viernes, 29 de diciembre de 2017

ALGO DEBE MORIR CUANDO ALGO NACE... - Tomás Segovia


ALGO DEBE MORIR CUANDO ALGO NACE…

Algo debe morir cuando algo nace;
debe ser sofocado, y su sustancia
chupada para ser riego o lactancia
en que otro ser su urgencia satisface.

No habrá otra hora pues en que te abrace
mientras muerdo en la cándida abundancia
de tus dos pechos; no habrá ya otra instancia
en que tu cuerpo con mi cuerpo enlace;

no penetraré más en la garganta
anfractuosa de tu sexo alpino.
tu a otra luz amaneces; yo declino.

Mi degollado ardor tu altar levanta,
mi reprimida hambre te alimenta,
y el yermo de mi lecho te cimenta.


Tomás Segovia

sábado, 23 de diciembre de 2017

CONSIDERANDO EN FRÍO, IMPARCIALMENTE -César Vallejo



CONSIDERANDO EN FRÍO, IMPARCIALMENTE…

Considerando en frío, imparcialmente,
que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
se complace en su pecho colorado;
que lo único que hace es componerse
de días;
que es lóbrego mamífero y se peina…

Considerando
que el hombre procede suavemente del trabajo
y repercute jefe, suena subordinado;
que el diagrama del tiempo
es constante diorama en sus medallas
y, a medio morir, sus ojos estudiaron,
desde lejanos tiempos,
su fórmula famélica de masa….

Comprendiendo sin esfuerzo
que el hombre se queda, a veces, pensando,
como queriendo llorar,
y, sujeto a tenderse como objeto,
se hace buen carpintero, suda, mata
y luego canta, almuerza, se abotona…

Considerando también
que el hombre es en verdad un animal
y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza
en la cabeza…

Examinando, en fin,
sus encontradas piezas, su retrete,
su desesperación al terminar su día atroz,
borrándolo…

Comprendiendo
que él sabe que le quiero,
que le odio con afecto y me es, en suma,
indiferente…

Considerando sus documentos generales
y mirando con lentes aquel certificado
que prueba que nació muy pequeñito…
le hago una seña,
viene, y le doy un abrazo, emocionado.

¡Qué más da! Emocionado… Emocionado…

César Vallejo


jueves, 21 de diciembre de 2017

JARDÍN - Juan Ramón Jiménez


JARDÍN

Yo no sé cómo saltar,
desde la orilla de hoy
a la orilla de mañana.

El río se lleva, mientras,
la realidad de esta tarde,
a mares sin esperanza.

Miro al oriente, al poniente,
mira al sur y miro al norte.

Toda la verdad dorada
que cercaba al alma mía,
cual con un cielo completo
se cae, partida y falsa.

Y no sé cómo saltar
desde la orilla de hoy
a la orilla de mañana.

Juan Ramón Jiménez
De “Estío

miércoles, 20 de diciembre de 2017

LA DICHA - Vicente Aleixandre


LA DICHA

No. ¡Basta!
Basta siempre.
Escapad, escapad; sólo quiero,
sólo quiero tu muerte cotidiana.

El busto erguido, la terrible columna,
el cuello febricente, la convocación de los robles,
las manos que son piedra, luna de piedra sorda
y el vientre que es el sol, el único extinto sol.

¡Hierba sana! Hierba reseca, apretadas raíces,
follaje entre los muslos donde ni  gusanos ya viven,
porque la tierra no puede ser grata a los labios,
a esos que fueron, sí, caracoles de lo húmedo.

Matarte a ti, pie inmenso, yeso escupido,
pie masticado días y días cuando los ojos sueñan,
cuando hacen un paisaje azul cándido y nuevo
donde una niña entera se baña sin espuma.

Matarte a ti, cuajarón redondo, forma o montículo,
materia vil, vomitadora o escarnio,
palabra que pendiente de unos labios morados
ha colgado en la muerte putrefacta o el beso.

No. ¡No!
Tenerte aquí, corazón que latiste entre mis dientes larguísimos,
en mis dientes o clavo amorosos o dardos,
o temblor de tu carne cuando yacía inerte
como el vivaz lagarto que se besa y se besan.

Tu mentira catarata de números,
catarata de manos de mujer con sortijas,
catarata de dijes donde pelos se guardan,
donde ópalos u ojos están en terciopelos,
donde las mismas uñas se guardan con encajes.

