VAN PASANDO MUJERES
Cada
día que pasa, más dueña de mí misma,
sobre
mí misma cierro mi mirada interior;
en
medio de los seres la soledad me abisma.
Ya
ni domino esclavos ni tolero señor.
Ahora
van pasando mujeres a mi lado
cuyos
ojos trascienden la divina ilusión.
El
fácil paso llevan de un cuerpo aligerado:
se
ve que poco o nada les pesa el corazón.
Algunas
tienen ojos azules e inocentes;
van
soñando embriagadas, los pasos al azar;
la
claridad del cielo se aposenta en sus frentes
y
como son muy finas se les oye soñar.
Sonrío
a su belleza, tiemblo por sus sueños;
el
fino tul de su alma, ¿quién lo recogerá?
Son
pequeñas criaturas, mañana tendrán dueños,
y
ella pedirá flores…, y él no comprenderá.
Les
llevo una ventaja que place a mi conciencia:
los
sueños que ellas tejen no los supe tejer,
y
en mis manos ignorantes no perdí mi inocencia.
Como
nunca la tuve, no la pude perder.
Nací
yo sin blancura; pequeña todavía
el
pequeño cerebro se puso a combinar;
cuenta
mi pobre madre que, como comprendía,
yo
aprendí temprano la ciencia de llorar.
Y
el llanto fue la llama que secó mi blancura
en
las raíces mismas del árbol sin brotar,
y
el alma está candente de aquella quemadura.
¡Hierro
al rojo mi vida! ¿Cómo pude durar?
Alma
mía, la sola; tu limpieza, escondida
con
orgullo sombrío, nadie la arrullará;
si
en música divina fuera el alma dormida,
el
alma, comprendiendo, no despertara ya.
Tengo
sueño mujeres, tengo un sueño profundo.
Oh,
humanos, en puntillas el paso deslizad;
mi
corazón susurra: me haga silencio el mundo,
y
mi alma musita fatigada: ¡callad!...
Alfonsina
Storni
Cuadro de Ramón Casas
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