jueves, 30 de noviembre de 2023

ANILLOS DE CENIZA

 


ANILLOS DE CENIZA

A Cristina Campo

 

 

Son mis voces cantando

para que no canten ellos,

los amordazados grismente en el alba,

los vestidos de pájaro desolado en la lluvia.

Hay, en la espera,

un rumor a lila rompiéndose.

Y hay, cuando viene el día,

una partición de sol en pequeños soles negros.

Y cuando es de noche, siempre,

una tribu de palabras mutiladas

busca asilo en mi garganta

para que no canten ellos,

los funestos, los dueños del silencio

 

Alejandra Pizarnik

Cuadro: "Cuidado" de Miguel Oscar Menassa

 

miércoles, 29 de noviembre de 2023

LOS NOMBRES DE LAS COSAS

 

LOS NOMBRES DE LAS COSAS

 

 

Si decimos madera, se oye el viento

poniendo entre los árboles su música,

como cuando al nombrar el pan nos llega

un vaho caliente de la mies madura

y al decir vino es un otoño claro

lo que nos toca con su mansa lluvia.

 

En el ala del nombre cada cosa

trae el olor de una sustancia pura,

la lejana verdad de su materia,

los cálidos cimientos que la fundan.

 

Si decimos madera suena el golpe

del leñador entre las alas plumas

vegetales, la sombra campesina

si pan decimos fugitiva cruza

y la mano artesana que levanta

la nívea luz de la amasada espuma,

y el rumor jornalero en los lagares

si vino dice nuestra voz, se escucha.

 

En la arcilla del nombre de cada cosa

como en pequeños ríos acumula

el humano sudor, el noble esfuerzo

para su claridad primera y última.

 

Hasta nosotros vienen nombres, cosas:

madera, vino, pan, metales, frutas…

Satélites diarios nos rodean,

sus solícitas sombras nos ayudan.

 

Tienes que pronunciar los nombres

de las cosas sintiendo su profunda

realidad de materia y su invisible

condensación de vida.

 

Tal la pulpa de una almendra,

en la cáscara del nombre trozos de vida,

vidas diminutas, duermen y se despiertan

en tus labios, hijo,

cuando tus labios las pronuncian.

 

Leopoldo de Luis

 

domingo, 26 de noviembre de 2023

TODO SE IBA...

 


TODO SE IBA…

 

 

Había mujeres débiles,

y además mujeres fáciles

y mujeres fatales

que lloraban gritaban sollozaban

delante de hombres de paja

que ardían.

Niños extraviados corrían por calle en ruinas

muy pálidos al saber que nunca más volverían

a encontrarse.

Y jefes de familia

que ya no distinguían el suelo del techo

revoloteaban de un piso al otro

en una lluvia de felpudos de lámparas de cucharillas

y de plumones.

Todo se iba.

La ciudad se desmoronaba

bullía

se desmenuzaba

y giraba sobre sí misma

sin que pareciera moverse.

Unos cerdos negros cegados

en la súbita oscuridad

de una pocilga moderna en desuso

galopaban.

La ciudad se iba

sudando sangre y agua

envases de gas reventados.

Los que sólo soñaron en heridas y golpes

se despertaban

decapitados

habiendo perdido peines y cepillos

y otras cositas mundanas.

Una boda muy negra muerta de pie

desde el padrino hasta los novios

conservaban un equilibrio de ceniza petrificada

frente a un fotógrafo

torrado aterrado.

Ruinas recientes totalmente nuevas

homenaje de guerra

juegos de rompecabezas

ganancias y pérdidas

leña y carbón.

En lo que quedaba de una casa de obreros

una tortilla abandonada

colgaba como ropa vieja

sobre un ventanal roto

y en las migajas de un viejo lecho calcinado mezcladas

con el serrín gris de un armario volatilizado

la carne humana se incorporaba al asado de carne

comestible.

 

En las bambalinas del progreso

hombres íntegros proseguían integralmente la

desintegración

progresiva de la materia viva

desamparada.

 

Jacques Prévert

Cuadro: "Encuentro imposible" de Miguel Oscar Menassa

 

 

sábado, 25 de noviembre de 2023

PIEDRA MISERABLE

 

 


PIEDRA MISERABLE

 

 

Oh, piedra dura, miserable piedra,

yo te golpeo, te golpeo en vano,

y es inútil la fuerza de mi mano,

oh piedra dura, miserable piedra.

