lunes, 11 de diciembre de 2017

EN EL FONDO DEL POZO - Vicente Aleixandre


EN EL FONDO DEL POZO

     Allá en el fondo del pozo donde las florecillas,
donde las lindas margaritas no vacilan,
donde no hay viento o perfume de hombre,
donde jamás el mar impone su amenaza,
allí, allí está quedo ese silencio
hecho como un rumor ahogado con un puño.

    Si una abeja, si un ave voladora,
si ese error que no se espera nunca
se produce,
el frío permanece.
El sueño en vertical hundió la tierra
y ya el aire está libre.

    Acaso una voz, una mano, ya suelta,
un impulso hacia arriba aspira a luna,
a calma, a tibieza, a ese veneno
de una almohada en la boca que se ahoga.

    ¡Pero dormir es tan sereno siempre!
sobre el frío, sobre el hielo, sobre una sombra de mejilla
sobre una palabra yerta y, más, ya ida,
sobre la misma tierra siempre virgen.

      Una tabla en el fondo, oh pozo innúmero,
esa lisura ilustre que comprueba
que una espalda es contacto, es frío seco,
es sueño siempre aunque la frente esté cerrada.

      Pueden pasar ya nubes. Nadie sabe.
Ese clamor…¿Existen las campanas?
Recuerdo que el color blanco o las formas,
recuerdo que los labios, sí, hasta hablaban.

      Era el tiempo caliente. –Luz, inmólame-.
Era entonces cuando el relámpago de pronto
quedaba suspenso hecho de hierro.
Tiempo de los suspiros o de adórame,
cuando nunca las aves perdían plumas.

      Tiempo de suavidad y permanencia;
los galopes no daban en el pecho,
no quedaban los cascos, no eran cera.
Las lágrimas rodaban como besos.
y en el oído el eco era ya sólido.

      Así la eternidad era el minuto.
El tiempo sólo una tremenda mano
sobre el cabello largo detenida.

      Oh sí, en este hondo silencio o humedades,
bajo las siete capas de cielo azul, yo ignoro
la música cuajada en hielo súbito,
la garganta que se derrumba sobre los ojos,
la íntima onda que se anega sobre los labios.

      Dormido como una tela
siente crecer la yerba, el  verde suave
que inútilmente aguarda ser curvado.

      Una mano de acero sobre el césped,
un corazón, un juguete olvidado,
un resorte, una lima, un beso, un vidrio.

      Una flor de metal que así impasible
chupa de tierra un silencio o memoria.

Vicente Aleixandre

De “Espadas como labios”

No hay comentarios:

Publicar un comentario