sábado, 24 de marzo de 2018

AMANTES DE LA NOCHE - Germán Pardo García




AMANTES DE LA NOCHE


NOCHE licuante y a la vez tan densa.
¿Has visto cómo nos demuda el rostro
cuando en la oscuridad nos encontramos?
Hay un matiz cutáneo que destiñe
a sensibilidad de nuestros rostros,
y mis labios nocturnos te preguntan;
¿Cómo te llamas? Y tu voz responde
como si fuera  el techo de sí misma:
¿Quién eres?¡Ah, los dos nos ignoramos
bajo esta oscuridad que nos separa
y a la vez misteriosa nos concilia!

Tienes miedo, de mí, yo tengo miedo
de tus labios, del musgo de tus sienes,
del frío movimiento de tu traje,
de incitar tu quietud próxima al éxtasis,
de los cisnes que vagan en tus lágrimas
y de la suavidad de tus arrullos.
vamos por el jardín y recelosos
nuestros labios se besan y preguntan:
¿Quién eres? Y es tu voz la que reclama.
Y ¿quién eres? Mis labios te suplican.

¡Oh dolor de ignorar lo que sabemos!
¡Oh certeza fallando en los augurios!
¡Oh ausencias y cercanas lejanías
que el amor embellece en el espíritu!
¡Oh partir de nosotros sin movernos!
¡Oh quietud de las manos que se buscan!

¡Oh noche cautelosa que aglutinas
con laxitud amargos sedimentos!
¡Oh noche medular como las vértebras
que viven en nosotros amarillas!
¡Callamos nuestros nombres y sabemos
sus sonidos sinfónicos y letras!
¡Escondemos la faz bajo tus máscaras,
y buscamos el rostro que perdimos!

¡Amor mío! Me dices. Y ¡amor mío!
Mis palabras idénticas suspiran.

Y nos unge la luna y nuestros labios
palpitan como pétalos nocturnos.
¡Amor mío, amor mío! Y no sabemos
qué es el amor y hablamos sin oírnos
desde unas profundísimas distancias.
¡Deshójame tus labios!, te murmuro.
¿O es la niebla que finge comisuras?
¡Amos mío, amor mío! Y nuestras voces
incoloras ondulan y decrecen
Cual músicas y brisas. ¡Amor mío!
¡Amor mío! Y se teme que en nosotros
es dolor alejándose entre lágrimas.

¡Oh noche que divides nuestras manos
aunque estén por sus músculos atadas!
Extingues el color de nuestros rostros
que se ven a sí mismos asediándose.
Nos llenas de agonía ante los goces.
Nos llevas por jardines que cintilan
desasidos del polvo y en el aire.
Transfiguras el cuerpo y lo refractas
arcano y diferente, si desnudo.

Nosotros, los amantes en la noche,
fugitivos del fuego que adoramos.
Con la luz en la piel y sofocándola.
Con la carne acoplada y desunidos.
Llamándonos en sombras: ¡amor mío!
Clamando sin cesar: ¿cómo te llamas?,
y volviendo a exclamar ¿cómo te llamas?
Hasta que al fin se apagan nuestros labios
y sus alucinantes juramentos
de amarnos sin temor hasta el sepulcro.

Germán Pardo García
De “Labios nocturnos”


No hay comentarios:

Publicar un comentario