jueves, 31 de octubre de 2019

YO - Dámaso Alonso


YO


Mi portento inmediato,
mi frenética pasión de cada día,
mi flor, mi ángel de cada instante,
aun como el pan caliente con olor de tu hornada,
aun sumergido en las aguas de Dios,
y en los aire azules del día original del mundo:
dime, dulce amor mío,
dime, presencia incógnita,
45 años de misteriosa compañía,
¿aún no son suficientes
para entregarte, para desvelarte
a tu amigo, a tu hermano,
a tu triste doble?

¡No, no! Dime, alacrán, necrófago,
cadáver que se me está pudriendo encima
desde hace 45 años,
hiena crepuscular
fétida hidra de 800.000 cabezas,
¿por qué siempre me muestras sólo una cara?
Siempre a cada segundo una cara distinta,
unos ojos crueles,
los ojos de un desconocido,
que me miran sin comprender
(con ese odio del desconocido)
y pasan:
a cada segundo.

Son tus cabezas hediondas, tus cabezas crueles,
oh hidra violácea.

Hace 45 años que te odio,
que escupo, que te maldigo,
pero no sé a quién maldigo,
a quién odio, a quién escupo.

Dulce,
dulce amor mío incógnito,
45 años hace ya
que te amo.

Dámaso Alonso
De “Hijos de la ira”



miércoles, 30 de octubre de 2019

YO NO QUIERO MÁS LUZ QUE TU CUERPO ANTE EL MÍO





Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda..

¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.

Miguel Hernández


jueves, 24 de octubre de 2019

HASTA QUE SEAMOS LIBRES - Gioconda Belli


HASTA QUE SEAMOS LIBRES

Ríos me atraviesan,
montañas horadan mi cuerpo
y la geografía de este país
va tomando forma en mí,
haciéndome lagos, brechas y quebradas,
tierra donde sembrar el amor
que me está abriendo como un surco,
llenándome de ganas de vivir
para verlo libre, hermoso,
pleno de sonrisas.
Quiero explotar de amor
y que mis charneles acaben con los opresores
cantar con voces que revienten mis poros
y que mi canto se contagie;
que todos nos enfermemos de amor,
de deseos de justicia,
que todos empuñemos el corazón
sin miedo de que no resista
porque un corazón tan grande como el nuestro
resiste la más crueles torturas
y nada aplaca su amor devastador
y de latido en latido
va creciendo,
más fuerte,
más fuerte,
más fuerte,
ensordeciendo al enemigo
que lo oye brotar de todas las paredes,
lo ve brillar en todas las miradas
lo va viendo acercarse
con el empuje de una marea gigante
en cada mañana en que el pueblo se levanta
a trabajar en tierras que no le pertenecen,
en cada alarido de los padres que perdieron a sus hijos,
en cada mano que se une a otra mano que sufre.
Porque la fuerza de este amor
lo irá arrollando todo
y no quedará nada
hasta que no se ahogue el clamor de nuestro pueblo
y gritos de gozo y de victoria
irrumpan en las montañas,
inunden los ríos,
estremezcan las ramas de los árboles.
Entonces,
iremos a despertar a nuestros muertos
con la vida que ellos nos legaron
y todos juntos cantaremos
mientras conciertos de pájaros
repiten nuestro mensaje
en todos
los confines
de América.


Gioconda Belli

miércoles, 23 de octubre de 2019

A UNA MUJER - Julio Cortázar


A UNA MUJER


No hay que llorar porque las plantas crecen en tu balcón, 
no hay que estar triste 
si una vez más la rubia carrera de las nubes te reitera lo inmóvil,
ese permanecer en tanta fuga. Porque la nube estará ahí,
constante en su inconstancia cuando tú, cuando yo 
-pero por qué nombrar el polvo y la ceniza. 
Sí, nos equivocábamos creyendo que el paso por el día
era lo efímero, el agua que resbala por las hojas hasta hundirse en la tierra.

Sólo dura la efímero, esa estúpida planta que ignora la tortuga, 
esa blanda tortuga que tantea en la eternidad con ojos huecos, 
y el sonido sin música, la palabra sin canto, la cópula sin grito de agonía, 
las torres del maíz, los ciegos montes.
Nosotros, maniatados a una conciencia que es el tiempo,
no nos movemos del terror y la delicia,
y sus verdugos delicadamente nos arrancan los párpados
para dejarnos ver sin tregua cómo crecen las plantas del balcón, 
cómo corren las nubes al futuro.

