SAN
CARLOS BORROMEO
A Charles Baudelaire
¡Oh,
tocayo infectado de viruela en los ojos!
al
saludar tus manos de penumbra un crujir de naipes
encartan
los alucinados dátiles del desierto.
¡Oh,
jinete atorado entre bridas de arena ardiente!
¡Qué
inminente terraplén los pasos de la burla sin bastón
en
las cataratas del clérigo!
Leyendo
el santoral de noviembre
crepitan
las flores en la hoguera del mal y
el
maniquí del tiempo gira historias del averno
como
el estuario de un río sin final.
Arañé
con tus versos el portalón del amor
nada
murió.
Trepé
las murallas del infiel,
los
calabozos horadé con el tenedor de la libertad,
arrodillado
besé tus muslos de sacristía
y
nada nació.
Secuestrado
el futuro pulgar de la amnistía
y
prostituida convenientemente la solidaridad
se
detuvo la locura en la frontera de la cultura.
¡Documentos!
¡Muestre sus documentos!
Y
el corazón aceleró su ansia de flecha
las
manos disiparon las nubes de aduana y en perfecto
extranjero
interpelé: Ella, es una mujer.
Yo,
uno de sus hombres.
¿Qué
más quiere saber?
Carlos
Fernández del Ganso
De
“La máquina del tiempo”
No hay comentarios:
Publicar un comentario