RECUERDO
UN MEDIODÍA
Los
pájaros salvajes pasaban inminentes
como
sombras sutiles en la llanura extrema.
El
viento completaba el espacio, sucedía girando
melancólico
y vasto,
y
en la luz del verano titilaban apenas
las
lúcidas violencias del pasto ardiente y áspero.
Sólo
yo contemplaba tanta vida impasible.
Y
los potros venían. Venían los caballos
desde
lejos, huyentes. Sus altas estaturas
se
alzaban sobre el polvo de la estación ardiente
entre
el fragor confuso de esparcidos relinchos,
casi
llameantes, casi eternos, sus belfos
impregnaban
de espuma la acre tierra,
la
tierra toda estremecimiento bajo la tropa elástica.
Sólo
yo contemplaba. Aquélla era la pampa,
aquél
el Sur espléndido.
Lejano
estoy ahora de las hermosas horas
en
que ya enamorado ceñía el cuerpo núbil
de
la joven América. No lo sabía entonces.
Mas
todo ardía herido de una belleza nueva,
y
la vida, y el ansia, y la infinita tierra
se
escuchaban subir, se oían elevarse,
alzarse
suavemente,
dulcemente
ascender hacia el alma en espera.
Horacio
Armani
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