¿Qué quiere decir esto? Nada, una taza de té.
No hay drama en el murmullo, y tú eres la silueta de papel
que las tijeras van salvando de lo informe: oh vanidad de creer
que se nace o se muere, 
cuando lo único real es el hueco que queda en el papel, 
el golem que nos sigue sollozando en sueños y en olvido.


Julio Cortázar

lunes, 21 de octubre de 2019

LOS AMANTES - Julio Cortazar

LOS AMANTES


¿Quién los ve andar por la ciudad 
si todos están ciegos ? 
Ellos se toman de la mano: algo habla 
entre sus dedos, lenguas dulces 
lamen la húmeda palma, corren por las falanges, 
y arriba está la noche llena de ojos.


Son los amantes, su isla flota a la deriva 
hacia muertes de césped, hacia puertos 
que se abren entre sábanas. 
Todo se desordena a través de ellos, 
todo encuentra su cifra escamoteada; 
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena 
hay una pausa en la obra de la nada, 
el tigre es un jardín que juega.


Amanece en los carros de basura, 
empiezan a salir los ciegos, 
el ministerio abre sus puertas. 
Los amantes rendidos se miran y se tocan 
una vez más antes de oler el día.


Ya están vestidos, ya se van por la calle. 
Y es sólo entonces 
cuando están muertos, cuando están vestidos, 
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos.


Julio Cortazar



domingo, 20 de octubre de 2019

DOLIENTES MADRIGALES - Manuel Machado




DOLIENTES MADRIGALES


Por una de esas raras reflexiones
de la luz, que los físicos
explicarán llenando
de fórmulas un libro…,
Mirándome las manos
–como hacen los enfermos de continuo-,
veo la faceto del diamante de mi anillo,
reflejarse tu cara, mientras piensas
que divago o medito,
o sueño… He descubierto
por azar este medio tan sencillo
de verte y ver tu corazón, que es otro
diamante puro y limpio.
Cuando me muera, déjame
en el dedo este anillo.

Estoy muy mal… Sonrío
porque el desprecio del dolor me asiste,
porque aún miro lo bello en torno mío,
y… por lo triste que es el estar triste.
Pero ya la fontana
del sentimiento mana
tan lenta y silenciosa, que su canto,
sonoro otrora como risa, es llanto.

Manuel Machado

viernes, 18 de octubre de 2019

PARÍS, OCTUBRE 1936 - César Vallejo

PARÍS, OCTUBRE 1936


De todo esto yo soy el único que parte.
De este banco me voy, de mis calzones,
de mi gran situación, de mis acciones,
de mi número hendido parte a parte,
de todo esto yo soy el único que parte.

De los Campos Eliseos o al dar vuelta
la extraña callejuela de la Luna,
mi defunción se va parte mi cuna,
y, rodeada de gente, sola, suelta,
mi semejanza humana dase vuelta
y despacha sus sombras una a una.

Y me alejo de todo, porque todo
se queda para hacer la coartada:
mi zapato, su ojal, también su lodo 
y hasta el doblez del codo
de mi propia camisa abotonada.

César Vallejo



jueves, 17 de octubre de 2019

INCOSUMADO EL BARRO - Nicolás del Hierro


Aquella noche no tuvieron sueño los delfines,
centinelas de mar, permanecieron
velando tu espuma y mis arenas,
comunicándose tu alegría y la mía,
en señales, como el primer idioma
que crearan los hombres.

Jugaba el viento a ser caricia de los barcos
y una mano dulcísima inventaba
el tacto, sobre la piel amada,
poblando el camarote de suspiros
en adánico intento.
Apolo,
podía ser Apolo quien pulsara
las cuerdas de un antiguo instrumento,
vertiendo en las almohadas
su nota más sublime
en regalo del tiempo a los oídos.

Y corrían, extraños e ilusos, los segundos.

Adolescentes puestos en pie
rememoraban la luna de otra historia
sin nombre concebida:
Era el tiempo,
las estrellas que filtraban
su brillo entre las hojas de los árboles,
con el ensueño de la primera creación.

Inconsumado el barro, descendió
y se creció en la espuma, la vigilia
de los despiertos delfines, las edénicas
notas de Apolo, la ilusión
de un alba presentida, nuestra,
hasta ser el amor el padre de la brisa.
                                                                                      

Nicolás del Hierro


miércoles, 16 de octubre de 2019

ESTOY CONTENTO DE TANTO HABER AMADO - Miguel Óscar Menassa


ESTOY CONTENTO DE  TANTO HABER AMADO


Estoy contento de tanto haber amado,
de tanto haber llegado al confín de los besos,
contento de habernos abrazado por las noches
envueltos en los vapores del silencio
al vivir lujurioso de la carne y el fuego,
a la espléndida y loca pasión  de las palabras.
Contento de levantarme una mañana,
con las pupilas húmedas manchadas por amor.

