domingo, 26 de agosto de 2018

DE QUÉ QUIERO O ME GUSTARÍA HUIR




DE QUÉ QUIERO O ME GUSTARÍA HUIR

De los muertos me asusta la guerra,
el arpegio violeta del silbo silencio y
la mutilada armonía del único superviviente libre: el humo.

De los vivos me asusta la imagen de padre en el espejo
el bigote fino de poblado castaño en el valle y
un arrebato de campana señalando el fuego.

Después burlé todos los carceleros, escapé de las agujas,
hurté cancelas como doncellas de plata y
deshice con los pulgares el amor.

Las batallas perdidas del abuelo
y el truhán canto del recuerdo construyeron una memoria
que puedo con alegría recitar.

Esperé sumergido entre los libros
el bombardeo informativo,
cual aviones de papel invadiendo nuestra alcoba
con misivas de rendición por la costumbre de nácar
en algún vientre del sur.

Ahora todo el futuro me busca,
las rotativas escriben mi nombre en las portadas
con retratos que no pueden huir de los triunfos.
La voz recorre olímpica y virtual el norte de las manos
que  insolentes en la belleza de tu pecho
pernocta sigilosas el último naufragio.

Me gustaría y quiero huir de lo mismo.
Sin embargo los censurados documentos
coinciden en las huellas digitales de un extraño
que porta el mismo nombre en la solapa del gabán  y
reposa mi talle de cera en el museo.

Carlos Fernández del Ganso
De "La máquina del tiempo"


lunes, 20 de agosto de 2018

LOS REPIQUES DE CAMPANA




LOS REPIQUES DE CAMPANA

Elevando al cielo su gayata de negrillo
dijo el sabio subido al carro de madera:
¡Declaro inaugurada la cosecha!
Ahora los aperos de labranza comenzarán el baile
de los brazos tornasolados en el seco aire de Castilla,
como un juez severo y preciso sobre el cuello
tallado de la espiga.

Las cuadrillas de hombres serán festejadas,
con un botijo de agua fresca cada hora de sol,
cambiando turnos en el girar de los mulos
en la trilla, cuando se confunda hambre y sed en la era
sobre la camisa empapada del más no poder.

Las mujeres con su presencia de mandil y zueco,
aseguran merienda y siesta bajo el roble o la encina,
según el estado viril, después de la misa.

Todo mozalbete pronto aprende en la meseta
las normas de convivencia en el pueblo:
cerrar la cancela al salir de la huerta,
no hacer leña del árbol, por el rayo hendido,
de cuyas raíces no fueras el dueño,
usar la guadaña sin elevarla un palmo del suelo y
los sutiles repiques de campana llamando a:
fiesta, funeral o fuego.

Carlos Fernández del Ganso
De "La máquina del tiempo"


viernes, 17 de agosto de 2018

VOLVIENDO DE PARÍS





VOLVIENDO DE PARÍS

Botas negras atadas con cordeles rojo amianto
me llevaron como el mercurio a la cumbre
donde la fiebre conversa con el astro rey de la noche
sobre legendarias historias de amor que nunca contaré.
¡Oh farolas de París, si tu luz no me hubiera cegado!

Mi perfil es una capa negra cosida a mano
con ribetes de oro y un botón de marfil es mi carácter,
custodiando la daga oculta al traficante de sueños,
que osara arrancar de mis labios tu residencia en mis versos.
¡Oh París, si te hubiera conocido el siglo pasado!

Trenzas longitud cintura.
Rosada tez de tesura luna.
Blanco en lo sutil las manos.
Y como corresponde al terciopelo
tu pìel era el castigo del nunca volver.
¡Oh, París, si te hubiera visitado el siglo pasado!

Pero nada de so sucedió,
las jaulas de hierro,
el ferroviario destino de la pasión,
la calle estrecha donde te besé de penumbra en la boca,
la farola donde me fumé la vida esperando
la luz intermitente del
“Ya puedes subir, se fue a trabajar…”
¡Oh París, tantas cerillas consumí, el siglo pasado!

