sábado, 22 de septiembre de 2018
RECITAL DE POESÍA EN ÁGORA
RECITAL DE POESÍA
Lugar: Cafetería Restaurante ágora
Avda. Caballería Española, 10
ALCALÁ DE HENARES
Será a micrófono abierto.
Estáis invitados a participar
jueves, 20 de septiembre de 2018
DESNUDO Y PARA SIEMPRE
DESNUDO Y PARA SIEMPRE
Errática,
sin vino, profesional del fósforo,
cuando tú
haciendo un remolino de ilusiones,
con ese estruendo del laurel,
desnudo y para siempre entraste bajo el agua.
como mirándome los pies,
cuando tú,
domingo rápido,
para el vidrio,
hincaste el baño con tu gesto de animal profundo.
ay,
quedó colgando entre mis ojos y tu carne
como una telaraña, desnudándote más.
Entendida por el demonio,
bárbara,
tuve un acceso de locura,
un punto apenas de explosión atómica,
un apogeo del clavel preciso
y creí.
la mañana.
El vicio de la estrella
saliendo así de entre tus párpados
era la luz que yo he llamado lágrimas;
relámpago que empieza aquí después de verle
no morimos.
(Vete,
dolor que lo menciona:
al innombrable se le pone tumba,
en paz quedamos
y luego va una por el mundo como quien nunca tuvo
cosas inmortales.)
pidiéndoles perdón a las paredes;
estaba como pariéndome otra vez,
como de niña bajo el vientre,
como palideciendo mucho,
como casi,
como empezando a ser
cuando
desnudo y para siempre entraste bajo el agua.
Todo el naufragio se paró de pronto,
todo en octubre se hizo pan, misericordia el tiempo.
Otoño, estatua germinal del cuarto,
lúgubre hermosura de los huesos;
sin usarme,
sin yo misma,
naciendo a los temblores importantes,
a la pequeña abertura de la dicha
si llueve y canto;
más tú que nada,
médula del presagio,
sólo un negocio del asombro,
sólo un trémulo palacio donde goteaban
noes ineluctables,
sólo la música que escuchó el verdugo,
azucenado nervio,
estaba
cuando
desnudo y para siempre entraste bajo el agua.
sábado, 15 de septiembre de 2018
VENDO MI AMOR POR UNAS MONEDAS
VENDO MI AMOR POR
UNAS MONEDAS
Vendo mi amor por unas
monedas,
por unas monedas alquilo
mis manos,
por unas míseras monedas
detengo
en un punto lejano la
letra que escribe
sin saber, tu nombre.
Palabras prohibidas
ejercitan cada día
el ritual divino del
misterio,
la lluvia cayendo por tu
pelo.
Quise acariciar tu suave
piel
y me corté las manos,
besar tus rojos labios
y me quedé sin sonrisa.
Soy el aire irrespirable que
encuentras
una noche, un día, alguna
hora.
La serpiente que envenena
tu oscuridad
cuando te nombra.
Cruz González
De “Cortina de humo”
martes, 11 de septiembre de 2018
SOY UN TRABAJADOR, LUCHO POR MI COMIDA
SOY UN
TRABAJADOR, LUCHO POR MI COMIDA
Soy
un trabajador
susurraba
subiendo las escaleras vacías de la noche.
Al
abrir la puerta de su hogar,
los
hijos le abrazaron las piernas y con la angustia del hambre
trepaban
por su cuerpo abandonado
buscando
el abrazo del pan.
Desde
el patio la sombra de ropa colgada en la azotea
bailaba
como una mujer solitaria con la luna.
Soy
jornalero del deseo, mascullaba después de cenar
y
desanudando la corbata negra sobre las sábanas,
deslizó
su espalda en un sueño:
hoy
mis brazos luchan por la comida de los cuerpos desnudos,
mañana
en el cobertizo buscaré la herradura del azar y
allí
donde la hoz oxidada nada cortase
seré
un cuello de trigo limpio.
Ajustó
las manos sobre la cremallera del tiempo y
escuchando
el latir de los recuerdos despertó
antes
que el primer rayo de sol impactara en su rostro.
Conozco
faenando todos los disfraces del
apetito,
la
micra distancia de los labios prohibidos y
la
vertiente del menú en los generosos pechos
de
una tierra, que sólo muere en edad anciana.
Somos
un ejército de palabras y luchamos por la comida,
retumbó
el eco del pueblo.
Carlos
Fernández del Ganso
De "La máquina del tiempo"
sábado, 8 de septiembre de 2018
LO SOCIAL ME PRODUJO
LO SOCIAL
ME PRODUJO
Niego
delante del pelotón mi ausencia
dejo
a los pies de la tapia mi sombra abatida de pólvora
me
llevo la mirada de vuestros fusiles sin sangre
y
más alto que la munición vuelo con el
disfraz del pueblo
como
esos pájaros asustados del estruendo.
Las
amenazas de madera clavadas en la pared
huyeron
con el cuaderno de aritmética en las alforjas,
con
un abecedario y el viejo mapa en el gabán
de
los recuerdos con plomo en la cincha.
