sábado, 31 de agosto de 2019

LA PELEA - Leopoldo de Luis


LA PELEA

Cruelmente te callas, padre mío,
te sacudo con fuerza entre mis brazos.
Aunque te tengo siento que huyes como un río,
que de mí te deshaces a oscuros aletazos.

Como contra la vida golpeo contra el lecho
y te arranco esta ropas queriendo arrancar muerte,
queriendo arrancar vida contra el bosque del pecho
porque la roja rama del corazón liberte.

No te suelto. No puedes escaparte.
Con toda el alma calvo en ti mi dentadura.
Treinta años de mi vida tengo aquí de mi parte.
Contra tu muerte pongo mi ciega mordedura.

Quieres ensordecer, pero aunque ser.
Mi voz también contra el silencio lucha:
te sube por el cuerpo como una honda marea.
Dime que sí, que mi dolor se escucha.

Te callas ferozmente. Eres de roca.
O te haces sombra que invisible huya.
Te tengo aquí al alcance de mi boca,
y ya no estás…
                         Te sales con la tuya.

Leopoldo de Luis

jueves, 29 de agosto de 2019

HUELES DE UNA FORMA DIFERENTE - Leopoldo de Luis


HUELES DE UNA FORMA DIFERENTE

Hueles de una manera diferente.
Amar es una forma de olor. El cuerpo impone
su presencia de aroma que subleva
esa selva, ese bosque
que somos.
                    No te veo.
No llego a tu contacto. Llegan flores
raras, deshechas, invisibles.
Certidumbre de ti en medio de la noche.

Un salvaje rosal es tu olor. Una
paloma es, y su vuelo recorre
hasta mí el aire. Una
profunda cabellera esparcida en el borde
de mi memoria.
                             Tu enredada aroma
entre mis dedos algo tuyo esconde.
Hasta mí llegas cada día hecha
olor enmarañado de azucenas y aloes.

Trasminas existencia. Te declaras
realidad amorosa que responde
a mi busca. Llamada
que su contestación en mi recoge.

Rastro exhalado, huella
reconocible, evanescente torre
de olorosa verdad. Humana aroma
de mujer junto al hombre.

Amar es una forma de olor. Llegas
fragante. Llego. Nos acoge
la onda que huele a vida enamorada,
a claveles que en dos bocas se rompen.

Leopoldo de Luis

martes, 27 de agosto de 2019

EL ESPEJO - Leopoldo de Luis


EL ESPEJO

Con los ojos vendados nos miramos
cada día delante de un espejo
para ser sólo imágenes
nuestras que no veremos.

Desfilamos, retratos fidelísimos,
copias exactas, calcos o reflejos,
resbalamos por aguas espejeantes
como narcisos ciegos.

Debo de ser la sombra, los perfiles,
la refracción de ese cristal o hielo;
debo de ser el doble repetido,
el náufrago en el fondo de ese sueño.

Qué culto extraño ante el cristal, la luna,
de extraterrestre, de astronauta muerto
girando sin sentido
en la órbita cerrada por el pecho.
qué culto extraño para
sentirnos sólo luminoso eco
de nuestra propia realidad corpórea,
mitología del azogamiento
liturgia de pantallas sucesivas,
idolatrización del reverbero.

Solo somos figuras proyectadas
sobre un cristal, pero jamás nos vemos.

Leopoldo de Luis



miércoles, 21 de agosto de 2019

LOS HUMILDES SABORES - Leopoldo de Luis



LOS HUMILDES SABORES

Estoy con los sabores más humildes
que son los que alimentan a las gentes
del esfuerzo y la pena. El pan moreno,
las cebollas, las coles, el aceite
de soja, las cortezas de tocino
y el rojo valdepeñas que se bebe
a oscuros tragos de silencio. Nada
puede saber más entrañablemente.

Estoy con los sabores que levantan
su tufo en las cocinas, ingredientes
modestos de las parvas colaciones
para tener en pie los cuerpos débiles,
guisos de pobres ollas que una larga
jornada cuesta mantener calientes.

La vida humilde es un sabor de hambre
que palian estos platos, este
repertorio diario
que a hombres iguales hace diferentes.

Estoy con los sabores de la vida
difícil. Me estremece
sentirlos en mi boca y pensar cuántos
logran con ellos su único deleite.

Leopoldo de Luis



lunes, 19 de agosto de 2019

ELEGÍA CONTRA LA PARED - Leopoldo de Luis


ELEGÍA CONTRA LA PARED


El metal oxidado y triste de los huesos.
La sangre como un mar encadenado clama
sintiendo sobre el mundo del odio, victoriosas
por el azul hermoso cruzas libres las águilas.

Los cuerpos como las de un hondo mar espeso
van a estrellarse sordos contra negras murallas,
contra sus arrecifes, contra sus propios muros
que manos y rencores y recuerdos levantan.

La dulcísimo alondra de la luz ya no anida,
ya no anida siquiera la luminosa lágrima
en los ojos sombríos, cual nidos de noviembre
que deshacen del viento de otoño las espadas.

Las manos son manojos de huesos sin caricias
y la carne, reseca tierra, se resquebraja
y la sangre es ya sólo un árbol de coral
sólido y rojo bajo las inmóviles aguas.

Rebaños de recuerdos, ya no pasan siquiera.
La lluvia de los días, tormentosa, fue mansa
y es al fin de silencio, se descuela sin ruido
cual sobre tierno césped, sobre arena ahuecada.

No se recuerda ya ni el perfume del llanto.
Ni el levísimo peso de la dicha y del ala
del amor, como pájaro, dando sentido y ritmo
a la marcha del tiempo y a la verdad humana.

Y sin embargo es vida. Son hombres como hogueras
cubiertas de ceniza triste, mas no apagadas.
El destino se incendia en su hielo abrasante.
Brotará del volcán silencioso la lava.

Yo canto vuestra inmóvil, vuestra sórdida vida,
y presagio barbechos de mies ensangrentada.
Prevengo un hondo salto de pantera, una curva
de tigre sobre el cielo, la rosa y las acacias.

Sombras errantes llevan a lo lejos paisajes
como nubes abiertas, mujeres desgarradas
en luminosos partos de dolor y alegría.
Lo veis vosotros desde vuestra sombría nada.

Y veis que un incesante, purificador llanto
cae sobre las ciudades, los campos. Los arrasa.
El urbano solar que amontona despojos
y la era donde el pan amargo se trabaja.

Pensad en ese beso, que será el de la muerte.
La vida es una herida que día a día sangra.
Pensad en ese beso que será el de la vida.
La muerte día a día duele como una llaga.

Leopoldo de Luis