domingo, 31 de enero de 2016

Poesía de siempre - Poetas clásicos


A MIS SOLEDADES VOY

A mis soledades voy,
de mis soledades vengo
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.

¡No sé qué tiene la aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo
no puedo venir más lejos!

Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
esta cautivo en su cuerpo.

Entiendo lo que me basa,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.

De cuantas cosas me cansan,
fácilmente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.

El dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento,
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.

La diferencia conozco,
porque en él y en mí contemplo,
su locura en su arrogancia,
mi humildad en su desprecio.

O sabe naturaleza
más que supo en otro tiempo,
o tantos que nacen sabios
es porque lo dicen ellos.

Sólo sé que no sé nada,
dijo un filósofo, haciendo
la cuenta con su humildad,
adonde lo más es menos.

No me precio de entendido,
de desdichado me precio,
que los que no son dichosos,
¿cómo pueden ser discretos?

No puede durar el mundo,
porque dicen, y lo ceo,
que suena a vidrio quebrado
y que ha de romperse presto.

Señales son del juicio
ver que todos le perdemos,
unos por catata de más
otros por cartas de menos.

 Dijeron que antiguamente
se fue la verdad al cielo;
tal la pusieron los hombres
que desde entonces no ha vuelto.

En dos edades vivimos
los propios y los ajenos:
la de plata los extraños
y la de cobre los nuestros.

¿A quién no dará cuidado,
es  español verdadero,
ver los hombres a lo antiguo
y el valor a lo moderno?

Dijo Dios que comería
su pan el hombre primero
con el sudor de su cara
por quebrar su mandamiento,

y algunos inobedientes
a la vergüenza y al miedo,
con las prendas de su honor
han trocado los efectos.

Virtud y filosofía
peregrina como ciegos;
el uno se lleva al otro,
llorando van y pidiendo.

Dos polos tiene la tierra,
universal movimiento;
la mejor vida el favor,
la mejor sangre el dinero.

Oigo tañer las campanas,
y no me espanto, aunque puedo,
que en lugar de tantas cruces
haya tantos hombres muertos.

Mirando estoy los sepulcros
cuyos mármoles eternos
están diciendo sin lengua
que no lo fueron sus dueños.

¡Oh, bien haya quien los hizo,
porque solamente en ellos
de los poderosos grandes
se vengaron los pequeños!

Fea pintan la envidia,
yo confieso que la tengo
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.

Sin libros y sin papeles,
sin tratos, cuentas ni cuentos,
cuando  quieren escribir
piden prestado el tintero.

Sin ser pobres ni ser ricos,
tienen chimenea y huerto;
no los despiertan cuidados,
ni pretensiones, ni pleitos.

Ni murmuraron del grande,
ni ofendieron al pequeño;
nunca, como yo, afirmaron
parabién, ni pascua dieron.

Con esta envidia que digo
y lo que paso en silencio,
a mis soledades voy,
de mis soledades vengo.

Lope de Vega


viernes, 29 de enero de 2016

Poesía de siempre - Poetas clásicos


ES VERDAD; PUES REPRIMAMOS…

Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, puesta estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive sueña
lo que es hasta despertar.

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y ordenando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!);
¡que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!

Sueña el rico en su riqueza
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende;
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí,
de estas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Calderón de la Barca





miércoles, 27 de enero de 2016

Poesía de siempre - Poetas clásicos


EL MENDIGO

Mío es el mundo_ como el aire libre,
otros trabajan porque como yo;
todos se ablandan si doliente pido
una limosna por amor de Dios.

El palacio, la cabaña
son mi asilo,
si del ábrego el furor
troncha el roble en la montaña,
o que inunda la campaña
el torrente asolado.

Y a la hoguera
me hacen lado
los pastores
con amor.
Y sin pena
y descuidado
de su cena
ceno yo,
o en la rica
chimenea,
que recrea
con su olor,
me regalo
codicioso
del banquete
suntuoso
con las sobras
de un señor.

Y me digo: el viento brama,
caiga furioso turbión;
que al son que cruje de la seca leña,
libre me duermo sin rencor ni amor.
mío es el mundo como el aire libre…

Todos son mis bienhechores,
y por todos
a Dios ruego con fervor;
de villanos y señores
yo recibo los favores
sin estima y sin amor.

Ni pregunto
quiénes sean,
ni me obligo
a agradecer;
que mis rezos
si desean,
dar limosna
es  un deber.
Y es pecado
la riqueza:
la pobreza
santidad:
Dios a veces
es mendigo,
y al avaro
da castigo,
que le niegue
caridad.

