ANOCHE
NO PUDE NADA
Anoche
no pude nada,
cerraba
los ojos y todo era sismógrafo buscando piel.
Sabía
esperar la llamada del deseo
la
rendición de las manos en la tregua insaciable de las
caderas
cuando la música se hace violín en tus labios y
¡Ataca
para siempre la fortaleza de mujer herida
que
después, a la voz de sésamo, todo huye en el sueño!
Anoche
no pude nada.
Furioso
cual prisionero atado de espaldas a la luz
en
mi cueva de bucanero,
iba
y volvía violento como una soga.
Sumergía
mi cabeza en el recuerdo, leía a los malditos,
abordaba
todas tus riberas con los ojos cerrados y nada…
Es
fácil imaginar el color de tu cabello
y
la ausencia exacta de mis pulgares jugando
el
triángulo en dirección al monte donde todo acaba
y
sin embargo
no
llega el rasgo indivisible para depositar en tu vientre
el
antídoto de vuelve a entrar
amor
mío.
Fantaseaba
en silencio a tu lado,
un
delirio de amor:
¡cincuenta
mil jóvenes en un estadio y
nosotros
en el escenario!
Amada,
anoche no pude nada.
Miraba
los tesoros de anteriores conquistas,
el
brillo en las camas del pasado
los
renglones torcidos del adiós
y
sólo escuché una sentencia,
una
voz de fuego que susurraba;
escribe…
escribe…
escribe…
comienza
escribiendo por ejemplo:
anoche
no pude nada.
Carlos
Fernández del Ganso
De
“La maquina del tiempo”
Poema
leído en la presentación en la Casa José Zorrilla de Valladolid
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