jueves, 29 de marzo de 2018

PROPÓSITOS A LA DERIVA - Esther Núñez


PROPÓSITOS A LA DERIVA


Propósitos  a la deriva
en el naufragio de un titán que antaño
iba cargado de buenas intenciones.
Es un alud sin frontera…
de las grandes ciudades,
ya no queda nada.

Los teatros sellaron sus puertas con un cartel de traspaso,
los cafés nos sirvieron monedas de cambio,
las modernas estatuas miran hacia otro lado.

Los aletargados aristócratas vierten por las calles
palabras de acero para cubrirnos los rostros,
la sangre deja un hedor en el alma de los desconsolados,
un lugar inhóspito y desapacible,
un paisaje desolad de almas inhumadas.

Se halla la muerte desordenada sin ley….
La enfermedad afuera de su locura,
familias deshabitadas
en la sencillez de sus escenas,
y con aflicción matan con furia su deseo.

Una historia de siglos en el hospicio del rencor y la locura,
niños abatidos, desabrigados en el corazón de la niebla,
mendigando pan para otros,
con la camisa rasgado por el tesón de los que ambicionan la nada.

El nombre del mendigo en los libros de historia,
del asesino huyendo de su mismo óbito,
de un humilde villano en la tierra santa.

Y permanecemos inmóviles, callados, sin propósitos,
desnudos de ociosas palabras,
de envidia, de odio,
de ruindades con pasadizos que hacen inaccesible
la salida a aun mundo más cierto,
sin poder amar, ni siquiera sentir la caricia del viento,
alcanzar la nieve de los tejados,
oler la olas que ofrecen su musa,
sin apenas escuchar las notas de aquella melodía.

Nos asusta la noche con sus madrugadas,
la luna y  las estrellas son un acecho,
hay soldados armados…
el sol y  el hielo nos quema
para después apagarse con la llama de la vida.

Esther Núñez Roma




miércoles, 28 de marzo de 2018

LLEGA EL FINAL - Gloria Gómez




LLEGA EL FINAL


Llega el final,
se abre una puerta diferente 
detrás espera un futuro indefinible a los ojos de la sabiduría,
al sentir el peso de la piel caer sobre sus párpados, 
la mirada se enturbia ante lo grisáceo del porvenir.
Ya no se acuerdan los hornos de aquellas manos
elaborando el pan de la mesa,
ya el humo de la chimenea tiene otro color ante la máquinas
y no recuerda la calidez de las yemas de los dedos
manufacturando el abrigo para el  invierno ante el fogón.

En un instante,
en un desliz de la penumbra,
se borran las madrugadas rechinando en los raíles
cuando unas manos vigorosas arrancaban la entraña del furor,
ese, el que caldea algún palacio del olvido.
En un parpadeo insignificante,
la ceguera se apropia de la razón
y en un sobrecito se guarda la limosna
como galardón a la curvatura de la espalda
cada vez que la siembra lo pedía,
cada vez que el llanto declamaba en la noche
ante el hambre del caminante.

En un simple pestañeo se da la vuelta a la orla
y desparecen los rostros
que cada día enseñaban a sumar no sólo cifras,
sino también algunos besos,
y labios frescos,
y las manos que labrarían el futuro.
Esos rostros, aunque ajados, siguen siendo rostros.

Y los brazos,
esos brazos envolviendo almas a la deriva,
sacando las espinas de un amanecer
enturbiado por melancolías,
esos brazos maternales ante la lágrima tierna,
capaz de iluminar los días apesadumbrados.
Todo se olvida en un febril capricho,
como si la noche nunca rebasara nuestros límites.

Y esos ademanes entonando las calles de la ciudad
cada día caminando a sus moradas,
cada uno con su traje de función correspondiente
engalanando las trincheras de la vida,
poniendo una flor en el jarrón de la mecedora al atardecer,
mientras despiertan la alegría del vecindario.

