martes, 29 de septiembre de 2015

Poema publicado en la Revista nº 5 - Balcones de Poesía y Luna


LA CAZA 
¡Alerta, perro!... ¡Alerta!
Porque el hombre
tal vez no sea
más que un sabueso
en este coto cerrado del planeta.
y yo pienso que él solo… este perro de caza Tiene que levantar la pieza:
La Ley del Universo”…
Perseguirla, darla alcance, apresarla entre los dientes y traerla,
viva
o muerta,
a las manos del Gran Cazador
que lo observa todo… y espera.

Este es el juego.
Dios es el cazador… y la vida una caza sin tregua,
donde el olfato del perro,
su ingenio y su destreza
es lo único que en este
espectáculo interesa.
en esta caza
el botín no es lo que cuenta.
Lo de menos es lo que se cobra.
Lo de menos… la pieza.
La pieza es el secreto, el gran secreto
que Dios tan sólo sabe en qué lugar se encuentra.
Él la ha escondido
para tener al perro siempre alerta.
Acaso es un pretexto nada más…

Tal vez un palo sucio y lleno de algas
que ha arrojado a la playa la marea.
Aquí el perro es el héroe…
el perro es el héroe en esta metafísica tragedia…
y Dios, el gran espectador,
que atentamente observa.
El perro va y viene,
desgarra la maleza,
escarba en los barbechos,
se mete como una comadreja
en el túnel angosto de los topos…
A veces levanta al cielo la cabeza
porque piensa, ¡sueña!,
que la caza es de alta cetrería
y lo que hay que cazar es una estrella.

Este es el juego
hasta la fecha;
el hombre, cavando pozos en la tierra
o disparando cohetes y spútniks a las estrellas…
Y Dios… allí esperando,
sentado en una piedra,
en su trono,
en la roca más alta del planeta.

Un día
llegará el perro a su presencia,
tal vez con un palo sucio entre los dientes,
tal vez con una estrella.
Dará igual.
Lo importante es el juego…
Lo de menos… la pieza.
Y Dios dirá: Esta es la “Ley del Universo”:
La busca, la rebusca… la angustiosa rebusca
que tiene el perro siempre alerta.
León Felipe


domingo, 27 de septiembre de 2015

Poema publicado en la revista nº 5 - Balcones de poesía y luna


¡QUÉ PENA!

¿Qué pena si este camino fuera de muchísimas leguas
y siempre se repitieran
los mismos pueblos, las mismas ventas,
los mismos rebaños, las mismas recuas?

¡Qué pena si esta vida nuestra tuviera
-esta vida nuestra-
mil años de existencia!
¿Quién la haría hasta el fin llevadera?
¿Quién la soportaría toda sin protesta?
¿Quién lee diez siglos en la Historia y no la cierra
al ver las mismas cosas siempre con distinta fecha?
Los mismos hombres, las mismas guerras,
los mismos tiranos, las mismas cadenas,
los mismos farsantes, las mismas sectas
¡y los mismos, los mismos poetas!

¿Qué pena,
que sea así todo siempre, siempre de la misma manera!


León Felipe.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Poema publicado en la revista nº 5 - Balcones de poesía y luna


NOS ENCONTRAMOS AYER

Encuentro con relojes blandos y perfumes inesperados hasta el alba.
Relámpagos movían las cortinas del cuarto y encendían espejos.
Después venían los rituales y quedaban tirados por el suelo
encajes interiores marcando rutas de desvíos,
desconocidos destinos de los cuerpos.

Eran como trapos arrojados al azar
para alcanzar alguna desnudez
que no indicaba el desmayo final o la incierta escritura de dos vidas
que entraban dentro de un paréntesis.

Burbuja con la mora prometida del Jardín alucinado,
y sospechas de una eternidad interrumpida
por los ruidos del ambiente que distorsionaban las promesas.
Alas para volar y la burbuja navegaba espacios porque era su destino
desplazarse y perder la apariencia hasta el próximo encuentro.

Después venían de nuevo los perfumes,
y el agua resbalando por el cuerpo,
y los trapos adquirían su importancia de sedas y algodón ,
y peines y zapatos
y aquel recuerdo inevitable del mundo que nos esperaba
a la salida de ese sueño,
para volver a ser aquellos
que tampoco éramos.

Norma Menassa

martes, 22 de septiembre de 2015

Poema publicado en la revista nº 5 - Balcones de poesía y luna


SÉ TODOS LOS CUENTOS

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan solo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.