 

Pero haces bien, oh miserable piedra,

deja que tiente un golpe sobrehumano,

deja golpear, deja golpear mi mano,

oh piedra dura, miserable piedra.

 

No me des nada, miserable piedra,

guarda un silencio altivo y soberano,

no te ablandes jamás ente mi mano;

oh piedra dura, miserable piedra.

 

Con tu impiedad, oh miserable piedra,

recobro alientos y el deseo gano,

no te dejes caer sobre mi mano,

mezquina, estulta, miserable piedra.

 

Si un día torpe, miserable piedra,

te venciera la fuerza del verano

y cayeras a gotas en mi mano

yo te odiaría, miserable piedra…

 

Alfonsina Storni

Cuadro: "Último recurso" de Miguel Oscar Menassa

 

viernes, 24 de noviembre de 2023

ABRIR LA PUERTA

 


ABRIR LA PUERTA

 

Me pregunto

y es una pregunta inmoral

si servirá de algo abrir esa puerta

que da al patio

a la tierra

al viento del mundo

a los pasos de la gente

me pregunto

si servirá de algo escribir

a estas horas de la noche

en el silencio de mi habitación

con la puerta cerrada

 

sería tan sencillo

me digo

abrir por fin la puerta

y asomarse y mirar

dejando que me lleven

los pasos y las sombras del camino

me pregunto si servirá de algo explicar

por qué no explico

cuando tanta palabra y confidencia

intentaron traducirme

y ponerme al descubierto

 

si servirá de algo abrir la puerta

me pregunto

y andar por el patio

por el mundo entre la gente

abrir de par en par la puerta

para que todo pueda cumplirse

como la hoja de un cuchillo al extremo de un puente

como la red y el roble que salvan la alegría al final

del espectáculo

como el canto de las aguas y  el susurro  de la siesta

como la playa en sombras y el lecho infinito de los amantes

reencontrados

 

para que todo pueda cumplirse

la luz la noche la inocencia

el hombre que pasa entre las ramas

la puerta se abrirá enteramente

se abrirá por fin la puerta

por si alguno

quiere volver a entrar o salir

o curiosear entre mis cosas

o esperarme mientras vuelvo

y si tardo y no regreso

salir al viento

y olvidarme

 

Edgar Bayley

Cuadro: "Vendrá la mañana" de Miguel Oscar Menassa

 

jueves, 23 de noviembre de 2023

FUMADORES DE PAPEL

 


 FUMADORES DE PAPEL

 

 

Me ha traído para que escuche a su banda. Se sienta

en un rincón

y emboca el clarinete. Se inicia un jaleo infernal.

En el exterior, un viento furioso y las trombas de agua,

entre rayos, provocan cortes de electricidad

cada cinco minutos. En el interior, en la oscuridad,

los rostros están desconcentrados, al tocar de memoria

un bailable. Con energía, mi pobre amigo

dirige desde el fondo. Y el clarinete se contorsiona,

rompe el sonoro bullicio, va progresando, se desahoga

como un alma sola, en un silencio seco.

 

Con excesiva frecuencia estos cobres de pacotilla están

abollados:

son campesinas las manos que oprimen los trastes

y obstinadas las frentes que apenas alzan la vista del suelo.

Miserable sangre derrengada, exhausta

por un exceso de fatigas, se nota cómo brama

en las notas y mi amigo les dirige con dificultad,

él, que tiene las manos encallecidas de golpear

con un mazo,

de servirse del acanalador, de destrozarse la vida.

 

Tiempo ha que consiguió compañeros y tiene treinta años

solamente.

Pertenece a la generación de después de la guerra, crecida

con el hambre.

También él acudió a Turín, para labrarse un porvenir,

y encontró injusticias. Aprendió a trabajar

en las fábricas sin una sonrisa. Aprendió a medir

el hambre de los demás con la propia fatiga

y encontró injustificas por doquier. Intentó hallar sosiego

transitando, soñoliento en la noche,

por calles interminables, pero tan sólo vio millares

de faroles

encendidísimos sobre iniquidades: mueres roncas,

borrachos,

tambaleantes muñecos extraviados. Había llegado a Turín

un invierno, entre destellos de fábricas y escorias de humo,

y sabía lo que era trabajar. Aceptaba el trabajo

como un penoso destino del hombre. Mas, si todos

los hombres

lo aceptasen, reinaría la justicia en el mundo.

