domingo, 17 de septiembre de 2023

EL VINO TRISTE

 


EL VINO TRISTE

 

 

Lo difícil es sentarse sin hacerse notar.

Lo demás viene por añadidura. Tres sorbos

y retorna el deseo de imaginarse solo.

Se abre de par en par un fondo de zumbidos distantes,

todo se dispersa y haber nacido y contemplar la copa

constituye un milagro. El trabajo

(el hombre solo no puede dejar de pensar en el trabajo)

vuelve a ser el antiguo destino que es hermoso sufrir

para poder pensar en él. Después los ojos clavan

su mirada en el aire, dolientes, cual si estuviesen ciegos.

 

Si este hombre se alza de nuevo y va a acostarse a su casa,

parece un ciego que ha extraviado el camino. Cualquiera

puede salir de un rincón y machacarlo a golpes.

 

Puede salir una mujer y tenderse en la calle,

joven y bella, bajo otro hombre, gimiendo

igual como gimió una mujer con él hace tiempo.

Pero este hombre no ve. Va a su casa a acostarse

y la vida no es más que un zumbido de silencio.

 

Al desnudar a este hombre, se encuentran miembros exhaustos

y pelo brutal, aquí y allá. ¿Quién diría

que por este hombre circulan venas tibias

en que hace tiempo quemaba la vida? Nadie creería

que una mujer hubiese acariciado, hace tiempo,

aquel cuerpo y besado aquel cuerpo, que tiembla,

y lo hubiese bañado con lágrimas ahora que el hombre,

que ya ha llegado a su casa, no consigue dormir, pero gime.

 

Cesare Pavese

Cuadro: "Amor entre colores" de Miguel Oscar Menassa

 

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