Al caer la niebla,
pronto se relega la condición
y sólo queda alguna voz sublime
para llorar la pérdida del pudor
y la lejanía de los que partieron a otro continente.
A veces, ni quedan retratos de una infancia,
ni los días señalados en el calendario,
ni el rastro de la efigie, y
ni siquiera la sangre corriendo por otras venas.

Todo se olvida,
sólo la voz, o la palabra escrita puede recordar su andadura,
o los objetos tallados en la repisa,
o el cuadro pintado en la pared,
el vestido entallado con el primer beso;
¡pero aún así no obtienen galardón!!

Algunas voces ya ni siquiera mendigan,
otras han perdido el candor entre las ramas secas,
pero otras gritan, gritan, gritan,
quieren romper las cadenas de la escollera
hasta ablandar las puertas del infierno;
alzan el puño si es preciso,
abanderan una nueva gallardía,
y quieren seguir engalanando las calles,
sólo, sólo piden un mendrugo de pan para el amigo.
Algo que no va a arruinar los blancos manteles.
Y además no quieren pasar la puerta del olvido.
Aún están vivos.

Gloria Gómez Candanedo

martes, 27 de marzo de 2018

HOY TE TUVE FRENTE A FRENTE - Maribel Domínguez Duarte



HOY TE TUVE FRENTE A FRENTE


Una bruma espesa y fría es tu  recuerdo
que me rodea y paralizaba.

Cuántas veces me cobijé al abrigo de tu sombra
perdida entre la forma de tu sonrisa
conducida por una melodía de unas palabras
susurradas suavemente, mientras tus labios
recorrían una y otra vez mi piel.

Fuiste un íntimo tesoro guardado e intangible
alimentando una llama ardiente
que resguardaba mi soledad,
ahora curtida en nuevos amaneceres,
rodeada de otros brazos que
también supieron amar.

Mi corazón latió el eco de tu ausencia
apaciguado en otros besos
y dolido, continuó amando
solventando aquella indiferencia tuya
aquella habitual lejanía.

Hoy te tuve frente a frente.
Miré un rostro, gastado por el olvido
tratando de buscar un pequeño horizonte
Que me devolviera esas cálidas noches de invierno.

Demasiado tiempo ha pasado,
un pedregal es ahora tu mirada
en el que sólo hallé
dos hermosas pupilas, vacías…

Maribel Domínguez Duarte


MENTIRAS OCULTAS - Yosune Castellano Alarcón



MENTIRAS OCULTAS


Oscuras apariencias
disfrazan tu rostro,
vistiendo de noche
tu presencia.

En el filo del amanecer
Sentí tus pasos huir,
sueño incumplido
despide el amor.

Oculto en penumbras
brilla tu imagen
sin saber donde
y cuando aparecerás.

Detrás, la mentira
descubre tu mirada
cuando escondido,
iluminas el día.

Si tu aroma
se convierte en verdad,
agita sus alas
para desaparecer.

Yosune Castellano Alarcón

lunes, 26 de marzo de 2018

BUSCANDO TU NOMBRE - Sandra Marie Steele Pastor




BUSCANDO TU NOMBRE


Entre ventanas y libros desaparece la arena,
y escribo como si tuviese pluma y tinta del arco iris,
pero nieve cristalina se evapora con suavidad de la pluma.

Y el viento atraviesa el océano en busca de un rostro,
como si fuese a buscar el diminuto mensaje del alma,
cuando por fin se desliza carne acariciada en mis sueños,
la mirada se torna sin averiguar quién fuiste,
no alcanzo la estrella que codifica tus entrañas.

Quizás ni siquiera tu sangre cayó aquí,
estará estancado en un pantano fangoso,
o quizás tu espíritu se esparció en el mar,
solo sé que existes en alguna tierra.

Sandra Marie Steele Pastor

LA PATRIA DEL POETA - XVI - Miguel Oscar Menassa




LA PATRIA DEL POETA – XVI

Huir de todos
De uno mismo.

Huir es imposible.

Las palabras sobrevuelan el mundo
y tu luz, tu ardiente luz,
brilla en tus ojos.

