sábado, 30 de noviembre de 2013


DEL CAMINO

XXXVII

¡Oh, dime, noche amiga, amada vieja,
que me traes el retablo de mis sueños
siempre desierto y desolado, y sólo
con mi fantasma dentro,
mi pobre sombra triste
sobre la estepa y bajo el sol de fuego,
o soñando amarguras
en las voces de todos los misterios,
dime, si sabes, vieja amada, dime
si son mías las lágrimas que vierto!
Me respondió la noche:
jamás me revelaste tu secreto.
yo nunca supe, amado,
si eras tú ese fantasma de su sueño,
ni averigüe si era su voz la tuya,
o era la voz de un histrión grotesco.
  Dije a la noche: Amada mentirosa,
tú sabes mi secreto;
tú has visto la honda gruta
donde fabrica su cristal mi sueño,
y sabes que mis lágrimas son mías,
y sabes mi dolor, mi dolor viejo.
   ¡Oh! Yo no sé, dijo la noche, amado,
yo no sé tu secreto,
aunque he visto vagar ese que dices
desolado fantasma, por tu sueño.
yo me asomo a las almas cuando lloran
y escucho su hondo rezo,
humilde y solitario,
ese que llamas salmo verdadero;
pero en las hondas bóvedas del alma
no sé si el llanto  es una voz o un eco.
   Para escuchar tu queja de tus labios
yo te busqué en tu sueño,
y allí te vi vagando en un borroso
laberinto de espejos.

Antonio Machado
Leído por Esther Núñez


jueves, 28 de noviembre de 2013

Poemas leídos en el taller


OIGAN

 Oigan:
si encienden las estrellas
es porque alguien las necesita, ¿verdad?,
es que alguien desea que estén,
es que alguien llama perlas a esas escupitinas.
Resollando
entre tormentas de polvo del mediodía
penetra hasta Dios,
teme haber llegado tarde,
llora,
le besa la mano carniseca,
implora
que pongan sin falta una estrella,
jura
que no soportará ese tormento inestelar.
y luego
anda preocupado,
aunque aparenta calma.
dice a alguien:
¿Ahora no estás mal, eh?
¿A que ya no tienes miedo?
Oigan, si encienden
las estrellas
es porque alguien las necesita, ¿verdad?
Es indispensable que todas las noches
sobre los tejados
arda aunque sea una sola estrella.

Vladimir Mayakovski
1893-1930 – Georgia - Rusia
Poemas 1913-1916
Poema leído por Gloria Gómez

martes, 26 de noviembre de 2013

Poemas leídos en el taller


POEMA 13

He ido marcando con cruces de fuego
el atlas blanco de tu cuerpo.
Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose.
En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta.

Historias que contarte a la orilla del crepúsculo,
muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre.
El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal.

Yo que viví en un puerto desde donde te amaba.
La soledad cruzada de sueño y de silencio.
Acorralado entre el mar y la tristeza.
Callado, delirante, entre dos gondoleros inmóviles.

Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.
Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido.
Así como las redes no retienen el agua.
Muñeca mía, apenas quedan gotas temblando.
Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces.
Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca.
Oh poder celebrarte con todas las palabras de alegría.
Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos de un loco.
Triste ternura mía, qué te haces de repente?
Cuando he llegado al vértice más atrevido y frío
mi corazón se cierra como una flor nocturna.