Fue un siglo de locura, crecimos en todas direcciones,
odio y amor se agigantaron, 
la pobreza llegó hasta la riqueza,
la necedad y la bella locura poblaron monasterios,
las enfermedades que produjo el amor
llegaron hasta el alma poblando los silencios,
en su afán de morir, el hombre inventó virus
que atacan, con fervor, el pensamiento.

Después, hay que decirlo,
en el corazón de la música
este siglo se rompió la guitarra,
el violín de las guerras fue lamento que,
volando hacia los cielos,
alcanzaba el dolor.

La trompeta fue aullido y el aullido fue canto,
hasta el saxo bramaba alguna piedad.
Hubo tambores de locura, este siglo,
que explotaban sonando como esferas de luz.

Miguel Óscar Menassa
De “Al sur de Europa”


martes, 15 de octubre de 2019

ADELFOS - Manuel Machado


ADELFOS


Yo, soy como las gentes que a mi tierra vinieron
-soy de la raza mora, vieja amiga del Sol-,
que todo lo ganaron y todo, lo perdieron.
Tengo el alma de nardo del árabe español.

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna...
De cuando en cuando, un beso y un nombre de mujer,

En mi alma, hermana de la tarde, no hay contornos...,
y la rosa simbólica de mi única pasión
es una flor que nace en tierras ignoradas
y que no tiene aroma, ni forma, ni color.

Besos, ¡pero no darlos! Gloria..., ¡la que me deben!
¡Que todo como un aura se venga para mí!
Que las olas me traigan y las olas me lleven,
y que jamás me obliguen el camino a elegir.

¡Ambición!, no la tengo, ¡Amor!, no lo he sentido.
No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud.
Un vago afán de arte tuve... Ya lo he perdido.
Ni el vicio me seduce, ni adoro la virtud,

De mi alta aristocracia, dudar jamás se pudo,
No se ganan, se heredan, elegancia y blasón...
Pero el lema de casa, el mote del escudo,
es una nube vaga que eclipsa un vano sol,

Nada es pido. Ni os amo, ni os odio, Con dejarme,
lo que hago por vosotros, hacer podéis por mí...
¡Que la vida se tome la pena de matarme,
ya que yo no me tomo la pena de vivir!...

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Da cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna,
¡El beso generoso que no he de devolver!

 Manuel Machado



AL BORDE CASI - Nicolás del Hierro



Nos pusieron descalzos en la tierra
y quemaba, quemaba como suele
quemarnos el dolor, pero algo así
como un dolor sin sitio destinado.
Andábamos, pequeños, tristes, solos,
con la llaga en el alma, por las calles
sin nombres aprendidos todavía.

(Porque andábamos todos en la noche
aunque quemaba el suelo).
Algunas veces
nos parecía hallar en las aceras
un poco de bondad, y descansábamos...
Pero llegaban otros enseguida,
con los mismos derechos, y era inútil
pedirle mayor bien a los espacios.
Se diría, pensando, que el Planeta
se desprendió del sol con nuestro tiempo
y nos era imposible el habitarlo:
abrasaba el ambiente, no dolía
con un dolor sin sitio destinado.
Y parecía, a trechos, que acababa
la luz eternamente...
Sin embargo,
el agua fue cayendo gota a gota
y descansaba el pie.
Un resplandor
anunciaba distintas claridades
cuando inició la alondra el primer vuelo...

...y andábamos, estábamos perdidos
al borde casi de la misma luz.

Nicolás del Hierro

sábado, 12 de octubre de 2019

UN ROSTRO EN EL OTOÑO -Olga Orozco


UN ROSTRO EN EL OTOÑO

La mujer del otoño llegaba a mi ventana
sumergiendo su rostro entre las vides,
reclinando sus hombros, sus vegetales hombros, en las nieblas,
buscando inútilmente su pecho resignado a nacer y morir entre dos sueños.

Desde un lejano cielo la aguardaban las lluvias,
aquellas que golpeaban duramente su dulce piel labrada por el duelo de una vieja estación,
sus ojos que nacían desde el llanto
o su pálida boca perdida para siempre, como en una plegaria que inconmovibles dioses acallaran.

Luego estaban los vientos adormeciendo el mundo entre sus manos,
repitiendo en sus mustios cabellos enlazados
la inacabable endecha de las hojas que caen;
y allá, bajo las frías coronas de invierno,
el cálido refugio de la tierra para su soledad, semejante a un presagio,
retornada a su estela como un ala.

