LA
DULCE HERENCIA DEL RECUERDO
Yo
tuve canela en mano
y
nubes de algodón
suave
y dulce.
Y
en el mediodía de mi vida
charlaba
con Nina, la Gaviota.
Me
contaba historias de amores
desbaratados
y hablaba de sus
sueños
truncados.
Me
tomaba de la mano
y
volábamos sobre el mar
asfaltado
y calinoso.
Gozaba
de su aliento en
aquellas
noches mágicas
rodeada
de purpurina,
me
rodeaba su modo sutil,
uníamos
las voces y los cuerpos
y
en la mano
portábamos
la gaviota
moribunda
y libre.
Yo
era Nina, un bellísimo
ser
la
gaviota que volaba
en
busca de la
tierra
prometida.
Cristina
Ajenjo Gómez
Integrante de los talleres de poesía Grupo Cero en Alcalá de Henares
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