martes, 5 de septiembre de 2023

SOPLO

 


SOPLO

 

 

Quimeras de artificio de boca vidriosa

y colas variopintas

lentamente resbalan ante las fachadas de las jorobas muertas

tocadas con pelucas de asfalto.

Los mojones volcados del paraíso

yacen entre nubes de ceniza.

Mariposas de gelatina blanca

caen en un lar de hielo.

Al pie de la cascada de terciopelo

bordada con estrellas auténticas,

unos niños esperan la frescura del alba.

Una flecha de ébano se hunde en el suelo del cielo sereno.

Un cielo con sonido de cristal

despliega torbellinos de luz

sobre el mundo incoloro de la muerte.

La belleza de ancho pecho invencible

y miembros relampagueantes

se posa ante el absurdo de la nada.

Y un flujo de claridad divina

se precipita a través de la inmensidad de un soplo.

La tierra gira, llevada por fuerzas incandescentes.

Olas de fuego y de agua rugen y se lanzan

a lo largo de la tierra y del mar.

Enjambres de llamas rabiosas

se precipitan sobre lo vivo y sobre lo muerto.

La vida perdidamente viva se retuerce, se alza

en esta concha formada por un cielo azul,

un mar azul

y una tierra amarilla.

Adosada a un monumento de objetos blandos y pringosos

una bruja sórdida y teatral

ofrece no sé qué cola de diablillo

para huronear en el nido de oro

que contiene los huevos llameantes de la felicidad.

Las frutas se pelean.

Chillan como mil órganos.

El velo del cielo crece, se hincha.

Proa al infinito en movimiento,

el universo boga como un navío.

Los estandartes del sol llamean

sobre el mar de la inmensidad.

Una crin de sombra se sacude

en la noche.

 

Jean Arp

Francia, 1887

Cuadro: "Hoy también" de Miguel Oscar Menassa

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