Muere, muere como el clamor de la tierra estéril,
como la tortuga machacada por un pie desnudo,
pie herido cuya sangre, sangre fresca y novísima,
quiere correr y ser como un río naciente.

Canto el cielo, feliz, el azul que despunta,
Canto la dicha de amar dulces criaturas,
De amar a lo que nace bajo las piedras limpias,
Agua, flor, hoja, sed, lámina, río o viento,
Amorosa presencia de un día que sé existe

Vicente Aleixandre
De “La destrucción o el amor”


sábado, 16 de diciembre de 2017

AL PIE DESDE SU NIÑO - Pablo Neruda



AL PIE DESDE SU NIÑO


El pie del niño aún no sabe que es pie,
y quiere ser mariposa o manzana.

Pero luego los vidrios y las piedras,
las calles, las escaleras,
y los caminos de la tierra dura
van enseñando al pie que no puede volar,
que no puede ser fruto redondo en una rama.
El pie del niño entonces
fue derrotado, cayó
en la batalla,
fue prisionero,
condenado a vivir en un zapato.

Poco a poco sin luz
fue conociendo el mundo a su manera,
sin conocer el otro pie, encerrado,
explorando la vida como un ciego.

Aquellas suaves uñas
de cuarzo, de racimo,
se endurecieron, se mudaron
en opaca substancia, en cuerno duro,
y os pequeños pétalos del niño
se aplastaron, se desequilibraron,
tomaron formas de reptil sin ojos,
cabezas triangulares de gusano.
Y luego encallecieron,
se cubrieron
con mínimos volcanes de la muerte,
inaceptables endurecimientos.

Pero ese ciego anduvo
sin tregua, sin paras
hora tras hora,
el pie y el otro pie,
ahora de hombre
o de mujer,
arriba,
abajo,
por los campos, las minas,
los almacenes y los ministerios,
atrás,
afuera, adentro,
adelante,
este pie trabajó con su zapato,
apenas tuvo tiempo
de estar desnudo en el amor o el sueño,
caminó, caminaron
hasta que el hombre entero se detuvo.

Y entonces a la tierra
bajó y no supo nada,
porque allí todo y  todo estaba oscuro,
no supo que había dejado de ser pie,
si los enterraban para que volara
o para que pudiera
ser manzana.


Pablo Neruda

viernes, 15 de diciembre de 2017

MÁS ALLÁ DEL AMOR - Octavio Paz


   

MÁS ALLÁ DEL AMOR


Todo nos amenaza:
el tiempo, que en vivientes fragmentos divide
al que fui
del que seré,
como el machete a la culebra;
la conciencia, la transparencia traspasada,
la mirada ciega de mirarse mirar;
la palabras, guantes grises, mental sobre la yerba,
el agua, la piel;
nuestros nombres, que entre tú y yo se levantan,
murallas de vacío que ninguna trompeta derrumba.

Ni el sueño y su pueblo de imágenes rotas,
ni el delirio y su espuma profética,
ni el amor con su dientes y uñas nos bastan.
más allá de nosotros,
en las fronteras del ser y el estar,
una vida más vida nos reclama.

Afuera la noche respira, se extiende,
llena de grandes hojas calientes,
de espejos que combaten:
frutos, garras, ojos, follajes,
espaldas que relucen,
cuerpos que se abren paso entre otros cuerpos.

Tiéndete aquí a la orilla de tanta espuma,
de tanta vida que se ignora y se entrega:
tú también perteneces a la noche.
extiéndete, blancura que respira,
late, oh estrella repartida,
copa,
pan que inclinas la balanza del lado de la aurora,
pausa de sangre entre este tiempo y otro sin medida.


Octavio Paz

martes, 12 de diciembre de 2017

EL ALMA - Vicente Aleixandre


EL ALMA

 

El día ha amanecido.
Anoche te he tenido en mis brazos.
Qué misterioso es el color de la carne.
Anoche, más suave que nunca:
carne casi soñada.
Lo mismo que si el alma al fin fuera tangible.
Alma mía, tus bordes,
tu casi luz, tu tibieza conforme…
repasaba tu pecho, tu garganta,
tu cintura: lo terso,
lo misterioso, lo maravillosamente expresado.
Tocaba despacio, despacísimo, lento,
el inoíble rumor del alma pura, del alma manifestada.
Esa noche, abarcable; cada día, cada minuto, abarcable.
El alma con su olor a azucena.
Oh, no: con su sima,
con su irrupción misteriosa de bulto vivo.
El alma por donde navegar no es preciso
porque a mi lado extendida, arribada, se muestra
como una inmensa flor; oh, no: como un cuerpo
maravillosamente investido.