Huir es imposible.

El veneno se lleva en las entrañas,
el ser no se detiene en los abismos
y el odio,
vive en tu corazón.

Miguel Oscar Menassa

sábado, 24 de marzo de 2018

AMANTES DE LA NOCHE - Germán Pardo García




AMANTES DE LA NOCHE


NOCHE licuante y a la vez tan densa.
¿Has visto cómo nos demuda el rostro
cuando en la oscuridad nos encontramos?
Hay un matiz cutáneo que destiñe
a sensibilidad de nuestros rostros,
y mis labios nocturnos te preguntan;
¿Cómo te llamas? Y tu voz responde
como si fuera  el techo de sí misma:
¿Quién eres?¡Ah, los dos nos ignoramos
bajo esta oscuridad que nos separa
y a la vez misteriosa nos concilia!

Tienes miedo, de mí, yo tengo miedo
de tus labios, del musgo de tus sienes,
del frío movimiento de tu traje,
de incitar tu quietud próxima al éxtasis,
de los cisnes que vagan en tus lágrimas
y de la suavidad de tus arrullos.
vamos por el jardín y recelosos
nuestros labios se besan y preguntan:
¿Quién eres? Y es tu voz la que reclama.
Y ¿quién eres? Mis labios te suplican.

¡Oh dolor de ignorar lo que sabemos!
¡Oh certeza fallando en los augurios!
¡Oh ausencias y cercanas lejanías
que el amor embellece en el espíritu!
¡Oh partir de nosotros sin movernos!
¡Oh quietud de las manos que se buscan!

¡Oh noche cautelosa que aglutinas
con laxitud amargos sedimentos!
¡Oh noche medular como las vértebras
que viven en nosotros amarillas!
¡Callamos nuestros nombres y sabemos
sus sonidos sinfónicos y letras!
¡Escondemos la faz bajo tus máscaras,
y buscamos el rostro que perdimos!

¡Amor mío! Me dices. Y ¡amor mío!
Mis palabras idénticas suspiran.

Y nos unge la luna y nuestros labios
palpitan como pétalos nocturnos.
¡Amor mío, amor mío! Y no sabemos
qué es el amor y hablamos sin oírnos
desde unas profundísimas distancias.
¡Deshójame tus labios!, te murmuro.
¿O es la niebla que finge comisuras?
¡Amos mío, amor mío! Y nuestras voces
incoloras ondulan y decrecen
Cual músicas y brisas. ¡Amor mío!
¡Amor mío! Y se teme que en nosotros
es dolor alejándose entre lágrimas.

¡Oh noche que divides nuestras manos
aunque estén por sus músculos atadas!
Extingues el color de nuestros rostros
que se ven a sí mismos asediándose.
Nos llenas de agonía ante los goces.
Nos llevas por jardines que cintilan
desasidos del polvo y en el aire.
Transfiguras el cuerpo y lo refractas
arcano y diferente, si desnudo.

Nosotros, los amantes en la noche,
fugitivos del fuego que adoramos.
Con la luz en la piel y sofocándola.
Con la carne acoplada y desunidos.
Llamándonos en sombras: ¡amor mío!
Clamando sin cesar: ¿cómo te llamas?,
y volviendo a exclamar ¿cómo te llamas?
Hasta que al fin se apagan nuestros labios
y sus alucinantes juramentos
de amarnos sin temor hasta el sepulcro.

Germán Pardo García
De “Labios nocturnos”


CULTIVARSE NO ES CULTIVAR .Carlos Fernández del Ganso




CULTIVARSE NO ES CULTIVAR


La fosforera de la esquina cultiva calderilla, vende leña
con su guantes de farola y cuenta cerillas
esperando compañía.
El pastor de mi tierra cultiva entre melodía y mantecadas
poemas, sin patria ni bandera,
cantando las aventuras nuevas.

Sin embargo en mi barrio 
la locura cultiva las esquinas del planeta.

