lunes, 12 de septiembre de 2016

HABITACIÓN 501


HABITACIÓN 501



Ardían las paredes,

las calles rugían en alaridos nocturnos

mientras nosotros hablábamos,

ante la mirada atenta del mundo,

de cómo pulir diamantes extranjeros

siendo la palabra el único instrumento.


Atados a las caricias, almacenamos

todo el amor posible para llegar

hasta la próxima parada.

Allí, desde el futuro, construimos la vida:

sueños adultos en carnes ajenas

disimulados en pentagramas de ilusión.


Hubo quien calmaba la sed

pero, pronto, los pasos del amor

nos hicieron hábiles comerciantes,

prodigiosos mercaderes de las aguas,

y surcamos inmensas profundidades

aprendiendo el tacto de nuestros cuerpos.


Emergíamos a la superficie susurrando,

recuperábamos el aliento

y nuevamente volvían los latidos.

esclavos de nuestro propio deseo,

trabajamos cada día para encontrar

la pérfida sonrisa, compañera del amor.


Magdalena Salamanca Gallego

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