Pero consiguió compañeros. Soportaba las largas parrafadas

y tuvo que escuchar muchas, esperando el final.

Tuvo compañeros. En sus casas tenían familias.

La ciudad estaba totalmente rodeada por ellas. Y la faz

de la tierra

estaba cubierta por ellas. En su interior

sentían desesperación suficiente para vencer al mundo.

 

Toca con sequedad esa noche, a pesar de la banda

que enseñó de uno en uno. No presta atención al fragor

de la lluvia ni a la luz. El rostro severo

escruta atentamente un dolor, mordiendo el clarinete.

Le había visto esos ojos una noche en que, a solas

con su hermano, diez años más triste que él,

velábamos bajo una luz insuficiente. El hermano

investigaba

acerca de un torno inútil por él construido.

Y mi pobre amigo culpaba al destino

que los había atado a la garlopa y a la maza,

para alimentar a dos ancianos que no habían pedido.

 

De repente gritó

que, si la luz del sol arrancaba blasfemias

o si el mundo sufría, no era por el destino:

la culpa era del hombre.

Si, por lo menos, pudiésemos irnos,

pasar hambre en libertad, decirle que no

a una vida que utiliza el amor y la piedad,

la familia, el trocito de tierra, para atarnos las manos.

 

Cesare Pavese

Cuadro: "Máscaras" de Miguel Oscar Menassa

martes, 21 de noviembre de 2023

DOS ÁNGELES

 

 

DOS ÁNGELES

 

 

No tengo solo un Ángel

con ala estremecida:

me mecen como al mar

mecen las dos orillas

el Ángel que da el gozo

y el que da la agonía,

el de alas tremolantes

y el de las alas fijas.

 

Yo sé, cuando amanece,

cuál va a regirme el día,

si el de color de llama

o el color de ceniza,

y me les doy como alga

a la ola, contrita.

 

Solo una vez volaron

con las alas unidas:

el día del amor

el de la Epifanía.

 

¡Se juntaron en una

sus alas enemigas

y anudaron el nudo

de la muerte y la vida!

 

Gabriela Mistral

Cuadro: "Amor entre colores" de Miguel Oscar Menassa

 

DIÓTIMA

 

 


DIÓTIMA

 

 

 

Ven y apaciguante, tú que supiste calmar elementos,

luz de las musas celestes, del caos el siglo,

guía la lucha feroz con celestial armonía

hasta ver en el pecho mortal lo disperso agruparse,

y la antigua índole humana, tranquila, valiente,

ver serena del vórtice del tiempo, y fuerte, surgir.

¡Vuelve al alma indigente del pueblo, radiante belleza!

¡Toma a la hóspite mesa, y al templo torna otra vez!

Pues que Diótima vive, como leve brote de invierno,

y aunque rica en su espíritu, ya el bello mundo se oculta,

y en la noche glacial sólo hay fragor de huracanes.

 

Friedrich Hölderlin

lunes, 20 de noviembre de 2023

INFORMACIÓN

 

 


INFORMACIÓN

 

 

Metralla:

son ligeras costillas las que muerdes frágiles costillas de

bambú palpitantes jaulas toráxicas

donde un globo de sueños se llena de súbito de hormigas

un bello corazón rojo de la manigua torturada

esos terribles cetros de insania

a llamadas entre los helechos.

Es un nido de venas una garganta

donde corría el vino de unos cantos rituales el vento dulzón y

denso del verano

de un país de arrozales y plumas

las fornicaciones como una urdiumbre suspirante del trópico en la dulzura humana

de amantes entre la espuma lunar sobre sus sábanas de arena

ese lugar de flores usurpadas

de pájaros tatuados por el fuego

todo el horror desnudo de unos muertos que encienden

en la sombra

una brasa humillada y vengadora

 

Enrique Molina

Cuadro: "Todo el misterio" de Miguel Oscar 

sábado, 18 de noviembre de 2023

PARÍS, OCTUBRE 1936

 


PARÍS, OCTUBRE 1936

 

 

De todo esto yo soy el único que parte.

De este banco me voy, de mis calzones,

de mi gran situación, de mis acciones,

de mi número hendido parte a parte,

de todo esto yo soy el único que parte.

 

De los Campos Elíseos o al dar vuelta

la extraña callejuela de la Luna,

mi defunción se va, parte mi cuna,

y, rodeada de gente, sola, suelta,

mi semejanza humana dase vuelta

y despacha sus sombras una a una.

