EL OLVIDO
No es tu
final como una copa vana
que hay que
apurar. Arroja el casco, y muere.
Por eso
lentamente levantas en tu mano
un brillo o
su mención, y arden tus dedos,
como una
nieve súbita.
Está y no
estuvo, pero estuvo y calla.
El frío
quema y en tus ojos nace
su memoria. Recordar
es obsceno,
pero: es
triste. Olvidar es morir.
Con dignidad
murió. Su sombra cruza.
Vicente Aleixandre
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