León Felipe

domingo, 20 de septiembre de 2015

Poema publicado en la revista nº 5 -Balcones de poesía y luna


NO ME CIERREN SUS PUERTAS

No me cierren sus puertas, orgullosas bibliotecas,
porque todo cuanto está ausente de sus colmados anaqueles
y es, por lo tanto, lo mas necesario, lo traigo yo;
Hice de la guerra un libro.
Las palabras de mi libro no interesan. 
La finalidad que se propone constituye el todo
es un libro diferente, 
desvinculado de los otros, no concebido por intelecto alguno,
pero ha de remover las energías latentes que duermen en las páginas de todos los otros.


Walt Whitman

jueves, 17 de septiembre de 2015

Poema publicado en la revista nº 5- Balcones de poesía y luna



CUARTO CRECIENTE

La luna ha entrado en mí.
Cuarto creciente, cuarto menguante.
Plata y fulgor sobre mis huesos.

Las memorias de la infancia
cada vez más lejanas
y recordadas con creciente nostalgia.
Vino añejo en tonel con aromas exquisitos.
La luna se filtra en los cabellos,
pero los huesos aún sueñan caballos desbocados
y la mente, cada vez más despierta,
rehusa la abstracción de una futura decrepitud.

¡Ah! ¡La vida y sus valles sonoros,
las praderas sin retorno,
los ríos mansos y los rápidos inclementes,
la visión, la voz de los volcanes
cantando en las tardes,
la dádiva del silencio
con que se fragua el poema!

Podrá ser corta la vida
mas, sabiendo vivirla,
dura lo necesario.

Gioconda Belli


martes, 15 de septiembre de 2015

Poema publicado en la revisa nº 4 - Balcones de Poesía y Luna


ESTA MEMORIA

Esta memoria
que se cierne como los gorriones
en la rama más alta de mí misma,
este escuchar la noche
cuando se hace sombra y el perfume
persiste en su influencia,
esas costumbres tuyas
en la casa,
húmeda del ensueño y la porfía.

La casa donde amabas tu inocencia
sigue guardando
esos primores de ceniza,
sigue con tu respiración flotando. A cuestas
trae los fantasmas pensativos:
está mi padre
rodando ente las cosas
(quería decirme: ¡hija,
al fin nos conocimos!...)
y han vuelto algunos pétalos
que de un botón remoto habían caído.
Ha vuelto todo el tiempo
que borramos,
en este instante en que repito tu nombre
y sin embargo no es latido.
Telarañas me enseñan donde tengo
olvidada la nuca.
Está sin sábanas el lecho,
en un sillón florece el frío.
¿Cuál es el mago que te trae ahora
y te pone a bruñirme las ojeras,
cuál es el rico
que me da tu cuerpo?
ya no es posible hallarte en remolinos,
la sorpresa sería
comerte con los ojos.

La casa,
la casa enorme con soledades y heliotropos,
lúgubre, vacía,
la casa centenaria sigue goteando
sobre mis heridas.

Arrancaré el azogue de todos sus espejos
buscándote.
Arrancaré las cenefas, los umbrales,
buscándote.
Arrancaré los muebles, los mosaicos,
el sol,
la selva que en el patio ha dado un solo paso,
mi insomnio de leona enternecida;
arrancaré el recuerdo
buscándote,
y he de encajar de nuevo en tus costillas.

Arrancaré los rincones de la casa,
la casa,
la casa donde nos pudrimos.
ha de quedar algún pedazo tuyo entre raíces,
alguna vibración de tus entrañas,
algún cabello que cayó de pronto
y luego fue un hilo de agonía,
el dejo de tu voz entre las horas:
ha de quedar el giro de tu mano, al fin, llamando:
algo espantoso y bello.
Y yo sabré quien eres,
yo te reconoceré
de rodillas ante el grifo del agua,
yo te reconoceré
aunque sea por el gusto del fango;
y te daré por muerto entonces,
devastado este reino;
pero tranquila,
en orden,
porque tendré el consuelo
de imaginarte a salvo de los hombres.


Carilda Oliver Labra

Poema publicado en la revista nº 4 - Balcones de poesía y luna


SE ME HA PERDIDO UN HOMBRE

Se me ha perdido un hombre.

Y lo busco por cifras y guitarras,
por hierbas y entrepisos,
en el cielo,
en la tierra,
dentro de mí.

Se me ha perdido un hombre.

Y me quedo temblando
como quien no come sino polvo,
como quien ya extravió la sombra.

