PLEGARIA
-Eros:
¿acaso no sentiste nunca
Piedad
de las estatuas?
Se
dirían crisálidas de piedra
de
yo no sé qué formidable raza
en
una eterna espera inenarrable.
Los
cráteres dormidos de sus bocas
dan
la ceniza negra del Silencio,
mana
de las columnas de sus hombros
la
mortaja copiosa de la Calma,
y
fluye de sus órbitas la noche:
víctimas
del futuro o del misterio,
en
capullos terribles y magníficos
esperan
a la Vida o la Muerte.
Eros:
¿acaso no sentiste nunca
Piedad
de las estatuas?
Piedad
para las vidas
Que
no doran a fuego tus bonanzas
ni
riegan o desgajan tus tormentas;
Piedad
para los cuerpos revestidos
del
armiño solemne de la Calma,
y
las frentes en luz que sobrellevan
grandes
lirios marmóreos de pureza,
pesados
y glaciales como témpanos;
Piedad
para las manos enguantadas
de
hielo, que no arrancan
los
frutos deleitosos de la Carne
ni
las flores fantásticas del alma;
Piedad
para los ojos que aletean
espirituales
párpados:
escamas
de misterio,
Negros
telones de visiones rosas…
¡Nunca
ven nada por mirar tan lejos!
Piedad
para las pulcras cabelleras
-Místicas
aureolas-
Peinadas
como lagos
que
nunca airea el abanico negro,
negro
y enorme de la tempestad;
Piedad
para los ínclitos espíritus
tallados
en diamante,
altos,
claros, extáticos
pararrayos
de cúpulas morales;
Piedad
para los labios como engarces
celestes
donde fulge
invisible
la perla de la Hostia;
-Labios
que nunca fueron,
que
no apresaron nunca
un
vampiro de fuego
con
más sed y más hambre que un abismo-
Piedad
para los sexos sacrosantos
que
acoraza de una
hoja
de viña astral la Castidad;
Piedad
para las plantas imantadas
de
eternidad que arrastran
por
el eterno azur
las
sandalias quemantes de sus llagas;
Piedad,
piedad, piedad
para
todas las vidas que defiende
de
tus maravillosas intemperies
el
mirador enhiesto del Orgullo:
Apúntales
tus soles o tu rayos!
Eros:
¿acas0 no sentiste nunca
Piedad
de las estatuas?...
Delmira
Agustini
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