Ninguna fotografía conservo de aquel lunar tuyo
cerca de la comisura donde mi sed te vencía.
No hay rastros del cordel de tu corpiño,
que tantas veces marcó las falanges de mis dedos
hambrientos.

Nada queda de mi capa, ni de mis botas de gato
atadas con un cordel de rojo amianto,
maullando en la calle estrecha al reflejo de la farola,
encendiendo todas las cerillas menos una.
¡Oh María!
la vida me enseñó a fumar el último cigarrillo en compañía.

Carlos Fernández del  Ganso
De "La máquina del tiempo"


sábado, 11 de agosto de 2018

LA SENSATEZ DE LA FÓRMULA



LA SENSATEZ DE LA FÓRMULA


Sangra la virgen conjugando las vocales de la muerte
cuando el sol y sombra juzgan la suerte del torero
a las cinco de la tarde en el albero.

¿Cuál será tu anhelo en el brindis, mujer, cuál tu implicación?
Si de luces te adorna un traje y en el centro del coso
te plantas, si en las gradas un pasodoble de corneta
y tambor llora, si del portón un gran bufido surge,
no lo dudes, te corresponde lidiar de maestro con el astado,
no hay confusión posible.

Abre bien los ojos y el cuerpo sea invisible
en cada preciso capotazo
para que la muerte pase de costado
en la verónica del olé.
No te hagas carne de préstamo
ni te juegues más de siete veces la vida
cornadas y lotería al más pintado le traen
aunque tengas buena cuadrilla.

¡¡Ojo, con querer saber!!
Es ley la fórmula en su aplicación exacta
y sigue siendo ley cuando se hace trampa.

Carlos Fernández del Ganso
De “La máquina del tiempo”



lunes, 6 de agosto de 2018

AMORES DEL VERANO



AMORES DEL VERANO

Hijo… no busques en el lujo lo imposible
encuentra el sencillo goce de hablar
custodiando de noche la suma, sin mirar de frente el sol.

No busques locuras foráneas ni traiciones de barro,
al jornal del estudio articula con trabajo el deseo,
mirando de frente la muerte.

No busques hombres fáciles, accesibles al desaliento.
Sí, cinco pinceles repiquetean el bronce campanario,
como las castañuelas de marfil sobre longevo piano,
pinta sonrisas para todo el vecindario.

No olvides sonreír a tu hermana humanidad.

Y cuando no puedas más,
en el último peldaño de la voz con un si sostenido
allí, donde duermen las golondrinas del tiempo,
encontrarás un libro. Ábrelo…
Conocerás veranos repletos de rumores, de escarcha en las pestañas y sudor en el alma.
Veranos como hornos sin fondo ni sombra.
Veranos sin cartas desde la playa del amor.

Veranos de viento inolvidable en el pecho descubierto,
como alfombras voladoras que desnudas el cuerpo y
disfrazan el deseo apache
con lunas rojas de carmín en la pechera.

¡Amores del verano! Hijos y libros que al crecer,
alejan de la frente el sol del pasado,
el imposible paso atrás.

Carlos Fernández del Ganso
de "La máquina del tiempo"
Poema leído por Yosune Castellano Alarcón en la presentación del poemario en la Casa José Zorrilla de Valladolid


sábado, 4 de agosto de 2018

ESQUIRLAS DE LA NOCHE



ESQUIRLAS DE LA NOCHE

I
Ella, la que cura a los enfermos
ama el plural,
cosiendo perneras al delantal que levemente acaricia
el despiste,
y canta cuando llega la elegancia

al corazón de manzana que todo hombre tiene
como flecha en su íntima mujer.

II
Escribo y lloro. Lloro y escribo a la vez
como un hombre y una mujer.

III
Cumplir, seguir cumpliendo y con los fantasmas del pasado
conversar escribiendo.

Carlos Fernández del Ganso
De “La máquina del tiempo”
Poema leído en la presentación Casa José Zorrilla



viernes, 3 de agosto de 2018

ANOCHE NO PUDE NADA


ANOCHE NO PUDE NADA


Anoche no pude nada,
cerraba los ojos y todo era sismógrafo buscando piel.