 
Ondas de alma…, alma reconocible.
Mirando, tentando su brillo conforme,
su limitado brillo que mi mano somete,
creo,
creo, amor mío, realidad, mi destino,
alma olorosa, espíritu que se realiza,
maravilloso misterio que lentamente se teje,
hasta hacerse ya como un cuerpo,
comunicación que bajo mis ojos miro formarse,
organizarse,
y conformemente brillar,
trasminar,
trascender,
en su dibujo bellísimo,
en su sola verdad de cuerpo advenido;
oh dulce realidad  que yo aprieto, con mi mano, que por
una manifestada suavidad se desliza.
 

Así, amada mía,
cuando desnuda te rozo,
cuando muy lento, despacísimo, regaladamente te toco.
en la maravillosa noche de nuestro amor.
con luz, para mirarte.
con bella luz porque es para ti.
para engolfarme en mi dicha.
para olerte, adorarte,
para, ceñida, trastornarme con tu emanación.
para amasarte con estos brazos que sin cansancio se ahorman.
Para sentir contra mi pecho todos los brillos,
contagiándome de ti,
que, alma, como una niña sonríes
cuando te digo:”Alma mía…”
 

Vicente Aleixandre

lunes, 11 de diciembre de 2017

EN EL FONDO DEL POZO - Vicente Aleixandre


EN EL FONDO DEL POZO

     Allá en el fondo del pozo donde las florecillas,
donde las lindas margaritas no vacilan,
donde no hay viento o perfume de hombre,
donde jamás el mar impone su amenaza,
allí, allí está quedo ese silencio
hecho como un rumor ahogado con un puño.

    Si una abeja, si un ave voladora,
si ese error que no se espera nunca
se produce,
el frío permanece.
El sueño en vertical hundió la tierra
y ya el aire está libre.

    Acaso una voz, una mano, ya suelta,
un impulso hacia arriba aspira a luna,
a calma, a tibieza, a ese veneno
de una almohada en la boca que se ahoga.

    ¡Pero dormir es tan sereno siempre!
sobre el frío, sobre el hielo, sobre una sombra de mejilla
sobre una palabra yerta y, más, ya ida,
sobre la misma tierra siempre virgen.

      Una tabla en el fondo, oh pozo innúmero,
esa lisura ilustre que comprueba
que una espalda es contacto, es frío seco,
es sueño siempre aunque la frente esté cerrada.

      Pueden pasar ya nubes. Nadie sabe.
Ese clamor…¿Existen las campanas?
Recuerdo que el color blanco o las formas,
recuerdo que los labios, sí, hasta hablaban.

      Era el tiempo caliente. –Luz, inmólame-.
Era entonces cuando el relámpago de pronto
quedaba suspenso hecho de hierro.
Tiempo de los suspiros o de adórame,
cuando nunca las aves perdían plumas.

      Tiempo de suavidad y permanencia;
los galopes no daban en el pecho,
no quedaban los cascos, no eran cera.
Las lágrimas rodaban como besos.
y en el oído el eco era ya sólido.

      Así la eternidad era el minuto.
El tiempo sólo una tremenda mano
sobre el cabello largo detenida.

      Oh sí, en este hondo silencio o humedades,
bajo las siete capas de cielo azul, yo ignoro
la música cuajada en hielo súbito,
la garganta que se derrumba sobre los ojos,
la íntima onda que se anega sobre los labios.

      Dormido como una tela
siente crecer la yerba, el  verde suave
que inútilmente aguarda ser curvado.

      Una mano de acero sobre el césped,
un corazón, un juguete olvidado,
un resorte, una lima, un beso, un vidrio.

      Una flor de metal que así impasible
chupa de tierra un silencio o memoria.

Vicente Aleixandre

De “Espadas como labios”

viernes, 8 de diciembre de 2017

EL AMOR INDECISO - Dulce María Loynaz



EL AMOR INDECISO


Un amor indeciso se ha acercado a mi puerta…
y no pasa; y se queda frente a la puerta abierta.

Yo le digo al amor: -¿Qué te trae a mi casa?
Y el amor no responde, no saluda, no pasa…

Es un amor pequeño que perdió su camino:
venía ya la noche… y con la noche vino.

¡Qué amor tan pequeñito para andar con la sombra!...
¿Qué palabra no dice, qué nombre no me nombra?...