Yo soy pobre y se lastiman
todos al verme plañir,
sin ver son mías sus riquezas todas,
qué mina inagotable es el pedir.
mío es el mundo: como el aire libre…

Mal revuelto y andrajoso
entre harapos
del lujo sátira soy,
y con mi aspecto asqueroso
me vengo del poderoso,
y a donde va, tras él voy.

Y a la hermosa
que respira
cien perfumes,
gala, amor,
la persigo
hasta que mira,
y me gozo
cuando aspira
mi punzante
mal olor.
Y las fiestas
y el contento
con mi acento
turbo yo,
y en la bulla
y la alegría
interrumpen
la armonía
mis harapos
y mi voz:

Mostrando cuán cerca habitan
el gozo y el padecer,
que no hay placer sin lágrimas, ni pena
que no traspire en medio del placer.
Mío es el mundo; como el aire libre…

Y para mí no hay mañana,
ni hay ayer;
olvido el bien como el mal,
nada me aflige ni afana;
me es igual para mañana
un palacio, un hospital.

Vivo ajeno
de memorias,
de cuidados
libre estoy;
busquen otros
oro y glorias,
yo no pienso
sino en hoy.
Y do quiera
vayan leyes,
quiten reyes,
reyes den;
yo soy pobre,
y al mendigo,
por el miedo
del castigo,
todos hacen
siempre bien.

Y un asilo donde quiera
y un lecho en el hospital
siempre hallaré, y un hoyo donde caiga
mi cuerpo miserable al espirar.

Mío es el mundo: como el aire libre,
otros trabajan porque coma yo;
todos se ablandan, si doliente pido
una limosna por amor de Dios.

José de Espronceda





lunes, 25 de enero de 2016

Talleres de poesía Grupo Cero en Alcalá de Henares


LA NIEBLA


Apenas creía en paradigmas del destino
y ya había conocido el rugido del hambre en todas sus notas,
azotaba las fuerzas intrépidas creyendo que me salvaría
de una lejanía absurda en la sombra de poderes extraños.
Fui al otro extremo por saber la diferencia de tales duelos
y conocí más duelos pero de otra estirpe.
Hay otras guerras, lo sé…
pero también otras banderas ondean el aire de tierras extrañas.

Apenas el sudor recorre la piel después de la tormenta,
y otra batalla se presenta en la sombra acuciando miserias
queriendo borrar el brillo conseguido
queriendo olvidar que otros mundos pueden dar el abrigo
que falta en la entraña del verdugo solitario.

Apenas una ronca voz sale de las profundidades
para acallar las míseras melodías que intentas platicar
en un lecho ya fragmentado, ya cristalizado.

Ya no hay juego en tu partida,
ya no hay una sola nota de ensueño en tu mirada.
Se fue con la desfachatez  propinada
en tantas  y tantas escenas de odio a la ventura,
esas, que intentas teñir de ámbar,
como si aún creyera en el arquetipo
del barro en la sombra.

La densa niebla te rodea, ahoga en las esquinas
palabras de humo y sueños de papel.

Gloria Gómez Candanedo

Integrante de los talleres de poesía Grupo Cero en Alcalá de Henares

sábado, 23 de enero de 2016

Talleres de poesía Grupo Cero en Alcalá de Henares


LA DESTACADA MUERTE

Por las acequias del pasado efímero
la muerte obra una danza 
para despertar a los vivos,
y entierren esas cadenas 
elaboradas con sentimientos
asaltando las catedrales 
en  ciudades asediadas de sueños.

Su alma está presente
el amor se vistió de domingo
derribando  paredes 
en el silencio de este  mundo.

Te espero sin temor, sin pena
quiero que vivas sin desasosiego, 
escribe poemas para el olvido.

Y siempre recordando… 
ella se vistió para la ultima cena 
no llores, entierra la tristeza.

Los ruiseñores que nada saben 
revolotean en el silencio
siguen el camino sin detenerse…
acercar la paz a tu almohada,
alcanzar  la vida en sus ruinas antiguas.

La luz de la muerte
escribe cartas al paseante
de endulzado sabor…
por las acequias de un paraíso
anunciando  la muerte desnuda.


Esther Núñez Roma
Integrante de los talleres de Poesía Grupo Cero en Alcalá de Henares 

jueves, 21 de enero de 2016

Talleres de poesía Grupo Cero en Alcalá de Henares


LA DULCE HERENCIA DEL RECUERDO

Yo tuve canela en mano
y nubes de algodón
suave y dulce.
Y en el mediodía de mi vida
charlaba con Nina, la Gaviota.
Me contaba historias de amores
desbaratados y hablaba de sus
sueños truncados.
Me tomaba de la mano
y volábamos sobre el mar
asfaltado y calinoso.
Gozaba de su aliento en
aquellas noches mágicas
rodeada de purpurina,
me rodeaba su modo sutil,
uníamos las voces y los cuerpos
y en la mano
portábamos la gaviota
moribunda y libre.

