miércoles, 28 de septiembre de 2016

NO ESTAMOS SOLOS - Gloria Gómez


NO ESTAMOS SOLOS



I

Soñamos en las cumbres retozadas de musgo
cuando creemos que una sola flor se marchitará en nuestra alma
y eso nos aplasta de soledad al llegar el alba.

Creemos que nuestros fantasmas nos arrullan,
cuando pensamos que alguien no nos tiene en su  pensamiento
y nos azoramos con nuestro temor
a pronunciar la palabra que nos liberaría de tan pesada carga.

A veces creemos que una frase que nos dicen,
es solo para mitigar el engaño  
y luego darse la vuelta
llevándose la única sonrisa que nos quedaba.

Ponemos nuestra esperanza en ideas de otro continente
como si este rompiera el oleaje de infortunio
que un día cosechamos en nuestra propia casa,
esa que  hicimos tan nuestra
y la llenamos con nuestras propias lágrimas.

Viajeros incansables cruzan viejos abismos,
sin aposentar su morada en ningún  lugar
porque no creen encontrar el fuego que aviva la pasión,
cuando realmente lo llevan dentro de su propia mochila.

Otros creen encontrar en el poder
el arma que mitiga su soledad
y la amasan de tal forma
que la hacen una prolongación de su cuerpo
al sentirse mutilados, cuando este decide abandonarlos.




II

Parece que olvidamos lo que somos,
y que si estamos se lo debemos al amor que otros nos tuvieron,
y cuando caminamos, a veces sin marcar el rumbo
vamos conquistando otros amores
que nos traen otras flores a nuestro jardín.

Quizá no deberíamos dejar nuestra alma tan desnuda
con estos desdenes, los poderosos del oro intentarán vapulearla,
la suya se convierte en metal cada vez que la tocan,
no saben que el  invierno es mas largo que sus cenizas
y que el fuego abriga más que el oro.

No estaremos solos frente al  metal,
ese que intenta cerrar las puertas del paraíso,
nuestro calor lo funde en besos
frente a nuestras manos
que son nuestras armas para avivar la fuerza.


Gloria Gómez Candanedo
Del libro "Nombre de Mujer"

lunes, 26 de septiembre de 2016

EL CUADRO COLGADO EN LA PARED - Esther Núñez Roma


EL CUADRO COLGADO EN LA PARED


Hoy siento que la tristeza que recorre todo mi cuerpo
se desdibuja  en un halo de ignorancia
que ornamenta el templo donde habita la soledad.

Unas manos de melancolía
se desvanecen
entre una sombra de castigo
por la caricia de otros besos.

Contemplo el cuadro en la pared
y en su profundidad
me remonto con mi infancia
a la edad de la que todos partimos,
cada vértice traza nuestra edad prohibida.

Comienzo muy despacio,
en una esquina,
como si de repente
deslizase por mi cuerpo
el velo que acaricia
la textura de otro pálpito
como el eterno paraíso inagotable
que no deja huella.

En  su ápice reposa el vientre de una cavidad inagotable,
se consagran señales
al blanco que oculta todos los anhelos
los pinceles como bailarines erectos en una gran fiesta
danzan con mi sexo acariciando sentidos
que se desvanecen en secreto para sentir que no muero.



Esther Núñez Roma
Del libro "Nombre de Mujer"

viernes, 23 de septiembre de 2016

ATRAVESANDO LA FRONTERA - Maribel Domínguez Duarte


ATRAVESANDO LA FRONTERA

Deshago lentamente

encorsetados pasos envueltos en pasado,

sacudo el hastío prudente de una cadencia sin amanecer.


Y embriagada por la calidez de una mirada

arrastrada por el crepitar vivaz de una pasión,

camino por la cuerda floja de tus devaneos

plena de goce

buscando el contorno de tu boca

que sucumbe a nuestros cuerpos indómitos,

entrelazados

y al fuerte oleaje de este delirio, ardiente y profundo,

donde aún permanece el vestigio de placer

de aquel abrazo prolongado hasta la alborada

de aquellas manos perdidas en las caderas

y de un talle arqueado, enfurecido

deleitándose en tus brazos

en tu cálida piel

atravesando la frontera del deseo voraz,

pertinaz, implacable

que repite tu nombre

buscándote,

hasta encontrarte

hasta tenerte, de nuevo una y otra vez.


Maribel Domínguez Duarte.
Del libro "Nombre de Mujer"

domingo, 18 de septiembre de 2016

TROVADOR DE CANCIONES LEJANAS



TROVADOR DE CANCIONES LEJANAS



Sonido de bordonas
acompañan la noche.

Duendes legendarios
se adueñan de mis dedos
dóciles a la voz
por sobre todas las cosas.

 La noche avanza
cayendo, su corte de olvido
sobre las cuerdas
donde el hambre
aúlla para siempre.

 Amanece,
te extraño.

 Tal vez por ignorarte,
se ha pintado este rictus
en las pupilas del alma.

 No desesperes, dijiste,
insiste.

 Te esperé varias veces
y no lograba doblegarme.
que sordos mis oídos
tan lejos de escucharme.

 Qué frágiles mis dedos
obstinadamente enamorados.

Me vestiré de fiesta
de fulminante blanco.

Mientras espero el néctar de tus notas
esa tensa manea de ordenarme.

Vienes como odre cristalino
al romper los bordes de mi imagen.

Toda tuya, te digo, para siempre.

