EL CUADRO COLGADO
EN LA PARED
Hoy siento que la
tristeza que recorre todo mi cuerpo
se desdibuja en un halo de ignorancia
que ornamenta el templo donde habita la soledad.
Unas manos de melancolía
se desvanecen
entre una sombra de castigo
por la caricia de otros besos.
Contemplo el cuadro en la pared
y en su profundidad
me remonto con mi infancia
a la edad de la que todos partimos,
cada vértice traza nuestra edad prohibida.
Comienzo muy despacio,
en una esquina,
como si de repente
deslizase por mi cuerpo
el velo que acaricia
la textura de otro pálpito
como el eterno paraíso inagotable
que no deja huella.
En su ápice reposa el vientre de una cavidad inagotable,
se consagran señales
al blanco que oculta todos los anhelos
los pinceles como bailarines erectos en una gran fiesta
danzan con mi sexo acariciando sentidos
que se desvanecen en secreto para sentir que no muero.
se desdibuja en un halo de ignorancia
que ornamenta el templo donde habita la soledad.
Unas manos de melancolía
se desvanecen
entre una sombra de castigo
por la caricia de otros besos.
Contemplo el cuadro en la pared
y en su profundidad
me remonto con mi infancia
a la edad de la que todos partimos,
cada vértice traza nuestra edad prohibida.
Comienzo muy despacio,
en una esquina,
como si de repente
deslizase por mi cuerpo
el velo que acaricia
la textura de otro pálpito
como el eterno paraíso inagotable
que no deja huella.
En su ápice reposa el vientre de una cavidad inagotable,
se consagran señales
al blanco que oculta todos los anhelos
los pinceles como bailarines erectos en una gran fiesta
danzan con mi sexo acariciando sentidos
que se desvanecen en secreto para sentir que no muero.
Esther Núñez Roma
Del libro "Nombre de Mujer"
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