Pero no,
que no,
que no me ayudan a buscarlo.
¿A quién le importa si su mirada ha derrotado el
tiempo?
¡A quién le importa aquella piel
con ganas
de la luz?
¿A quién le importan unos labios transparentes
que no tuvieron hambre,
unas piernas que sólo corrían al amor?

Se me ha perdido un hombre.

Y todos ríen,
se entretienen,
sudan,
mastican
se desenvainan por las noches;
despreciativos,
inefables,
maromeros,
unánimes,
como si sólo se hubiese caído un alfiler
o la hoja más seca
del árbol del bien y del mal,
como si la muerte no hubiera entrado
a destiempo
en nuestra casa.
Y yo pensando que era demasiado joven,
que reunía láminas y piedras,
pedacitos de mundo,
hierros,
cosas del mar.
Yo pensando en su grandeza
de criatura,
en cómo miraba a Venus al atardecer,
en cómo cayó en la trampa.

Yo pensando
en dónde está la mitad del cuerpo mío,
en quién va a cantar ahora para quitarme el miedo,
en las veces que no nos besamos
y en las que nos besamos,
en sus ojos coléricos frente a la injusticia,
en ese silencio con que me responde,
en la herida que nunca le cosí,
en sus manos.

Se me ha perdido un hombre.
¡Ayúdenme a buscarlos!
pronto…
siento frío.

Aquí no hay lámparas ni claves,
no tengo redes
ni computadoras,
no tengo flechas ni radares.

¿Dónde estás?
¿Intenta ser mi sombra el desvalido?
¿Se me ha vuelto invisible entre gusanos?


Carilda Oliver Labra

domingo, 13 de septiembre de 2015

Poema publicado en la revisa nº 4 - Balcones de poesía y luna


ADIÓS

Adiós, locura de mis treinta años,
besado en julio bajo la luna llena
al tiempo de la herida y la azucena.
adiós, mi venda de taparme daños.

Adiós, mi excusa, mi desorden bello,
mi alarma tierna, mi ignorante fruta:
estrella transitoria que se enluta,
esperanza de todo por mi cuello.

Adiós, muchacho de la cita corta;
adiós, pequeña ayuda de mi aorta,
tristísimo juguete violentado.

Adiós, verde placer, falso delito;
adiós, sin una queja, sin un grito.
adiós, mi sueño nunca abandonado.


Carilda Oliver Labra

jueves, 10 de septiembre de 2015

Poema publicado en la revista nº 3 - Balcones de Poesía y Luna


GALOPE

Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo, cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.
     ¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
     A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras  de España en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.
     ¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
     Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.
     ¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!


Rafael Alberti

Poema publicado en la revista nº 3 - Balcones de Poesía y Luna


HACE FALTA SER CIEGO

Hace falta estar ciego,
tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio,
cal viva,
arena hirviendo,
para no ver la luz que salta en nuestros actos,
que ilumina por dentro nuestra lengua,
nuestra diaria palabra.
     Hace falta querer morir sin estela de gloria y alegría,
sin participación en los himnos futuros,
sin recuerdo en los hombres que juzguen el pasado sombrío
          de la Tierra.
     Hace falta querer ya en vida ser pasado,
obstáculo sangriento,
cosa muerta,
seco olvido.


Rafael Alberti

lunes, 7 de septiembre de 2015

Poema publicado en la revista nº 3 - Balcones de Poesía y Luna


EL ÁNGEL SUPERVIVIENTE

Acordaos.
La nieve traía gotas de lacre, de plomo derretido
y disimulos de niña que ha dado muerte a un cisne.
Una mano enguantada, la dispersión de la luz y el lento
          asesinato.
La derrota del cielo, un amigo.
     Acordaos de aquel día, acordaos
y no olvidéis que la sorpresa paralizó el pulso y el color de
     los astros.
En el frío, murieron dos fantasmas.
Por un ave, tres anillos de oro
fueron hallados y enterrados en la escarcha.
La última voz de un hombre ensangrentó el viento.
Todos los ángeles perdieron la vida.
Menos uno, herido, alicortado.