Sabía esperar la llamada del deseo
la rendición de las manos en la tregua insaciable de las
caderas cuando la música se hace violín en tus labios y
¡Ataca para siempre la fortaleza de mujer herida
que después, a la voz de sésamo, todo huye en el sueño!

Anoche no pude nada.

Furioso cual prisionero atado de espaldas a la luz
en mi cueva de bucanero,
iba y volvía violento como una soga.
Sumergía mi cabeza en el recuerdo, leía a los malditos,
abordaba todas tus riberas con los ojos cerrados y nada…

Es fácil imaginar el color de tu cabello
y la ausencia exacta de mis pulgares jugando
el triángulo en dirección al monte donde todo acaba
y sin embargo
no llega el rasgo indivisible para depositar en tu vientre
el antídoto de vuelve a entrar
amor mío.

Fantaseaba en silencio a tu lado,
un delirio de amor:
¡cincuenta mil jóvenes en un estadio y
nosotros en el escenario!

Amada, anoche no pude nada.

Miraba los tesoros de anteriores conquistas,
el brillo en las camas del pasado
los renglones torcidos del adiós
y sólo escuché una sentencia,
una voz de fuego que susurraba;
escribe…
escribe…
escribe…
comienza escribiendo por ejemplo:
anoche no pude nada.

Carlos Fernández del Ganso
De “La maquina del tiempo”
Poema leído en la presentación en la Casa José Zorrilla de Valladolid



jueves, 2 de agosto de 2018

SAN CARLOS BORROMEO


SAN CARLOS BORROMEO

A Charles Baudelaire

¡Oh, tocayo infectado de viruela en los ojos!
al saludar tus manos de penumbra un crujir de naipes
encartan los alucinados dátiles del desierto.
¡Oh, jinete atorado entre bridas de arena ardiente!
¡Qué inminente terraplén los pasos de la burla sin bastón
en las cataratas del clérigo!

Leyendo el santoral de noviembre
crepitan las flores en la hoguera del mal y
el maniquí del tiempo gira historias del averno
como el estuario de un río sin final.

Arañé con tus versos el portalón del amor
nada murió.
Trepé las murallas del infiel,
los calabozos horadé con el tenedor de la libertad,
arrodillado besé tus muslos de sacristía
y nada nació.

Secuestrado el futuro pulgar de la amnistía
y prostituida convenientemente la solidaridad
se detuvo la locura en la frontera de la cultura.

¡Documentos! ¡Muestre sus documentos!
Y el corazón aceleró su ansia de flecha
las manos disiparon las nubes de aduana y en perfecto
extranjero interpelé: Ella, es una mujer.
Yo, uno de sus hombres.
¿Qué más quiere saber?

Carlos Fernández del Ganso
De “La máquina del tiempo”

miércoles, 1 de agosto de 2018

VUELO SOLO ENTRE MIS RECUERDOS


VUELO SOLO ENTRE MIS RECUERDOS


En la meseta castellana los recuerdos se mueren de sed.

La voz de abuela acarrea entre las espigas del estío
mensajes de guerra:
la realidad del ciprés cimbreando la noche
cruje sombras en los nichos huecos de carne,
esperando disfrazada de viuda los despojos de la muerte.

Ella, señora de altillos, atusaba su negra melena de libertad
y abanicando el torso ceñido a la magia de la cintura
hilaba sobre las huellas del suelo el compás de la ilusión.

Cuando los aviones, abuelo no dormía,
tejía paños verdes para camuflarse de vegetal en el bosque.

Y cuando llegó la carta de América su frente envejeció de súbito,
las manos de papel temblaron por no enfurecer a las estrellas
que los niños contaban en el patio.
Sólo la parra escuchó el llanto.

Vuela ahora el juego del triple tirabuzón
jugando con las nubes
estas prímulas que tararean mis labios, de noche, en tu valle.

La voz del horror acarrea mensajes de guerra:
tapicé las paredes de poemas,
ubiqué sacos de centeno en las trincheras y esperé…
Hoy, el otoño, anuncia lluvia.

Carlos Fernández del Ganso
De “La máquina del tiempo”
Leído en la presentación  en la Casa José Zorrilla de Valladolid