lunes, 9 de marzo de 2020

LA LIEBRE QUEJICA Y EL LEÓN COMPASIVO

LA LIEBRE QUEJICA Y EL LEÓN COMPASIVO 


Había una vez, en una sabana, una liebre bebé la cual lloraba por no poder conseguir ningún alimento ni poder ir a la pradera con sus compañeros por sus pequeñas patas. 

Pasó por la zona un león, que era muy compasivo. Ayudó a la pequeña liebre porque no era lo suficientemente grande para comérsela y no tenía nada que hacer. 
·         ¿Qué necesitas? -  dijo el león. 
Entre lágrimas, dijo la liebre: 
·         Soy muy pequeña como para poder ir a la pradera, aquí no hay alimento. 
·         Tú tranquila – dijo el león  yo te conseguiré alimento una vez por semana hasta que crezcas y puedes irte; o vuelva a llover y crezcan otra vez las plantas. 
·         Y  ¿por qué no me llevas allí directamente? – dijo la liebre. 
·         Imposible, te dañaría con mis afilados dientes – dijo el león. 
Así el león fue a la pradera, y como prometió, llevó a la liebre hierba fresca. 

Al día siguiente el león pasó por el mismo sitio que el día anterior y la liebre seguía llorando. 

·         ¿Qué te pasa? – preguntó el león. 
·         Ayer me terminé toda la comida y ahora tengo hambre, podrías conseguir más – dijo la liebre. 
·         Vale, pero esta vez la tendrás que administrar para que os dure toda la semana -dijo el león. 
A la liebre le pareció bien pero nunca lo cumplía y lloraba más para que el león le trajese más comida. 

Un día el león no quería llevarle más comida a la liebre porque ésta no hacía lo que él le decía: guardar la comida y administrarla bien durante toda la semana. 

Al oír esto la liebre se tiró al suelo y empezó a llorar y a pegar patadas al suelo; de forma que el león quedó en ridículo porque esos mismos gritos se escuchaban en toda la sabana y en parte de la pradera. 

·         ¡¡¡QUIERO MÁS COMIDA!!!!! – dijo la liebre gritando entre lágrimas. 
Al pobre león no le quedó otra opción que ir a por comida para no perder su reputación como rey de la sabana. 
La liebre, al saber que el león traería comida todos los días, ni siquiera intentaba ir a por comida. 
·         ¡Ja! Para qué ir a por comida, Ya me traerá el león… 
Decía la liebre. 

Situaciones como esta se repetían todos los días.  

Hasta que un día, la liebre ya crecida y el león viejo, llegó una gran sequía que afectó a toda la región y cada vez, al león, le costaba más y más conseguir comida para la liebre, tanto que llegó a ser imposible. 

El león, al ver que la liebre podía moverse y era lo suficientemente grande, pensó: 

·         Si la llevo hasta la pradera, aprenderá a conseguir su propia comida. 
Y eso hizo, la llevó hasta la pradera montándola en la espalda. 
Por el camino, el león le enseñó a la liebre cómo conseguir la comida. 

·         - Bueno, yo te dejo aquí. Este es tu hogar, te he enseñado cómo conseguir comida y yo ya estoy muy mayor para traértela. 
A la liebre no le pareció buena idea, y empezó a llorar, gritar y patalear como la última vez, hace ya un tiempo. 

El león, ya harto de que la liebre hiciese lo que quisiera, se enfadó y le pegó un zarpazo, no mortal, sólo para que aprendiese. 
La liebre dejó de llorar de inmediato y empezó a correr. 
Todo ese tiempo, la liebre sabía correr pero le parecía más cómodo que alguien se hiciera cargo de sus responsabilidades. 

A partir de ese día, la liebre no se volvió a quejar. 
También aprendió a conseguir comida por sí misma. 

TUS RECURSOS BIEN HAS DE UTILIZAR 
O DIFÍCIL LA VIDA SE VA A COMPLICAR. 

Juan José Setién Domínguez 

13 años. 

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