Rafael Alberti

Del libro "Sobre los ángeles"

domingo, 6 de septiembre de 2015

Poema publicado en la revista nº 3 - Balcones de Poesía y Luna



PARAÍSO PERDIDO

     A través de los siglos,
por la nada del mundo,
yo, sin sueño, buscándote.
     Tras de mí, imperceptible,
sin rozarme los hombros,
mi ángel muerto, vigía.
     ¿Adónde el Paraíso,
sombra, tú que has estado?
Pregunta con silencio.
     Ciudades sin respuesta,
ríos sin habla, cumbres
sin ecos, mares mudos.
     Nadie lo sabe. Hombres
fijos, de pie, a la orilla
parada de las tumbas,
     me ignoran. Aves tristes,
cantos petrificados,
en éxtasis el rumbo,
     ciegas. No saben nada.
Sin sol, vientos antiguos
inertes, en las leguas
     por andar, levantándose
calcinados, cayéndose
de espaldas, poco dicen.
     Diluidos, sin forma
la verdad que en sí ocultan,
huyen de mí los cielos.
     Ya en el fin de la Tierra,
sobre el último filo,
resbalando los ojos,
     muerta en mí la esperanza,
ese pórtico verde
busco en las negras simas.
     ¡Oh boquete de sombras!
¡Hervidero del mundo!
¡Qué confusión de siglos!
     ¡Atrás! ¡Atrás! ¡Qué espanto
de tinieblas sin voces!
¡Qué perdida mi alma!
     -Ángel muerto, despierta.
¿Dónde estás? Ilumina
con tu rayo el retorno.
     Silencio. Más silencio.
Inmóviles los pulsos
del sinfín de la noche.
     ¡Paraíso perdido!
Perdido por buscarte,
yo, sin luz para siempre.


Rafael Alberti
Del libro "Sobre los ángeles"

jueves, 3 de septiembre de 2015

Poema publicado en la revista nº 3 - Balcones de Poesía y Luna


VUELO

Sólo quien ama vuela. Pero, ¿quién ama tanto
que sea como el pájaro más leve y fugitivo?
Hundiendo va este odio reinante todo cuanto
quisiera remontarse directamente vivo.

Amar ... Pero, ¿quién ama? Volar ... Pero, ¿quién vuela?
Conquistaré el azul ávido de plumaje,
pero el amor, abajo siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas que da cierto coraje.

Un ser ardiente, claro de deseos, alado,
quiso ascender, tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas puso valor y olvido.

Iba tan alto a veces, que le resplandecía
sobre la piel el cielo, bajo la piel el ave.
Ser que te confundiste con una alondra un día,
te desplomaste otro como el granizo grave.

Ya sabes que las vidas de los demás son losas
con que tapiarte: cárceles con que tragar la tuya.
Pasa, vida, entre cuerpos, entre rejas hermosas.
A través de las rejas, libre la sangre afluya.

Triste instrumento alegre de vestir; apremiante
tubo de apetecer y respirar el fuego.
Espada devorada por el uso constante.
Cuerpo en cuyo horizonte cerrado me despliego.

No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas
por estas galerías donde el aire es mi nudo.
Por más que te debatas en ascender, naufragas.
No clamarás. El campo sigue desierto y mudo.

Los brazos no aletean. Son acaso una cola
que el corazón quisiera lanzar al firmamento.
La sangre se entristece de debatirse sola.
Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento.

Cada ciudad, dormida, despierta loca, exhala
un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve
como un élitro ronco de no poder ser ala.
El hombre yace. EL cielo se eleva. El aire mueve.


Miguel Hernández

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Poema publicado en la revista nº 3 - Balcones de poesía y luna


MATERIAL  NUPCIAL

De pie como un cerezo sin cáscara ni flores,
especial, encendido, con venas y saliva,
y dedos y testículos,
miro una niña de papel y luna,
horizontal, temblando y respirando y blanca
y sus pezones como dos cifras separadas,
y la rosal reunión de sus piernas en donde
su sexo de pestañas nocturnas parpadea.


Pálido, desbordante,
siento hundirse palabras en mi boca,
palabras como niños ahogados,
y rumbo y rumbo y dientes crecen naves,
y aguas y latitud como quemadas.


La pondré como una espada o un espejo,
y abriré hasta la muerte sus piernas temerosas,
y morderé sus orejas y sus venas,
y haré que retroceda con los ojos cerrados
en un espeso río de semen verde.


La inundaré de amapolas y relámpagos,
la envolveré en rodillas, en labios, en agujas,
la entraré con pulgadas de epidermis llorando
y presiones de crimen y pelos empapados.


La haré huir escapándose por uñas y suspiros,
hacia nunca, hacia nada,
trepándose a la lenta médula y al oxígeno,
agarrándose a recuerdos y razones
como una sola mano, como un dedo partido
agitando una uña de sal desamparada.


Debe correr durmiendo por caminos de piel
en un país con cuchillos, y sábanas, y hormigas,
y con ojos que caen en ella como muertos,
y con gotas de negra materia resbalando
como pescados ciegos o balas de agua gruesa.



Pablo Neruda