viernes, 17 de agosto de 2018

VOLVIENDO DE PARÍS





VOLVIENDO DE PARÍS

Botas negras atadas con cordeles rojo amianto
me llevaron como el mercurio a la cumbre
donde la fiebre conversa con el astro rey de la noche
sobre legendarias historias de amor que nunca contaré.
¡Oh farolas de París, si tu luz no me hubiera cegado!

Mi perfil es una capa negra cosida a mano
con ribetes de oro y un botón de marfil es mi carácter,
custodiando la daga oculta al traficante de sueños,
que osara arrancar de mis labios tu residencia en mis versos.
¡Oh París, si te hubiera conocido el siglo pasado!

Trenzas longitud cintura.
Rosada tez de tesura luna.
Blanco en lo sutil las manos.
Y como corresponde al terciopelo
tu pìel era el castigo del nunca volver.
¡Oh, París, si te hubiera visitado el siglo pasado!

Pero nada de so sucedió,
las jaulas de hierro,
el ferroviario destino de la pasión,
la calle estrecha donde te besé de penumbra en la boca,
la farola donde me fumé la vida esperando
la luz intermitente del
“Ya puedes subir, se fue a trabajar…”
¡Oh París, tantas cerillas consumí, el siglo pasado!

Ninguna fotografía conservo de aquel lunar tuyo
cerca de la comisura donde mi sed te vencía.
No hay rastros del cordel de tu corpiño,
que tantas veces marcó las falanges de mis dedos
hambrientos.

Nada queda de mi capa, ni de mis botas de gato
atadas con un cordel de rojo amianto,
maullando en la calle estrecha al reflejo de la farola,
encendiendo todas las cerillas menos una.
¡Oh María!
la vida me enseñó a fumar el último cigarrillo en compañía.

Carlos Fernández del  Ganso
De "La máquina del tiempo"


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