Pablo Neruda
Leído por Maribel Domínguez Duarte




Poemas leídos en el taller

Para hacer un talismán
Se necesita sólo tu corazón
hecho a la viva imagen de tu demonio o de tu dios.
Un corazón apenas, como un crisol de brasas para la idolatría.
Nada más que un indefenso corazón enamorado.
                                                               Déjalo a la intemperie,
donde la hierba aúlle sus endechas de nodriza loca y no pueda dormir,
donde el viento y la lluvia dejen caer su látigo en un golpe de azul escalofrío
sin convertirlo en mármol y sin partirlo en dos,
donde la oscuridad abra sus madrigueras a todas las jaurías y no logre olvidar.
Arrójalo después desde lo alto de su amor al hervidero de la bruma.
Ponlo luego a secar en el sordo regazo de la piedra,
y escarba, escarba en él con una aguja fría hasta arrancar el último grano de esperanza.
Deja que lo sofoquen las fiebres y la ortiga,
que lo sacuda el trote ritual de la alimaña,
que lo envuelva la injuria hecha con los jirones de sus antiguas glorias.
Y cuando un día un año lo aprisione con la garra de un siglo, antes que sea tarde,
antes que se convierta en momia deslumbrante,
abre de par en par y una por una todas sus heridas:
que las exhiba al sol de la piedad, lo mismo que el mendigo,
que plaña su delirio en el desierto,
hasta que sólo el eco de un nombre crezca en él con la furia del hambre:
un incesante golpe de cuchara contra el plato vacío.

Si sobrevive aún, si ha llegado hasta aquí hecho a la viva imagen de tu demonio o de tu dios;
he ahí un talismán más inflexible que la ley, más fuerte que las armas y el mal del enemigo.
Guárdalo en la vigilia de tu pecho igual que a un centinela.
Pero vela con él.
Puede crecer en ti como la mordedura de la lepra; puede ser tu verdugo.
¡El inocente monstruo, el insaciable comensal de tu muerte!

Olga Orozco
Leído por Esther Núñez

viernes, 22 de noviembre de 2013

Poemas leídos en el taller


Barcarola

Si solamente me tocaras el corazón,
si solamente pusieras tu boca en mi corazón,
tu fina boca, tus dientes,
si pusieras tu lengua como una flecha roja
allí donde mi corazón polvoriento golpea,
si soplaras en mi corazón cerca del mar, llorando,
sonaría con un ruido oscuro, con sonido de ruedas de tren
                   con sueño,
como aguas vacilantes,
como el otoño en hojas,
como sangre,
con un ruido de llamas húmedas quemando el cielo,
sonando como sueños o ramas o lluvias,
o bocinas de puerto triste,
si tú soplaras en mi corazón cerca del mar,
como un fantasma blanco,
al borde la espuma,
en mitad del viento,
como un fantasma desencadenado, a la orilla del mar, llo
                   rando,

como ausencia extendida, como campaña súbita,
el mar reparte el sonido del corazón
lloviendo, atardeciendo, en una costa sola:
la noche cae sin duda,
y su lúgubre azul de estandarte en naufragio
se puebla de planetas de plata enronquecida.

Y suena el corazón como un caracol agrio,
llama, oh mar, oh lamento, oh derretido espanto
esparcido en desgracias y olas desvencijadas:
de lo sonoro el mar acusa
sus sombras recostadas, sus amapolas verdes.

Si existieras de pronto, en una costa lúgubre,
rodeada por el día muerto,
frente a una nueva noche,
llena de olas,
y soplaras en mi corazón de miedo frío,
soplaras en la sangre sola de mi corazón,
soplaras en su movimiento de paloma con llamas,
sonarían sus negras sílabas de sangre,
crecerías sus incesantes aguas rojas,
y sonaría, sonaría a sombras.
sonaría como la muerte,
llamaría como un tubo lleno de viento o llanto,
o una botella echa de espanto a borbotones.

Así es, y los relámpagos cubrirían tus trenzas
y la lluvia entraría por tus ojos abiertos
a preparar el llanto que sordamente encierras,
y las alas negras del mar girarían en torno
de ti, con grandes, garras, y graznidos, y vuelos

quieres ser el fantasma que sople, solitario,
cerca del mar su estéril, triste instrumento?
si solamente llamaras,
su prolongado son, su maléfico pito,
su orden de olas heridas,
alguien vendría acaso,
alguien vendría,
desde las cimas de las islas, desde el fondo rojo del mar,
alguien vendría, alguien vendría.

