
Y no hieden. Están aún más muertos, y se esparcen y cubren, y no hacen ruido.
Son muertos acabados.
Algunos han amado. Otros hablaron mucho.
Y se explican. Inútil. Nadie escucha a los vivos.
Pero los muertos callan con más justos silencios.

Si tú me hubieras dicho.
Te conocí y he muerto.
Sólo falta que un puño,
un miserable puño me golpee,
me enarbole y me aseste,
y que mi voz se esparza.

Vicente Aleixandre


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