El maestro llega al poblado y hace de la piedra escuela,
el pajar es ahora un vergel de preguntas,
marionetas y aviones de papel tiemblan del pupitre
a la pizarra, como golondrinas que libres vuelan.

¡¡Padre, madre, hoy aprendí las vocales del amor
y  las consonantes de la muerte!!

La tabla del lavandero también sirve para cantar,
las estaciones siempre vuelven y aprender a sumar
es cosa de sabios.

Hoy cultivé una flor de harina
y comieron los gorriones en mis manos.

Cultivar el olvido sentado y lanzando una moneda al tablero
saltar cual caballo, dos pasos y uno al lado.
Cultivarse en la sombra y si los dioses quieren tormenta,
cultivar bajo tierra gusanos de seda,
mariposas para enamorados y en la división del trabajo
cultivar la fórmula de la multiplicación.

Cultivar no asegura el trigo. Cultivarse permite el pan.

Carlos Fernández  del Ganso
“La máquina del tiempo”





Esther Núñez leyendo un poema dedicado a Mayte, propietaria de la Cafetería Churrería MAYLU
Un abrazo



POEMA PARA MAYTE


Existen árboles que nunca dieron su fruto,
que abandonaron el suelo donde sus raíces crecerían,
ni siquiera sus hojas pintaron de verde cualquier madrugada.

Pero hay otros que sí dieron su fruto
y con firmeza mantuvieron su tallo en la tierra
y echaron raíces
y dejaron caer sus hojas en el barro.

Y ese fruto creció,
con sus dificultades y sencillez
con su temor y valentía….
para poder abrazar otra ramas,
amarrarse a otro tallo
echar raíces en otra orbe
y algún día acariciar otro cuerpo
y dar su propio fruto.

Ahora altivos, orgullosos de ofrecer su recompensa
pueden descansar en paz,
pues ya pagaron su deuda,
y pueden seguir amarrados a esta nueva tierra,
seguir explorando nuevos mundos,
sin necesidad de abandonar
lo que un día amaron.

Esther Núñez

viernes, 23 de marzo de 2018

Enrique Rodríguez Romera


Enrique Rodríguez Romera, poeta, nos acompañó en el recital realizado el domingo 11 de marzo, leyendo algunos de sus poemas.
Gracias.

50 AÑOS - Yosune Castellano Alarcón


Ángela Castellano leyendo 50 AÑOS un poema de Yosune Castellano Alarcón


50 AÑOS

                               A mis padres

No elegimos el momento que venir al mundo.
Pero sí elegimos con quien vivir en el mundo.
La vuestra, hoy sabemos que fue una buena elección.

Sin apenas conocer comenzáis una vida juntos,
nuestra vida.
Entre telares y moda diseñáis la felicidad,
nuestra felicidad.

Enhebrando los días con dulzura
superáis la carrera de la convivencia
llegando a la meta de forma exitosa.
Expertos en las artes del amor
construís nuestra familia

Cinco hijos os otorgan el premio en educación
con rotunda convicción.
Seis nietos avalan la disciplina de vuestra enseñanza
sin la menor vacilación.

Hoy no solo renováis vuestro compromiso,
aunque no tuvimos la opción de la elección,
nosotros confirmamos con firmeza
que sí os hubiéramos elegido.

GRACIAS
Yosune Castellano Alarcón

jueves, 22 de marzo de 2018

HE CERRADO MI BALCÓN - Federico García Lorca



HE CERRADO MI BALCÓN


He cerrado mi balcón
porque no quiero oír el llanto
pero por detrás de los grises muros
no se oye otra cosa que el llanto.

Hay muy pocos ángeles que canten,
hay muy pocos perros que ladren,
mil violines caben en la palma de mi mano.
Pero el llanto es un perro inmenso,
el llanto es un ángel inmenso,
el llanto es un violín inmenso,
las lágrimas amordazan al viento
y no se oye otra cosa que el llanto.


