LOS
REPIQUES DE CAMPANA
Elevando
al cielo su gayata de negrillo
dijo
el sabio subido al carro de madera:
¡Declaro
inaugurada la cosecha!
Ahora
los aperos de labranza comenzarán el baile
de
los brazos tornasolados en el seco aire de Castilla,
como
un juez severo y preciso sobre el cuello
tallado
de la espiga.
Las
cuadrillas de hombres serán festejadas,
con
un botijo de agua fresca cada hora de sol,
cambiando
turnos en el girar de los mulos
en
la trilla, cuando se confunda hambre y sed en la era
sobre
la camisa empapada del más no poder.
Las
mujeres con su presencia de mandil y zueco,
aseguran
merienda y siesta bajo el roble o la encina,
según
el estado viril, después de la misa.
Todo
mozalbete pronto aprende en la meseta
las
normas de convivencia en el pueblo:
cerrar
la cancela al salir de la huerta,
no
hacer leña del árbol, por el rayo hendido,
de
cuyas raíces no fueras el dueño,
usar
la guadaña sin elevarla un palmo del suelo y
los
sutiles repiques de campana llamando a:
fiesta,
funeral o fuego.
Carlos
Fernández del Ganso
De "La máquina del tiempo"
No hay comentarios:
Publicar un comentario