martes, 6 de septiembre de 2016


NO HAY DOLOR QUE IMPIDA SOÑAR

(poema de los cincuenta)


No hay dolor que impida soñar

canta

baila

embriaguémonos

ha llegado la edad de nuestra libertad.


Han pasado las generaciones

y nuestra vida

al fin

se dirige a una playa tranquila,

diminuta cala donde los vientos

llegan

tan sólo

cuando están cansados de soplar.

Allí el mar es suave

y con mimo

se esconde entre pequeñas rocas.

Nuestros cuerpos

al sol

ya no esperan.

En paz con el amor

esta pasión no cesa.


Tampoco olvida

y contra el ácido sabor

de las palabras malditas

pongo en el mundo

además de hijos

versos

instantes dichosos

donde el tiempo se ríe de los climas.


Natural inclinación soslayante

llevo en mí algún suspiro.

Alguien

trata de tacharme.

Sin embargo insisto y respiro.

Luego, ociosa, sin las edades

alcanzo alguna flor

--quizá un cyclamen—

y no la pongo en un libro.

Tiño con ella, un segundo

un trazo del aire.


María Chévez

Del libro “Poemas y libertad”

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