miércoles, 19 de marzo de 2014

Taller 16 de marzo de 2014


FUNDACIONES DE ARENA

Si poblaras el mundo como Dios
sólo con proyectar la sombra de una mano, el oscuro fulgor del ensimismamiento,
   o las secretas contradicciones que te habitan,
saltarían de tu regazo hasta tus pies animales aviesos,
una fauna de pesadillas ilustradas que se propagaría infestando el jardín
  como en esos tapices en los que la discordia simula las manzanas de la tentación.
 No tienes felpa y seda que desplegar desde tu frío central hasta tus uñas
en una deslumbrante, sinuosa orografía
-otro cuadro sienés con castillos lejano, fortaleza e irrevocable caballero-,
ni la caricia que vuelque la hierba complaciente sobre la pradera,
 ni el intenso esplendor que a veces inventaba un relámpago azul con tu mirada
y que ahora podría esparcir tan largos ríos, tan bellos horizontes,
y hasta los esmaltados y sucesivos cielos de cualquier libro de  horas,
sólo con que lograras olvidar el color de la piedra que te cerró el camino.
Pero ningún prodigio deja fluir las aguas estancadas.
En tu historia no hay tintas para imprimir el decorado que anuncie un paraíso,
ni plumajes de fiesta con que vestir otro destino.
tampoco de tu palabra emana un génesis semejante a una  fábula en tu honor
donde instaurar un trono sobre el séptimo día.
Fundaciones de arena, muros crepusculares para el exilio y el  olvido,
lugares  destemplados Coamo el viento que pasa bajo las alas de la ausencia.
Puedes volcar tu inmenso depósito de insomios hasta la borra del final
o volver del revés todas las envolturas que adoptó la nostalgia:
no encontrarás ni brizna de verdor ni hebra que se anude a la esperanza.
Tu imagen, una sombra de áspero desencanto.
Tu semejanza, una desgarradura.

Olga Orozco


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