Alguien vendría, sopla con furia,
que suene como sirena de barco roto,
como lamento,
como un relincho en medio de la espuma y la sangre,
como un agua feroz mordiéndose y sonando.

En la estación marina
su caracol de sombra circula como un grito,
los pájaros del amor lo desestiman y huyen,
sus listas de sonido, sus lúgubres barrotes
se levantan a orillas del océano solo.

Pablo Neruda
Del libro “Residencia en al Tierra I”
Leído por Gloria Gómez



jueves, 21 de noviembre de 2013

Poemas leídos en el taller


POEMA  10

Hemos perdido aun este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.

He visto desde mi ventana
la fiesta del poniente en los cerros lejanos.

A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol entre mis manos.

Yo te recordaba con el alma apretada
de esa tristeza que tú me conoces.

Entonces, dónde estabas?
Entre qué gentes?
Diciendo qué palabras?
Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?

Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.

Siempre, siempre te alejas en las tardes
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.

Pablo Neruda
1924 ”Veinte poemas de amor”
Leído por Maribel Domínguez Duarte




miércoles, 20 de noviembre de 2013

Poemas leídos en el taller

EL CIRUELO

Hay en el patio un ciruelo
que no se encuentra menor.
Para que nadie le pise
tiene reja alrededor.

Aunque no puede crecer,
él sueña con ser mayor.
Pero nunca podrá serlo
teniendo tan poco sol.

Duda si será un ciruelo
porque ciruelas no da.
Más se conoce en la hoja
que es ciruelo de verdad.

Bertolt Brecht
Leído por Esther Núñez

martes, 19 de noviembre de 2013

Poemas leídos en el taller

EL DRAMATURGO

La fuerza invisible que mangonea todo
el geniecillo del bosque que inventa el argumento
                                               --de nuestro futuro—
y lo lleva a cabo a raja tabla –a las tablas—
lo escenifica a su gusto y regusto,
reparte los papeles con nosotros
                                               --los pobres peca-actores—
y nos hace ensayar todo el presente;
nos pone a todos –nos guste o no nos guste el cometido--.
nos pone de patitas en el drama,
nos engatusa con ser protagonistas
de escenas que nonos van ni nos vienen al pelo,
y el Geniecillo del Bosque,
el Autor,
el Destinillo o lo Que Sea,
de da a mí que se ríe y se hace célebre
mientras nosotros tenemos que llorar.

Gloria Fuertes
Leído por Gloria Gómez

lunes, 18 de noviembre de 2013

Poemas leídos en el taller

LA PAREJA

Tenerte cerca. Hablarte.
Y besarte en silencio.
Y sentir el contacto
caliente de tu cuerpo.
Sentir que vives, trémula,
aquí, contra mi pecho.
Que mis brazos abarcan
Tus límites perfecto.
Que tu piel electriza
las yemas de mis dedos.
Que la vida se ahoga
en el hilo de un beso.
Que así, en la sombra, a tientas,
Bajo la noche, ciegos,
topándonos a oscuras
mientras todo es silencio,
nos amamos y somos
casi dioses, rugiendo.

Vuelvo a palpar tu carne,
vuelvo a besarte, vuelvo
a estrecharte en la sombra
ciega contra mi pecho.
Vuelvo a sentir tu vida
trémulamente. Siento
que el desamparo pone
su soledad, su cerco,
en torno de nosotros.
El mundo está desierto.
Mudo. Tú y yo arrojados
a un destino violento,
aquí, sobre la tierra,
abrazándonos ciegos.

Y entonces te recojo,
te amparo, te sujeto,
pequeña, débil, mía,
cobijada en mi aliento,
sostenida en mis brazos,
cubierta con mis besos.

Pero mi pequeñez
en seguida comprendo.
Mi inútil protección,
castillo sin cimientos,
rueda deshecha frente
al enorme Universo.