Después
de la guerra, todo fue bastante peor,
aún
busco libros de la época donde poder leer…
Pongo
un diptongo en el saludo y azúcar negra
al
sonar los tres puntos suspensivos del intervalo:
Don
Carlos, le esperan en el salón del piano
la
santa inquisición, un puñado de uniformes
y
el tambor del alcalde.
Todo
es sueño, la batalla final nace perdida,
sin
embargo mis manos como hélices de helicóptero
pueden
enviar reactores de tres sílabas
como
la tilde del sable en la nieve
al
escuchar en torno a la hoguera
la
última voz que escuchara el abuelo:
¡¡fuego!!
Carlos
Fernández del Ganso
De "La máquina del tiempo"
jueves, 6 de septiembre de 2018
PRIMER ENSAYO DEL ADIÓS
PRIMER
ENSAYO DEL ADIÓS
Visité
los tratados de la razón, textos recetados
por
la cordura y cual testigo fiel anoté
en
las salas de tortura lo imposible de reproducir.
Memoricé
los gritos de la ausencia y
el
primigenio aullido del olvido en los ancianos
que
sin crueldad mascullan su vida de árbol inmóvil.
Atendí
jóvenes atropellados en el silencio de la rebeldía,
envenenados
adolescentes uniformados de aire familiar
por
la tradicional guerra de la soledad contra el mundo.
Escuché
bocas anoréxicas maullando frente el espejo
la
nada. Voces rotulando el tráfico libre de las almas
en
las paredes, grafiteros del deseo,
putas
y neutrones con dardos en los brazos
y
muñecas atadas por las cicatrices de la magia, atendí.
Atónito
presencié las cadenas de doble hélice,
el
débil eslabón del fallido, el lapsus del aminoácido.
Yo
mismo esposé mis prejuicios a sus drogas
y
habité nocturno en celdas acolchadas de moral
por
la ideología de tus encantos.
El
prestigioso confort intelectual y el poder de dios
sobre
los otros con la rúbrica autorización del rey, firmé.
Examiné
los ingredientes del cóctel, la bella durmiente
del
principio activo y el castigo por desear
contra
el cerebro.
En
el bosque de la ignorancia se valora más.
Carlos
Fernández del Ganso
martes, 4 de septiembre de 2018
TRES GENERACIONES DE LIBROS
TRES
GENERACIONES DE LIBROS
Con
los brazos del lampadario que la costumbre alumbra
alejo
mi suerte de llanero solitario y tomo la senda arada.
Tropieza
el rostro con la brisa del nuevo otoño y
sin
afán me digo:
tres
generaciones ya perduran en las manos soberanas,
manos
de truhán y delicado siervo en las altas zarzamoras.
Tres
generaciones me nombran en tu patio de uvas negras.
Complacido
observo a los niños saltando la cuerda
en
la plaza del olvido
y
escucho sereno a los ancianos taconear
con
su bastón de mando: ¡Las cuarenta en copas!
Contra
la mano triunfos no arrastres.
Morir
o hacer el amor de pie,
aún
puede el jornalero que me habita
y
sin embargo nadie pudo retratar el goce
del
último aldeano.
Traducido
y premiado,
la
espalda señala el dolor del sur,
el
que sólo la caricia de tus besos calma.
¡Sigue!,
no cedas la celda la recuerdo
ni
la firma al juez del averno.
El
poeta no conoce la muerte,
no
se burla del sol, ni escupe el camino,
sabe
que los pasos dados portan el nombre que lo habita.
El
poeta no especula con galaxia, ni universo,
sabe
que la mitad del planeta nace muerto
y
la otra mitad huye en el desierto del hambre.
Confiscar
la historia es delito.
Todo
cráneo en la cuneta clama entierro y tintero.
Escribo
y brindo.
No
cedo.
Carlos
Fernández del Ganso
De "La máquina del tiempo"
sábado, 1 de septiembre de 2018
SOY UN VOTANTE ARREPENTIDO
SOY UN
VOTANTE ARREPENTIDO
Pisoteo
las flores del jardín vecino con precisión
de
zapatilla juvenil, disecciono mariposas con
alfileres
de novia y la luna prometo como el amor jura
silenciosa
compañía a la sombra en la garita.
Hurto
caramelos, sin violencia no es robo.
Interpelo
al compañero con intrigas sobre cualquier
plagio
para colgarme una medalla en la urna.
Represento
ofensas y traiciones cual bufón en la corte
con
vítores de libertad y hasta prometo marcar goles.
Ahora
soy un votante arrepentido:
en
el destierro me confundió la arena
y
las huellas son hoy azules mares de plásticos.
Nadie
me conoce en la calle donde nací,
uso
botas negras, gorra de lana y guantes del desván.
Un libro me puso en la pista de tu sonrisa,
consulté
con pitonisas, chalanes y jueces sobre ética.
La
justicia como un atronador silencio susurraba:
¡Arrepentido
estoy señor gobernante de cobardes
y
mentirosos estafadores de la ilusión”.
En
este renglón depongo mis armas:
estas
castañuelas, la dulzaina y el tambor.
La
voz es del pueblo y los votos canciones de libertad.
Carlos
Fernández del Ganso
De "La máquina del tiempo"
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