 

Y me alejo de todo, porque todo

se queda para hacer la coartada:

mi zapato, su ojal, también su lodo

y hasta el doblez del codo

de mi propia camisa abotonada.

 

César Vallejo

Cuadro: "No fue Paris" de Miguel Oscar Menassa

 

viernes, 17 de noviembre de 2023

COMO LA CIGARRA

 


COMO LA CIGARRA

 

 

Tantas veces me mataron

tantas veces me morí

sin embargo estoy aquí

resucitando

gracias doy a la desgracia

y a la mano con puñal

porque me mató tan mal

y seguí cantando

cantando al sol

como la cigarra

después de un año

bajo la tierra

igual que sobreviviente

que vuelve de la guerra

tantas veces me borraron

tantas desaparecí

a mi propio entierro fui

sola y llorando

hice un nudo en el pañuelo

pero me olvidé después

que no era la única vez

y seguí cantando

cantando al sol

como la cigarra

después de un año

bajo la tierra

igual que sobreviviente

que vuelve de la guerra

tantas veces te mataron

tantas resucitarás

tantas noches pasarás

desesperando

y a la hora del naufragio

y la de la oscuridad

alguien te rescatará

para ir cantando

cantando al sol

como la cigarra

después de un año

bajo la tierra

igual que sobreviviente

que vuelve de la guerra.

 

María Elena Walsh

Cuadro: "Reencuentro" de Miguel Oscar 

 

jueves, 16 de noviembre de 2023

ANIMAL

 


ANIMAL

 

 

Quiero un amor feroz de garra y diente

que me asalte a traición en pleno día

y que sofoque esta soberbia mía

este orgullo de ser todo pudiente.

 

Quiero un amor feroz de garra y diente

que en carne viva inicie mi sangría

a ver si acaba esta melancolía

que me corrompe el alma lentamente.

 

Quiero un amor que sea tormenta,

que todo rompe y lo renueva todo

porque vigor profundo lo alimenta.

 

Que pueda reanimarse allí mi lodo

mi pobre lodo de animal cansado

por viejas sendas de rodar hastiado.

 

Alfonsina Storni

Cuadro: "Amores en libertad" de Miguel Oscar Menassa

miércoles, 15 de noviembre de 2023

LOS IDEALES

 


LOS IDEALES

 

 

¿Quieres pues, desleal, de mí apartarte

con tus encantadoras fantasías,

con tus dolores, con tus alegrías,

con todo, huir inexorablemente?

¿Nada en la huida detenerte puede,

¡oh, tú! Edad dorada de mi vida?

Inútiles, tus ondas presurosas

ya de la eternidad al mar descienden.

Se apagaron los soles placenteros

que alumbraron mi senda juvenil,

y deshechos están los ideales

que otrora el ebrio corazón henchían,

ella perdióse al fin, la dulce fe

en seres que mi ensueño hizo nacer,

de la hostil realidad volviese presa

lo que divino y bello una vez se fue.

Como un día con ansias vehementes

Pigmalión a la piedra se abrazaba

hasta que ardiente en las mejillas frías

de mármol derramóse el sentimiento,

así con amoroso abrazo uníme

a la naturaleza, con placer

juvenil hasta que empezó a alentar

y a templar en mi pecho de poeta,

y al compartir mis férvidos impulsos

un lenguaje encontró la que era muda,

el beso devolvióme del amor

y de mi corazón oyó el latido;

árbol y rosa para mí vivían,

plateadas fuentes para mí cantaban,

y hasta lo inanimado percibía,

el eco claro de mi palpitar.

Dilató con impulso poderoso

un todo parturiento el pecho angosto,

para salir de sí hacia la vida

con imagen y son, palabra y obra.

Qué grande era este mundo por su forma

cuando aún el capullo lo ocultaba,

pero qué poco ¡ay! se ha descubierto,

y este poco, qué pobre y qué pequeño.

Cómo saltó en las alas de su arrojo,

dichoso en la quimera de su sueño,

aún no sujeto por cuidado alguno,

el joven, al cambio de la vida.

 

Hasta el astro  más pálido del éter

de sus planes el vuelo levantólo,

nada tan alto, tan lejano había,

adonde con sus alas no llegase.

¡Qué fácil hasta allá llevado era!

Para el feliz ¡que había de agobiante!

¡Cómo el ligero séquito danzaba

delante del carruaje de la vida!