Federico García Lorca

miércoles, 21 de marzo de 2018

TE MANDO AHORA A QUE LO OLVIDES TODO - Carilda Oliver Labra



TE MANDO AHORA A QUE LO OLVIDES TODO


Te mando ahora a que lo olvides todo:
aquel seno de nata y de ternura,
aquel seno empinándose de un modo
que te pudo servir de tierra dura;

aquel muslo obediente pero fiero,
que venía de sierpes milenarias;
aquel muslo de carne y de me muero
convocado en las tardes solitarias;

aquel gesto al echarme en la locura;
aquel viaje al amor, de mi cintura;
aquel gusto en la piel a lirio extraño,

aquel nombre pequeño bajo el nombre,
aquel pecado de volverte un hombre
en el vicio feliz de hacerme daño.

Carilda Oliver Labra

martes, 20 de marzo de 2018

PREPARATIVOS DE VIAJE - Dámaso Alonso




PREPARATIVOS DE VIAJE



Unos
se van quedando estupefactos,
mirando sin avidez, estúpidamente, más allá, cada vez más allá,
hacia la otra ladera.

Otros voltean la cabeza a un lado y otro lado,
sí, la pobre cabeza, aún no vencida,
casi
con gesto de dominio,
como si no quisieran perder la última página de un libro de aventuras,
casi con gesto de desprecio,
cual si quisieran
volver con despectiva indiferencia las espaldas
a una cosa apenas si entrevista,
mas que no va con ellos.

Hay algunos
que agitan con angustia los brazos por fuera del embozo
cual si en torno a sus sienes espantaran tozudos moscardones azules,
o cual si bracearan en un agua densa, poblada de invisibles medusas.

Otros maldicen a Dios,
escupen al Dios que les hizo,
y las cuerdas heridas de sus chillidos acres
atraviesan como una pesadilla las salas insomnes del hospital,
hace oscilar como un viento sutil
las alas de las tocas
y cortan el torpe vaho del cloroformo.

Algunos llaman con débil voz
a sus madres,
las pobres madres, las dulces madres
entre cuyas costillas hace ya muchos años que se pudren las
tablas del ataúd.

Y es muy frecuente
que el moribundo hable de viajes largos,
de viajes por transparentes mares azules, por archipiélagos
remotos,
y que se quiera arrojar del lecho
porque va a partir el tren, porque ya zarpa el barco.
(Y entonces se les hiela el alma
a aquellos que rodean al enfermo. Porque comprenden.)

Y hay algunos, felices,
que pasan de un sueño rosado, de un sueño dulce, tibio y dulce,
al sueño largo y frío.

Ay, era ese engañoso sueño,
cuando la madre, el hijo, la hermana
han salido con enorme emoción, sonriendo, temblando,
llorando,
han salido de puntillas,
para decir “¡Duerme tranquilo, parece que duerme muy bien!”
Pero, no: no era eso.

…Oh, sí; las madres lo saben muy bien: cada niño se
duerme de una manera distinta…

Pero todos, todos se quedan
con los ojos abiertos.
ojos abiertos, desmesurados en el espanto último,
ojos en guiño, como una soturna broma, como una mueca
ante un panorama grotesco,
ojos casi cerrados, que miran por fisura, por un trocito de
arco, por el segmento inferior de las pupilas.

No hay mirada más triste.
Sí, no hay mirada más profunda ni más triste.

Ah, muertos muertos, ¿qué habéis visto
en la esquina cruel, en el terrible momento del tránsito?
Ah, ¿qué habéis visto en ese instante del encontronazo con
el camión gris de la muerte?
No sí si cielos lejanísimos de desvaídas estrellas, de lentos
cometas solitarios hacia la torpe nebulosa inicial,
no sé si un infinito de nieves, donde hay un rastro de sangre,
una huella de sangre inacabable,
ni si el frenético color de una inmensa orquesta convulsa
cuando se descuajan los orbes,
ni si acaso la gran violeta que esparció por el mundo la tristeza
como un largo perfume de enero,
ay, no sé si habéis visto los ojos profundos, la faz impenetrable.

