EN SU CÁRCEL DE
ESPINOS Y ROSAS
En
su cárcel de espinos y rosas
cantan
y juegan mis pobres niños,
hermoso
seres, desde la cuna
por
la desgracia ya perseguidos.
En
su cárcel se duermen soñando
cuán
bello es el mundo cruel que movieron,
cuán
ancha la tierra, cuán hondos los mares,
cuán
grande el espacio, qué breve su huerto.
Y
le envidian las alas al pájaro
que
traspone las cumbres y valles,
y
le dicen: -¿Qué has visto allá lejos,
golondrina
que cruzas los aires?
Y
despiertan soñando, y dormidos
soñando
se quedan
que
ya son la nube flotante que pasa,
o
ya son el ave ligera que vuela
tan
lejos, tan lejos del nido, cual ellos
de
su cárcel ir lejos quisieran.
-¡Todos
parten! –exclaman.- ¡Tan sólo
tan
sólo nosotros nos quedamos siempre!
¿Por
qué quedar, madre, por qué no llevarnos
donde
hay otro cielo, otro aire, otras gentes?
Yo
en tanto, bañados mis ojos, les miro
y
guardo silencio pensando_ -En la tierra
¿adónde
llevaros, mis pobres cautivos,
que
no hayan de ataros las mismas cadenas?
Del
hombre, enemigo del hombre, no puede
libraros,
mis ángeles, la égida materna.
Rosalía
de Castro
Cuadro de Vincent Van Gogh
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