NÁUFRAGO INDECISO
Noche, deja que irrumpa el
poema,
que mi cuerpo tiemble.
Un poema que cierre
definitivamente
la herida y yo me salve
para poder, aunque sea
desde la silla de ruedas
que me tienen preparada,
ver correr el río a
nuestros pies.
Náufrago indeciso,
tu morad no es el cielo.
Palidecen los silencios
y escucho el sonido
de las grandes cataratas
que jamás haya conocido.
Llamé mío al paraíso
y domestiqué los minutos
siguientes.
Días muertos eran los
tiempos
donde yo vivía la vida
de un hombre solitario,
abstraído.
Vibraciones inexistentes
de notas
no podrán componer para mí
la canción que aguardo
escuchar,
tendré yo misma que
escribirla.
Como los pájaros.
Como las naves que no
parten.
Como los relámpagos inadvertidos.
Como las camas vacías,
donde
ninguno de mis amantes se
acostaría.
Como el trueno sin sonido.
Como las sombras del fondo
azulado
de los grandes abismos.
Como el siempre posible,
como el rey que pasó a mi
lado sin yo advertirlo.
Como las certezas y las
seguridades
de todos los adentros sin
forma.
Como yo, que si estoy
vivo,
es porque está
transcurriendo
el misterio de las
primaveras.
Náufrago indeciso, tu
morada no es el cielo.
Lucía Serrano
Cuadro: Celebración en el mar de Miguel Oscar Menassa
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