¿Qué deja ir o espera? ¿Qué paisaje apretado
se le quedó en el fondo de los ojos cerrado?

Este amor nada dice… este amor nada sabe:
es del color del viento, de la huella que un ave

Deja en el viento… -Amor semi-despierto, tienes
los ojos neblinosos aun de Lázaro… vienes

de una sombra a otra sombra con los pasos trocados
de los ebrios, los locos… ¡Y los resucitados!

Extraño amor sin rumbo que me gana y me pierde,
que huele las naranjas y que las rosas muerde…,

Que todo lo confunde, lo deja… ¡Y no lo deja!
Que esconde estrellas nuevas en la ceniza vieja…

Y no sabe morir ni vivir: y no sabe
que el mañana es tan solo el hoy muerto… el cadáver

futuro de este hoy claro, de esta hora cierta…
un amor indeciso se ha dormido a mi puerta…

Dulce María Loynaz








jueves, 7 de diciembre de 2017

HOMBRE PRESO QUE MIRA A SU HIJO - Mario Benedetti



HOMBRE PRESO QUE MIRA A SU HIJO


Cuando era como vos me enseñaron los viejos
y también las maestras bondadosas y miopes
que libertad o muerte era una redundancia
a quien se le ocurría en un país
donde los presidentes andaban sin capangas.

Que la patria o la tumba era otro pleonasmo
ya que la patria funcionaba bien
en las canchas y en los pastoreos.

Realmente no sabía un corno
pobrecitos creían que libertad
era tan solo una palabra aguda
que muerte era tan solo grave o llana
y cárceles por suerte una palabra esdrújula.

Olvidaban poner el acento en el hombre.

La culpa no era exactamente de ellos
sino de otros más duros y siniestros
y estos sí
cómo nos ensartaron
en la limpia república verbal
cómo idealizaron
la vidurria de vacas y estancieros
y cómo nos vendieron un ejército
que tomaba su mate en los cuarteles.

Uno no siempre hace lo que quiere
uno no siempre puede
por eso estoy aquí
mirándote y echándote
de menos.

Por eso es que no puedo despeinarte el jopo
ni ayudarte con la tabla del nueve
ni acribillarte a pelotazos.

Vos ya sabés que tuve que elegir otros juegos
y que los jugué en serio.

Y jugué por ejemplo a los ladrones
y los ladrones eran policías.

Y jugué por ejemplo a la escondida
y si te descubrían te mataban
y jugué a la mancha
y era de sangre.

Botija aunque tengas pocos años
creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides.

Por eso no te oculto que me dieron picana
que casi me revientan los riñones
todas estas llagas, hinchazones y heridas
que tus ojos redondos
miran hipnotizados
son durísimos golpes
son botas en la cara
demasiado dolor para que te lo oculte
demasiado suplicio para que se me borre.

Pero también es bueno que conozcas
que tu viejo calló
o puteó como un loco
que es una linda forma de callar.

Que tu viejo olvidó todos los números
(por eso no  podría ayudarte en las tablas)
y por lo tanto todos los teléfonos.

Y las calles y el color de los ojos
y los cabellos y las cicatrices
y en qué espina
en qué bar
qué parada
qué casa.

Y acordarse de vos
de tu carita
lo ayudaba a callar.

Una cosa es morirse de dolor
y otra cosa es morirse de vergüenza.

Por eso ahora
me podés preguntar
y sobre todo
puedo yo responder.

Uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere.

Llora nomás botija
son macanas
que los hombres no lloran
aquí lloramos todos.

Gritamos, berreamos, moqueamos, chillamos, maldecimos
porque es mejor llorar que traicionar
porque es mejor llorar que traicionarse.

Llorá
pero no olvides.

Mario Benedetti



martes, 5 de diciembre de 2017

UTENSILIOS DE TRABAJO - Germán Pardo García




UTENSILIOS DE TRABAJO


Mirad mis utensilios de trabajo.
son humildes: cualquier cosa del suelo.
Carbón para escribir, húmedo velo
de retamas y un poco de cascajo.

Con ellos cumplo mi labro de abajo.
Dura labor, pero mi afán de vuelo
se apoya en estas cúpulas de cielo
convertidas en piedras del atajo.

Volverlas a las nubes es mi culto.
Por ello siempre se me escucha oculto
sacando estrellas de la roca viva.

Cada golpe que doy alza algo inmenso,
dejándome el espíritu suspenso
sobre otra inmensidad definitiva.