¡El amor con la dulce recompensa,

con su guirnalda de oro la ventura,

la claridad con su estelar corona,

y la verdad en el fulgor solar!

Mas, ¡ay! ya en el medio del camino

desorientáronse los compañeros,

sus pasos apartaron, desleales,

y así fueron cediendo uno tras otro.

Volando la ventura huyó ligera,

el afán de saber quedó sediento,

de la duda ciñeron nubes hoscas

la figura solar de la verdad. 

Las sagradas coronas de la gloria

en la frente vulgar vi profanadas,

¡ay! muy pronto, tras corta primavera,

el tiempo bello del amor huyó.

Y siempre más silencio y siempre más

abandono por la fragosa senda,

apenas si encendía una vislumbre

en la lóbrega vía la esperanza.

De todo aquel cortejo alborozado,

¿quién junto a mí permaneció amoroso?

¿Quién, a mi lado aún, me da consuelo,

y hasta la lóbrega mansión me sigue?

Tú, la que sanas todas las heridas,

de la amistad, callada y tierna mano,

partes cordial las cargas de la vida,

tú, la que pronto di en buscar y hallé,

y tú, que bien con ella te emparejas,

la que del alma aleja la tormenta.

Ocupación, la que jamás se cansa,

la que, lenta al crear, jamás destruye,

que para edificar eternidades

si alza de arena un grano sobre otro,

también de la gran deuda de los tiempos,

minutos, días, años va borrando.

 

Friedrich Schiller

Cuadro: "Para que algo nazca" de Miguel Oscar Menassa

 

 

 

martes, 14 de noviembre de 2023

MEDITERRÁNEO

 


MEDITERRÁNEO

 

 

Mar antiguo, me embriago con la voz

que surge de tus bocas cuando se abren

como verdes campanas

y se echan hacia atrás y se disuelven.

La casa de aquellos veranos tan lejanos

estaba junto a ti –lo sabes-

allá en la tierra donde el sol abrasa

y nublan el aire los mosquitos.

Hoy como entonces me paralizo en tu presencia,

mar, pero ya no me creo

digno de la solemne advertencia

de tu respiración. Me dijiste ante todo

que el pequeño latido de mi corazón

era sólo un momento en el tuyo,

que llevaba en el fondo tu temeraria ley;

ser amplio y diferente, pero también constante

para vaciarme de toda suciedad

como haces tú cuando arrojas a las playas

entre estrellas de mar, junto a corchos y algas,

los inútiles escombros de tu abismo.

 

Hubiera querido sentirme esencial y duro

como los guijarros que devuelves

comidos por la sal;

esquirla fuera del tiempo, testimonio

de una fría voluntad constante.

Pero fui otro: hombre alerta que vigila,

en sí mismo, y en los otros, el ardor

de la vida instantánea –hombre lento

para la acción que nadie logra destruir.

Quise buscar el mal

que carcome el mundo, la pequeña desviación

de una palanca por la que se detiene

el mecanismo universal, y vi todos

los sucesos menudos

dispuestos s desunirse por una sacudida.

Siguiendo la huella de un sendero, sentí

en mi corazón el desafío de lo opuesto;

quizá necesitaba el bisturí que amputa,

la mente que determina y se decide.

Otros libros necesitaba

para mí, no tu página estruendosa.

Pero de nada puedo lamentarme: tú desatas

aún los nudos internos con tu canto.

Tu delirio se eleva ahora hacia los astros.

 

Si pudiera contener

en este pobre ritmo mío

un poco al menos de tu desatino;

si me fuese dado conciliar

tus voces y mi habla balbuceante:

yo que soñaba arrebatarte

las salobres palabras

donde naturaleza y arte se confunden,

para proclamar mejor esta melancolía

de niño envejecido que no debía pensar.

Y en su lugar, sólo tengo las letras gastadas

de los diccionarios, y la oscura voz

que el amor dicta se enronquece,

se vuelve lamentosa literatura.

No tengo más que estas palabras

que se ofrecen, como mujeres públicas,

a quien las solicita:

no atengo más que estas cansadas frases

que mañana también podrán robarme

los estudiantes astutos en versos verdaderos.

Y tu estruendo crece, y se extiende,

azul, la nueva sombra.

Mis pensamientos me abandonan totalmente.

Sentidos ya no tengo, ni sentido. Ni límite siquiera.

 

Eugenio Montale

Cuadro: "Danza del agua" de Miguel Oscar Menassa