AQUÍ ESTOY, SOY UN
HOMBRE MASCULINO
Se
solía decir: este siglo no será posible
no hemos podido construir un hombre,
no
fue posible tener en cuenta a la mujer.
Maricas
y gendarmes frustrados
sólo
eso hemos podido con nosotros,
maricas
para despreciarlas,
gendarmes
para someterlas y,
sin
embargo, rompiendo las barreras de la historia
y
porque ella lo ha deseado para mí,
aquí
me tenéis, yo soy un hombre.
Un
hombre masculino, atravesado,
por
el sonido de su voz abierta.
Mujer,
mujer del pan y las caricias,
de
las revoluciones y el trabajo duro.
Una
mujer construye la tierra donde vivo,
el
mar, la plena, rotunda libertad del mar.
Ella
construye para mí, el vuelo de los pájaros,
palabras
y mujeres, permanentemente.
En
eso soy el mejor “dotado” masculino,
pero
no por mi gracia, belleza inteligente,
una
mujer, la Poesía, sostiene con su deseo inagotable,
infinitas
mujeres y entre todas al viento,
hacen
de mí esta sustancia incandescente.
Un
fuego que viene de la letra y va a la letra,
un
fuego, una pulsión,
y
ella abre sus nalgas, abre sus nalgas y sonríe,
y
un tiempo se detiene en las pupilas del amor,
y
violentas canciones de cuna nos dejan sin aliento,
y
el hombre vive y muere y ya no sabe qué decir
y
la mujer toca un violín, silencio, interminable,
y
se deja caer entre nosotros, tal vez, benéfica,
tal
vez, desesperada de tanta soledad,
lo
cierto, es que se deja caer entre nosotros
y
tiñe con sus movimientos, afines al poema,
toda
vida oculta, toda tristeza, la soledad,
con
la misma luz de los grandes milagros,
para
que todo brille con la ilusión del amor,
manantial
para el sediento y el incrédulo,
ella
es la fe.
Mujer,
mujer, escándalo que se apodera de mi ser,
de
todas mis palabras, de mis versos más altos
y
en esa cumbre del saber humano,
cada
palabra, todo poema sangra con tu presencia.
Hay
hombres,
hay
hombres en el moderno,
hay
hombres,
hasta
yo mismo vivo en el mundo moderno,
pero
la mujer tiene, secretamente,
guardada
una energía inexistente para el hombre,
por
eso busco en ella,
-poeta
incorregible-
lo
perdido, lo nunca hallado,
lo
imperfecto que nos hace sublimes.
Por
eso busco en ella
y
ella que lo sabe hace más de tres siglos,
no
deja de producir pájaros en todas direcciones,
mujeres
y palabras, algunas para mí, el resto,
para
el mundo, si existiera.
Un
mujer,
yo
soy la noche, me decía,
y
la noche es una capa de visón caliente
para
la soledad del poeta.
La
anoche y el poeta juntos,
única
manera de atravesar la nada del invierno
y
se apretaba a mí con ternura y, yo,
al
borde de las lágrimas,
para
verla contenta,
haciendo
con su deseo el universo,
me
oscurecía.
Alfonsina
Storni
Cuadro_ "Reencuentro" de Miguel Oscar Menassa
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