Yo era Nina, un bellísimo
ser
la gaviota que volaba
en busca de la
tierra prometida.


Cristina Ajenjo Gómez
Integrante de los talleres de poesía Grupo Cero en Alcalá de Henares

miércoles, 20 de enero de 2016

Talleres de poesía Grupo Cero en Alcalá de Henares


ABANDONÉ MI SOMBRA EN EL ARMARIO

Abandoné mi sombra en el armario
y creció incontrolable con pieles y venenos.
Quise amoratar mis pómulos y las abandoné dejando un vaso de agua con sal
y no más que un manantial de tropiezos.
Creció fuerte y ágil, mi sombra
no me acompañó, se nutrió de sueños
oscurecidos por baldas caídas
y marcados cuerpos insalubres de
besos fatigosos de cocaína y anís.
Se subió al banco de piedra y
mi sombra… ¡y mi sombra me insultó!
y me abandonó en un armario.
No me dejó ni sal ni agua,
ató mi mente a una escalera
y se marchó, ella indisoluble
desapareció y las luces
no me reflejaron los ojos hinchados
y rosados llenos de verdes recuerdos
incrustados en mis retinas
que no me dejaron ni ver
ni recordar lo que ocurrirá
sin mi sombra.
Cierta migaja se me ató al cuello
y no me permitía pasar.
Mi sombra… quiso dejarme sola
y de dolor estrangulé sus manos.


Virginia González Sánchez
Integrante de los talleres de poesía Grupo Cero en Alcalá de Henares

martes, 19 de enero de 2016

Talleres de poesía Grupo Cero en Alcalá de Henares


ESTÍO: MOMENTOS CONDENSADOS

Momentos condensados
fruto del persistente oleaje
de miradas intrusas
deshaciendo las férreas rendijas del pasado.

Instinto fraguado
ramificado en tentaciones realizadas
envueltas en aterciopeladas madrugadas
alterando un sordo latido sepultado
hacia almas encendidas
brotando la locura insomne
de un fugaz verano.

Un instante: el deseo apaciguado
por fragmentos de vértigo
entre cuerpos entrelazados 
y soledades abiertas, pobladas de placeres
gimiendo, sin más parapetos
Que la noche estrellada
al refugio del deseo sinuoso
labrando aquel momento
esta noche abrazado.


Maribel Domínguez Duarte
Integrante de los talleres de poesía Grupo cero en Alcalá de Henares

lunes, 18 de enero de 2016

Poema de Miguel Oscar Menassa


LLEGUÉ EN PLENO INVIERNO

Llegué en pleno invierno y entre tus piernas
acurrucado tiernamente entrecerré mis ojos,
nunca hubo  completa oscuridad ni lamentos.          

Al principio me alumbraba el olor de la luz,
tus carnes hacían fuego de cada amanecer,
tus pechos encendidos, cánticos de la guerra,
crujían como maderos en profunda, alta mar.

Todo fuego era luz, tus ojos contra el tiempo.
Intenté rasgar con mis palabras más bellas
tu terquedad marítima, tus torrentes de luz,
intenté introducirme en tu belleza anfibia.

Y no es que no lo hallamos conseguido nunca,
después de tanta llama, tanto volcán perdido,
la luz, perfecta entre tus piernas, no dejaba señal.

Miguel Oscar Menassa
De “Al sur de Europa”


viernes, 15 de enero de 2016

Poetas del Grupo Cero


SOY UNA SOLDADA DE MI PATRIA

Miro a mi alrededor y me pregunto qué extraña idea
me une al paseante que se cruza en el camino.
desconozco de su vida el sendero,
no sé qué palabras alimentan su cuerpo
ni sé, de sus noches de insomnio, la causa.
quizá sea la patria, el suelo que pisamos.

¡La patria! Y vuelan cohetes mecanizados,
máquina de matar y de morir
por un trozo de tierra árida,
por una religión, por una… siempre una,
siempre una única manera.

¡La patria! ¿acaso la infancia, los olores agrios de leches,
cuando ni siquiera sabía del mundo?
¿Los pequeños rituales diarios, conocidos y familiares
cuyo prestigio se sustenta con los más crueles sacrificios,
o acaso el ideal que porta un pendón de muerte,
que arrostra el futuro y debilita el pensamiento?
La madre patria, y colores y gustos se arremolinan en mis pies,
traídos por un huracán de recuerdos.

