LA CRUDA MARGARITA DESCUBRE ENTRE
SUS HOJAS SU PROPIO FIN
Escribir, ciertas noches,
es como jugar al ajedrez,
entre jugada y jugada,
entre letra y letra,
siempre hay tiempo para
los sueños.
Mortaja y cruz,
pequeñas sandalias descuartizadas,
pequeño pescador ahogadoporel peso de la pesca.
Mi cuerpo es débil y
deforme,
en el fondo del mar entre
los peces.
Mi rostro helado,
violento azul contra las
tenues escarchas marinas,
mi rostro,
piedra endurecida por el
ir y el venir de las mareas,
mi rostro,
acerado límite donde la
verdad se desvanece.
Brújula definitivamente
desviada,
toco fondo,
y ente los corales,
abejas y mieles
hambrientas devoran mi mirada.
El musgo bajo los pies
descalzos tiene un olor a viejo,
a recuerdo infantil en el
cordón de la vereda,
esperando crecer,
esperando encontrar algún
tesoro en los desagües.
Viviendo cerca de la nada,
nos decían,
cualquier futuro es
promisorio.
Viviendo mal,
se tienen esperanzas.
Miguel Oscar Menassa
Cuadro de Miguel Oscar Menassa
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