Ah, Dios mío, Dios mío, ¿qué han visto un instante esos
ojos que se quedaron abiertos?

Dámaso Alonso








NO VIVE YA NADIE... - César Vallejo



NO VIVE YA NADIE…


No vive ya nadie en la casa –me dices--, todos se han ido. La sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados. Nadie ya queda, pues que todos han partido.

Y yo te digo: Cuando alguien se va, alguien queda. El punto por donde pasó un hombre, ya no está solo. Únicamente está solo, de soledad humana, el lugar por donde ningún hombre ha pasado. Las casas nuevas están más muertas que las viejas, porque sus muros son de piedra o de acero, pero no de hombres. Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla. Una casa vive únicamente de hombres, como una tumba. Sólo que la casa se nutre de la vida del hombre, mientras que la tumba se nutre de la muerte del hombre. Por eso la primera está de pie, mientras que la segunda está tendida.
Todos han partido de la casa, en realidad, pero todos se han quedado en verdad. Y no es el recuerdo de ellos lo que queda, sino ellos mismos. Y no es tampoco que ellos queden en la casa, sino que continúan por la casa. Las funciones y los actos se van de la casa en tren o en avión o a caballo, a pie o arrastrándose. Lo que continúa en la casa es el órgano, el agente en gerundio y en círculo. Los pasos se han ido, los besos, los perdones, los crímenes. Lo que continúa en la casa es el pie, los labios, los ojos, el corazón. Las negaciones y las afirmaciones, el bien y el mal, se han dispersado. Lo que continúa en la casa, es el sujeto del acto.

César Vallejo


domingo, 18 de marzo de 2018

NADIE SABE - Ángela Figuera Aymerich


NADIE SABE


Abre tus ojos anchos al asombro
cada mañana nueva y acompasa
en místico silencio tu latido
porque un día comienza su voluta
y nadie sabe nada de los días
que se nos dan y luego se deshacen
en polvo y sombra. Nadie sabe nada.

Pisa la tierra. Vierte la simiente.
Coge la flor y el fruto. Sin palabras.
Pues nadie sabe nada de la tierra
muda y fecunda que, en silencio, brota,
y nadie sabe nada de las flores
ni de los frutos ebrios de dulzura.

Mira la llamarada de los árboles
irguiéndose en lo azul. Contempla, toca
la piedra inmóvil de alma intraducible
y el agua sin contornos que camina
por sus trazados cauces ignorándolos.
Sueña sobre ellos. Sueña. Sin decirlo.
Pues nadie sabe nada de los árboles
ni de la piedra ni del agua en fuga.

Mira las aves, altas, desprendidas,
rayando el sol a golpe de sus alas.
Toma del aire el trino y el gorjeo,
pero no quieras traducir su ritmo,
pues nadie sabe nada de los pájaros.
Mira la estrella. Vuela hasta su altura.
Toma su luz y enciéndete la frente,
pero no inquieras su remoto arcano
pues nadie sabe nada de la estrella.

Besa los labios y los ojos. Goza
la carne del amante sazonada
secretamente para ti. Acomete
con decisión humilde la tarea
del imperioso instinto. Crece y ama.
Más nada digas del tremendo rito
pues nadie sabe nada de los besos,
ni del amor ni del placer ni entiende
la ruda sacudida que nos pone
el hijo concluido entre los brazos.

Clama sin gritos. Llora sin estruendo.
Cierra las fauces del dolor oscuro,
pues nadie sabe nada de las lágrimas.

Vete a hurtadillas con discreto paso.
Traspasa quedamente la frontera,
pues nadie sabe nada de la muerte.

Ángela Figuera Aymerich

sábado, 17 de marzo de 2018

NUESTRAS VIDAS SON LOS RÍOS QUE VAN A DAR A LA MAR J.M. -Dámaso Alonso




NUESTRAS VIDAS SON LOS RÍOS QUE VAN A DAR A LA MAR
J.M.


