LA LIEBRE QUEJICA Y EL LEÓN COMPASIVO
Había una vez, en una sabana, una liebre bebé la cual lloraba por no poder
conseguir ningún alimento ni poder ir a la pradera con sus compañeros por sus
pequeñas patas.
Pasó por la zona un león,
que era muy compasivo. Ayudó a la pequeña liebre porque no era lo suficientemente
grande para comérsela y no tenía nada que hacer.
·
¿Qué necesitas? -
dijo el león.
Entre lágrimas, dijo la
liebre:
·
Soy muy pequeña como
para poder ir a la pradera, aquí no hay alimento.
·
Tú
tranquila – dijo el león – yo te conseguiré alimento una vez por semana hasta
que crezcas y puedes irte; o vuelva a llover y crezcan
otra vez las plantas.
·
Y ¿por qué no me llevas allí directamente? – dijo
la liebre.
·
Imposible,
te dañaría con mis afilados dientes – dijo el león.
Así el león fue a la
pradera, y como prometió, llevó a la liebre hierba fresca.
Al día siguiente el león
pasó por el mismo sitio que el día anterior y la liebre seguía llorando.
·
¿Qué te pasa? –
preguntó el león.
·
Ayer me
terminé toda la comida y ahora tengo hambre, podrías
conseguir más – dijo la liebre.
·
Vale,
pero esta vez la tendrás que administrar para que os dure toda la semana -dijo
el león.
A la liebre le pareció bien
pero nunca lo cumplía y lloraba más para que el león le trajese más comida.
Un día el león no quería
llevarle más comida a la liebre porque ésta no hacía lo que él
le decía: guardar la
comida y administrarla bien durante toda la semana.
Al oír esto la liebre se
tiró al suelo y empezó a llorar y a pegar patadas al suelo;
de forma que el león quedó en ridículo porque esos mismos gritos se escuchaban en toda la
sabana y en
parte de la pradera.
·
¡¡¡QUIERO MÁS
COMIDA!!!!! – dijo la liebre gritando entre lágrimas.
Al pobre león no le quedó otra
opción que ir a por comida para no perder su reputación como rey de
la sabana.
La liebre, al saber que el
león traería comida todos los días, ni siquiera intentaba ir a por comida.
·
¡Ja! Para qué
ir a por comida, Ya me traerá el león…
Decía la liebre.
Situaciones
como esta se repetían todos los días.
Hasta que un día, la liebre
ya crecida y el león viejo, llegó una gran sequía que afectó a toda la región y cada
vez, al león, le costaba más y más conseguir comida para la liebre, tanto que
llegó a ser imposible.
El león, al ver que la
liebre podía moverse y era lo suficientemente grande, pensó:
·
Si la
llevo hasta la pradera, aprenderá a conseguir su propia comida.
Y eso hizo, la llevó hasta
la pradera montándola en la espalda.
Por el camino, el león le
enseñó a la
liebre cómo conseguir la comida.
·
- Bueno,
yo te dejo aquí.
Este es tu hogar, te he enseñado cómo conseguir comida y yo ya estoy muy mayor
para traértela.
A la liebre no le pareció
buena idea, y empezó a llorar, gritar y patalear como la última
vez, hace ya un
tiempo.
El león, ya harto de que la
liebre hiciese lo que quisiera, se enfadó y le pegó un zarpazo, no mortal, sólo para que
aprendiese.
La liebre dejó de llorar de
inmediato y empezó a correr.
Todo ese tiempo, la liebre sabía correr pero le parecía más
cómodo que alguien se hiciera cargo de sus responsabilidades.
A partir de ese día, la
liebre no se volvió a quejar.
También aprendió a
conseguir comida por sí misma.
TUS RECURSOS BIEN HAS DE
UTILIZAR
O DIFÍCIL
LA VIDA SE VA A COMPLICAR.
Juan José Setién Domínguez
13 años.