Oh, vosotros, los inclementes ángeles del tiempo,
los que habitáis aún la lejanía
–ese olvido demasiado rebelde-:
vosotros, que lleváis a la sombra,
a sus marchitos ídolos, eternos todavía, mi corazón hostil, abandonado:
no me podréis quitar esta pequeña vida entre dos sueños,
este cuerpo de lianas y de hojas que cae blandamente,
que se muere hacia adentro, como mueren las hierbas.

Olga Orozco


jueves, 10 de octubre de 2019

ROSA DE OTOÑO - Leopoldo Lugones


ROSA DE OTOÑO

Abandonada al lánguido embeleso
que alarga la otoñal melancolía,
tiembla la última rosa que por eso
es más hermosa cuanto más tardía.

Tiembla… un pétalo cae… y en la leve
imperfección que su belleza trunca,
se malogra algo de íntimo que debe
llegar acaso y que no llega nunca.

La flor, a cada pétalo caído,
como si lo llorara, se doblega
bajo  el fatal rigor que no ha debido
llegar jamás, pero que siempre llega.

Y en una blanda lentitud, dichosa
con la honda calma que la tarde vierte,
pasa el deshojamiento de la rosa
por las manos tranquilas de la muerte.

Leopoldo Lugones


miércoles, 9 de octubre de 2019

AMANECER DE OTOÑO - Antonio Machado


AMANECER DE OTOÑO
A Julio Romero de Torres

Una larga carretera
entre grises peñascales,
y alguna humilde pradera
donde pacen negros toros.
Zarzas, malezas, jarales.
Está la tierra mojada
por las gotas del rocío,
y la alameda dorada,
 hacia la curva del río.
Tras los montes de violeta
quebrado el primer albor,
a la espalda la escopeta,
entre sus galgos agudos,
caminando un cazador.

Antonio Machado

martes, 8 de octubre de 2019

OTOÑO - Mario Benedetti


OTOÑO

Aprovechemos el otoño
antes de que el invierno nos escombre
entremos a codazos en la franja del sol
y admiremos a los pájaros que emigran
                                                       ahora  que calienta el corazón
aunque sea de a ratos  y de a poco
pensemos y sintamos todavía
con el viejo cariño que nos queda

aprovechemos el otoño
antes de que el futuro se congele
y no haya sitio para la belleza
porque el futuro se nos vuelve escarcha.

Mario Benedetti

lunes, 7 de octubre de 2019

OTOÑO - Juan Ramón Jiménez


OTOÑO

Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento. 

Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!

¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!

En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina.

Juan Ramón Jiménez



domingo, 6 de octubre de 2019

OTOÑO - Gerardo Diego


OTOÑO

Mujer densa de horas
y amarilla de frutos
como el sol del ayer.

El reloj de los vientos te vio florecer
cuando en su jaula antigua
se arrancaba las plumas el terco atardecer.

El reloj de los vientos
despertador de pájaros pascuales
que ha dado la vuelta al mundo
y hace juegos de agua  en los advientos.

De tus ojos la arena fluye en un río estéril.

Y  tantas mariposas distraídas
han fallecido en tu mirada
que las estrellas ya no  alumbran nada

Mujer cultivadora
de semilla y auroras.

Mujer en donde nacen las abejas
que fabrican las horas

Mujer puntual como la luna llena

Abre tu cabellera
                         origen de los vientos
que vacío y sin muebles
 mi colmena te espera.

Gerardo Diego

viernes, 4 de octubre de 2019

POEMA PARA OCTUBRE - Leopoldo de Luis


POEMA PARA OCTUBRE

La tarde es una rosa vagamente
en la rama desnuda del ocaso.
Una rosa ceniza, como un frío
beso crecido en unos muertos labios.

Leve sombra desliza
su palidez de hielo entre mis manos.
Las pupilas alargan sus miradas
como cautivos pájaros.

Octubre otra vez fruto
de este paisaje, este árbol
donde día tras día oscuramente
mi pobre corazón se va quedando.

Vivir es reencontrarse
en todo lo lejano,
ser otra vez aliento en el paisaje
que fue otra vez soñado.

Vivir es ser corteza de este roble
que en hielo y sol el tiempo va quemando.

El mar de la memoria
se enciende, se ilumina, y a su amparo
el corazón revive,
remoza primaveras, sollozando.

La tarde es una rosa vagamente
en la rama desnuda del ocaso.

A la piadosa luz de octubre vuelvo
y entre la tibia cuenca de mis manos
como un niño dormido
mi corazón levanto.

Vivir es retornar a cada Octubre
para sentirse el corazón dorado.

La tarde es una rosa vagamente
ceniza.
Octubre es fruto
otra vez en el árbol.

Leopoldo de Luis