¿Qué poco puede el hombre!
Y me refugio en medio
de tanta soledad
en tu caliente cuerpo,
para que entre tus brazos
me mezas con tu tierno
amor. Niño asustado,
busco tu amor materno.

Los dos en la tiniebla
abrazados, pequeños,
frente a la eternidad,
lloramos en silencio.

La noche continúa
mudamente cubriéndonos.

Leopoldo de Luis
Leído por Maribel Domínguez Duarte


sábado, 16 de noviembre de 2013

Poemas leídos en el taller

ES OBLIGATORIO

Es obligatorio tener mitos
y yo gustosa desobedezco,
gustosa me plancho las blusas,
cuando tengo tiempo,
porque antes es hablar con los amigos.
Es obligatorio presentarse con buenas ropas
con buenas obras –no interesa tanto.
Es obligatorio no asomarse ala ventanilla,
porque tienes que estar vivo si organizan la guerra.

Es obligatorio silenciar que hay tumultos
porque pueden echarte del trabajo,
y si cantas verdades la celda te preparan,
te preparan el llanto, porque es obligatorio
sufrir siendo persona,
guardar rencor,
adular al pedante,
llevar medias en los templos,
tener bastantes hijos,
volver mañana,
tener enemigos,
es obligatorio todo esto,
y encima te prohíben escupir en el suelo.

Gloria Fuertes
Leído por Gloria Gómez

viernes, 15 de noviembre de 2013

Poemas leidos en el taller

A lo Mejor un Día


Porque la poesía es un milagro.
Algo que puede ser y no sabemos en qué consiste,
algo así como cuando dejamos de estar enamorados,
o lloramos bajito en una caja.
No se puede decir, me voy a sentar a hacer milagros.
La poesía es un misterio.
Misterio que es revelado al hombre cuando muere,
hay hombres que al morir se vuelven saltamontes
y escriben mejor todo.
Los poetas no vuelven.
Al Creador, de siempre le gustaron los versos;
porque como ya dije, es el mejor Poeta.
El Creador protege a los vencidos,
tiene sus preferencias el Creador: los pobres,
--este es otro misterio--.
Pero también ama  y compadece a los ricos.
A lo mejor un día que estéis leyendo cosas de estas
os convertís en pozos de licor,
Porque la Poesía es un milagro!

Gloria Fuertes

jueves, 7 de noviembre de 2013

Balada de lo que no Vuelve

Venía hacia mí por la sonrisa
Por el camino de su gracia
Y cambiaba las horas del día
El cielo de la noche se convertía en el cielo del amanecer
El mar era un árbol frondoso lleno de pájaros
Las flores daban campanadas de alegría
Y mi corazón se ponía a perfumar enloquecido

Van andando los días a lo largo del año
¿En dónde estás?
Me crece la mirada
Se me alargan las manos
En vano la soledad abre sus puertas
Y el silencio se llena de tus pasos de antaño.
Me crece el corazón
Se me alargan los ojos
Y quisiera pedir otros ojos
Para ponerlos allí donde terminan los míos
¿En dónde estás ahora?
Qué sitio del mundo se está haciendo tibio con tu presencia
Me crece el corazón como una esponja
O como esos corales que van a formar islas.
Es inútil mirara los astros
O interrogar las piedras encanecidas
Es inútil mirar ese árbol que te dijo adiós el último
Y te saluda el primero a tu regreso
Eres substancia de lejanía
Y no hay remedio
Andan los días en tu busca
A qué seguir por todas partes la huella de sus pasos
El tiempo canta dulcemente
Mientras la herida cierra los párpados para dormirse.
Me crece el corazón
Hasta romper sus horizontes
Hasta saltar por encima de los árboles
Y estrellarse en el cielo.
La noche sabe qué corazón tiene más amargura