Germán Pardo García
De “Osiris preludial”


lunes, 4 de diciembre de 2017

DIÁLOGO EN LA TARDE - Germán Pardo García


DIÁLOGO EN LA TARDE


Señor, usted que pasa por mi puerta
todas las tardes silencioso y triste:
¡dígame qué es la soledad! Escucha
profundamente y lento me responde:
-¡Perdóneme, señor, pero lo ignoro!
vaya usted a ese parque abandonado.
Una mujer se sienta en esa banca
inmensamente sola y dolorida.
¡Pregúnteselo usted, ella lo sabe!
-Sí, conozco ese parque y su tristeza.
Yo mismo le sembré sus araucarias.
-¡Buenas tardes, señora! Y la saludo
prosternando el sombrero humildemente.
¡Dígame qué es la soledad! Presiento
que en ella vive y con temor lo calla.
-¡Señor, lo ignoro! Y a sus ojos secos
no le asoma una lágrima siquiera.
-Pero vaya a esta casa. Y de sus manos
despréndese un papel agonizante.
-El hombre que la habita, así se nombra.
Más vaya pronto porque sus ventanas
ya se van a cerrar. Él se lo dice.
-Y al último reflejo de la tarde
descubro con dolor sin amargura,
mi nombre y señas por su mano escritos.

Germán Pardo García

De “Labios nocturnos”

domingo, 3 de diciembre de 2017

CABALLO DE LOS SUEÑOS - Pablo Neruda



CABALLO DE LOS SUEÑOS


Innecesario, viéndome en los espejos
con un gusto a semanas, a biógrafos, a papeles,
arranco de mi corazón al capitán del infierno,
establezco cláusulas indefinidamente tristes.

Vago de un punto a otro, absorbo ilusiones,
converso con los sastres en sus nidos:
ellos, a menudo, con voz fatal y fría
cantan y hacen huir los maleficios.

Hay un país extenso en el cielo
con las supersticiosas alfombras del arco iris
y con vegetaciones vesperales:
hacia allí me dirijo, no sin cierta fatiga,
pisando una tierra removida de sepulcros un tanto frescos,
yo sueño entre esas plantas de legumbre confusa.

Paso entre documentos disfrutados, entre orígenes,
vestido como un ser original y abatido:
amo la miel gastada del respeto,
el dulce catecismo entre cuyas hojas
duermen violetas envejecidas, desvanecidas,
y las escobas, conmovedoras de auxilios,
en su apariencia hay, sin duda, pesadumbre y certeza.
yo destruyo la rosa que silba y la ansiedad raptora:
yo rompo extremos queridos: y aún más
aguardo el tiempo uniforme, sin medidas:
un sabor que tengo en el alma me deprime.

Qué día ha sobrevenido! Qué espesa luz de leche,
compacta, digital, me favorece!
he oído relinchar su rojo caballo
desnudo, sin herraduras y radiante.
Atravieso con él sobre las iglesias,
galopo los cuarteles desiertos de soldados
y un ejército impuro me persigue.
sus ojos de eucaliptos roban sombra,
su cuerpo de campana galopa y golpea.

Yo necesito un relámpago de fulgor persistente,
un deudo festival que asuma mis herencias.


Pablo Neruda

sábado, 2 de diciembre de 2017

NO CULPES A NADIE - Pablo Neruda


NO CULPES A NADIE


Nunca te quejes de nadie, ni de nada, porque fundamentalmente tú has hecho lo que querías en tu vida. Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo y el valor de empezar corrigiéndote. El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de su error.

Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte, enfréntala con valor y acéptala. De una manera u otra es el resultado de tus actos y piensa que tú siempre has de ganar.

No te amargues de tu propio fracaso ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás  justificándote como un niño. Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar.

No olvides que la causa de tu presente es tu pasado así como la causa de tu futuro será tu presente.

Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta situaciones, de quien vivirá a pesar de todo. Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas, sin eliminarlos, morirán.

Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande que el más grande de los obstáculos. Mírate en el espejo de ti mismo y serás libre y fuerte y  dejarás de ser un títere de las circunstancias porque tu mismo eres tu destino.

Levántate y mira el sol por las mañanas y respira la luz del amanecer. Tú eres parte de la fuerza de tu vida, ahora despiértate, lucha, camina, decídete y triunfarás en la vida. Nunca pienses en la suerte, porque la suerte es el pretexto de los fracasados.


Pablo Neruda