miércoles, 16 de febrero de 2022

PRIMER AMOR

 



PRIMER AMOR

 

¡Qué sorpresa tu cuerpo, que inefable vehemencia!

Ser todo esto tuyo, poder gozar de todo

sin haberlo soñado, sin que nunca

un ligero esperar prometiera la dicha.

Esta dicha de fuego que vacía tu testa,

que te empuja de espaldas,

te derriba a un abismo

que no tiene medida ni fondo.

¡Abismo y solo abismo de ti hasta la muerte!

 

¡Tus brazos! Son tus brazos los mismos de otros días,

y tiemblan y se cierran en torno de tu cuerpo.

Tu pecho, el que suspira, ajeno, estremecido

de cosas que tú ignoras,

de mundos que lo mueven…

¡Oh pecho de tu cuerpo, tan firme y tan sensible

que un vaho lo pone turbio

y un beso lo traspasa!

¡Si nunca nadie dijo que así se amaba tanto!

¿Podías tú esperar que ardieran tus cabellos,

que toda cuanta eres cayeras como lumbre

en un grito sin cifra,

desde una cordillera gritada por la aurora?

 

¿Ceniza tú algún día? ¿Ceniza esta locura

que estrenas con la vida recién brotada al mundo?

¡Tú no te acabas nunca,  tú no te apagas nunca!

Aquí tenéis la lumbre, la que lo coge todo

para quemar el cielo subiéndole la tierra.

 

Carmen Conde

 

 

domingo, 13 de febrero de 2022

AMOR CON TAN HONESTO PENSAMIENTO

 


 

AMOR CON TAN HONESTO PENSAMIENTO

 

Amor con tan honesto pensamiento

arde en mi pecho, y con tan dulce pena,

que haciendo grave honor de la condena,

para cantar me sirve de instrumento.

 

No al fuego, al celestial atento,

en alabanza de Amarilis suena

con esta voz, que el curso al agua enfrena,

mueve la selva y enamora el viento.

 

La luz primera del primero día,

luego que el sol nació, toda la encierra,

círculo ardiente de su lumbre pura,

 

y así también, cuando tu sol nacía,

todas las hermosuras de la tierra

remitieron su luz a tu hermosura.

 

Lope de Vega

viernes, 11 de febrero de 2022

SE VAN TUS MANOS SOBRE MI MIRADA...



SE VAN TUS MANOS SOBRE MI MIRADA…

 

Se van tus manos sobre mi mirada

la sostienes, la sueltas.

Embistes mi hombre izquierdo,

lo sitias desde el cuello,

lo asaltas con las flechas de tu boca.

Embistes mi hombro izquierdo

feroz y dulcemente a dentelladas,

con su modo redondo

de hacer pasar el tiempo entre los besos

y somos dos volutas de humo

flotando en el espacio

llenándolo con chasquidos y murmullos

o suavemente quedándonos callados

para explorar el secreto profundo de los poros

para penetrarlos en un afán de invasión

de descorrer la piel

y encontrar nuestros ojos

mirándonos desde la interioridad de la sangre.

Hablamos un lenguaje de jeroglíficos

y me vas descifrando sin más instrumentos

que la ternura lenta de tus manos,

desenredándome sin esfuerzo,

alisándome como una sábana recién planchada,

mientras yo e voy dando mi universo;

todos los meteoritos y las lunas

que han venido gravitando en la órbita de mis sueños,

mis dedos llenos del deseo de tocar las estrellas

los soles que habitan en mi cuerpo.

Una mansa sonrisa empieza a subirme por los tobillos,

se va riendo en mis rodillas

sube recorriendo mi corteza de árbol

llenándome de capullos reventados de gozo transparente.

El aire que sale de mis pulmones va risueño

a vivir en el viento de la noche

mientras de nuevo embistes mi hombro izquierdo,

feroz

y dulcemente

a dentelladas.

 

Gioconda Belli

 

miércoles, 9 de febrero de 2022

TRIUNFO DEL AMOR

 



TRIUNFO DEL AMOR

 

Brilla la luna entre el viento de otoño,

en el cielo luciendo como un dolor largamente sufrido.

Pero no será, no, el poeta quien diga

los móviles ocultos, indescifrable signo

de un cielo líquido de ardiente fuego que anegara las almas,

si las almas supieran su destino en la tierra.

 

La luna como una mano,

reparte con la injusticia que la belleza usa,

sus dones sobre el mundo.

Miro unos rostros pálidos.

Miro rostros amados.

No seré yo quien bese ese dolor que en cada rostro asoma.

Sólo la luna puede cerrar, besando,

unos párpados dulces fatigados de vida.

Unos labios lucientes, labios de luna pálida,

labios hermanos para los tristes hombres,

son un signo de amor en la vida vacía,

son el cóncavo espacio donde el hombre respira

mientras vuela en la tierra ciegamente girando.

El signo del amor, a veces en los rostros queridos

es sólo la blancura brillante,

la rasgada blancura de unos dientes riendo.

Entonces sí que arriba palidece la luna,

los luceros se extinguen

y hay un eco lejano, resplandor en oriente,

vago clamor de soles por irrumpir pugnando.

¡Qué dicha alegre entonces cuando la risa fulge!

Cuando un cuerpo adorado;

erguido en su desnudo, brilla como la piedra,

como la dura piedra que los besos encienden.

Mirad la boca. Arriba relámpagos diurnos

cruzan un rostro bello, un cielo en que los ojos

no son sombra, pestañas, rumorosos engaños,

sino brisa de un aire que recorre mi cuerpo

como un eco de juncos espigados cantando

contra las aguas vivas, azuladas de besos.

 

El puro corazón adorado, la verdad de la vida,

la certeza presente de un amor irradiante,

su luz sobre los ríos, su desnudo mojado,

todo vive, pervive, sobrevive y asciende

como un ascua luciente de deseo en los cielos.

 

Es sólo ya el desnudo. Es la risa en los dientes.

Es la luz o su gema fulgurante: los labios.

Es el agua que besa unos pies adorados,

como un misterio oculto a la noche vencida.

 

¡Ah maravilla lúcida de estrechar en los brazos

un desnudo fragante, ceñido de los bosques!

¡Ah soledad del mundo bajo los pies girando,

ciegamente buscando su destino de besos!

Yo sé quien ama y vive, quien muere y gira y vuela.

Sé que lunas se extinguen, renacen, viven, lloran.

Sé que dos cuerpos aman, dos almas se confunden.

 

Vicente Aleixandre