Sigo las flores y me pierdo en el tiempo
De soledad en soledad
Sigo las olas y me pierdo en la noche
De soledad en soledad
Tú has escondido la luz en alguna parte
¿?En donde?, ¿en dónde?
Andan los días en tu busca
Los días llagados coronados de espinas
Se caen se levantan
Y van goteando sangre.
Te buscan los caminos de la tierra
De soledad en soledad
Me crece terriblemente el corazón
Nada vuelve
Todo es otra cosa
Nada vuelve nada vuelve
Se van las flores y las hierbas
El perfume apenas llega como una campanada de otra provincia
Vienen otras miradas y otras voces
Viene otra agua en el río
Vienen otras hojas de repente en el bosque
Todo es otra cosa
Nada vuelve
Se fueron los caminos
Se fueron los minutos y las horas
Se alejó el río para siempre
Como los cometas que tanto admiramos

Desbordará mi corazón sobre la atierra
Y el universo será mi corazón

Vicente Huidobro
Poema leído por Maribel Domínguez Duarte

martes, 5 de noviembre de 2013

Coplas Elegíacas

¡Ay del que llega sediento
a ver el agua correr,
y dice: la sed que siento
no me la calma el beber!
   ¡Ay de quien bebe y, saciada
la sed, desprecia la vida;
moneda al tahúr prestada,
que sea el azar rendida!
   Del iluso que suspira
bajo el orden soberano,
y del que sueña la lira
pitagórica en su mano.
   ¡Ay del noble peregrino
que se para a meditar,
después de largo camino,
en el horror de llegar!
   ¡Ay de la melancolía
que llorando se consuela,
y de la melomanía
de un corazón de zarzuela!
   ¡Ay de nuestro ruiseñor,
si en una noche serena
se cura del mal de amor
que llora y canta sin pena!
   ¡De los jardines secretos,
de los pensiles soñados,
y de los sueños poblados
de propósitos discretos!
   ¡Ay del galán sin fortuna
que ronda ala luna bella;
de cuantos caen de la luna,
de cuantos se marchan a ella!
   ¡De quien el fruto prendido
en la rama no alcanzó,
de quien el fruto ha mordido
y el gusto amargo probó!
   ¡Y de nuestro amor primero
y de su fe mal pagada,
y, también, del verdadero
amante de nuestra amada!

Antonio Machado
Poema leído por Esther Núñez

domingo, 3 de noviembre de 2013

Otra Vez

Vamos a repetir la misma escena.
Tu y yo. Nos aprendimos los papeles.
Miles y miles antes los dijeron.
Pero la vieja historia nunca muere.

Nos vimos… ¿Qué más da? Viejo escenario
donde el telón de fondo se sucede
en tanto que el guión en rotas páginas
reproduce sus frases indelebles.

Hombre y mujer. Nos hemos acercado.
Entre nosotros ahora el tiempo emerge
de su fondo lejano, nos inviste
los símbolos remotos de la especie.

He pronunciado una palabra, casi
una clave ancestral, y se estremece
la voz como una herida. Como un rito
aguardo la palabra que contestes.

Y has dicho “amor” igual que si dijeras
“eternidad” o “vida” o “tierra” o “muerte”.
A tu voz de conjuro se deshacen
los años y la sangre retrocede.

Se han adherido nuestros labios; sube
a la boca un sabor hondo y caliente.
Se han estrechado nuestros cuerpos; llega
un oleaje que en la tierra crece.

En esta antigua escena que hoy nos toca
representar, sentimos la vertiente
humana despeñarse, combatirnos
por las venas, latir en nuestras sienes.

Pobres actores, débiles actores,
de una vieja comedia sólo intérpretes,
nos llega su verdad como si fuésemos
los primeros, los últimos vivientes,
nos arrebata su pasión lo mismo
que si no hubiera sido siempre, siempre…

Leopoldo de Luis
Del libro “Teatro Real”
Poema leído por Gloria Gómez