LLEGUÉ
EN PLENO INVIERNO
Llegué
en pleno invierno y entre tus piernas
acurrucado
tiernamente entrecerré mis ojos,
nunca hubo
completa oscuridad ni lamentos.
Al principio me alumbraba el olor de la luz,
tus carnes hacían fuego de cada amanecer,
tus pechos encendidos, cánticos de la guerra,
crujían como maderos en profunda, alta mar.
Todo fuego era luz, tus ojos contra el tiempo.
Intenté rasgar con mis palabras más bellas
tu terquedad marítima, tus torrentes de luz,
intenté introducirme en tu belleza anfibia.
Y no es que no lo hallamos conseguido nunca,
después de tanta llama, tanto volcán perdido,
la luz, perfecta entre tus piernas, no dejaba
señal.
Miguel Oscar Menassa
De “Al sur de Europa”
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