LA BAILARINA
DE LOS PIES DESNUDOS
Iba, en un
paso rítmico y felino
a avances
dulces, ágiles o rudos,
con algo de
animal y de divino
la bailarina
de los pies desnudos.
Su falda era
la falda de las rosas,
en sus pechos
había dos escudos…
Constelada de
casos y de cosas…
La bailarina
de los pies desnudos.
Bajaban mil
deleites de los senos
hacia la
perla hundida del ombligo,
e iniciaban
propósitos de obscenos
azúcares de
fresa y miel de higo.
A un lado de
la silla gestatoria
estaban mis
bufones y mis mudos…
¡Y era toda
Selene y Anactoria
la bailarina
de los pies desnudos!
Rubén Darío
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