     Todos los días que pasan
son para el cuerpo un desgarro;
para el alma, un desconsuelo.
¡Ay!, nuestras vidas se amasan
con un poquito de barro
y otro poquito de cielo…

    Tenemos que luchar solos
con la carne que nos tienta
y el alma que nos levanta,
y entre tan opuestos polos
gira la vida cruenta,
la que quisiéramos santa…

    En este punto indeciso
está el espíritu grave
y turbado, sin saber
hacia qué punto es preciso
guiar de proa la nave,
hacia qué playa torcer.

   Algunas flores matizan
las orillas de este río
que corremos. Son amores.
¡Oh, qué suave se deslizan
por el pobre pecho mío
esas flores!

     ¡Y sólo tienen espinas…!
Se deshacen las divinas
facetas de la ilusión,
y está en el triste desierto
la nave sin ver el puerto
y sangrando el corazón.

     Entre las aguas del río,
derivando en la corriente,
navegan las flores muertas.
Suaves gotas de rocío
vibran, en perla riente,
sobre sus corolas yertas.

     ¡Flor que en el agua ha caído,
la onda mansa la lleva,
seca, arrugada, amarilla…!
Más ya que esa flor se ha ido,
¿no ha de brotar otra nueva,
del río en la fresca orilla?

     Y pasan así los años
pletóricos de ilusiones
por la venidera suerte
¡y, tras muchos desengaños,
naufragan los corazones
en las playas de la muerte!

    Todos los días que pasan
son para el cuerpo un desgarro,
para el alma un desconsuelo,
¡ay, nuestras vidas se amasan
con un poquito de barro
y otro poquito de cielo…!

Dámaso Alonso


viernes, 16 de marzo de 2018

MIENTRAS CORREN LOS GRANDES DÍAS - Enrique Molina


MIENTRAS CORREN LOS GRANDES DÍAS


Arde en las cosas un terror antiguo, un profundo y secreto soplo,
un ácido orgulloso y sombrío que llena las piedras de grandes agujeros,
y torna crueles las húmedas manzanas, los árboles que el sol consagró;
las lluvias entretejidas a los largos cabellos con salvajes perfumes
y su blanda y ondeante música;
los ropajes y los vanos objetos; la tierna madera dolorosa
en los tensos violines
honrada y sumisa en la paciente mesa, en el infausto ataúd,
a cuyo alrededor los ángeles impasibles y justos se
reúnen a recoger su parte de muerte;
las frutas de yeso y la íntima lámpara donde el atardecer se condensa,
y los vestidos caen como un seco follaje a los pies de la
mujer desnudándose,
abriéndose en quietos círculos en torno a sus tobillos, como
un espeso estanque
sobre el que la noche flamea y se ahonda, recogiendo
ese cuerpo suntuoso,
arrastrando las sombras tras los cristales y los sueños tras los
semblantes dormidos;
en tanto, junto a la tibia habitación, el desolado viento
plañe bajo las hojas de la hiedra.

¡Oh Tiempo! ¡Oh, enredadera pálida! ¡Oh, sagrada fatiga de vivir…!
¡Oh, estéril lumbre que en mi carne luchas! Tus puras hebras trepan por mis huesos,
envolviendo mis vértebras tu espuma de suave ondular.
Y así, a través de los rostros apacibles, del invariable giro del Verano,
a través de los muebles inmóviles y mansos, de las canciones
de alegre esplendor,
todo habla al absorto e indefenso testigo, a las postreras sombras trepadoras,
de su incierta partida, de las manos transformándose en la gramilla estival.


Entonces mi corazón lleno de idolatría se despierta temblando, como el que sueña que la sombra en él y su adorable carne se licua
a un son lento y dulzón, poblado de flotantes animales y neblinas
y pasa la yema de sus dedos por sus cejas, comprueba de
nuevo sus labios y mira una vez más sus desiertas rodillas,
acariciando en torno sus riquezas, sin penetrar su secreto,
mientas corren los grandes días sobre la tierra inmutable.

Enrique Molina