AL HOMBRE
¿Por qué
protestas, hijo de la luz,
humano que
transitorio en la tierra,
redimes por
un instante tu materia sin vida?
¿De dónde
vienes, mortal, que del barro has llegado
para un
momento brillar y regresar después a tu apagada patria?
Si un soplo,
arcilla finita, erige tu vacilante forma
y calidad de
dios tomas en préstamo,
no, no
desafíes cara a cara a ese sol poderoso que fulge
y compasivo
te presta cabellera de fuego.
Por un soplo
celeste redimido un instante,
alzas tu
incandescencia temporal a los seres.
Hete aquí
luminoso, juvenil, perennal a los aires.
Tu planta
pisa el barro del que ya eres distinto.
¡Oh, cuan
engañoso, hermoso humano que con testa de oro
el sol
piadoso coronado ha tu frente!
¡Cuán
soberbia tu masa corporal, diferente sobre la tierra madre,
que cual
perla te brinda!
Mas mira,
mira que hoy, ahora mismo, el sol
declina
tristemente en los montes.
Míralo rematar
ya de pálidas luces,
de tristes
besos cenizosos de ocaso
tu frente
oscura. Mira tu cuerpo extinto cómo
acaba en la
noche.
Regresa tú,
mortal, humilde, pura arcilla apagada,
a tu certera
patria que tu pie sometía.
He aquí la
inmensa madre que de ti no es distinta.
Y, barro tú
en el barro, totalmente perdura.
Vicente Aleixandre
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