Olga de Lucía
De “Vengo de un país”

miércoles, 14 de septiembre de 2016

AJENO A LAS DISTANCIAS FUI RECORRIENDO EL MUNDO


AJENO A LAS DISTANCIAS FUI RECORRIENDO EL MUNDO



Ajeno a las distancias fui recorriendo el mundo,

el mundo de los otros, fuertes ciudades ajenas.

Nunca le preguntaba a nadie donde estábamos.

Era de todos los países y, a  la vez, de ninguno.



Nunca supe el nombre de las fiestas del pueblo

ni los lugares secretos, ni el mercado de flores

y no podía ni queriendo recordar a los muertos,

sus triunfos, sus batallas, sus amores perfectos.



Ajeno a las historias del mundo, de sus guerras

fui creando una historia donde el amor se hacía

en el poema, en la noche desierta, en el trabajo,

en las vueltas empecinadas de la vida, del dolor.



Nunca pude pensar que el mundo fuera nuestro,

que nuestro amor, que la comida fuera nuestra,

éramos pájaros cantores mas el canto era ajeno

volábamos  con alas que del tiempo robábamos,


mas el camino hacia el amor no era el nuestro

era el tiempo que nos llevaba hacia la muerte

volábamos sabiendo que eran olvido y nada

los que esperaban en las más altas cumbres


el que amaba volar con las alas del tiempo,

eran tinieblas y tinieblas que se encadenaban

pasos inseguros, dudas eternas sobre todo,

al pobre pájaro caído sin hogar y sin patria.



Miguel Oscar Menassa

De “Al sur de Europa”

lunes, 12 de septiembre de 2016

HABITACIÓN 501


HABITACIÓN 501



Ardían las paredes,

las calles rugían en alaridos nocturnos

mientras nosotros hablábamos,

ante la mirada atenta del mundo,

de cómo pulir diamantes extranjeros

siendo la palabra el único instrumento.


Atados a las caricias, almacenamos

todo el amor posible para llegar

hasta la próxima parada.

Allí, desde el futuro, construimos la vida:

sueños adultos en carnes ajenas

disimulados en pentagramas de ilusión.


Hubo quien calmaba la sed

pero, pronto, los pasos del amor

nos hicieron hábiles comerciantes,

prodigiosos mercaderes de las aguas,

y surcamos inmensas profundidades

aprendiendo el tacto de nuestros cuerpos.


Emergíamos a la superficie susurrando,

recuperábamos el aliento

y nuevamente volvían los latidos.

esclavos de nuestro propio deseo,

trabajamos cada día para encontrar

la pérfida sonrisa, compañera del amor.


Magdalena Salamanca Gallego

jueves, 8 de septiembre de 2016

EL TIEMPO SE ROMPE


EL TIEMPO SE ROMPE

El tiempo se rompe sobre mi piel
amanece más allá de los minutos
entre palabras vanas, aquellas
que no puede pronunciar.
Mañana no será
aunque recorra
lo nunca visto, lo soñado
el brillo de mis ojos.

Caían sobre mí todas las mañanas
embelesadas ocupaban su lugar.

Cuando mi rostro se ausentó pasaron años
mis ojos enmudecieron sin rigor
mis labios no se abrieron más.

Sin decisiones, ni amores
ni lujurias, mis ojos se  cerraron
al abismo de un beso.

Levanté la copa de la vida ausente
cerré en presente los puños de la muerte
dibujando mi nuevo rostro en una página.

La máquina del  tiempo trituró mis manos
me rompió en fragmentos infinitos
apresuró mi paso hacia ningún destino
y, sin embargo, no le entregué nada.


Amelia Díez

martes, 6 de septiembre de 2016


COMO SI NO EXISTIERA ESA DISTANCIA


Todos los días te imagino de pie frente a mis sueños,

y respiro a tu lado savia nueva.

la urgencia de la selva no abruma nuestros planes

secretos, empecinados,

que hacen de la imaginación vagos deseos.


Como si no existiera esta distancia entre nosotros,

te escribo, te cuento los recodos del camino,

hablo contigo de los peligros de estar lejos del mar,

y también vivir en medio del océano.


Te digo amor así, en esta distancia

que ahora me parece mínima,

y cierro los ojos para verte brillar

ante las hojas en blanco

del poema aún no escrito.


Amor mío, ninguna distancia

será más delicada

que nuestras pieles amándose.

Pongo cerca de mi almohada,

un autorretrato que vos

mismo has realizado

sobre ti, y luego abro

el cajón de la mesa de luz,

para que nadie sepa

que estuvimos juntos,

tan cerca como

ahora mismo, amor mío.


Lucía Serrano

NO HAY DOLOR QUE IMPIDA SOÑAR

(poema de los cincuenta)


No hay dolor que impida soñar

canta

baila

embriaguémonos

ha llegado la edad de nuestra libertad.


Han pasado las generaciones

y nuestra vida

al fin

se dirige a una playa tranquila,

diminuta cala donde los vientos

llegan

tan sólo

cuando están cansados de soplar.

Allí el mar es suave

y con mimo

se esconde entre pequeñas rocas.

Nuestros cuerpos

al sol

ya no esperan.

En paz con el amor

esta pasión no cesa.


Tampoco olvida

y contra el ácido sabor

de las palabras malditas

pongo en el mundo

además de hijos

versos

instantes dichosos

donde el tiempo se ríe de los climas.


Natural inclinación soslayante

llevo en mí algún suspiro.

Alguien

trata de tacharme.

Sin embargo insisto y respiro.

Luego, ociosa, sin las edades

alcanzo alguna flor

--quizá un cyclamen—

y no la pongo en un libro.

Tiño con ella, un segundo

un trazo del aire.


María Chévez

Del libro “Poemas y libertad”