viernes, 3 de agosto de 2018

ANOCHE NO PUDE NADA


ANOCHE NO PUDE NADA


Anoche no pude nada,
cerraba los ojos y todo era sismógrafo buscando piel.

Sabía esperar la llamada del deseo
la rendición de las manos en la tregua insaciable de las
caderas cuando la música se hace violín en tus labios y
¡Ataca para siempre la fortaleza de mujer herida
que después, a la voz de sésamo, todo huye en el sueño!

Anoche no pude nada.

Furioso cual prisionero atado de espaldas a la luz
en mi cueva de bucanero,
iba y volvía violento como una soga.
Sumergía mi cabeza en el recuerdo, leía a los malditos,
abordaba todas tus riberas con los ojos cerrados y nada…

Es fácil imaginar el color de tu cabello
y la ausencia exacta de mis pulgares jugando
el triángulo en dirección al monte donde todo acaba
y sin embargo
no llega el rasgo indivisible para depositar en tu vientre
el antídoto de vuelve a entrar
amor mío.

Fantaseaba en silencio a tu lado,
un delirio de amor:
¡cincuenta mil jóvenes en un estadio y
nosotros en el escenario!

Amada, anoche no pude nada.

Miraba los tesoros de anteriores conquistas,
el brillo en las camas del pasado
los renglones torcidos del adiós
y sólo escuché una sentencia,
una voz de fuego que susurraba;
escribe…
escribe…
escribe…
comienza escribiendo por ejemplo:
anoche no pude nada.

Carlos Fernández del Ganso
De “La maquina del tiempo”
Poema leído en la presentación en la Casa José Zorrilla de Valladolid



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