sábado, 14 de octubre de 2023

LA DESASIDA

 


LA DESASIDA

 

 

En el sueño yo no tenía

padre ni madre, gozos ni duelos,

no era mío ni el tesoro

que he de velar hasta el alba,

edad ni nombre llevaba,

ni mi triunfo ni mi derrota.

 

Mi enemigo podía injuriarme

o negarme Pedro, mi amigo

que de haber ido tan lejos

no me alcanzaban las flechas:

para la mujer dormida

lo mismo daba este mundo

que los otros no nacidos.

 

Donde estuve nada dolía:

estaciones, sol ni lunas,

no punzaban ni la sangre

ni el cardenillo del Tiempo;

ni los altos silos subían

ni rondaba el hambre los silos.

Y yo decía como ebria:

¡Patria mía, Patria, la Patria!

 

Pero un hilo tibio retuve,

--pobre mujer—en la boca,

vilano que iba y venía

por la nonada del soplo,

no más que un hilo de araña

o que un repunte de arenas.

 

Pude no volver ay he vuelto.

De nuevo hay muro a mi espalda,

y he de oír y responder

y, voceando pregones,

ser otra vez buhonera.

 

Tengo mi cubo de piedra

y el puñado de herramientas.

Mi voluntad la recojo

como ropa abandonada,

desperezo mi costumbre

y otra vez retomo el mundo.

 

Pero me iré cualquier día

sin llantos y sin abrazos,

barca que parte de noche

sin que la sigan las otras,

la ojeen los faros rojos

ni se la oigan sus costas.

 

Gabriela Mistral  

 

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