Patria humana, me digo
y me propongo vaciarla de sentido para poder construir
en una conversación interminable un mundo posible.

Pilar Rojas
De “Mujer de otoño”


miércoles, 13 de enero de 2016

Poetas del Grupo Cero


DECADENCIAS IMPERIALES

No era el sol esta mañana iluminando el alto de las casas
con esa luz blanco abismal de día nuevo,
provocador de desafíos.
Era una fiera sin astucias, brutal, mordiéndose los dientes,
falsario mariscal de cínica sonrisa rompiendo y usurpando
la historia del hombre y su esperanza.
Tambor de muerte dispersando ecos inmóviles de silencio,
cuando rotarios de la infamia avanzaban
sobre los pueblos yacentes en las calles sin dar creencia
a sueños de derrumbes, mutilación de las culturas.
Bagdad, Beirut, mis padres, mis hermanos convertidos
en polvo de historias sucumbidas,
sin el precio alentador de la venganza.


Norma Menassa

martes, 12 de enero de 2016

Poetas del Grupo Cero


HOY ME DEJARÁN, SEGURAMENTE, EN LIBERTAD

Hoy me dejarán seguramente en libertad.
Ningún indiferente vendrá a interrumpirnos.
Hay en mí una mujer que grita,
y otra que silente asiente.
Y aún otra que murmura y llora,
y aún otra que ríe sin saberlo.
Yo quiero escribir simplemente
--sin dar cabida a ninguna catástrofe—
los ojos vacíos, las manos alertas
danzar en el universo de la letra.
Amigo, amiga,  mis amantes de la palabra,
es un mundo de deshechos que transitamos,
huyendo desde el ocio a la salud.

Y entre los sueños,
los ancianos nos miraban hacer.
No fue a conciencia pura que perdí el amor,
fue por salvarme.
Cuando te acaricio no quiero transformarte.
Desde las agobiadoras cordilleras del recuerdo,
te veo partir.
Caía la garúa entre los sauces
y agitaban los juncos su altivez.
Hasta las últimas piedras cayeron, una a una,
sobre tus hombros.

María Chevez

De “Poemas y libertad”

Poetas del Grupo Cero


MI CIUDAD NATAL

Recuerdo aquella ciudad,
Iluminada por el color ocre de los silencios,
Calles yertas que surcaban las miserables concavidades
De los que allí nacieron.

Piedras encalladas, como se encallan en el pecho
Momentos de distancias escondidas cuando, aún de niña,
Jugábamos entre fríos hierros que mareaban los sueños,
De la mano de algún amor.
Sueños mecidos por el vértigo
De un vacío suspendido entre calcetines calados.

Recuerdo las huellas del crecimiento en sus arenas,
Arenas de yeso y tejas donde mis manos hicieron,
Antes de aquel polvo,
Palacios con doncellas y caballeros que,
Ingenuamente, forjaban una vida
Entre algodones de imaginación y besos de plastilina.

Calles de otros con mirada risueña,
Con la nostalgia de la vejez en sus ojos,
Lágrimas detenidas por un futuro que no les tocará vivir.

Nací en una tierra que brotó del mar,
No tengo identidad, sólo amo las palabras
Que recogí de sus laderas
Aquellas tardes de cielo abierto,
Tiempo cruzado por el aire,
Trazado en veintidós versos halcón
Saliendo de páginas huidas.

Aún siento el calos de la leña
Dibujándose en láminas de pasión
Llamaradas de gritos que eclosionan
Su inmensa belleza, vestida de esperanza,
Arrodillada frente a la imagen de Cristo en el follaje.

Nada hay detrás de aquella ciudad
Donde el tiempo yacía, casi sin latir,
Entre los pasos de a tres de los ancianos
Y las locas carreras de mil niños,
Corriendo todos a la vez y en la misma dirección.

Pasaron los años
Y no encontré el momento de volver
Para rociar mi piel con su aroma, aroma de cascada virgen,
En la majestuosidad de sus ruinas.

Alguna vez pensé clavarme al viento,
Anidar entre la modestia y el olvido
A tan sólo tres calles de la ausencia
Para no llorar ni una de sus piedras,
Para no herir el silencio
Con el sonido de pasiones desesperadas.

Han pasado quince años de recuerdos
Y todavía no sé del dolor
Perfilado en los restos de aquel lugar…

Nunca supe de ti, madre,
Después de tu muerte.


Magdalena Salamanca